Será Justicia Nº 45

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MEMORIAS EN PRESENTE

Marzo de 2015 | Será Justicia

IDENTIFICACIÓN DE RESTOS DE DESAPARECIDOS EN LA PERLA • LILA ROSA GÓMEZ, RICARDO SAIBENE Y ALFREDO FELIPE SINÓPOLI | Por César Pucheta

La historia detrás de la identidad L            L P,   E A D A F,            1975. Lila Rosa Gómez. Ricardo Saibene. Alfredo Felipe Sinópoli. Tres nombres. Tres historias de las miles que se truncaron promediando los setenta, tras el manto de la violencia militar. En el marco del juicio por la megacausa que busca arrojar justicia sobre los hechos acaecidos en el seno de lo que fue el centro clandestino de detención y exterminio más grande del interior del país, el trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense logró dar con la coincidencia genética de tres de los cuerpos que habían sido hallados en los hornos de La Perla. Las víctimas eran militantes de la Federación Universitaria Peronista. Saibene y Sinópoli, oriundos de la provincia de San Luis, habían llegado a Córdoba para estudiar Medicina en la Universidad Nacional de Córdoba. Un día, mientras conversaban, fueron secuestrados junto a Lila y otro compañero en el Parque Sarmiento. Los hechos sucedieron el 6 de diciembre de 1975. Carlos Godoy no recuerda a Lila y a Ricardo, aunque militaba en el mismo espacio, en la Facultad de Ciencias Médicas. Había llegado desde Santa Rosa de Coldara junto a Alfredo o ‘Fredy’, como lo llama él. “Nosotros teníamos una excelente relación desde la secundaria. Charlábamos mucho de política, algunas veces nos armábamos nuestros pequeños espacios para ello, ya que éramos casi los únicos de todo el grupo del secundario que nos interesaba el tema. En el 72 viajamos a Córdoba y en el 73 empezamos a estudiar Medicina”. Los tiempos eran muy diferentes a los que conocen los estudiantes contemporáneos de la UNC. Carlos y Fredy comenzaron a tener responsabilidades distintas en la estructura militante de la Facultad de Medicina. De un día para otro, aquella relación de años, se fue haciendo más distante. “La última vez que lo vi, fue a un mes de que desapareciera. Lo fui a ver a una casa y charlamos un rato largo”, dice Godoy, quien volvió a estudiar a comienzos de los 80, cuando las cosas comenzaban a calmarse un poco. Los restos que sirvieron para la identificación de Gómez, Saibene y Sinópoli son parte de los hallazgos en los hornos cercanos a la estancia La Ochoa, lugar en el que solía pasar el tiempo el jefe del Tercer Cuerpo de Ejército, Luciano Benjamín Menéndez, y que se ubica en el predio militar donde funcionó entre 1975 y 1978 el centro de detención y exterminio más grande del interior del país, La Perla. Pese a que no formaba parte del destino general de los detenidos, algunos de los testimonios recorridos en diferentes procesos judiciales señalan que la estancia también era utilizada para interrogatorios y torturas. Graciela, la hermana de Alfredo, afirma que ellos sabían que “Fredy estaba muer-

Tareas en los hornos de La Perla. En octubre de 2014, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) encontró los restos óseos que luego fueron identificados.

to. La única que nunca quiso reconocerlo fue mi madre, ya fallecida. Ella decía que Fredy no estaba muerto. Mis padres murieron sin encontrar un hueso de mi hermano. Y voy a morir yo, que tengo 64 años, sin encontrar un hueso de él... Siempre pensando en La Ribera. Y cuando me dicen que lo encuentran en los hornos de La Perla, fue un impacto”. Cuando todo sucedió, ella tenía 24 años, dos más que su hermano. Militaba y eso la ponía al tanto de lo que estaba pasando, de los peligros que corrían, de todo lo que podía suceder y lo que finalmente sucedió. Al rato del secuestro de los cuatro jóvenes, aquel 6 de diciembre, Graciela y sus compañeros lanzaron panfletos para buscarlos. Ella estaba en Abogacía, también en la JUP. Fue un “pibe” el que se acercó para contarle lo

que había visto, lo que había sucedido. Se enteró que estaban en Parque Sarmiento, que se los llevaron en un Chevy y que a su hermano lo habían subido a “culatazos”. Desde un primer momento, Graciela sabía la suerte de su hermano. Según coinciden la mayoría de los testimonios, el cuarto integrante de aquel grupo y que hasta el momento no pudo ser identificado sería Luis Agustín Santillán Zevi, un estudiante salteño cuyos familiares aún no han aportado datos genéticos que pudieran ser cotejados. Fueron sentimientos contradictorios los que se generaron en Graciela Sinópoli cuando el EAAF le comunicó que los restos de su hermano iban a encontrarse con ella. Quizás, es lo que le sucede a las miles de víctimas que durante años ven que to-

do parece estar perdido, pero que se encuentran, gracias al trabajo de muchísimas personas y organizaciones, con que la verdad se materializa evidente. “Sentí impotencia, bronca, dolor y satisfacción a la vez, de que se hayan podido encontrar aunque sea pedacitos del cuerpo de mi hermano y de los otros chicos, y dejen de ser NN, para poder descansar en paz junto a mis padres. A todo esto lo pude explicar en el acto del 24 de marzo de este año, en Santa Rosa. Pedí por el Nunca Más. Y me pregunto si después de 39 o 40 años los genocidas se acuerdan de nombres y apellidos, y dónde los habían llevado, por qué no declaran sobre todos los otros enterrados. Si recuerdan dónde están sus cuerpos y si piensan decirlo para darles paz a sus familias”.

AGRAVIOS A LOS PAÑUELOS BLANCOS EN LA PLATA • POSICIONAMIENTO DE FAMILIARES CÓRDOBA Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas de Córdoba quiere expresar su más enérgico repudio al agravio sufrido por la organización hermana, en la figura de Hebe de Bonafini, un día antes de la multitudinaria marcha por el  de marzo, día Nacional de la Memoria, por la Verdad y la Justicia. Consideramos que sólo reducidos sectores, con una importante inmadurez política y una pobre interpretación de la realidad latinoamericana del momento, son quienes pueden quemar un símbolo tan valioso de nuestra historia como son los pañuelos de las

Madres y Abuelas. Gestos como estos debilitan la democracia y la construcción de justicia en las que estamos comprometidos todos los luchadores por los DDHH del país, tendiéndole una mano a quienes pretenden echar al olvido todas nuestras conquistas. En esta provincia, particularmente, las organizaciones sociales junto a los organismos de DDHH acaban de dar muestras de unidad y organización en la nutrida marcha encendida por la alegría. que tuvo como consigna: Los pañuelos son bandera. Olvido y Silencio Nunca Más.


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