En una situación urbana, tan predeterminada, con una ordenación muy dura, no cabía otra respuesta: haciendo silencio. Es decir, proyectando un edificio abstracto, neutro, silencioso, que no compitiera con el resto de edificaciones circundantes sino que se separase, por contraste, de ellas. Evitamos, por encima de todo, hacer un edificio singular, raro, de formas extrañas; o, al menos, huimos de esa idea de singularidad.