Nuestra Señora de fatima
le surgió la idea seria de morir. ¡Así estaba hecho aquel miserable! Se aferraba a la vida y hasta es posible que, detrás de todo ello, viese realmente el infierno. El día seguía declinando y el ser vivo que aún existía en él, pensó confusamente en la vuelta. Se imaginaba lejos de París pero, cuando se orientó mejor, comprobó que no había hecho sino rodear el recinto de la Universidad. La torre de SaintSulpice y las tres altas agujas de SaintGermaindesPrés se recortaban en el horizonte, a su derecha y cuando oyó el quién vive de los hombres de armas del abad, los vigilantes del recinto almenado de SaintGermain, se volvió y tomó el sendero que había delante entre el molino de la abadía y la leprosería uel burgo y un momento después se encontró cerca del PréauxClercs. Aquel prado era famoso por los tumultos que se organizaban día y noche; era la hidra de los monjes de SaintGermain, quod monachis SanctiGermani pratensis hydra fuit, clericis nova semper dissidiorum capita surcitantibus(1). 1. Que para los monjes de San Germán fue una hidra, pues los clérigos suscitaban siempre nuevos motivos de disputa. (Cita de Du Breul.) El archidiácono temió encontrar a alguien y tenía miedo de todo rostro humano. Acababa de evitar la Universidad, el barrio de SaintGermain y pretendía entrar en las calles to más tarde Posible. Pasó de largo el PréauxClercs, tomó el camino desierto que le separaba del DieuNeuf y llegó por fin al borde del agua. A11í dom Claude encontró a un barquero que por unos pocos denarios parisinos, le hizo remontar el Sena hasta el puente de la Cité, y le dejó en aquel istmo abandonado en el que el lector ha visto ya soñar a Gringoire y que continuaba hasta pasados los jardines del rey, paralelo a la isla del barquero de las vacas. El movimiento monótono del barco y el chapoteo del agua habían adormecido un poco al desventurado Claude. Cuando ya el barquero se
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