Kimy, palabra y espíritu de un río

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EN MEMORIA DE KIMY PERNÍA DOMICÓ Por: Freddy Leonardo Reyes A.

La última vez que tuve la oportunidad de conversar con Kimy Pernía Domicó me estuvo hablando de sus hijos, de cómo era Begidó –su comunidad natal–, de su relación con su abuelo Yarí –Jaibaná y Cacique fundador del Alto Sinú–. Caminábamos bajo un inusitado sol de viernes santo por la estación de Transmilenio de la calle 80 en la ciudad de Bogotá. También me contó del miedo que le provocaban los aviones, como la molestia de tener que acostumbrarse a comidas extrañas. Tres días después partía para la ciudad de Québec (Canadá) para participar, como representante de su pueblo, en el Foro de Derechos Humanos de la Cumbre de los Pueblos, evento paralelo a la Cumbre de Libre Comercio para las Américas. Allí volvió a plantear los efectos devastadores que para los Emberá Katío trajo la construcción de la represa Urrá, y la manera como los distintos actores armados habían intensificado la presión sobre las comunidades indígenas y campesinas en toda la región del Alto Sinú. Nos despedimos con un fuerte abrazo, para luego alejarse y perderse por entre un sinnúmero de piernas y brazos. Aunque fueron muchos los que le advirtieron que temporalmente no regresara a Tierralta tras su arribo a Bogotá, recordándole la compleja situación humanitaria que se vivía en la zona, él insistió en viajar, empeñándose, como siempre fue su costumbre, en estar con su gente, así estuviera en el ojo del huracán. Cuentan que ese sábado 2 de junio de 2001, Kimy se encontraba en Tierralta a dos cuadras de la sede de los Cabildos Mayores, cuando fue detenido por tres hombres armados que lo forzaron a montarse a una motocicleta. Algunos sostienen que gritaba con todas sus fuerzas “él me tiene, él me tiene”, mientras otros afirman que vociferaba “me cogieron, me cogieron”. Antes de que la motocicleta se perdiera por la carretera que de Tierralta conduce a Montería, capital del departamento, el líder indígena hizo un último esfuerzo por tratar de escaparse, pero, según los testigos, le pusieron un arma en la cabeza y lo volvieron a dominar.

Violencia despiadada

La situación humanitaria en la región del Alto Sinú era compleja para la época. Las hostilidades se iniciaron el miércoles 6 de marzo con el lamentable secuestro y posterior asesinato del dirigente José Ángel Domicó, Jenené o Alguacil Mayor de Río Sinú, ocurrido a media cuadra de la sede del Cabildo de Río Verde y Río Sinú, al parecer por hombres de las autodefensas. La indignación se apoderó de los Emberá Katío, quienes tuvieron que movilizarse desde el resguardo a Tierralta para presionar la entrega del cuerpo del dirigente. 133


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