Los juegos del hambre

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quiero pasarlos por encima del muslo herido; bueno, vale, y también porque la idea de que esté desnudo me incomoda. Es otra de las habilidades de mi madre y Prim: la desnudez no tiene ningún efecto en ellas, no hace que se avergüencen. Lo más irónico es que, en este momento de los juegos, mi hermanita le sería más útil a Peeta que yo. Coloco mi trozo de plástico debajo de él para poder lavarlo del todo. Con cada botella que le echo encima, peor aspecto tiene la herida. El resto de su mitad inferior está bastante bien, sólo una picadura de rastrevíspula y unas cuantas quemaduras pequeñas que le trato rápidamente. Por otro lado, el corte de la pierna..., ¿cómo demonios voy a curarlo? --¿Por qué no lo dejamos un momento al aire y...? --dejo la frase sin acabar. --¿Y después lo curas? --responde Peeta. Es como si sintiese pena por mí, como si supiese lo perdida que estoy. --Eso. Mientras tanto, cómete esto. Le pongo unas peras secas partidas por la mitad en la mano y vuelvo al arroyo a lavarle el resto de la ropa. Una vez la tengo puesta a secar, examino el contenido del botiquín; son cosas bastante básicas: vendas, píldoras para la fiebre, medicinas para el dolor de estómago. Nada del calibre de lo que necesito para curarlo. --Vamos a tener que experimentar --admito. Sé que las hojas para las rastrevíspulas acaban con la infección, así que empiezo por ellas. A los pocos minutos de apretar la sustancia verde masticada en la herida, el pus empieza a bajarle por la pierna. Me digo que es buena señal y me muerdo con fuerza el interior de la mejilla, porque estoy a punto de echar fuera el desayuno. --¿Katniss? --dice Peeta. Lo miro a los ojos y sé que debo de tener la cara verde--. ¿Y ese beso? --me dice moviendo los labios, pero sin emitir sonido alguno. Me echo a reír, porque todo esto es tan asqueroso que no puedo soportarlo--. ¿Va todo bien? --me pregunta, en un tono más inocente de lo normal. --Es que..., es que no se me dan bien estas cosas. No tengo ni idea de qué estoy haciendo y odio el pus. ¡Puaj! --Me permito exclamar mientras limpio la primera ronda de hojas y aplico la segunda--. ¡Puaaaaj! --¿Cómo puedes cazar? --Créeme, matar animales es mucho más sencillo que esto. Aunque, por lo que sé, podría estar matándote. --¿Puedes darte un poco más de prisa? --No. Cierra el pico y cómete las peras.


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