Elementos del capitalismo

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40 / Pedro Calzada Jiménez

3.- INDIVIDUO E INDIVIDUALISMO Dice Don Miguel de Unamuno: “Pero el hombre no vive solo ni es individuo aislado, sino que es miembro de sociedad, encerrando no poca verad aquel dicho de que el individuo, como el átomo, es una abstracción. Si, el átomo fuera del universo, es tan abstracción como el universo aparte de los átomos… La razón, lo que llamamos tal, el conocimiento reflejo y reflexivo, el que distingue al hombre, es un producto social. Debe su orígen acaso al lenguaje. Pensamos articulada, o sea reflexivamente, gracias al lenguaje articulado, y este lenguaje brotó de la necesidad de transmitir nuestro pensamiento a nuestros prójimos. Pensar es hablar consigo mismo, y hablamos cada uno consigo mismo gracias a haber tenido que hablar unos con los otros… El pensamiento es lenguaje interior, y el lenguaje interior brota del exterior. De donde resulta que la razón es social y común. Hecho preñado de consecuencias, como hemos de ver.” [Unamuno: 1976] ¿Para que nos vamos a complicar la vida?... ¡Usted es un individuo!, ¡Yo soy un individuo!... ¿Quien necesita entonces ponerse a definir qué es un individuo?... Por desgracia siempre hay alguna manera de complicar las cosas, de meternos en problemas hasta con palabras de contenido aparentemente evidente, porque lo único que hace evidente el significado de las palabras es el uso y la costumbre, la extensión del consenso social que las avala y nos releva del agotador y poco común oficio de reflexionar por cuenta propia. Esa entidad biológica que contemplo todos los días en el espejo y que tiene brazos, piernas, ojos, y

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nariz, es solo un recipiente vivo que no podríamos llamar individuo si no fuera portador de una conciencia. De una conciencia que nos permite ahora estar escribiendo estas líneas. Y algo más importante, que nos permite creer con optimismo que otros individuos van a leer lo que estamos escribiendo. Individuo suena a indivisible y así parece ser, al menos en lo que se refiere a ese recipiente de carne y huesos al que nos referíamos arriba. Tanto es así que si tomamos un individuo (o individua, para no agitar el conflicto de género) y lo dividimos, lo desmembramos, dejará desde luego de ser un individuo para convertirse en un cadáver descuartizado. Pero por muy científico que pueda ser este experimento, no sería correcto llevarlo a cabo solo para terminar postulando la “Ley de la indivisibilidad del individuo”… esa suerte de experimentos solo se le ocurren a individuos como George Bush, Adolfo Hitler o Benjamín Netanyahu, porque ellos nunca hubieran concedido que un iraquí un palestino o un judío posean individualidad alguna. Ya hemos aceptado suficientemente la individualidad biológica, pero ¿Qué decir de la individualidad de la conciencia?... Ahí las cosas empiezan a verse algo más complejas. Es verdad aquello de que “cada cabeza es un mundo” pero también es verdad que la conciencia es cambiante y por eso el poeta Neruda pudo escribir “nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”. La conciencia, ingrediente que constituye al individuo, habita en ese individuo, pero no le pertenece. Nadie, así no lo comprenda, puede pensar o dejar de pensar lo que le da la gana


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