Ciudades Sudamericanas como arenas culturales - Adrián Gorelik

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serie de modificaciones en el funcionamiento que no fueron menores: hubo que separar las salas de exhibición del punto de encuentro y de las oficinas y sede de eventos especiales (en el Centro Cultural Recoleta), el acceso por medio del transporte público es mucho más complicado (no hay subtes y la ubicación geográfica es menos céntrica), y, por último, el festival se desplazó hacia la zona norte, la de mayor concentración de recursos de la ciudad, renunciando definitivamente al equilibrio urbano-cultural. Desde el punto de vista del usuario directo del festival, no hay beneficios. Pero, en realidad, nada de esto es algo que no pueda subsanarse. Sin embargo, el hecho de que el cambio se haya hecho sin debate ni consenso, sin apoyos pero también sin resistencias habla de algo fundamental en las políticas de la ciudad: la dificultad de la gestión para leer las innovaciones que ella misma introdujo con la creación del Bafici y la falta de organización de los ciudadanos (usuarios y beneficiarios) para dar una respuesta articulada al cambio de sede. Es como si los procesos de conversión del Bafici en un fenómeno masivo que supo condensar una zona cultural de la ciudad fueran más propios de las “fuerzas locales” de Buenos Aires que resultado de decisiones tomadas a conciencia y con un proyecto deliberado y consensuado. Ni el gobierno de la ciudad se vio forzado a dar explicaciones ni consideró que debía darlas. Entre la gente de cine, es comprensible que sus reacciones y solicitadas tengan que ver sobre todo con la cuestión cinematográfica, pero los beneficiados directos tampoco aparecieron con sus demandas.20 Las arenas culturales finalmente nunca se dieron y el escenario del Abasto que siempre prometió uno de los debates claves (cuál es la relación entre los barrios y la modernización urbana) nunca tuvo lugar. Hubo una decisión acertada de algunos funcionarios de salir del circuito urbano-cinéfilo en el centro tradicional de la ciudad y utilizar de manera

20  No se encuentra en internet mucha documentación sobre las resistencias al cambio de sede y esto se debe a que no hubo un debate alrededor de la medida. El 10 de abril de 2013, es decir, el mismo día en que comenzaba el festival en el Village Recoleta, un grupo de vecinos convocó a “un encuentro para concientizar sobre la importancia del festival de cine para la zona, el mal estado de las veredas y la iluminación”. En el cartel que promocionaba la protesta, aparecían las palabras “alternativo”, “comida peruana” y “circuito turístico-cultural”. Pero se trató de una demanda aislada y que parece ser más el eco de una lucha política general (contra Macri, a quien se interpela de forma explícita) que de preocupaciones localizadas. Eso no hace a la protesta menos legítima, pero evidencia que puede trasladarse rápidamente a otros intereses siempre y cuando sean demandas contra el gobierno municipal.


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