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Coop. Albelda

COOPERATIVA AGRÍCOLA SAN ISIDRO DE ALBELDA: TRADICIÓN, INNOVACIÓN E INVERSIÓN

Prácticamente un siglo después de su fundación –1929 – la Cooperativa Agrícola San Isidro de Albelda persiste en el trabajo bien hecho, en un desarrollo acorde a los tiempos y en una dedicación plena a sus socios y clientes. Hoy el aceite y su almazara son objetos principales en su dedicación a través de la marca comercial “Olivera de la Gesa”. Ramón Bargués, desde la presidencia, y Elisabet Gómez, en la gerencia, nos detallan las últimas mejoras realizadas en la cooperativa, las que están por venir y el apoyo directo y muy valorado del Ceder Zona Oriental de Huesca.

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Comenzamos nuestro recorrido hablando de números. En una campaña habitual se suele trabajar con una horquilla de 400 000 a 600 000 kilógramos de olivas, aunque Bargués y Gómez matizan que, en la anterior temporada 2021-2022 estas cifras se vieron superadas alcanzando los 700 000 kg. “El clima manda”, asegura el presidente. De cumplirse la previsión prevista, todo apunta a que este año la campaña del aceite se adelantará:

“Hemos vivido un verano con escasez de lluvia, lo cual implica una reducción en la producción de secano, y por tanto, prevemos que se adelante el

La cooperativa agrícola sigue siendo una referencia en Albelda

proceso”, argumenta Bargués. A todo ello, hay que añadirle un incremento en los precios, situación que no merma el entusiasmo de esta cooperativa por continuar trabajando para sus clientes. En primer lugar, porque se trata de un eje central en la vida del pueblo; la historia de esta cooperativa se remonta a 1929, cuando sus socios fundadores decidieron unir fuerzas con el objetivo de un beneficio común y cooperativo. Son valores de un legado mantenido y con voluntad de seguir alumbrando la actividad de la sociedad albeldense. Nos preguntamos cuáles son las claves que definen esta labor, y Elisabet Gómez nos confiesa que no existe una palanca mágica para hacer que las cosas funcionen, sino que simplemente hay que tener pasión por lo que se hace y, por supuesto, demostrarla ante el consumidor: “Uno decide regresar

donde se ha sentido a gusto y bien tratado. Por ello, nuestra primera preocupación es que el cliente salga satisfecho; nos levantamos cada día con esa misión”.

Los tiempos cambian, las técnicas se depuran y, sin dejar la tradición, cabe actualizarse a una realidad exigente. Es por ello que tras una primera remodelación en la maquinaria de la almazara realizada en el año 2001, y que permitió dar el salto del sistema tradicional al automatizado, ahora la Cooperativa Agrícola San Isidro está inmersa en una nueva transformación. Es aquí donde entra en juego el Ceder Zona Oriental de Huesca; una vez más, su cercanía y apoyo a proyectos de autónomos y pymes en las comarcas de La Litera, Cinca Medio y Bajo Cinca queda demostrado. Fondos europeos que van allí donde emerge una incipiente idea empresarial o una mejora y desarrollo de un negocio en expansión; o, si hablamos de administraciones locales o comarcales, allí donde nace una nueva infraestructura, servicio o se moderniza uno ya existente. En el caso de la cooperativa de Albelda, 90 000 € esperan -30 % de la inversión total- para proseguir con el proceso de transformación emprendido: “Vamos a

incrementar el potencial de nuestro laboratorio, así como instalar una nueva envasadora. Pero no estamos invirtiendo únicamente en maquinaria, también pretendemos asfaltar el pavimento del patio exterior, para facilitar el tránsito de grandes vehículos y evitar ruidos molestos a los vecinos de las casas más próximas. Además, estamos mejorando la zona de vestuarios y baños para los trabajadores. Somos una cooperativa humilde. Queremos aprovechar esta oportunidad para mejorar en todos

los aspectos que podamos”. En nuestro recorrido por las instalaciones, dejamos atrás la almazara, habiendo sido testigos de la remodelación del resto de zonas (vestuarios, laboratorio…) y ahora es momento de conocer la nueva sala de almacenaje. Nada más entrar vemos seis cubas de gran capacidad preparadas para recoger el líquido deseado. Elisabet Gómez nos comenta que, tomando nota de las lecciones aprendidas y con las maquinarias recién renovadas, la cooperativa albeldense tiene un nuevo reto:

“Estamos trabajando para obtener un hueco bien posicionado dentro del mercado del aceite gourmet. Se trata de un sector más especializado, donde prima la calidad a la cantidad. Sabemos que es un gran paso y que ahora es el momento de darlo”.

Antonio Zaragoza, socio honorario de la cooperativa, resume el cambio que han experimentado:

“Todo lo que no se haga con máquinas, desaparecerá. He visto crecer esta cooperativa y considero necesarios los cambios por la satisfacción de los clientes. Aunque también creo que falta consciencia entre los consumidores. El aceite de calidad no es caro, al contrario de lo

que muchas personas creen”. Para no perder memoria de otro tiempo en la elaboración del aceite, la gerente nos explica que, una vez finalizado el proceso de remodelación que están acometiendo, se creará una zona exterior, dentro de los límites de la cooperativa, con todas las piezas originales de la almazara que se han mantenido en buen estado, para que estén a disposición del público que se acerque hasta Albelda:

“No queremos olvidarnos del origen de esta cooperativa, por eso creemos necesario acercar la historia a las generaciones más jóvenes, que seguramente nunca han visto este tipo de maquinaria y herramienta. Para eso habilitaremos una zona exterior que ponga de relieve esa historia casi centenaria. Es una manera de conectar al público más joven con el mayor; lo que para unos es un recuerdo, para otros puede ser

un descubrimiento”. Memoria de lo que fuimos ligada a una evolución necesaria que refleja lo que somos y queremos seguir siendo. No cabe duda que las cooperativas agrícolas en los pueblos pequeños fueron fundamentales para el buen comercio de sus socios, y también para el dinamismo social y general de los vecinos. Hoy, la evolución pasa por la actualización en los procesos y, por tanto, invertir es más una obligación que una opción. El Ceder Zona Oriental de Huesca reconoce esos menesteres, apoya proyectos y remueve nuestros pueblos.

Depósitos de almacenamiento del aceite dentro de las instalaciones de la cooperativa

ESTUDIO, INVESTIGACIÓN Y CULTURA EN UNA NUEVA ENTREGA DE LA REVISTA "LITTERA"

Silvia Isábal Mallén, miembro del CELLIT

El Centro de Estudios Literanos (CELLIT) continúa con su labor de puesta en valor y difusión del patrimonio y la historia de nuestra comarca y lo hace, en esta ocasión, con la publicación del número 7 de su revista "Littera", que da cabida a artículos académicos de diversas disciplinas referidos a la Litera.

Dedicados a la toponimia de nuestros pueblos hay dos artículos firmados, respectivamente, por Diego Gibanel Faro y Javier Giralt Latorre. El primero recoge y valora las diferentes teorías sobre el origen del topónimo Esplús, mientras que el segundo constituye un estudio lingüístico de la toponimia de Alins del Monte, interesante porque la localidad está adscrita a la lengua aragonesa aunque se observa en ella cierta transición hacia el catalán.

También contiene elementos toponímicos el trabajo firmado por Víctor Bayona Vila y Juan Antonio Frías Ugarte sobre el libro de centena del siglo XVI de Peralta de la Sal, un valioso censo conservado en el archivo municipal de Peralta de Calasanz que permite conocer aspectos sobre la apariencia, la población, el lenguaje, las costumbres y la forma de vida en la localidad a lo largo del siglo XVI. Littera 7 nos permite también, gracias a la labor de Enrique Corbera Abillar, acercarnos a facetas no demasiado conocidas de dos literanos ilustres. El primero de ellos es el albeldense Antonio Sangenís y Torres, héroe de la guerra de la Independencia, del que se destaca su labor científica. El segundo trata de Francisco Gilabert Alentorn, señor-bandolero, político y escritor, del que se estudia su aportación a la agricultura con la obra Agricultura práctica, más conocida como «La cartilla de la Litera» porque fue escrita en Tamarite de Litera en 1621. Un manual pionero y muy avanzado para su tiempo que cuenta con una intención formativa para todos los agricultores. Otro personaje interesante que protagoniza un estudio, en este caso realizado por Jesús Martín Martínez, es Clemente Sáez García, ingeniero de caminos y geólogo soriano al que debemos la preservación de la denominada «playa fósil» de Peralta de la Sal.

Por otra parte, Francisco Murillo Murillo documenta y desarrolla, en su trabajo «Los mudéjares de San Esteban de Litera», la existencia de una comunidad múdejar no siempre bien avenida con el resto de sus vecinos que se mantuvo durante dos siglos en San Esteban, y Silvia Isábal Mallén da a conocer el documento más antiguo encontrado hasta la fecha de la historia del canal de Aragón y Cataluña, datado en 1772 y firmado por el Concejo de Binéfar. Además, Juan Rovira Marsal e Izaskun Ambrosio Arcas analizan el ritual funerario que llevaron a cabo los habitantes de la aldea del Pou de la Figuera en Altorricón, en el que los difuntos presentaban una moneda en la mano, al mismo tiempo que incorporan un inventario del material numismático y del ajuar recuperados.

También participa en Littera 7 el conocido etnógrafo Eugenio Monesma Moliner, que nos da a conocer, en su artículo, una balsa de enriar cáñamo que se encuentra en la partida de La Penella (Tamarite de Litera), de paso que analiza y relata la importancia de este cultivo en la comarca en tiempos pasados. Por último, Marta Michans Marquilles e Iris Pallarol Isábal, beneficiarias de una de las ayudas a la investigación que convoca anualmente el CELLIT, desarrollan en su artículo la importancia de la recuperación de los relatos de vida en la reivindicación de la memoria individual y la construcción de una memoria colectiva y lo hacen a través del proyecto social Pel forat de l'altre món, desplegado por las autoras en la localidad de Albelda.

Sin duda todos estos artículos completan el conocimiento que tenemos sobre nuestra comarca, contribuyendo de esta manera a la construcción de nuestra identidad cultural. Esperamos que su publicación sirva también para estimular a nuevos estudiosos que continúen con la labor de investigación sobre nuestra tierra.