TURISTA DE INTERIOR
TURISTA DE INTERIOR DIRECCIÓN EDITORIAL
SOLAR. ACCIÓN CULTURAL
SOCIEDAD – LUGAR – ARTE
TEXTO Y FOTOGRAFÍA EDITORIAL LOLA BARRENA DALIA DE LA ROSA MATAPARDA
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SOLAR. ACCIÓN CULTURAL
Editado en Santa de Cruz de Tenerife. © DE TODAS LAS OBRAS: sus autoras y sus autores © de los textos: sus autoras y sus autores Queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de las y los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas por la ley, la reproducción total y o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento. Turista de interior. Revista de procesos de isla es un proyecto de SOLAR. Acción Cultural Sociedad – Lugar –Arte.
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ISSN: 2605–3403 Depósito Legal TF739–2018
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NOTA A LA EDITORIAL Este Volumen 4 de Turista de Interior. Revista de procesos de isla comienza a pensarse en enero del año 2020. El día 14 de marzo, se declara el Estado de Alarma en todo el territorio nacional por Alerta sanitaria debido a la COVID-19. La formación de las Islas Canarias comenzó hace solo 20 millones de años. La isla como sistema pierde su equilibrio a fuerza de impactos, ya sean económicos o sociales, pero siempre en función de decisiones [políticas] y, siempre también, con vocación de volver al equilibrio, aunque sea desde la pérdida. A cada resolución, una adaptación nueva en asuntos que poco tienen que ver con lo simbólico sino que actúan desde el pragmatismo más absoluto [lenguaje]. Este Volumen 0 [actual Volumen 4] trata de anteponerse [futugonía] a esos dictámenes e investigar sobre otras formas posibles de desequilibrio y de crisis para asumir, desde el pensamiento y la acción, nuevos procedimientos y modos de acercarse y bascular entre la colectividad y el punto crítico [simbiosis] en el que se desarrolla la vida humana actualmente. (Fragmento de la Editorial del Volumen 0 de Turista de interior. Revista de procesos de isla, 2018).
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SOBRE LA
RESPONSABILIDAD D E
L O S
N O M B R E S
SOLAR. Acción Cultural
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QUEMADA Régis Feugère
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LEARNING FROM
TENERIFE Diana Padrón
VOLUMEN 4 2020
SOBRE LA
RESPONSABILIDAD D E
L O S
N O M B R E S
… traen, asombrados, la noticia de que en Cabo Verde es jueves, mientras a bordo les aseguraban que era miércoles. [...] En su vuelta al mundo, siempre con rumbo al oeste, se les habrá escapado un día [....] la esfera del mundo no permanece fija en el universo, sino que se mueve con ritmo regular sobre su propio eje, y quien la sigue puede ganar tiempo a la eternidad, ha ganado un día.1 Stefan Zweig
Cuando James Hutton (1726-1797) expuso la Teoría del Uniformismo en Theory of the Earth (1788) defendiendo que los eventos geológicos se producían desde la formación de la Tierra, lo hacía como respuesta a la del Catastrofismo de Charles Bonnet (1720-1793), presentada en Palingenesia filosófica (1769), que abogaba por una transformación del planeta mediante cataclismos puntuales coincidentes con los eventos de la creencia religiosa. Unos sesenta años después, en 1824, la geóloga británica Etheldred Benett hizo público, al menos entre otros geólogos, el catálogo de su colección de fósiles, ayudando así a la conceptualización de los estratos terrestres basada en los ejemplares que contenía cada capa de masa mineral2. Poco después, Charles Lyell (1797-1875) enunció, en Principles of Geology (18331833), la sucesión del tiempo a partir de esos estratos y de sus fósiles. Es en 1913, cuando el también británico Arthur Holmes publica The age of the Earth.
que eones, eras, periodos, edades y zonas oscilaban entre los miles de años y los miles de millones de años (Ma.). En esta escala de tiempos, los primeros indicios de la existencia de vida se evidencian en los estromatolitos, unas estructuras organo-sedimentarias constituidas en el supereón Precámbrico a partir de cianobacterias, aproximadamente, hace 3700 Ma. De modo más específico, es en el eón Proterozoico en el que se desarrollan desde las primeras formas de vida unicelular compleja, como son los protistas con núcleo, hasta esponjas y trilobitomorfos; toda esta evolución abarca una escala temporal que se inicia hace 2500 Ma. con el período Sidérico, al que le siguen el Riásico, el Orosírico, el Estatérico, el Calímico, el Ectásico, el Esténico, el Tónico, el Criogénico y, por último, el Ediacárico hace 635 Ma. Toda esta compleja clasificación apunta hacia un sistema también de valores en el que la vida y el tiempo han sido un tema central del conocimiento desde la Ilustración hasta hoy, a pesar de, quizá, algunos desvíos que, aunque esclarecedores, ya fuera por cuestiones sociales o por no adaptarse a la metodología establecida, han quedado Supereón Precámbrico, eón Proterozoico, período Sidérico, Riásico, Orosírico… Los nombres no solo identifican entidades de
La conjugación de todos estos estudios propició que las unidades de medición del tiempo, necesariamente, debían ser enfocadas desde dos puntos de vista diferenciados: por un lado, la duración de la vida orgánica en años, meses, días, horas, minutos y segundos, y, por el otro, el tiempo geológico según una división en la
1 / Zweig, Stefan (2019). Magallanes. El Hombre y su gesta. Madrid: Capitán Swing, p. 124. 2 / Creese, Mary y Creese, Thomas (1994). British Journal of History of Sciences, pp. 27, 23-54.
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Diagrama de la escala de tiempo geológico. United States Geological Survey
igual o diferente naturaleza, también apuntan al origen y a los valores que subyacen en la designación. La palabra Precámbrico, que abarca nada menos que más de 3000 Ma., alude a lo que hubo en lo que hoy ocupa la nación Gales; Proterozoico está relacionado con las primeras formas de vida; Sidérico con el hierro, Riásico con los flujos de lava, Orosírico con las montañas o Criogénico con el hielo. Se entiende así que la primera responsabilidad de lo nombrado es de índole humana y la segunda recae sobre aquello que lo humano juzga importante significar. En un salto temporal geológico de miles de millones de años, pero de apenas una década de conocimiento, el Holoceno –la era reciente–, y las propuestas actuales de cambio al Antropoceno –la época humana–, resultan especialmente ilustrativas del sistema de valores y responsabilidades, al menos, desde esa metodología que sigue apostando, de una parte, por un enfoque que aboga por la minimización de la subjetividad y el agrandamiento de la predictibilidad, y, de otra, por la idea de un protagonismo proclive a 6
estar delante. La escala que subyace en estos dos nombres es, sin duda, la escala humana –valorada y sobrevalorada–, de tal manera que, en palabras de Bruno Latour, si es cierto que el “anthropos” es capaz de modelar la Tierra literalmente [...] lo que presenciamos en un antropomorfismo potenciado con esteroides3. Estos “esteroides” bien podrían referirse a las vertientes de Capitaloceno (de etimología evidente) y Plantacioceno (que apunta a los sistemas de cultivo y ganadería intensivos), recogidos por la bióloga y pensadora feminista Donna Haraway4. Un buen ejemplo de estos tres términos aparece en la película Anthropocene. The human epoch5 en la que la responsabilidad se vuelve acusación. Ante esta situación surgen, desde hace más de un siglo y con metodologías diferentes, formas de entender estos procesos de tiempo, biogénesis y estabilidad dinámica que parten de aquellas desviaciones que fueron excluidas del pensamiento imperante desde el siglo XVIII, XIX e, incluso, del XX. Una de estas opciones es la idea de Simbiosis, definida por el botánico Anton deBary, en 1873, como la vida en común de organismos con nombres diferentes, y desarrollada por el científico ruso Konstantin Mereschowski, en 1910, como Teoría de la Simbiogénesis6. Más tarde, en los años sesenta, la bióloga Lynn Margulis la retoma, incrementa y despliega en la Teoría de la Endosimbiosis–simbiogenética seriada; como consecuencia de sus estudios desde la década de 1960 hasta principios de los 2000, Margulis publica, en su libro Tierra simbiótica7, que las bacterias ocupan, en realidad, el lugar central. La cuestión de la responsabilidad, en este caso, recae sobre la idea de una evolución constituida a partir de una vida de relaciones de simbiosis más que de competitividad8. También, la Teoría Gaia, propuesta por el químico James E. Lovelock a mediados de los años sesenta en paralelo a la simbiogénesis de Margulis, considera a la Tierra como una biosfera autorregulada y con capacidad para mantener el control del entorno físico y químico, entendido como sistema completo y no como partes aisladas unas de otras9. De tal manera, sería la conjunción de los sistemas orgánicos e inorgánicos del ecosistema global y su capacidad para mantenerse en equilibrio donde recaería la cuestión de la responsabilidad. Así, se van forjando diferentes cosmovisiones que comienzan a desviar el centro de atención desde lo humano hacia otros lugares como lo no humano o lo inorgánico. 3 / Latour, Bruno (2012). “Esperando a Gaia. Componer el mundo común mediante las artes y la política”. Cuadernos de Otra parte. Revista de letras y artes, 26, pp. 67-76. Recuperado el 30 de junio de 2020: http://www. bruno-latour.fr/sites/default/files/downloads/124-GAIA-SPEAP-SPANISHpdf.pdf 4 / Haraway, Donna (2015). “Anthropocene, Capitalocene, Plantationoceno, Chthulucene: Making Kin”. Environmental Humanities, 6, pp. 159-165. Recuperado el 12 de junio de 2020: https://read.dukeupress.edu/environmental-humanities/article/ 6/1/159/8110/Anthropocene-Capitalocene-Plantationocene. 5 / Seville International (productora), Bachwal, Jennifer (directora), Pencier, Nicholas de (director) y Burstynsky, Edward (director) (2018). Anthropocene. The human epoch [documental]. Canadá: Seville International. 6 / Gavilánez Elizalde, Franklin (2018). Caracterización del valor intrínseco antropogénico de la biodiversidad. El no-antropocentrismo y el ecocentrismo andino del Sumak Kawsay como forma de conservación de la naturaleza no-humana y la vida (tesis doctoral). Universidad del País Vasco, España. 7 / Margulis, Lynn (2002). Planeta simbólico. Un nuevo punto de vista sobre la evolución. Madrid: Debate. Margulis recoge también la definición de simbiosis de Anton deBary. 8 / Esto entraba en discusión con las teorías neodarwinistas adoptadas en favor de lo neoliberal en tanto que abogaban por la competitividad en lugar de una evolución en forma de beneficio y vida mutua.
9 / Lovelock, James E. (1990). “Hands up for the Gaia hypothesis”. Nature, 344, pp. 100-102.
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Un paso en una de esas otras direcciones lo configura el reciente Chthuluceno de Donna Haraway10. En un plano completamente simbólico, construido a partir de la SF (Science Fiction, Speculative Fabulation, String Figures, So Far), aúna el concepto tentacular (y solo esa cuestión) de la literatura de H.P. Lovecraft, como poderes y fuerzas de todas las cosas reunidas en nombres como Gaia11, con la simbiogénesis de Lynn Margulis, derivando en que las bacterias y sus parientes fueron, y aún son, los mayores de todos los terrafomadores. En esta línea de pensamiento, Haraway concluye con la necesidad de crear parentescos, en inglés kin, cuya etimología también la relaciona con kind (amable, atento, cálido). Por tanto, las responsabilidades del Chthuluceno recaen sobre los ensamblajes de especies orgánicas y actores abióticos. Evidentemente, lejos de ser una teoría explicativa, Haraway trata de crear un marco desde el que pensar y especular sobre el presente, pero también sobre el pasado y sobre el futuro que, en realidad, ya estaba implícita en la teoría formulada por Margulis. Además, desde hace unos años, se han sucedido otros marcos de aprehensión desde lo post-humano, lo no-humano, lo ciborg o lo tecnológico; también otras aproximaciones que incluyen, por ejemplo, la redefinición de la palabra inteligencia, propuesta por el botánico y biólogo Francis Hallé, a partir de su estudio sobre las plantas y que proporciona otro enfoque sobre la evolución de la vida y de las especies: es inteligente todo ser vivo capaz de resolver los problemas que encuentra, si en ello va su supervivencia y su bienestar, basándose en saber aprender y en fijar en la memoria lo aprendido para poder utilizarlo12. En este punto presente, parece necesario y con urgencia calmada pensar el ahora. El ahora, este tiempo actual, sucede rápidamente, añadiendo a la escala las décimas, las centésimas y las milésimas de segundo, e, incluso, divisiones más pequeñas que agrandan, si cabe, mucho más la distancia entre el tiempo de la vida y el de lo inorgánico. Es un presente en el que la entidad que observa no percibe un hecho al mismo tiempo en el que sucede debido a su habilidad para cambiar; es, en sí, un futuro, pero un futuro en curso que está sucediendo, y cuya escala no parece ser otra que la del tiempo precipitado que deambula entre los llenos y los vacíos más absolutos. Solo una constante atraviesa esta cosmovisión actual: el fragor. Parece evidente que en este momento solo se puede atisbar, ya no una cosmogonía o una explicación del origen, sino una futugonía o, en otras palabras, un marco teórico y simbólico a propósito del nacimiento del futuro: la futugonía como cosmogonía de ese futuro en curso que ha de cambiar su constante necesariamente. La posibilidad de elegir el silencio como 10 / Haraway, Donna (2015). “Anthropocene, Capitalicene, Plantatiocene, Chthulucene. Making kin”. Environmental Humanities, 6, pp. 159-165. Recuperado el 18 de junio de 2020: https:// environmentalhumanities.org/arch/ vol6/6.7.pdf Al respecto de este marco simbólico, el trabajo de la investigadora María Ptqk, cristalizado en la exposición A propos du Chthulucèneet de ses espècies camarades (Jeu de Paume, 2017-2018) y la edición Especies del Chthuluceno. Panorama de prácticas para un planeta herido (Sycorax, 2019). Por supuesto, son imprescindibles las aportaciones actuales de Donna Haraway en su libro Seguir con elproblema. Generar parientes en el Chthuluceno (Consonni, 2019).
11 / Que Donna Haraway entiende como la Madre Tierra griega o la Pachamama andina, y no como la teoría físico-química de James E. Lovelock.
12 / Hallé, Francis. [museuciencies]. (19 octubre 2019). ¿Existen las plantas inteligentes? Recuperado el 27 de junio de 2020: https://www.youtube.com/watch?v=6c55MAbYmyo
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constante deviene atractiva, en tanto que tiempo de pausa; pero toda pausa implica también que hubo un antes y que habrá un después, de la misma manera que lo silencioso –en cierto modo, dramático– enfatiza el sonido anterior y prepara para el siguiente. Así, la constante acarreará cierto sonido pasado y será un silencio expectante, sin orden temporal y con una escala que cambia constantemente por la ausencia de descripción. El futuro primordial se edifica a partir de la desaparición de los nombres, sin supremacías, en favor del silencio deseoso y de la construcción de escalas vacantes.
futuro en curso silencio deseoso escalas vacantes una futugonía sin supremacías …….… * ……….
SOBRE LA ESCALA Y LA RED La capacidad de articular y designar a todo un sistema de referencias y predicciones vino de la necesidad de ordenar las magnitudes de la naturaleza y del universo. De esta forma, la humanidad ha desarrollado durante toda su historia una relación nominativa con el mundo que le rodea para poder entenderlo, estudiarlo y ponerlo al servicio del desarrollo. La convicción de vivir de una forma adaptativa y evolutivamente exitosa produjo una vinculación a escala con los hechos, con el conocimiento y con el entorno. Es a partir de la representación proporcionada, en cuanto a correspondencia con el natural, de valores, cualidades, distancias y dimensiones, que se pudo entender, habitar e incluso inventar la naturaleza. La proyección de esa naturaleza es una idea asimilable para todas las personas desde fuera del pensamiento científico, así como el hecho de que esta asignación de valores es solo una aproximación. Ver a escala necesariamente significa ver en abstracto en un tiempo y un lugar simulados, sin embargo, estas abstracciones representan un fenómeno real. La problemática de este sistema de representación es su carácter cartesiano y el posicionamiento geopolítico desde el que se desarrolla el análisis. Es decir, unas medidas se posicionan sobre otras en función de una jerarquía o, dicho de otra manera, una forma y un lugar concretos pueden prevalecer sobre todos las demás. De este modo, no es de extrañar que no solo se representen los valores científicos y objetivos en la interpretación del mundo. Ya en uno de los primeros mapas de Babilonia del año 600
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a.C., la ciudad se encuentra en el centro de la Tierra, que era simbolizada como un disco plano, debido a una cosmovisión de carácter geopolítico y en el que se omitía a persas y egipcios. Así, en su proceso de plasmación del entorno se posicionaban y escalaban.
del mundo por parte de una comunidad de científicos/as– en el que se inserta, hacen de su uso la visibilización de una postura clara que modela y, en circunstancias políticas, que sobredimensiona un solo nivel de análisis. En este sentido, la relación entre las escalas y la responsabilidad de su selección/elección es, en la actualidad, dialéctica o, al menos, debe serlo en el campo paradigmático y multirrelacional de la geografía contemporánea. La pregunta pertinente, por tanto, es dónde poner el foco de atención: en el sistema de escala, en la imagen representada o en el margen de cuestiones que quedan reducidas entre las variables. La posibilidad de obtener una visión múltiple de análisis estaría en intentar recorrer la distancia que separa un fenómeno medible y evaluable de la percepción del mismo. Este recorrido abstracto que existe entre las distintas escalas es lo que permite saber cómo es el contexto que va del punto A al B. Es decir, la mirada debe volverse excéntrica.
La selección de una escala, o partir de un punto cero –en el caso de los babilonios fue poner su ciudad en el centro– en función de las posibilidades de interpretación que puede generar, condiciona y problematiza el nivel de profundidad y de interlocución con un ámbito de análisis dado. El uso de una serie de magnitudes tipo insertas en un sistema de pensamiento viene asociada a la contextualización de la realidad, un mismo hecho desde distintas escalas genera o desvela diferentes conflictos o acontecimientos en el sentido lefebvreiano, que la geografía contemporánea define como incorporación de variables como el lugar, el espacio relacional, la acumulación capitalista, índices de calentamiento global, etc.: El lugar es el depositario final, obligatorio, del acontecimiento.13
De esta forma, la visión antropocéntrica, generadora de las métricas y magnitudes, no es la única que está presente. Cada vez se ha problematizado más sobre la complejidad de las posiciones que ocupan no solo la acción humana sino también las variables que trascienden el entendimiento, y que se elevan a n dimensiones. Estas contienen la incapacidad de asir el tiempo y el espacio como magnitudes que no se pueden medir en escalas aplicables al entendimiento cotidiano. De tal forma que es interesante la incorporación de nuevos conceptos provenientes de áreas como la botánica, la filosofía o el pensamiento crítico, que ayudan a entender o aceptar la imposibilidad de hacerlo.
Entendiendo, por tanto, que el espacio que nos rodea es un sistema de relaciones – interacciones– cambiantes, el problema se hace palpable cuando la realidad es reducida en función de un conjunto de valores que es capaz de subordinar unas realidades/ presencias sobre otras, unos espacios geográficos sobre otros y unas divisiones políticas sobre otras. Esto no representa un problema, sino que es el problema. Cuestiones como la determinación de la escala, su implicación en el espacio y en el tiempo, su capacidad estructurante y el paradigma –sistema de creencias, visiones
13 / Valenzuela, Cristina Ofelia (2005). Contribuciones al análisis del concepto de escala como instrumento clave en el contexto multiparadigmático de la geografía contemporánea. Investigaciones geográficas, 59. Recuperado el 3 de julio de 2020: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pi =S0188-12006000100009
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Volviendo al botánico Francis Hallé, el tiempo es una escala relativa y como tal, el lugar desde el que se analiza es importante. Él mismo, observando la copa de los árboles, se acercó a una de las variables más longevas del planeta: toda nuestra evolución biológica cabe en la vida de un árbol14. Sin duda, es importante darse cuenta de que existen ejemplares de árboles cuya vida atraviesa toda la historia de la humanidad y ensancha la percepción del tiempo. Y este es un dato asimilable, pero incomprensible en su magnitud.
mundo. Se trata de un objeto, evento natural o artificial cuya extensión en el tiempo y en el espacio no se puede detectar o señalar fácilmente, como puede ser el concepto de biosfera o de calentamiento global. El propio Morton lo explica de esta forma: Los hiperobjetos provocan un pensamiento irreduccionista, es decir, se nos presentan como dilemas que involucran la escala, en los que las afirmaciones ontoteológicas sobre lo que es más real (el ecosistema, el mundo, el medio ambiente o, por el contrario, el individuo) resultan imposibles.15
Lo que es inconcebible es difícil de medir, aunque esté explicado por las leyes de la física o por las teorías evolutivas del universo. En la actualidad, la proliferación de discursos que tienen la ecología como centro se pueden entender como una respuesta hacia algunos de los acontecimientos más difíciles de asimilar y de interpretar. Este es el caso del crecimiento de la conciencia global sobre los cambios en el clima, la envergadura de las cifras que aporta y la incapacidad de predecir todos los escenarios futuribles. Esta inconmensurabilidad ya no es abstracta, se siente y tiene la potencia de cambiar las vidas cotidianas. Aquí y ahora, la escala sigue siendo el problema, porque no encubre la responsabilidad primigenia y última.
Estos dilemas producen un estremecimiento porque no se pueden entender en su totalidad y alteran la percepción de la temporalidad, la distancia física, los efectos corporales, etc. Asimilar el concepto de hiperobjeto, o la sensación de irrealidad que provoca, es lo que puede ayudar a comprender y criticar la transformación del entorno. Si se piensa en ellos como una malla, en el sentido de objetos interconectados, o una red en la que las cosas existen, con o sin alguna otra entidad (humana) observándola, troquelándola, midiéndola o pensándola16, se formará una imagen de un mundo más interconectado que muestra su fragilidad y su potencia. Este pensamiento en red o redes que se relacionan entre sí, recordando a Margulis, desde una perspectiva simbionte, supone concebir el mundo de una forma multiescalada, es decir, multidimensional y, hasta cierto punto, resbaladiza.
A tenor de esto, el filósofo Timothy Morton, mediante el concepto de Hiperobjeto, plantea un giro interesante en relación a la escala como sistema que mide y explica el
14 / Hallé, Francis (2020). La vida de los árboles. Barcelona: Gustavo Gili, p. 16. 15 / Morton, Timothy (2020). Hiperobjetos en Emergencia climática, 857, Revista de la Universidad de México, p. 93. Recuperado el 3 de julio de 2020: https://www.revistadelauniversidad.mx/download/c10b0c6f-6204-4444-aa 1e-b05b60676905?filename=emergencia-climatica
16 / El concepto de malla o mesh en Timothy Morton es fundamental para entender cómo desde el pensamiento estético de lo real, desde su punto de vista, no se puede separar de las cosas. Esas cosas en el filósofo son todas las cosas, desde la materiales, los eventos meteorológicos, geológicos, un virus, un martillo, etc. Recuperado el 15 de julio de 2020: https://umbralesfilosoficos.com/timothy-morton-y-su-ecocritica-filosofica/
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El 4 de octubre de 1957, la historia de la observación cambió radicalmente tras el lanzamiento al espacio del primer satélite. El Sputnik-1 reconfiguró uno de los primeros y más antiguos anhelos de la humanidad, esto es, el estudio y determinación de la forma y dimensiones de la Tierra. Un año después de su lanzamiento da comienzo la era de los datos, medidas y escalas por satélite. Este es el momento culmen de cientos de años de satisfacer las exigencias de precisión y de homogeneización del entorno que la ciencia geodésica logró materializar en forma de red de posiciones a lo largo de los continentes. Las primeras manifestaciones que buscan una visión del mundo más aérea, se encuentran en los menhires y dólmenes en el Periodo Neolítico. Pero fue el griego Erastóstene de Cirene quien, en el año 257 a.C., logró determinar por primera vez la medida más aproximada a la circunferencia de la Tierra con una desviación de solo 75 kilómetros17. Un resultado que ayudó a despejar grados de incertidumbre sobre la posición del territorio, la distancia de separación de lugares y la altura de picos y elevaciones. Toda esta información no solo comenzó a configurar una forma de ver, sino que también situó el ojo fuera: en el exterior y en todas las direcciones cardinales. Estas observaciones pertenecen al campo de una incipiente Geodesia y se basaban en técnicas de análisis visual en terrenos en altura, con una amplia visión paisajística que estableció un sistema de referencia común. Instrumentación, observación y cálculo fueron las herramientas para poder obtener una imagen lo más homogénea posible del mundo. N
Y B 56º
2
4
3
A b 24º
2
6 5
14
9
15 13
1 8
16
12
17
10 7 11
X
Configuración geométrica de la red geodéica del Teide en el año 1986. Fuente: C.S.I.C.
La Geodesia se definió a finales del siglo XIX como la ciencia de medir y representar la Tierra, y aportó una información práctica y sobre el terreno. Pero conforme la tecnología 17 / La Circunferencia de la Tierra mide 40.075 km. La historia de las mediciones está jalonada de múltiples errores. Se sabe que Cristóbal Colón inició el viaje a Oriente con la medida de la época cifrada en algo más de 29.000 km. Mientras que el griego Eratóstene de Cirene, haciendo una sencilla triangulación entre su posición y las ciudades de Alejandría y Siena, logró determinar de una manera casi exacta para la época la circunferencia de la Tierra en 40.000 km.
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RESEÑA DE VÉRTICE GEODÉSICO DE 4º ORDEN Número: Nombre:
Croquis de detalle:
613 MAREOGRAFO
Municipio: SANTA CRUZ DE TENERIFE Provincia:
Hoja MTN:
Señal: Clavo.
TENERIFE 1104 - 1105
Situación:
Clavo situado sobre la terraza del edificio del Marcógrafo
Refer. a :
2,13 esq. murete
Refer. c :
3,33 esq. murete
Refer. b :
3,03 esq. murete
Refer. d :
0,91 quiebro
Acceso:
El edificio del Marcógrafo se encuentra en el muelle norte donde está la estacion del Jet-Foil.
Observaciones:
Vértice geodésico TF613. WMS Red Geodésica Pasiva REGCAN95 (v2001)
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fue avanzando, en 1975, fue redefinida como la ciencia de medir y representar la figura y el campo de gravedad terrestre y de otros cuerpos celestes, así como sus variaciones en el tiempo18. A partir de ese momento, el campo científico se desbordó hacia la sociedad, y la población comenzó a tener acceso a información que se encontraba en el ámbito de lo insólito. Se entró en la era de convivir con imágenes de la Tierra desde la Luna, pero también con el desarrollo de la fotografía aérea o la evolución de la tecnología de las aeronaves no tripuladas que desemboca en los actuales drones19. Todo este desarrollo sería imposible imaginarlo sin el apoyo de la geodesia y de la red que a nivel mundial transformó y re/ simbolizó a lo largo de los últimos cien años el aspecto del mundo y, sobre todo, las implicaciones de las decisiones de cada país sobre él.
Red geodésica internacional formada por la red pasiva –estaciones tradicionales–, la red activa –estaciones conectadas en tiempo real por GPS– y la red de mareógrafos –vértices costeros que aportan datos en función del estado de las mareas–. Fuente: The International Terrestrial Reference Frame (ITRF).
Esta red emite dos tipos de imágenes vinculados a la morfología y antigüedad de los puntos geodésicos. Por un lado, la red pasiva formada por todos aquellos hitos que producen una relación entre sí de cercanía, generan una imagen del territorio por aproximación. Y, por otro, la red activa, menos numerosa, se corresponde con la era de los satélites que proporciona una imagen digital. Todos estos puntos producen una sensación de cercanía que, sin embargo, es imaginaria y plantea un problema: lo global no coincide con el mundo sensible, 18 / Vázquez Verdú, Amparo (2007). Enlaces geodésicos intercontinentales. Investigación sobre los enlaces occidentales Europa-África. Tesis doctoral, Universidad Politécnica de Madrid. Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, p. 22.
19 / La historia de las aeronaves no tripuladas está estrechamente relacionada con el mundo militar y toda su evolución ha supuesto un continuo debate moral acerca de la efectividad de sus usos. Los avances en la tecnología GPS vinculada a la Geodesia provocaron la sofisticación de los drones, de tal forma que en 2002, el dron Predator causó la muerte de numerosos civiles en la búsqueda de Bin Laden por parte EE.UU.
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se trata solo de una representación generalista. En este marco, miles de millones de imágenes se relacionan temporal y espacialmente con los seres humanos donde todo lo predecible tiene nombre. La pregunta es, ¿en qué lugar deja de existir la posibilidad de nombrar y rebasar el límite de lo fijado o lo previsto? No tiene sentido buscar una explicación al hecho de que el viento pueda cambiar la duración de un día en microsegundos, porque su fuerza es capaz de variar el eje de rotación de la Tierra. Al contrario, quizá es mejor prestar atención a múltiples focos sin nombrarlos ni reemplazarlos. Lo impredecible se presta a la futugonía. …….*.........
SOBRE EL DESBORDAMIENTO Las imágenes del desbordamiento son una posibilidad del presente que se escucha desde el pasado y se significa en el futuro, pero de aquel que es un futuro en curso de silencios expectantes. En él, el marco simbólico ocupa el lugar de lo impredecible, un espacio desbordado donde existen las vacantes necesarias para no dar por supuesto absolutamente nada; son signos sin certezas cuya red forma una dimensión futugónica. El pensamiento simbólico está en el dilema y en la duda; vive y se desborda para significar el mundo sin concluirlo. Los trabajos del fotógrafo Régis Feugère (Francia, 1976) y la investigadora Diana Padrón (Las Palmas de Gran Canarias, 1984) se sitúan en ese espacio de pensamiento desbordado que proviene de otros lugares, se configuran en la pausa y se proyectan en especímenes sin clasificación. Sus aportaciones recogen la idea de isla y de la naturaleza como variables a romper, fraccionar y volver a unir desde una cierta cartografía fuera de toda consideración objetiva; construyen y representan epistemologías a partir de lo existente para establecer espacialidades sin límites. Fotografía y texto se tocan para plantear
Mataparda, Investigaciones, 2020
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