Identidad de la hermana scalabriniana

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las cuales requieren altos niveles de acogida y diálogo y son, al mismo tiempo, testimonios de la universalidad del mensaje cristiano, espacio de reconocimiento recíproco, donde es posible contemplar la diversidad como don de Dios99. d) La autoridad es llamada a infundir coraje y esperanza en las dificultades. Como Pablo y Bernabé alentaban a sus discípulos al enseñarles que “es necesario pasar por muchos sufrimientos para entrar en el Reino de Dios” (Hechos 14,22), así la autoridad debe ayudar a acoger las dificultades del momento presente, recordando que ellas hacen parte de los sufrimientos que acarrea el Reino, infundiendo coraje y esperanza en los momentos difíciles e indicando nuevos horizontes para la misión100. Así como el buen pastor que dedica la vida a las ovejas y también no vuelve atrás en los momentos críticos, la autoridad participa de las preocupaciones y de las dificultades de las personas confiadas a sus atenciones. Y, como el buen samaritano, estará lista para curar las eventuales heridas. Reconoce humildemente los propios límites y la necesidad que tiene del auxilio de otros, sabiendo atesorar incluso la experiencia de los propios fracasos y de las propias derrotas101. e) La autoridad es llamada a mantener vivo el carisma de la propia familia religiosa. El ejercicio de la autoridad se pone en sí misma al servicio del carisma propio del Instituto, guardándolo con cuidado y tornándolo actual en la comunidad local, en la provincia o en el Instituto entero, de acuerdo con los proyectos o las orientaciones ofrecidas, en particular, por los capítulos generales (o reuniones análogas). Eso exige un conocimiento adecuado del carisma del Instituto, asumiéndolo, ante todo, en la propia experiencia personal, para interpretarlo después en función de la vida fraterna comunitaria y de su inserción en el contexto eclesial y social102. La profunda comprensión del carisma lleva a una clara visión de la propia identidad. El documento Mutuae Relationes afirma que los superiores “tienen el grave deber, como responsabilidad primordial, de asegurar la fidelidad de los miembros al carisma del Fundador”103. Hay necesidad de una fidelidad creativa al carisma fundacional y la subsiguiente herencia espiritual del Instituto, como respuesta a las señales de los tiempos que emergen en el mundo de hoy104. “La referencia al propio fundador y al carisma vivido y comunicado por él y, después, conservado, profundizado y crecido a lo largo de todo la vida del Instituto, aparece como un

99 Cf. PdC, n. 29; VC, n. 54; SAO, n. 19. 100 Cf. G.F. POLI - G. CREA, Dall’autorità all’autorevolezza, p. 377; SAO, n. 13.20; VFC, n. 50. 101 Cf. SAO, n. 13. 102 Ibidem, n. 13. 103 Cf. MR, n. 14. 104 Cf. M. TENACE, Custodi della sapienza, p. 155-156.

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