que yace en el suelo de la mente. Retiene de manera arbitraria
desde el recuerdo que es presentado en ella como un recuerdo de
parte de la información que entra de manera cotidiana.
lo no vivido. Los zapatos que miran son los ecos que penetran el
En Sudarios podemos encontrar la identidad social y cultural, como pertenencia e identificación con la región geográfica del sur
los temores que han acechado a la mujer a lo largo de la historia.
colombiano, con una cultura y en consecuencia con un modo de
Los sorprendentes y evocadores dibujos de Tulia Melisa Cha-
vida y de ser particular; está unida estrechamente con la memoria
parro responden a la lógica intimista, a mitologías personales, a los
que un grupo elabora sobre su pasado. Pero Sudarios es también
cuentos que ella se cuenta y a las ficciones que ella recrea. Detrás
la imagen del hombre inmerso en profunda y silenciosa medi-
de cada obra hay una historia donde existen múltiples relatos que
tación. Parece la traducción en imágenes del antiguo pasaje del
confluyen en una imagen dibujada, en otra memoria. Enfocar nuestra
Sábado Santo: “Mi carne descansa segura”, metáfora que remite a
vida desde alguna metáfora es recrear la propia mitología personal.
símbolos relacionados con la muerte, la fragilidad y volatilidad de la vida, la brevedad del tiempo, etc.
Las imágenes de seres distorsionados que habitan en sus sueños, son los mismos monstruos y seres imaginarios que conviven
Según Joseph Joubert es preciso que haya varias voces juntas en
en el imaginario colectivo. Si los sueños hablan de sus temores y
una voz para que sea verdadera. De hecho, en las fotografías de Jader
angustias, los monstruos le comunican a la sociedad sus propios
Rivera está la percepción de los ecos y de las voces del tiempo; como
temores y angustias; si en los sueños se revelan sus deseos más
si al captar la imagen pretendiera escenificar toda esa memoria in-
ocultos, en los monstruos y seres imaginarios están las señas de
audible convirtiéndola en luces, sombras, crepúsculos, anonimatos.
una identidad desterrada pero que habita en ella en forma de de-
El contrasentido es fascinante como si se tratara de obediencia del
seos, que solo se liberan mostrándose en las imágenes representa-
alma o de la carne; el artista expresa el color de esas voces, su fisici-
das. El orden moral queda ejemplificado y transgredido por medio
dad contenida. Las fotografías en su conjunto están llenas de ecos y
de esas imágenes que si, por un lado, nos recuerdan la existencia
de susurros, llenas de reflejos de la vida personal y colectiva.
del mal, por otro, nos avisan que ese mismo mal habita entre no-
De otra parte, la propuesta de Graciela Romero es la resultan-
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interior invisible del cuerpo social, pues en él se inscriben todos
sotros sin dejar de intentar cautivarnos.
te de la investigación de campo realizada por la artista frente a las
Además, los dibujos de la artista son un acercamiento inti-
condiciones históricas y sociales de la mujer en la región. Desde
mista; entretejen historias a partir de la cotidianidad permeada
esta perspectiva, la obra narra cómo la mujer, desde una visión pa-
por las circunstancias sociales, en las que se encuentran muchos
triarcal, es condicionada a unas funciones predeterminadas que la
lugares de la región. Ella se aborda como punto de inflexión en
obligan a tomar parte en un juego de roles que enmarcan su forma
cada una de las historias buscando una aproximación alterna a la
de vida. El simbolismo presente en su obra refleja la creencia de
violencia desde el impacto personal, lo que le permite establecer
que las mujeres han sido educadas para satisfacer las necesidades
diferentes lugares discursivos desde sus representaciones. El te-
afectivas de otros (pareja, hijos, hijas, padres, madres, amigos,
rritorio donde se definen sus conceptos, de lo que está bien y lo
amigas, etc.) lo que las ha llevado a subordinar y reprimir los de-
que está mal, la idea de lo que es éxito o fracaso, donde se cumple
seos propios para realizar los de otros y otras.
el esquema socio-cultural o donde se rebela contra él, se repre-
El tema de la mujer ha sido tratado por la artista durante los
senta mediante sus propias iconografías; pero que además, son las
últimos años. La mujer desplazada, recicladora, anulada, objeto de
representaciones tanto del inconsciente colectivo, como de los
consumo, mantiene un ritmo claramente identificable en la obra
condicionamientos sociales y familiares que la han afectado.
de la artista. En Posturas del silencio se observa la mujer que no
Ecos de la memoria de Ana Lucía Tumal es la búsqueda del
tiene control sobre su propio cuerpo, lo que significa desposeerse,
pasado en la que se embarcan los pobladores de la región, en es-
cosificarse como artículo de consumo.
trecha relación con el ansia de encontrar o revivir, de alguna ma-
Sin embargo, los vestidos son la metáfora del cuerpo social, lo
nera, los paraísos perdidos que han sido abolidos por el tiempo.
público y lo privado, la voz del eco desde nuestro contexto, donde
Sin embargo, a la artista le queda la esperanza de que la tierra, el
se construye un cuerpo femenino fundado en la apariencia para
hombre, los animales y ella sigan permaneciendo en el tiempo. Ana
la disponibilidad, la tradición familiar y la negación inclusiva. El
Lucía desea que la tierra que estructura su obra continúe arraigada
cuerpo de la mujer no le pertenece porque está relegado a los
en el pasado y a la vez permanezca en el presente. La búsqueda del
otros, ellos justifican su existencia y le permiten pensar su cuerpo
pasado en su obra tiene como finalidad encontrarse a sí misma en
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