Manuel de Quesada y Loynaz

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MANUEL DE QUESADA

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Estudiando imparcialmente a los hombres de su tiempo, nadie negará, sin que lo desmientan los hechos y el juicio de sus propios contemporáneos, que, de aquéllos, era Céspedes el más preparado para ser el gran ejecutor del tremendo drama. Tenía los defectos de sus cualidades, y, si se quiere, los de su época. Por mucho que los abulte la lente escrutadora de envidiosos y detractores, ya que de la crítica leal nada teme su figura (1), no alcanzarán a ensombrecer ni un instante de su gloria, ni a poner en duda su grandeza, desde que fulguró en La Demajagua, hasta que desapareció "como un sol de llamas en el abismo." Con efecto, de los proceres reunidos en la junta de San Miguel el día 4 de agosto de 1868, además de superarlos a todos en cultura intelectual, y por su historia de persecuciones sufridas de parte del Gobierno español, él fué el verbo de la Revolución naciente y quien mejor sostuvo el criterio de la sublevación inmediata, que llevaban a la junta los delegados de Manzanillo y Bayamo. Tomando en ella la palabra, pronunció un patriótico discurso que empezó con esta pregunta: "¿Ha llegado la hora de derrocar al Gobierno español y de proclamar la independencia de Cuba ?" Y después de haber expuesto, en toda su triste evidencia, la situación política de Cuba y el resultado negativo que puso término a las ilusiones del partido reformista, formuló el acta de acusación contra el Gobierno español, y abogando por la sublevación inmediata, concluyó exclamando, con la ponrpa declamatoria oportuna en tales asambleas revolucionarias: Señores: La hora es solemne y decisiva. El poder de España está caduco y carcomido; si aun nos parece fuerte y grande, es porque hace más de tres siglos que lo contemplamos de rodillas: ¡Levantémonos! (2)

Ninguno de los más caracterizados jefes que se encontraban en aquella junta, supo exteriorizar allí ni la fe, ni la saludable energía de Carlos Manuel de Céspedes. Sobrecogidos por las consecuencias de una guerra civil, aun conservaban, tal vez algunos, (1) "Por eso, por encima ele tocios sus defectos personales, cualquiera que fueran los puntos de vista en que, para juzgarlo personalmente, nos coloquemos, hemos de estar todos contestes en reconocer que ha sido la figura más saliente que se ha alzado ante el continente sórdido, en todo el horizonte americano.'' (Discurso de Manuel Sanguily, pronunciado en el Senado, el le» de marzo de 1903). (2) V. Discurso de Céspedes en las p. 7 y 8 de nuestro libro Carlos Manuel de Céspedes, París, 1895.


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