Sarnago nº 8

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Con lo que el problema quedó solucionado. Fue todo un ejercicio de habilidad, sacar a las mujeres de una a una, pues apenas cabían por la portezuela por donde entraban y salían los cochinos y además, no debían enseñar más de la cuenta. El funeral se ofició con gran pompa, con misa de tres curas, y tal como era de esperar la iglesia estaba llena a rebosar; en el sermón el arcipreste destacó las virtudes de Dª Eufemia que casi superan a las de la Virgen de la Sierra. Pero mucho más que la homilía y los cánticos fúnebres, lo que impactó a los asistentes fue el aroma a cochinos que desprendían los de Valdelinares, imposible de Sanpedranos en la mañana de San Juan de hace unos años eliminar por más incienso que lanzaba el monaguillo. De tal manera que los que ocu-Tú te callas. Aquí estás para obedecer y eso se repaban los últimos asientos de la iglesia, salieron a la suelve con cuatro calderos de agua. calle a echar un cigarro. Gracias a eso los de ValdeLa odisea de aquel viaje prosiguió en el puerto de linares pudieron sentarse y desentumecer los múscuValdelalosa; como el camión iba tan cargado, tuvielos. ron que bajarse hombres y mozos para empujarlo en A lo largo del trayecto al cementerio, el comentael último repecho. Fue todo un espectáculo la llegario general no consistió en hablar de lo buena que da del camión a Trabazas: con gente asomando meera la difunta, sino de lo mal que olían los de Valdedio cuerpo por la ventanilla. La guardia civil, ante el linares. peligro que aquello suponía, detuvo el vehículo; En aquellas fechas yo era casi un muchacho y me pero al intentar sancionar al conductor salió el alcaltocó viajar en la cabina del camión; hoy con más de de diciendo: setenta años cumplidos, me muero de risa recordan-¿Qué es mayor falta el exceso de peso o no asistir al do esas anécdotas, pero eso sí, no soportaría la burla funeral de Dª Eufemia? de quienes quisieran mofarse de cómo vivíamos los serranos.

Compañera

(Por Jesús Vasco)

Difícil año éste que ha transcurrido. Difícil porque mi cuerpo maltrecho ha sido sometido a una guerra sin cuartel. He tenido dudas de si volvería a ver florecer los prados o a las cigüeñas crotorar en sus nidos o a discurrir las aguas nerviosas del Linares. Un viento solano me heló el aliento y me retrotrajo a mis primeros orígenes, como si el permiso para renacer de nuevo dependiera, exclusivamente, de un capricho de la naturaleza. Puedo decir, por el contrario, que ésta se ha portado bien conmigo, que me ha dado una oportunidad de seguir aferrado a este mundo con sus alegrías y sus miserias. Un trasplante de médula es el más claro ejemplo de una travesía cruel, excesivamente cruel, entre la muerte y la vida. Por fin, he vuelto a ver el Moncayo y las alondras revolotear entre los matorrales. Por fin, he podido contemplar las miríadas de pinos ribeteando los Desde 1980

montes y los frutos de las frondosas alimentar a corzos y ciervos. Por fin, he visto bañar de luz las cárcavas y brillar el sol jugueteando con las sombras que tanto me han hecho dudar. Por fin, estoy aquí, entre vosotros, venido de un mundo no tan lejano de incertidumbre y sufrimiento. Y aquí, a mi lado, mi querida compañera. Temerosa, aún, de si la tregua es duradera o sólo es un pequeño oasis en medio de dunas interminables y arenas sin fin. Aquí descansa con los ojos aún húmedos de contemplar amaneceres sombríos. Cuando me debatía entre la vida y lo contrario, abría mis ojos y estaba ella allí, mirando el horizonte a través de mis niñas y boqueando aliento con mis pulmones. Supe entonces que éramos uno, que hemos vivido las mismas vidas y soñado los mismos sueños. Que hemos mecido las mismas cunas y hemos

Asociación Amigos de Sarnago

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