Keep you from harm

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Toma mi número de celular para el caso de que te pierdas. Ella se gira, buscando un pedazo de papel para escribirlo. Vale, pero no tengo un teléfono desde el que llamarte. Ella se gira de nuevo para mirarme, viéndose primero sorprendida y luego preocupada mientras me mira y se muerde el labio inferior. Luego va hacia un cajón y me entrega una llave extra de la casa. Cuando la miro, parece casi nerviosa. Me llena la inquietud al preguntarme que le está causando esa reacción. Una parte de mí solo quiere preguntárselo. Entre su actitud forzada de la noche anterior y su extraño comportamiento de esta mañana, realmente no sé qué hacer con ella. Pero, por supuesto, no le digo nada. A veces las confrontaciones funcionan, pero otras veces solo te dejan peor. Nunca he tenido problemas por no decir algo. Una vez que estoy afuera, me paro al final de la calle y miro alrededor del barrio. Es una mañana brillante sin ninguna vislumbre del frio invierno de anoche. Nunca he vivido en un lugar donde las estaciones cambien y mi pobre armario refleja eso. Me pregunto sobre la posibilidad de encontrar un trabajo. En casa yo tenía varios trabajos de medio tiempo por todo el pueblo y una vez a la semana Apollo me pagaba por sentarme en el porche y cobrar el dinero que le debían. Distintos conocidos pasaban por ahí y me daban diferentes cantidades de dinero. Se suponía que yo debía revisar sus nombres de una lista manuscrita que él me había proporcionado. Yo nunca pregunté nada y siempre le entregué cada centavo. Una vez me dijo que yo era la única persona en la que confiaba completamente. Me giré al escuchar a alguien gritar “Hey” desde la casa de al lado. El dueño de la voz tenía un largo y arenoso cabello que se echaba hacia atrás mientras se acercaba. Lleva una maleta de mensajero color oliva cruzada a través de su pecho y ésta rebota suavemente contra su cadera vestida de Caqui. Reconozco su silueta como la de uno de los chicos que vi riéndose anoche, pero definitivamente no era el alto que pensé que me estaba mirando. El chico que venía hacia mí podría pasar perfectamente por uno de los surferos que abundaban en mi escuela anterior. Se paró en frente de mí. Éramos más o menos de la misma estatura y me quedé completamente quieta mientras él me miraba descaradamente de los pies a la cabeza. Vas a ser una chica muy popular aquí dice con una sonrisa que muestra hoyuelos en las dos mejillas.

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