LAS AVENTURAS DEL SARGENTO NOGUERAS Y EL GUARDIA BRIONGOS. Relato completo.

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Entonces Venancio se levantó de la silla y se acercó a la ventana apretando los puños. Estaba verdaderamente congestionado por la ira. —Está bien —dijo mirando el reloj—. Dame una hora, solamente una hora y te echo esa carrera. ¡Te vas a enterar! Nogueras sonrió. Había conseguido hacerle pasar por el aro. —Te espero en el motel dentro de una hora. Después nos hasemos el Puerto de subida y luego de bajada hasta la Venta la Reme, y el que pierda invita al otro a comer allí. Pero nada de menú del día, sino a lo grande, a la carta. —Muy bien —respondió Venancio—, ya puedes ir preparando la cartera porque te voy a meter un sablazo que te vas a cagar. Y a ver que es lo que le vas a decir a Mónica, que no me entere yo.

Nogueras se subió en la Kawa y pegó tres acelerones, uno detrás de otro. Después dijo: —Tú no eres más que un gañán y un descamisado que no sabe tratar a una dama. Esa xiqueta se merese algo mejor.


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