James Joyce
Un marinero de una pierna se deslizó sobre sus muletas por la esquina de MacConnel, costeó el carro de helados de Rabaiotti y se lanzó a
saltos
por
agresivamente
la
calle
hacia
Larry
Eccles.
Gruñó
O'Rourke,
en
mangas de camisa en su puerta. Inglaterra... Se lanzó violentamente hacia adelante, pasando a Katey y Boody Dedalus, se detuvo y gruñó: Hogar y belleza. El blanco rostro preocupado de J. J. O'Molloy fue informado de que el señor Lambert estaba en el almacén con un visitante. Una robusta dama se detuvo, sacó una moneda de cobre de su monedero y la dejó caer en la gorra tendida hacia ella. El marinero refunfuñó las gracias y lanzó una agria mirada hacia las ventanas indiferentes, hundió la cabeza y se balanceó cuatro zancadas hacia adelante.
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