REPORTAJE
38 / SPORTVICIOUS
“Es un reto provocador y apasionante”
Ramón y Juanjo estaban fuera de combate… si, todo tocaba a su fin y, como a Sabina, cuando llega el frío, el mundo nos parecía un lugar sórdido y ajeno. Pero lo intentaron, a pesar de todo, José y Alex lo intentaron; en el último momento y con unas condiciones espantosas. Durante más de catorce horas tuvieron que enfrentarse a temperaturas inferiores a los 30º bajo cero y rachas de viento que superaban los 60 km/h. Pero lograron alcanzar la cima del Laila al límite de sus fuerzas y regresaron al campamento de noche y con congelaciones, aunque afortunadamente no muy severas. Alex Txikón regresó al campo base completamente blanco. Por suerte para él, ya había dejado atrás el corredor por el que se había canalizado una gigantesca avalancha, pero la nube de nieve que levantó llegó hasta el campo base, adhiriéndose a su ropa hasta cubrirlo por completo. José Manuel Fernández bajaba más retrasado pero, por fortuna, tuvo tiempo de pegarse a la pared del corredor y ver cómo el alud de hielo le pasaba sobre la cabeza en dirección al glaciar. Era la última demostración de que, hasta el último momento, el Laila Peak había querido demostrarnos su poder. Esta vez tuvimos suerte. La cumbre fue la guinda de un amor especial.
Pero de lo que estoy especialmente orgulloso es de haber formado parte de un grupo de amigos magnífico y haberlo hecho con un estilo lo más limpio posible, con un grado de exposición alto y con el mínimo de tecnología. Animados por un mismo concepto del alpinismo en el que prima sobre todo una manera limpia de afrontar un reto, bello y exigente, como el Laila. Sería, en palabras de Bonatti, la unión de la ética y la estética, la gran dimensión del alpinismo clásico. En eso consistía el reto. Si ese camino, duro y arriesgado, terminaba en la cumbre, pues mejor. Pero lo importante era el estilo. Y fue normal que hayan sido los más jóvenes los que hayan conquistado esa cima tan bella como esquiva. Ellos son los mejores. Uno de esos espléndidos días pasados a los pies del Laila, Juanjo me dijo que él ya no iba a la montaña para ser el mejor sino, simplemente, para “ser mejor”. Creo que en el Laila lo hemos logrado. Venimos siendo mejores que antes de partir. Enriquecidos, con la cabeza aireada por el viento del Karakorum y el alma llena de emociones y sentimientos que difícilmente olvidaremos. Ya no aspiramos a más. Pero tampoco a menos. Sebastián Álvaro