Viaje al Centro de la Tierra (Julio Verne)

Page 139

Viaje al Centr o de l a Tierr a

EDITORIAL DIG ITAL - I M PRENTA NAC IONAL costa rica

Capítulo XXIX

Cuando volví en mí, me encontré en una semioscuridad, tendido sobre unas mantas. Mi tío velaba, espiando sobre mi rostro un resto de existencia. A mi primer suspiro, estrechó mi mano: a mi primera mirada, lanzó un grito de júbilo. -¡Vive! ¡Vive! -exclamó. -Sí -respondí con voz débil. -¡Hijo mío! -dijo abrazándome-, ¡te has salvado! Me conmovió vivamente el acento con que pronunció estas palabras, y aun me impresionaron más los asiduos cuidados que hubo de prodigarme. Era preciso llegar a tales trances para provocar en el profesor semejantes expansiones de afecto. En aquel momento llegó Hans: y, al ver mi mano entre las de mi tío, me atreveré a afirmar que sus ojos delataron una viva satisfacción interior. -“God dag” -dijo. -Buenos días, Hans, buenos días -murmuré-. Y ahora, tío, dígame usted dónde nos encontramos en este momento. -Mañana, Axel, mañana. Hoy estás demasiado débil aún; te he llenado la cabeza de compresas y no conviene que se corran: duerme, pues, hijo mío; mañana lo sabrás todo. -Pero dígame usted, por lo menos, qué día y qué hora tenemos. -Son las once de la noche del domingo 9 de agosto, y no te permito que me interrogues de nuevo antes del día 10 de este mes. La verdad es que estaba muy débil, y mis ojos se cerraban involuntariamente. Necesitaba una noche de reposo, y, convencido de ello, me adormecí pensando en que mi aislamiento había durado nada menos que cuatro días.

139


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.