Brisas de Cuba T1 (1)

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164 tellana. Nótase con efecto en nuestro trato social, que es bien escaso por cierto y bien estéril y muy cumplimentero por otra parte, una especie de liviandad ó cuando menos un descuido en la conversación de la visita, nosolo respecto de los niños y singularmente de las niñas, sino de las señoras; que sorprende á muchos estrangeros el ver el desenfado ó la libertad con que se habla de ciertas materias y la desnudez de la espresion que usan. No conocemos realmente la discreción en la plática, lio reparamos en la edad ni en las demás circunstancias de tas personas que nos escuchan, para moderar ó para omitir la relación de ciertas cosas que nada interesan por otra parte á la curiosidad. Pongamos algunos ejemplos. Si se habla de enfermedades, sobre cuyo punto es inagotable el discurso de las mugeres, se hace una historia tan menuda, tan prolija y pintoresca de aquellas enfermedades, que se imitan con ponderación hasta los quejidos del doliente: se dice el lugar y todas las circunstancias de la parte que padece y los remedios que se le aplican: no reparan en los términos que emplean siendo muchos de ellos, aunque perteneciente á la medicina y cirujía, ofensivos á la decencia y al pudor, y no pocas veces nauseabundos, y sobre todo altamente ridículos por impropios y mal sonantes en la boca de una señora. Si no fuera porque incurriríamos en la misma falta que censuramos, citaríamos casos y palabras que son corrientes en la conversación de las mugeres. Otro asunto, mas conforme con su sexo y con la juventud y con otras circunstancias sociales, se trata con no menos indiscreción, es decir, del matrimonio, de los bautismos, de los alumbramientos, y de todo lo relativo á estas materias, que muchas de ellas deberían evitarse en la conversación por indecorosas, particularmente delante de las niñas. Pero el tema que mas nos repugna en nuestro trato social es el fecundísimo sobro la servidumbre en las casas: asunto que toma algunas veces el aire de novelosco; pero de mal carácter, y otras de trágico, según sea el caso ó el asunto que se requiere. El lenguage en esta materia, es especial y característico; tiene algo de inculto y de cruel, por las ideas y los sentimientos que manifiestan. Quisiéramos nosotros ver desterrada de la visita de las señoras esta triste conversación, que suele hasta escitar las pasiones y poner de mal humor á las personas; quisiéramos, que quedara aunque por desgracia, como pasto del alma de los mayorales, de los capataces de presidio y del ejecutor público de la justicia. En Rusia, dice un viajero aloman (1853) se cuida mucho de no mencionar siquiera en la familia de una educación regular el nombre del Knout, que viene á significar el látigo que con alguna diferencia, se usa en Cuba. Esta especie de progreso de los rusos en la cultura de la conversación, deberíamos imitarla, y ya que 110 se pueden evitar las cosas desagradables, á lo menos evitemos las palabras que las recuerden: no se hable en bien ni en mal de un asunto que hace deplorar la condición social del país. Esto nada cuesta, y produce por otra parte la ventaja de que se forme mejor juicio de nuestras costumbres. No queda duda que falta á nuestra visita el pulimento del leu-


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