Educacion_siglo_XXI_-_Gibbons

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interior, la naturaleza científica del conocimiento, y otra exterior, la presiones que ejerce y las expectativas que abriga la sociedad. Colegialidad, gestión y la fragmentación del conocimiento El conocimiento ya no puede considerarse discreto y coherente, ni su producción definida mediante reglas claras y regida por rutinas establecidas. Se ha convertido, en cambio, en una mezcla de teoría y práctica, abstracción y agregación, ideas y datos. Las fronteras entre el mundo intelectual y su entorno se han vuelto borrosas a medida que la ciencia híbrida va combinando elementos cognitivos y no cognitivos en formas novedosas y creativas. En el orden socioeconómico han tenido lugar cambios similares, en parte como resultado del impacto de la tecnología. Las organizaciones grandes y rígidas han sido enterradas por los nuevos medios de comunicación y producción que son más frágiles y menos formales. El efecto de este postindustrialismo ha reflejado y reforzado la deriva hacia la confusión en el mundo intelectual. En todo esto, la masificación de la educación superior es un fenómeno clave. A fin de comprender el conocimiento es necesario entender las instituciones en las que se lo produce. La más importante sigue siendo la universidad o, en términos más precisos, la universidad ampliada. Pero la universidad tradicional dedicada principalmente a la formación de elites académicas y profesionales y a la investigación pura es actualmente apenas una pequeña parte de los sistemas de educación superior y de investigación en expansión que poseen los países más avanzados. Tampoco es siempre la parte más importante. Otras instituciones, como los politécnicos en Inglaterra, considerados alguna vez como de segundo nivel, han llegado a convertirse en rivales de las universidades. El aula empresarial, como se dice, ha asumido mayor importancia a medida que se han incrementado las necesidades de capacitación avanzada de las compañías orientadas al conocimiento. La investigación y desarrollo (investigación y desarrollo) ha florecido en el ambiente industrial. Es razonable incluir todos o casi todos estos ruedos de la actividad intelectual en la universidad ampliada. Estos nuevos lugares de producción de conocimiento tienen una doble ventaja sobre las universidades tradicionales. Primero, ofrecen un modelo de gestión más eficaz. En ellos, a diferencia de las viejas universidades, la planificación estratégica no está inhibida por la dirección colegiada, ni por decisiones ofuscadas por la necesidad de llegar al consenso. Segundo, prometen una mayor flexibilidad de respuesta ante el rápido cambio de las necesidades intelectuales y profesionales. Parecen pertenecer a una cultura empresarial con visión de futuro, escéptica ante las demarcaciones, taxonomías y jerarquías tradicionales que abundan en la antigua cultura académica. La gestión más estricta y la mayor flexibilidad ponen de manifiesto dos tendencias importantes. La primera es el efecto de la revolución administrativa que se está produciendo en toda la educación superior. Este repudio parcial a la colegialidad ha sido más marcado en las nuevas instituciones de conocimiento que se encuentran en la periferia, pero se propagó con celeridad al núcleo de las viejas instituciones durante el decenio de 1980. En consecuencia, la universidad se ha acercado más a la modalidad industrial de organización con sus equipos de administración superior y planes estratégicos, supervisores directos y centros de costo. Así como las universidades se han aproximado al modelo empresarial de administración, también las empresas privadas se han

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