Cuando nace en Las Rozas Margarita Gil Roësset era 1908 y Juan Ramón Jiménez ya destacaba entre los poetas. A los siete años, Marga demostró una extraordinaria capacidad para el dibujo y a los 12 años publica sus primeras piezas, viñetas que acompañan la historia de «El niño de oro», un cuento de su hermana, en 1920. Sin embargo, a los 15 años decide que es escultora y recibe nociones en el taller del maestro Victorio Macho, quién descubre que su talento es tan inmenso que se desborda de sus propias manos. Con 20 años, Marga termina sus primeras y más notables obras; es una chica sensible y atractiva, de mirada dulce y brazos fuertes, muy alegre, con una prometedora carrera artística. Pero, al mismo tiempo, empiezan a asomar algunos excesos emocionales e inestables. Con 22 años presenta una escultura al Premio Nacional de Escultura y empieza a aparecer su nombre en los periódicos alabando con asombro su gran trabajo. Poco tiempo después, se cruza en su vida Juan Ramón. Él es ya el gran poeta español del momento, una noche en un recital de ópera, se conocen y Marga queda fascinada. Como un golpe seco, se enamora y a partir de ese instante la obsesión crece sin freno. Empieza a frecuentar a Zenobia (esposa de Juan Ramón) y esculpe su rostro en piedra donde demuestra su extraordinario don para la escultura. El poeta, entre tanto, flirtea a su manera leyendo divertido las notas y dibujos que la muchacha le envía, versos de un amor a veces excesivo. Y Marga se limita a enmascarar las amarguras de no ser correspondida. Poco a poco deja de comer y se dedica a sobrevivir mediante cafés y tés. Su enamoramiento provoca que su obra comience a perder el esplendor y Juan Ramón se convierte en el centro de su universo. Todos los días va a su encuentro con un detalle que ofrecerle: rosas, libros, frutas, papeles, cintas de colores... Pero él sigue siendo inmune a sus desvaríos, ya que está convencido de que aquella locura de la joven escultora es algo pasajero. Cosas de la
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