desapareceré de tu vida. —¿Y si te enamoras de mí? —Pequeña, eso no pasará, créeme... Capullo... Intenta cogerme en sus brazos, pero me escapo. Sus palabras me han herido, me gustaría darle una bofetada, golpear su pecho perfecto con puñetazos ridículamente débiles. —Y, entonces, ¿a qué ha venido esa crisis de celos? ¿Ha sido mi imaginación? ¿Me la he inventado? ¡¿Pretendes hacerme creer que no te ha dolido, que no sientes nada por mí?! Joder, ¡vas a volverme loca! —Tranquilízate. Soy posesivo, Amande, nada más. —No soy un objeto, tengo corazón y conciencia. Tú, tú no sé si tienes. —Para, no me hagas explicártelo. La verdad te dolería demasiado. Estoy cansadísima y esta conversación de besugos no nos llevará a ningún sitio. ¿Cómo consigue hacerme vivir los mejores y los peores momentos de mi vida en tan solo unas horas? Disgustada, le pido que me siga hasta la mi cama. Se acuesta contra mí y me abraza. Caigo dormida súbitamente, antes de que mis lágrimas tengan tiempo de llegar a la almohada. Me despierto al amanecer, sola. En mi puño cerrado descubro un trozo de papel... [Amande dulce, te devuelvo tu libertad. Haz buen uso de ella…]
Continuará... ¡No se pierda el siguiente volumen!