Doña Eucaria Apreza nunca se imaginó la suerte que correría al
incorporarse al movimiento revolucionario de 1910 al apoyar a Francisco I
Madero contra la dictadura de don Porfirio Díaz, que para entonces
gozaba de ciertos privilegios y economía en la región de Chilapa, pero ella
también ansiaba como todo ser humano trascender en al ámbito político
lo mismo que otros pequeños hacendados de nuestro Estado, como el
grupo antireeleccionista Juan N. Alvarez encabezado por los hermanos
Ambrocio, Francisco y Rómulo Figueroa de Huitzuco, Julián Blanco, por
decir algunos.