como enseñar la biblia

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difícilmente se detenían, mientras que otras se paraban entusiasmadas frente a una obra maestra y saboreaban todos sus detalles. Así también las personas se acercan a la Biblia de diferentes maneras. Algunos tratan un pasaje de las Escrituras examinando las ideas de la superficie. Otras se aferran al texto examinando su significado, exploran los pasajes paralelos, consultan comentarios y dicen a las Escrituras como Jacob dijo a su misterioso oponente el Peniel: “no te dejaré ir hasta que me bendigas”. El estudio de la Biblia puede llenar la mente y el corazón del maestro con verdaderas joyas que ansiosamente querrá mantener. La actitud de un maestro hacia sus alumnos hace un poderoso impulso sobre su actuación en las clases de estudio de la Biblia. La manera más segura de ahogar la participación de los alumnos es la de acercarse a ellos con la presuposición de que no desean participar. Los sociólogos y educadores tienen una teoría que ellos denominan “el cumplimiento de su propia profecía”. Básicamente, la teoría es que la gente tiende a comportarse como otros esperan que se comporte. Si un maestro de escuela está convencido que todos sus alumnos “tienen poca capacidad”, éstos demostrarán un bajo nivel de alcance; pero si un maestro tiene altas expectaciones de la misma clase, su rendimiento será mucho mejor. Si un maestro de la Biblia está convencido que sus alumnos “no están interesados en nada”, que ellos no prepararán su lección ni participarán en las discusiones de la clase, verá afectada su enseñanza por estas expectaciones. Al suponer que ellos no saben nada, hablará todo el tiempo. Ellos a su vez no estudiarán la lección, porque saben que el maestro se las dirá. Puesto que ellos no tienen nada que decir, ella siempre hablará. Ellos a su vez, no tratarán de decir nada porque tienen la impresión que la maestra prefiere decirlo todo. Cuando este patrón se establece en una clase, es muy difícil cambiarlo. Un maestro entusiasta no siempre cambiará una clase sin vida a una dinámica, pero un maestro falto de entusiasmo puede fácilmente cambiar una clase llena de vida en una clase aburrida. A la larga, por supuesto, la mayor contribución que un maestro puede hacer es tomar y dirigir a un grupo de alumnos a estar genuinamente interesados en el estudio de la Biblia. Tal actitud debe ser demostrada tanto como enseñada; demostrada por medio del espíritu de un maestro que honra la Biblia, alimenta a sus alumnos y ama el desafío de la enseñanza.


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