La_Tajea_20

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D. Antonio Marcial García González

El Personaje Esther Marrero León

–Buenos días, Don Marcial! Antonio Marcial García González, nace en San Miguel de Abona el 30 de junio de 1937, como dice él „soy de la guerra‰. Pertenece a una familia humilde de agricultores que pasaban el día entero trabajando sus terrenos sin que, por este motivo, hubiese tiempo para ir a la escuela, ya que las necesidades económicas de la época así lo establecían. El

campo no estaba en el entorno escolar; al contrario, se encontraba a las afueras del pueblo, por lo que si se necesitaba recolectar allí estaba él con sus padres; si se necesitaba sembrar, allí estaba él con sus padres; si se necesitaba trillar o ir a la costa, allí estaba él con sus padres...: la fruta, la papa, la trilla... œcuándo había tiempo para ir a la escuela?

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in embargo, D. Marcial, como todo el mundo le conoce, nos cuenta que aún así tenía la suerte de vivir cerca de un colegio de monjas, concretamente en los bajos del colegio, por lo que alguna que otra vez, sus padres confiaron en éstas para que pasara las noches en el mismo. Quizás sea en esta época cuando se empieza a notar la entrada en la adolescencia, y con catorce o quince años, en alguna que otra ocasión los chicos tenían que atravesar el patio de este colegio para llegar hasta el granero o el depósito de frutas, tropezándose con las monjas, la madre superiora⁄ y alguna que otra chica de las que venían de Güímar y se encontraban internas, a las que hacían mínimas perrerías, „sin malas ideas⁄ sino la juventud de aquella época‰. Entre los días de trabajo y ausencias a la escuela, recuerda su infancia feliz pues, aunque el noventa y nueve por ciento de su tiempo lo pasase trabajando, siempre había tiempo para los buenos momentos con la familia en el campo, donde nunca existieron los malos humores. Manteniendo, por otro lado grandes recuerdos de D. José Sánchez, el que fuera maestro de la época o D. Emilio Marrero, existiendo la curiosa paradoja de que cuando cabía la posibilidad de ir un solo día a clase debían estar dispuestos a recibir más de un coscorrón por todos los anteriormente faltados. Habla D. Marcial de los bailes en El Frontón, en el Casino, o en el paraje de Las Monjas, en Atogo (este último se aprovechaba cuando coincidía con alguna jornada laboral en la costa); de los momentos en los que se iba a coger cochinilla en El Gorón, „cuando todavía había pencas en El Gorón‰, cargándose un cestita al hombro para llevarla hasta El Valle y poder venderla. Llega el año 64 y su vida cambia. D. Marcial entra a formar parte de la Poli-

cía Municipal de San Miguel de Abona por unos anuncios que se encontraban pegados en alguna que otra esquina del pueblo. Aconsejado por un amigo puso la solicitud y cuál sería su sorpresa que fue admitido, llegando a estar contratado en sustitución de D. Ezequiel González. No se puede hablar de una sola labor como policía del municipio, pues contando éste en aquel entonces, con unos 4.000 habitantes (a los que

conocía perfectamente, uno a uno, dicho sea de paso), las funciones del policía pasaban, además de velar por la seguridad del vecino, por ser agente judicial, por buscar a los militares que fuesen a entrar en Quinta, cotejarlos y medirlos; leer contadores, hacer recibos, cobrar el agua; controlar obras del Ayuntamiento, como la ampliación del cementerio o la ampliación del colegio público, haciendo las veces de en-


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