Hoja Parroquial - 26 de Abril de 2015 - Num. 17

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N.º 17 • IV D OMINGO

DE

P ASCUA , C ICLO B

• 26 de Abril de 2015 •

JESÚS, nuestro Buen Pastor

H

oy, en este tiempo gozoso de la Pascua, hemos escuchado este Evangelio que nos ha recordado quién es Jesús para nosotros. Él es el Buen Pastor, Él es el hombre, Él es el único al que nosotros le queremos seguir, porque Él «da la vida por sus ovejas». Es en su muerte, en su amor fiel hasta la muerte, donde nosotros podemos encontrar el gozo y la felicidad; nadie más nos puede guiar por caminos que merezcan la pena, por caminos que hagan vivir, por caminos por los que nos podamos sentir hombres y mujeres plenos, verdaderos. El amor que Él vivió, el que Él nos enseñó, es el único que puede dar felicidad a los hombres y mujeres de ayer, de hoy, de siempre. ¡El Buen Pastor! Esta figura bíblica nace de la observación y la experiencia. Durante mucho tiempo, Israel fue un pueblo de pastores y los textos del Antiguo Testamento confirman la tradición de la época de los patriarcas y de las generaciones sucesivas. El pastor que cuida atentamente el rebaño y lo conduce a fértiles praderas, se ha convertido en la imagen del hombre que guía y está al frente de una nación, siempre solícito de lo que le atañe. Así se representa al pastor de Israel en el Antiguo Testamento.

En su predicación, Jesús recurre a esa imagen, pero introduce un elemento del todo nuevo: el pastor es el que da la vida por sus ovejas. Atribuye esta característica al Buen Pastor, distinguiéndolo de quien, por el contrario, es un asalariado y, por tanto, no se preocupa por vida por su rebaño. El Padre lo mandó al mundo no sólo para que fuera el Pastor de Israel, sino de su rebaño. Más aún, se presenta a sí mismo como el prototipo del Buen Pastor. El verdadero pastor, que no es mercenario, se sacrifica por sus ovejas. Se entrega, da su vida, no se limita, se realiza plenamente en su entrega. No instrumentaliza, no domina, no manipula, no aprovecha. Él nos conoce por nuestro nombre, cada uno somos importantes para Él. De modo especial en la Eucaristía, se hace presente sacramentalmente la obra del Buen Pastor, que, después de haber predicado la buena nueva del Reino, ofreció en sacrificio su vida por las ovejas. Es el sacramento en el que el Buen Pastor hace presente constantemente su amor oblativo por todos los hombres.

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