Jaime Torres Bodet

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segregación racial, confunden a estadistas y a ciudadanos. La Liga de las Naciones sobrevive frágilmente, sometida una y otra vez por intolerancias y predominios. Un atroz espíritu guerrero principia a destruir la convivencia internacional y a minar la situación política de algunas naciones, como está a punto de ocurrir en España. A fines de junio el titular de Relaciones Exteriores, el general Eduardo Hay, invita a Torres Bodet para ocupar la vacante de jefe del Departamento Diplomático de la cancillería. Jaime acepta y prepara el regreso a México. Conoce la importancia de los servicios de esa dependencia y la distinción implícita a sus méritos. Admite conducir las relaciones multilaterales más importantes: con la Liga de las Naciones y la Unión Panamericana; la preparación de las conferencias y asambleas de esos organismos y, por tanto, determinar los criterios de los representantes nacionales. Los servicios se extienden a la conservación de los límites territoriales y al aprovechamiento del agua; a la interlocución con los agentes del servicio y lo relativo al protocolo y al ceremonial. El Departamento Diplomático es la dependencia técnica más importante de la secretaría y fértil vivero de experiencias, relaciones donde prevalecen criterios nacionalistas que, paulatinamente, originan el prestigio del servicio exterior mexicano. La defensa de pueblos sometidos a poderíos ajenos; la unidad con gobiernos soberanos amenazados por adversarios internos y las convicciones democráticas, expresadas continuamente en los foros internacionales, fortalecen la presencia del México revolucionario. A fines de 1937 Lázaro Cárdenas designa a Torres Bodet encargado de la legación nacional en Bélgica. La ubicación de ese reino, la complejidad de sus relaciones con los países contiguos y próximos de la Europa noroccidental, lo convierten en un sitio excepcional para entender e informar respecto de las condiciones continentales, cambiantes y que, sin remedio, presagian una hecatombe. La soberana decisión del presidente Cárdenas de expropiar los bienes de las compañías petroleras extranjeras, el 18 de marzo de 1938, modifica los deberes del servicio exterior. Se convierte en defensor de esa decisión fundamental, en divulgador de sus causas legítimas y en agente principal para impedir controversias y alejamientos de gobiernos amigos. Torres Bodet procura cumplir esa tarea con plena convicción: asiste a los más diversos foros; recurre a organizaciones políticas, académicas y sociales para explicar 74


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