Historias de Doña Arminda

Page 73

Le pareció muy romántico casarse con un noble poeta del norte que la agasajaba con odas, cancioncillas y poemas que la halagaban hablando de su belleza. La joven condesa y su pretendiente, no se conocieron hasta unas semanas antes de su compromiso. Su relación se limitaba al intercambio de cartas perfumadas y repletas de frases floridas y dulzonas como la miel. Ella se enamoró de un trovador, que creyó hermoso y apuesto. Soñaba con el momento del encuentro, imaginaba cómo su mirada la abrasaría, cómo sus fuertes manos la ceñirían por la cintura durante los furtivos paseos por los jardines. Soñaba dormida y soñaba despierta.

Una tarde de septiembre llegó el pretendiente, contrahecho y enclenque, nada en él merecía veneración. Ante tal visión, la condesita, sufrió un desvanecimiento y, desde entonces, permanecía en su cuarto sin querer salir. Aquel personajillo no podía ser el caballero bronceado, intrépido y talentoso que ella ansiaba. La madre, aseguró a la vieja de los remiendos, que a pesar de no ser apuesto ni gallardo, era un hombre bondadoso, cortés y con un vivo ingenio de sabio y sensibilidad de poeta. Se arrepentía de haber educado a su hija en la superficialidad de la belleza efímera. Adivinaba que él sería un marido indulgente, cariñoso y suficientemente fuerte para darle hijos sanos. Su fortuna estaba comprobada, su buen linaje también. No podían deshacer el compromiso.

72


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.