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unánimemente consideradas como clásicas y que son, precisamente, las que considera, o parece considerar, Francine Prose a la hora de llevar a cabo su interpretación del relatoii. En la versión de Giambattista Basile, “Sol, Luna y Talía”, incluida en el Pentamerone (1634), la bella, llamada Talía, cae “muerta” tras clavársele una astilla en la uña, tal y como habían profetizado los adivinos en el momento de su nacimiento, y en ese estado la encuentra un joven rey que, cautivado por su belleza, la viola haciéndola madre de dos niños, Sol y Luna, a los que la muchacha amamanta sin despertar de su letargo. Talía revive cuando uno de sus hijos le succiona el dedo, y el rey, que vuelve a pasar casualmente por el castillo, decide quedarse a vivir con ellos, aunque antes del obligado final feliz la joven deba soportar pasivamente los ataques de la primera esposa de éste.

La versión de

Charles Perrault, “La belle au bois dormant”, incluida en Histoires ou contes du temps passé, cuya redacción definitiva data de 1697, aparece algo más edulcorada que la de Basile, con la supresión de la violación de la durmiente y la conversión de la primera esposa del rey en la reina madre, una ogresa, con lo cual se soslaya el tema del adulterio, aunque sin alterar el esquema arquetípico que enfrenta a la mujer joven, bella y pasiva con la mujer mayor, activa y con poder, cuya perfidia es nuevamente castigada. Aunque los Grimm, en fin, resuelven la aparente mezcla de dos cuentos distintos terminando el relato con el despertar de la joven, también en su versión, titulada “Dornröschen” y publicada en 1812, se mantienen los arquetipos tradicionales –matrimonio como premio para la mujer y fuente de felicidad, heroína pasiva, virtuosa y bella, y redentor masculino-, si bien con una cierta estilización, manifiesta en la acentuación de la pureza de la heroína, en la idealización del héroe o en la supresión de la rivalidad femeninaiii. 2. Lecturas de “La Bella Durmiente”: la tradición exegética Aunque el sentido de “La Bella Durmiente” se consideró, en principio, vinculado a fenómenos naturalesiv, con el tiempo, en vista de la edad a la que se cumplía el maleficio, se pensó en procesos que tenían su sede en el alma humana, pues en esa edad liminar el joven entra en una etapa de retraimiento trazando en torno a sí un muro de espinos que, al protegerlo del mundo, permite su maduración y despertar a una vida nueva (Lüthi, 1970: 24)v. El psiquiatra Bruno Bettelheim (1976), al que se ha reprochado centrar excesivamente su argumentación en el desarrollo femeninovi, realiza un análisis todavía más exhaustivo cuando afirma, desde una perspectiva freudiana, que el significado último del cuento es que por mucho que


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