Señales Crujientes

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SEÑALES CRUJIENTES RENÉ CEVASCO MATTHEI

Squeaky Shoes Records Founded by ALVARO in 1977 in London


Señales Crujientes c 2008, René Cevasco Matthei Registro de propiedad intelectual N 175406 ISBN:978-956-319-609-2 Edición: Gonzalo Ilabaca Diseño gráfico y diagramación: Constanza Jarpa-Luco Foto portada: Thomas Zoch Primera edición: 500 ejemplares Diciembre de 2008 Valparaíso

Ninguna parte de este libro, incluido el diseño de portada, puede ser reproducida, transmitida o almacenada, sea por procedimientos mecánicos, ópticos, químicos o electrónicos, incluidas las fotocopias, sin permiso escrito de los editores.

IMPRESO EN CHILE / PRINTED IN CHILE

índice

7---------------------- Prólogo 11----------------- Casa ocupada 15------------------ Canibalismo 26------------------- Dulce Miel 31------------- El billete largo 38---------------- Solo y triste 41------------- Rata–ta–ta–ta–ta 47---------------- Té y tostadas 52------------- Lleno de errores 59------------- Finalmente perdí 66------------- No me verá morir 72------------------- Conclusión 76------- Bibliografía principal


Prólogo

A mi mujer Alejandra por su permanente comprensión y apoyo. A mis padres porque me dieron la libertad de elegir mi futuro. A la memoria de Pablo Atucha presente en la inmensidad del Pacífico.

A fines de los 90’s tuve la oportunidad de ver por primera vez en vivo a Álvaro Peña, gracias a un acto público realizado en Viña del Mar. Entonces la figura de “Alvaro de Valparaíso” era para mí lo más cercano al mito que podría encontrar en un músico nacional. Peña había dejado Chile a principios de los 70’s, encontrándose pronto y producto del azar, dentro de la debacle política que dividió al país, para transformarse en otro número de esa parte abstracta de la nación desprendida a la fuerza en la distancia conocida como “exiliados”. Así, el sino de la historia lo ubicó en Londres, Inglaterra, en el lugar y el momento preciso para ser parte de la generación fundacional del movimiento contracultural que hoy llamamos punk, y ser uno de los primeros artistas a nivel planetario en llevar a cabo los principios básicos de esta estética antiacademicista. En ella el “hazlo por ti mismo” y la “autogestión independiente”, se contraponían al virtuosismo imperante del “héroe de la guitarra” y la visión mercantilista de las transnacionales de la industria musical, en pleno apogeo. Por otro lado la leyenda se acrecentaba al compartir junto a Joe Strummer, el futuro líder de Los Clash, dentro del seminal grupo Los 101’ers, teniendo también una repercusión indirecta en la música nacional, pues en 1984 Los Prisioneros editaban su primer trabajo altamente influenciado por el sonido del indispensable trío británico. Pero con ALVARO y su anárquica y personal manera de sentir y vivir esta manifestación contracultural, se estaba lejos de los dogmas que uno podría esperar para un estilo 7


como el punk rock. Ello me quedó claro al escucharlo por primera vez en directo... Con sólo interpretar en su pequeño teclado el clásico infantil La vaca lechera, ALVARO lograba ser más rupturista y antisistémico que por ejemplo los temas más emblemáticos de unos combativos Fiskales Ad Hok. Su mirada a la forma canción era naif, sin pretensiones, primando en ella las melodías simples, pegajosas y por que no decirlo, populares. A la vez eran sencillamente honestas y con un fino sentido del humor que encausaba a la ironía de la protesta por senderos más sutiles y por lo tanto más inteligentes, pero nunca elitistas. Por eso personal completo reducido

aquella ocasión fue una verdadera epifanía en donde se reveló la esencia de un creador por desconocido en su propia patria, aparte de un grupo de melómanos.

Ese vacío dentro de Chile se reflejó claramente en el capítulo La música fantasma del libro de Tito Escárate: Frutos del país1, la primera historia exhaustiva y coherente del rock nacional. Escárate señalaba ya que la importancia de Peña radicaba “no sólo en el terreno musical sino también en el lírico, del cual la primera es un soporte eficaz para cobijar sus juegos sintácticos, y al igual que en Mauricio Redolés, ésta es en ocasiones un pretexto para textos altamente elaborados.” Además de esbozar el valor de los textos de Peña, también se enumeraba por primera vez su discografía completa a la fecha, de la cual se podía desprender una atractiva continuidad creativa mantenida en el tiempo, sólo comparable en el país al caso de Los Jaivas y Congreso. 1 Escárate, Tito. Frutos del País: Historia del rock chileno. 1995, pág. 102

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No es menor señalar además que como azaroza voz en el exilio, las temáticas de Peña se apartaban del lugar común de la denuncia política funcional, como fue conocida mayoritariamente en Europa a través de los solistas o conjuntos tributarios de la Nueva Canción, que debieron continuar sus carreras fuera de Chile. El punto de quiebre en este sentido se dio con la edición en 1977 del elepé Bebiendo mi propia esperma, cuyo sólo título suscitó el rechazo de la izquierda tradicional que vio en él, la decadencia desafiante de la burguesía ociosa. Esta situación llevó a que Peña fuera virtualmente excluido del discurso oficial del exilio, siendo sólo apoyado manifiestamente por los grupos mapuche radicados en Londres. También así se podría explicar en parte la nula repercusión de su obra en su propia tierra, como también lo tardío de su relativa difusión. Son igualmente estas características las que hacen de su trabajo un hito único e irrepetible dentro de nuestra canción popular, y uno de los pocos músicos vivos que podrían calificarse plenamente “de culto”. Dada la importancia que cobra la creación de Álvaro Peña a dos años del Bicentenario, se hace entonces urgente e imperioso rescatar y poner su obra al alcance de un público masivo que pueda apreciar por sí mismo la talla de “Alvaro de Valparaíso”, como el artista mayor que es y que por derecho propio pertenece desde hace cuatro décadas al parnaso de la música nacional. De ahí también la necesidad de un trabajo sobre nuestro autor en donde se recobren canciones desconocidas para la mayoría en Chile, pero que finalmente son un aporte para 9


el entendimiento de parte de nuestra identidad negada, tal como ha sido percibida por el público europeo, norteamericano o japonés. De esta manera, se da cuenta de una diversidad mucho más rica de lo que formalmente se asocia con un sonido propio a nuestra tradición cultural, garantizando el pluralismo y tolerancia necesarios en una república democrática.

Casa ocupada

Cabe señalar que Señales crujientes no pretende ser una biografía exhaustiva sobre el creador, ni menos la palabra definitiva sobre su obra, sino más bien un punto de referencia para acercarse a su creación a lo largo de su trayectoria, a través de la reseña de sus textos dentro del conjunto de este corpus de canciones.

Importantes fueron Mackay, institución británica, fundado importante colonia Valparaíso.

Así, Señales crujientes se desprende directamente de una lírica de autor específica, como hitos visibles que permiten una cartografía que facilita la compresión de una obra aún en progreso, pero con claros elementos que la individualizan y caracterizan como un todo. En cuanto al plano formal, este pequeño libro está directamente relacionado con Las canciones de Álvaro Peña; por esto, y para evitar reiteraciones y facilitar la comprensión idiomática, se optó por citar todo el material en su traducción al español, remitiendo a quienes quieran acceder a las letras originales en inglés o alemán, al impreso principal. También, para el análisis de los textos-canciones, siempre se han utilizado las versiones originales de cada registro, teniendo en cuenta que muchas de ellas han sido grabadas en más de una ocasión, con diferencias notables en especial con respecto a sus arreglos instrumentales.

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Álvaro Peña Rojas nació en Valparaíso el 7 de diciembre de 1943, justo dos años después del ataque japonés a Pearl Harbor, cuando la balanza de la victoria en la Segunda Guerra Mundial comenzaba a inclinarse definitivamente hacia el bando aliado. sus estudios en el colegio inglés hereditaria de una fuerte tradición en 1857 para la educación de la que residía en el siglo XIX en

En este establecimiento desligado de la moral católica -y como era normal para la idiosincrasia inglesa- se respetaba y potenciaba a aquellos niños extravagantes, cuyas normas de conducta se apartaban de los patrones comunes esperables. Así, el pequeño ALVARO mostró su inclinación por la música iniciando sus clases de piano, las que finalmente se decantarían por el saxofón. Gracias a este instrumento y para el desagrado de su madre, participó en tres bandas de la Quinta Región, que estarían influenciadas por la Nueva Ola, como fueron Los Dandys, Los Bumerangs y Los Challengers. Junto a estos dos últimos registró tres discos sencillos entre 1965 y 1967, compartiendo escenarios dentro del circuito colegial, universitario y de malones, con bandas como Los High Bass, quienes dentro de pocos años se transmutarían en los vanguardistas Jaivas. Además de las lecciones formales de piano, otra gran escuela fue la Orquesta del Casino de Viña del Mar, dirigida por 11


el maestro polaco avecindado en Chile, Isidor Handler. Ahí aprendió las fórmulas para interpretar un repertorio variado, que abarcaba el bolero, mambo, cha–cha–chá, son, bossa nova y otros ritmos latinos y tropicales tan caros a la Ciudad Jardín.

el mundo de la publicidad. Su buen desempeño en varias campañas le permitió viajar a Inglaterra, en donde fue sorprendido por el Golpe de Estado de 1973. Su pasaporte desapareció y sin ser un perseguido político, se transformó en un hombre de ninguna parte.

La Orquesta del Casino con Handler a la cabeza, fue también la responsable de animar el naciente Festival de la Canción, evento que se originara como complemento a la Feria del Verano de 1960, y en donde los Challengers participaron dentro de la competencia en 19662.

Su dominio de la lengua inglesa le permitió socializar fácilmente con otros jóvenes, llegando finalmente -sin dinero y sin nacionalidad- a vivir en una casa ocupada por desempleados, aventureros y amigos al margen del sistema.

Tanto el Casino como el Festival serían entonces dos referentes de una joven comuna que buscaba un perfil de residencia y balneario, que marcaría a la Viña de fines de los 50’s y principios de los 60’s también potenciada por un gran proyecto de hermoseamiento urbano, impulsado por el regidor Gustavo Lorca.

La propiedad se ubicaba en el 101 de Walterton Road, en Londres, lugar al que también llegó un principiante Joe Strummer, quien como guitarrista rítmico y vocalista, pronto se enroló en la banda casera que tomaría como nombre la dirección en la que habitaban sus integrantes.

Esto a su vez se reflejó en un moderno estilo arquitectónico que tenía mucho de “Pequeña Habana” para los visitantes pudientes de Santiago, y en donde los ritmos de moda importados desde la América Tropical serían apropiados y adoptados desde una mirada mediterránea. Esto explica en parte la personalidad única de las nuevas generaciones de bandas de la zona, las que claramente se diferenciaban del sonido de las de otras regiones de Chile, y que en un futuro darían vida a estilos característicos como el de ALVARO en Europa o de Los Jaivas en su periplo por Argentina y Francia. Pero la música no fue la única ocupación de Peña, quien para principios de los 70’s, buscó una alternativa en 2 Vicuña, Ignacio; Gudack, Laura ; Scott, Scottie. La Gaviota de Viña del Mar. Editorial Pucará S.A. 1975, pág 21

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Los 101’ers fueron una reacción natural contra la dirección que estaba tomando el rock en la Isla. La oferta musical se había transformado en caros recitales masivos, mientras aquellos nombres un día cercanos a la juventud, se trasformaron en super-estrellas inaccesibles. El debut de Los 101’ers fue una presentación realizada el 7 de septiembre de 1974 en el pub The Telegraph con un set de seis canciones, mientras la Familia Osmond ocupaba el primer lugar en las listas inglesas3. La formación original estaba integrada además de Strummer, por un tal Jules en voz y armónica, Patrick Nother en bajo, el chileno Antonio Narváez en batería, Simon “Big John” Cassell en saxo alto y Álvaro Peña en saxo tenor. Como grupo, Los 101’ers ensayaban en una pieza sobre el 3 Yewdall, Julian Leonard & Jones, Nick. Joe Strummer with The 101’ers & The Clash: 1974 –

1976. Image Direct. 1992, pág 7 y siguientes

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Chippenham Pub, cerca de la casa tomada. Por diez peniques la banda comenzó a hacer públicos sus ensayos semanales, los que eran promovidos como The Charlie Pigdog Club. El repertorio era básicamente rhythm and blues, con energéticas y apasionadas versiones de Too Monkey Business de Chuck Berry o Don’t Let Go de Bo Diddley, a las que se sumaba una caótica Gloria de Van Morrison. Vestido con una suerte de poncho huaso y de sombrero, como se aprecia en una temprana sesión de fotos de Ray Eagle, ALVARO, considerado como “el chileno loco” que hacía volar su saxo y las mentes del auditorio, fue en su momento un importante aporte para el conjunto con el que dejó de tocar oficialmente el 23 de marzo de 1975 para emprender su propio camino. Con los años su rol ha sido subvalorado frente a la participación de Strummer. Sin embargo es innegable que él estuvo ahí aunque no grabó ningún disco con ellos, y que en su momento facilitó el despegue de Los 101’ers y su leyenda posterior.

Canibalismo Hacia 1977 el punk rock irrumpió como la voz de una generación que se revelaba ante una sociedad británica decadente en sus valores y que enfrentaba una profunda recesión económica traducida en una ola de desempleo masivo. Dentro de esa realidad, “los grupos punk rechazaron el énfasis del rock en el profesionalismo y la técnica, y en vez de contar con un sonido fino, aplicaban energía a los ritmos y formas derivados del rock & roll de principios de los 60’s.”4 La nueva propuesta apostaba por una música imperfecta y simple, en donde la premisa era el “hazlo por ti mismo”, dando pie a que cualquiera con nociones básicas de un instrumento o canto, pudiera sentirse libre de hacer y tocar canciones. Asociado a ello, también estaba el principio de autogestión del material discográfico, como reacción al interés comercial de las grandes etiquetas trasnacionales que dominaban el mercado, dando nacimiento a la escena independiente o “indi”. Es en este contexto, que Álvaro Peña llegó con un puñado de temas propios al estudio Riverside Recordings de Londres, el que arrendó por horas para registrar mayoritariamente en tomas directas su debut como solista. Así nacería su sello Squeaky Shoes Records. El ingeniero encargado de las sesiones fue John Gill, un tipo “delgado y entusiasta”, con experiencia en artistas ligados al folk inglés como Dick Gaughan5 o la agrupación de country punk Los Mekons6. El resultado de este trabajo realizado en noviembre de 1977, se reflejó en Bebiendo mi propia esperma, un título 4 Randel, Don. The New Harvard Dictionary of Music. Belknap Press. 1986, pág 672 5 www.dickgaughan.co.uk 6 www-personal.umich.edu/~mhuey/froots/froots41.html

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provocativo por donde se mirara, y que fue considerado por algunas publicaciones británicas como el primer ejemplo de “punk sudamericano”, junto con ser el “elepé más risible desde The Beat Goes On de Vanilla Fudge”.7 La gráfica en blanco y negro de Neil Renard para la portada, que semeja un afiche con el nombre de la placa pegado sobre una sucia pared, será una constante a lo largo de las siguientes grabaciones. A ello se sumará la tipografía de máquina de escribir utilizada para las notas del reverso y las letras del álbum. Los arreglos de los cortes incluyen a ALVARO en piano, percusiones de toda clase, el pinquillo (una flauta andina aguda que le fue robada hace pocos años), flauta doble, bajo, piedras y voz principal. Junto a él, se encuentra un amigo de los días de Los 101’ers, el baterista Antonio Narváez, quien en la actualidad vive en España como fotógrafo de músicos y profesor en el Taller de Músics de Barcelona. Además participa la inglesa Cathy Williams en algunas líneas. Antes de entrar en materia, se debe tener en cuenta la realidad de la música popular en Chile en esa época. La represión cultural de la Junta de Gobierno se encargó de eliminar cualquier indicio de la Nueva Canción, mientras que las radios fueron dominadas por la balada romántica española de intérpretes como Raphael, Camilo Sesto o Julio Iglesias. En este sentido, un factor importante para esta hegemonía fue la consolidación del Festival de Viña, cuya parrilla programática tuvo una fuerte influencia dentro de los contenidos de los programas radiales y televisivos.

7 Melody Maker. Número desconocido. 1978

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Una bocanada de aire fresco vendría con la participación de Florcita Motuda en la versión de 1977 del evento veraniego. Su extravagancia rompió con todos los clichés del artista apuesto que canta frases cursis al amor. Con gafas de esquiar, una cabellera revuelta, una jardinera amarilla y grandes botas, Raúl Alarcón dio un golpe a la cátedra con Brevemente gente, ganando de paso el premio al mejor intérprete. En cuanto al rock, la situación no fue mejor. La producción sostenida de vinilos entre 1967 y 1973 cayó a cero8, y aunque existió un interesante movimiento subterráneo que sobrevivió a las prohibiciones del toque de queda y el derecho a reunión, no hubo registros profesionales que dieran cuenta de él para los oídos de la posteridad. Sólo en 1977 se editaron el llamado Disco café de Congreso, mientras en Argentina Los Jaivas prensaron Canción del sur a los que se sumó Bebiendo mi propia esperma de Peña en Londres. Volviendo a este trabajo, la cara A, es llamada “Cabezas” y contiene cuatro títulos que se inician con Latino América, la que se construye sobre dos secciones contrastadas. La primera ilustra elementos claramente latino tropicales en clave de son, con un pulso ligeramente cadencioso, siendo antecedida por una introducción de acordes que presenta el tema musical de los dos primeros versos. Además, hay un toque de peso dado por el empleo del piano, como instrumento melódico percutido. Más que un son naturalmente alegre y caliente, Peña nos transporta con su canto por un lamento en que su voz chillona juega el rol principal, llevando al extremo la denuncia social a través de la ironía de su humor tragicómico. 8 Planet, Gonzalo. Se oyen los pasos. Beatgurú Libros. 2004, pág 235 y siguientes

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Latino América no está dirigida al coterráneo continental del exilio colectivo. Es un dardo para el inglés medio. Aquel que apenas puede diferenciar los nombres de los estados de esta región exótica en un mapa, aquel que constituye su imagen del Nuevo Mundo como una sumatoria de ideas y juicios preconcebidos gracias a los medios masivos como el cine y la televisión. Aquel son, bosquejado enfatizada por el inglés deliberadamente como una el colonialismo cultural -parlantes.

como una caricatura musical de ALVARO, fue mal pronunciado manifestación provocadora ante dominante de los países anglo

El primer verso manifiesta de golpe las dicotomías sociales de Latino América al expresar: “Los ricos se pasean en grandes autos / Mientras los pobres son encarcelados”. Luego introduce el dedo en la llaga del desigual funcionamiento del sistema capitalista en nuestras naciones, con la contradicción manifestada en las líneas que juegan con las palabras originales en inglés de la bebida símbolo de la universalidad del libre mercado y la planta milenaria utilizada medicinalmente por los pueblos andinos: “Pero todo va mejor con Coca Cola / Mientras los indios hambrientos / Mueren mascando coca.” La imagen se completa con el segundo verso, en donde se da cuenta de la felicidad aparente de un pueblo que baila y hace el amor en las calles, el mismo espacio colectivo en donde duerme y no tiene “nada que comer.” Entonces desde la lejanía, como un galope binario salvaje, enfatizado por el piano percutido y el redoble de la batería, ALVARO enarbola el desafío como una apoteosis libertaria ahora en español: “Pero algún día llegará / Llegará / La libertad llegará / Vencerá / La libertad vencerá”. 18

Finalmente la canción se cierra con el tema salsero de los dos primeros versos, esta vez con el pinquillo sumado, lo que acentúa el carácter sudamericano de esta visión de pobreza y esperanza, repitiendo las cuatro primeras líneas antes de concluir. Si geográficamente Latino América es la apertura del discurso de Bebiendo mi propia esperma desde la generalidad continental, Pálido sol nos sitúa en la particularidad de la patria. Los textos son originales de Eduardo Arancibia, pero la musicalización de ellos tiene el sello de Peña, y bien se puede tomar como un desarrollo de las ideas sonoras de Latino América. La canción es en este sentido absolutamente rupturista, en comparación a las convenciones de la Nueva Canción Chilena en el exilio, en donde melódicamente no se presentan quiebres o disonancias que puedan distanciar al oyente de un mensaje claro, directo y funcional. Nuevamente el piano introduce la tragedia social del Chile violentado el 11 de septiembre de 1973. Partiendo desde tonos menores, ALVARO enuncia la orden de matanza junto a la imagen de un niño perdido que busca a su madre muerta, cuya voz (Cathy Williams) describe los pesares colectivos de la población en un tono épico, “sangre, plomo y hueso”. Entonces, como el explotar de la rabia, se irrumpe en un agitado galope rítmico que representa la caída de la democracia a través del bombardeo a la Moneda (“nuestro gran edificio se vino abajo”). Luego se habla de la felonía militar y del último discurso del presidente Allende, en una sección más cercana al espíritu del rock, a lo que se suman pistas de pinquillo que entretejen una caótica red de timbres agudos. 19


El clímax de este momento se corona con la anarquía de los acordes disonantes del piano y la multitud de vocalizaciones superpuestas y repetitivas que enfatizan la tragedia nacional debido a “los fusiles traidores”.

El nihilismo desesperado es enumerado en el cuarto verso, nuevamente en inglés, al referirse al sabor de la esperma: “Y tiene gusto a huevos / Y tiene gusto a carne / Y tiene sabor a infierno / Y tiene sabor a muerte.”

Según recuerda Peña, esta canción fue mal entendida y tomada como una burla por la izquierda del exilio, al romper todos los dogmas estéticos que ella sustentaba. Incluso su música le significó distanciarse de Eduardo Arancibia, y lo peor de todo, el rechazo y aislamiento de la propia colectividad nacional en Inglaterra, siendo entonces doblemente desplazado.

La situación es acentuada al repetir “canibalismo” forma bilingüe. Entonces, la expresión extrema de soledad y aburrimiento alienante es alimentarse de esencia del ser, de uno mismo, en una cárcel que el propio cuerpo y en donde, como en la alegoría, serpiente devora su propia cola.

Bebiendo mi propia esperma ya no apunta ni al continente ni a Chile, es ahora el individuo quien es retratado en el tercer corte del elepé. De los varios tipos de desarraigo que alguien alejado de su tierra natal pudiera retratar, ALVARO describe crudamente el peor. La aburrida soledad del yo se transforma en una enfermedad crónica de monotonía cuya manifestación última es el nihilismo sin sentido. El piano da notas breves, cuasi trinadas, a las que se suma un bajo sintetizado y golpes de bombo, sobre los que se enuncia la condena existencial: “Frustramientoo / Humillamientoo / Aburrimientoo / Echao en el sofá / Bebiendo interminables tazas de té”. Entonces el segundo verso en inglés describe la práctica masturbatoria que consume los momentos interminables de Peña, entre quejidos al levantar sus piernas y tragarse su “maldita esperma”. El tercer verso es explícito al asociar este acto con su condición personal alternando líneas en español e inglés: “Mirando caer el agua / Como exiliado en Pisagua / Llorando melancolía / Con volver a Chile algún día.” 20

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De esta manera, si el nihilismo punk es una respuesta al sin sentido de la sociedad de consumo del Mundo Desarrollado, el de Álvaro Peña es la consecuencia de la pérdida del lugar de origen, forzado por la realidad política autoritaria.

Tres árboles, que cierra el lado A, viene a ser una suerte de coda a las temáticas antes expuestas. Tal vez sea esta la composición más folclórica en el sentido tradicional. Sin embargo, este huaino en inglés e interpretado por el pinquillo y las piedras percutidas, retoma la soledad pero desde la falta de pareja y afecto. Ahora sí que es todo humor en la letra y caos en la vocalización. Para no pasar frío, ALVARO recomienda agarrar una “güena froylen” (una chica alemana) que caliente su “solitaria cama”, y lo haga ver hasta “Lo ojo del salao” de placer. El lado B, llamado “Colas” en la edición original, se abre con El látigo de la indiferencia, otra descarnada visión de la soledad y el desarraigo del sin tierra. Este tema que alcanza casi ocho minutos de duración, nace de la historia de ALVARO en París, quien al enterarse de la presencia de Los Jaivas -colegas músicos desde los días que animaban malones en Viña del Mar y Valparaíso- busca 21


alojamiento con ellos. Peña es desconocido y termina vagando por la Ciudad Luz con un gran dolor. La composición tiene un aire clásico en su construcción sobre el piano y toda su letra es en español. La introducción melódica en tonos menores enfatiza la situación de abandono. “Caminar y caminar y no saber dónde llegar” susurra la voz, y luego de un desarrollo titubeante del piano, ALVARO sentencia en el segundo verso que tras caminar buscando un lugar de pertenencia “Encontró gente / Que aceró su carne y su mente / Gente cortante, cortante / E indiferente.” El tercer verso redondea la idea: “Por ahí / Cerca de la quebrá del ají / Conocí la indeferencia / Que en Chile libre / Nunca vi.” ALVARO completa su abandono a través de la indiferencia de los músicos coterráneos con los que sentía lazos de amistad. Finalmente se vuelve al tema inicial, como un vagar errático por una urbe desconocida, en una lograda crónica del exilio del exilio...

Las Salinas, Viña del Mar, 1929 Familia de ALVARO: tío Víctor, tío Lalo y su mamá Victoria del Carmen

Con Valparaíso encontramos el primer clásico del autor. Aquí no estamos frente al himno costumbrista de Jorge “Negro” Farías, postal llena de colores, olores y sabores del Puerto Principal. Tampoco es una mirada culpable por la conciencia de clase, frente a la miseria que cuelga de los cerros, como cantara Osvaldo “Gitano” Rodríguez, de quien Peña fuera compañero en el Mackay School. Este Valparaíso es la nostalgia autobiográfica de un pasado que es, en la memoria personal, aquella “ancla” de su vida buscada sin poder hallarla en el París de El látigo de la indiferencia. La versión original tiene mucho de aire de cabaret, sobre todo en la presentación de Antonio Narváez y la atmósfera creada por los supuestos asistentes al show en donde se 22

Quilpué, 1973 El Papá y el hijo de ALVARO: Marcos y César


sitúa la interpretación de Valparaíso “directamente desde los Baños del Parque”. Con una melodía hermosa, ALVARO recuerda la ciudad que lo “vio nacer” un 7 de diciembre de 1943 en avenida Francia y “que dejó” atrás, así como Chorrillos en Viña del Mar que lo “vio crecer”... Existe una segunda versión de 1985. En ella se agrega un verso final donde expresa que Valparaíso “nunca me verá morir”. Esto puede ser entendido de dos maneras. O una resignación frente a no poder volver y saldar su destino con este territorio original, o bien una muestra consciente de rechazo a este lugar tan mitificado, como un rasgo final de un espíritu anárquico y libre.

Chorrillos, Viña del Mar, 1960 ALVARO y Michael Harpel

La placa concluye con Sin comentario, una composición también basada sólo en el piano, como El látigo de la indiferencia, donde mantiene su aire clásico e incluso cita parte de su melodía. Tras todo lo expuesto en los cortes anteriores, esta conclusión es tajante: “No tengo comentario / ...No tengo nada que decir / ...No tengo nada que decir”. La ironía, la denuncia, el dolor, el nihilismo, el desarraigo y la nostalgia ya han sido suficientes. Por otra parte, Sin comentario inaugura el minimalismo en la lírica de Peña, una característica que irá evolucionando a lo largo de su carrera y que será una de las marcas registradas de su estilo maduro.

Teatro Pompeya, Villa Alemana, 1962 Los Dandys: Peter, Samuel y ALVARO 25


Dulce Miel Tras un trabajo que reflejaba un contexto adverso y desolador desde todo ángulo, el segundo elepé de Álvaro Peña da un giro radical en sus temáticas. Esto se observa desde su portada en la que se ve a un hombre acogiendo a una mujer entre sus brazos. Este dibujo en blanco y negro es de la autoría de Hildegard Schneider, aquella “chica alemana” anhelada en Tres árboles, y que como pareja del músico jugará un rol trascendental en su vida personal y artística. Por otra parte, ALVARO ha dejado Londres para radicarse en Constanza, Alemania, junto a la frontera suiza. De ahora en adelante el material será grabado en esta localidad, como es el caso de su segundo vinilo Leche materna y no en polvo. La responsabilidad en esta placa editada en 1979, será de Olaf Dung a cargo del portátil RPM Tiny Studio. Las canciones contaron nuevamente en sus arreglos con Peña en la voz, piano, bajo, percusiones y flautín nasal, mientras su amigo Antonio Narváez interpretó la batería, percusiones y los sonidos de lavar platos. A ellos se sumó Hildegard, quien aportó con su voz en Pan integral. Por otro lado no existe ninguna referencia asociada al folclore latinoamericano, dejando definitiva y rápidamente atrás esta característica estilística de su ópera prima. La cara A de la placa nuevamente es llamada “Cabezas” y se abre con Escoge tu queso, cantada totalmente en inglés, con la excepción de un chilenismo como “caeza-e-peecao”. Escoge tu queso es una excepción dentro del positivo clima general de este trabajo, y contrasta radicalmente con las siguientes piezas inspiradas en el amor hallado y la felicidad personal.

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El pulso binario en el bombo y los acordes crudos necesarios en el piano, sostienen la voz que anuncia: “Ciego / Escoge tu queso”, como si se tratara de una sentencia de un destino predeterminado. Luego, a ritmo de bossa nova, se desarrolla una letra un tanto críptica, de líneas duras y violentas, que apunta hacia la incredulidad ante las relaciones humanas y el amor. “No puedo amar a un chinche / Que me pica / No puedo amar a una guagua / Que babosea mis pechugas / ¿Debo amar a un camionero / Que me manosea el traste? / ¿O debo amar a una lesbiana / Que me mea hasta hacerme acabar?”, se pregunta el hablante, que advierte que esto puede ser “filosofía barata” o “caezae-peecao”, pero que “La verdad está ahí / En una lata de bacalao”.   Sin embargo la parte más hermética llega tras afirmar que “el amor es lo más inhumano del mundo”, y al hablar del fin de la amistad donde sólo quedan los cuerpos, ALVARO expresa que: “Los niños mongoloides / Serán exterminados por el Estado / Y las abejas darán sangre / En lugar de miel”, como un ejemplo de la deshumanización al no haber ya afecto real entre las personas. Concluye afirmando su despreocupación, ya que tarde o temprano morirá como todos los humanos, aceptando este sino de fatalidad burlonamente. Con Leche materna y no en polvo, nos encontramos por primera vez frente a una temática ecologista en Peña, quien con los años optará por una dieta naturista y un acercamiento al mundo moderno desde la espiritualidad del budismo. La canción, también en inglés, es otro de los clásicos de su repertorio, con una melodía simple, enganchadora y repetitiva, que bien semeja un jingle publicitario, y que ya se querría alguna marca de pañales o de alimentos para bebés, recordándonos el antiguo trabajo como publicista de su autor. 27


Se puede imaginar a Leche materna y no en polvo como un canto colectivo de los lactantes del planeta, clamando por su salud desde sus tímidos trinos iniciales semejando un llanto: “Las guaguas del mundo lloran / Las guaguas del mundo imploran / Leche materna y no en polvo.” En el segundo verso se expone la universalidad del amamantamiento con un toque de humor personal: “Una mamá negra da leche negra / Una mamá colorá da leche colorá / Una mamá amarilla da leche amarilla / Una mamá morena da leche morena”. Sin embargo lo más inquietante viene en el verso final, el que también da cuenta de la historia que gatilló la letra y que es el fundamento de esta original canción denuncia: “En 1979 / Leí en un diario alemán / Que la leche materna tenía / 20 veces más plomo / Que la leche de vaca.” Con Elefante de mazapán estamos por fin frente a una declaración de amor que nos da cuenta del nuevo estado del músico. La letra es en español, mientras la música recrea nuevamente una personal lectura del bossa nova. El “elefante de mazapán” es la manifestación del afecto a la pareja encontrada, en una declaración donde no falta por cierto el barniz del humor. Así se enumeran en el segundo verso las partes del confite a saborear por la mujer (“la patita”, “lo ojito”, “el potito”, “la trompita”, etc), jugando con el doble sentido de las palabras y las terminaciones de los diminutivos. Tras pedir amor y corazón a su consorte, un extraño solo de Narváez en la batería, da paso a burlones sonidos orgánicos, para regresar nuevamente al verso de las partes a saborear, ahora entre risas burlonas casi infantiles. Queda establecida la relación entre la felicidad y la dulzura del mazapán, asociación que se profundizará en Miel. 28

La hermosa balada en inglés que cierra la cara A del vinilo, tiene todo el sabor de la Nueva Ola, como la romántica y colérica Nena grabada en 1965 junto a Los Challengers. Sin embargo, Miel se perfila en un arreglo mínimo tanto en la base de piano -casi como una polka-, como en el ritmo marcado por el bajo y el redoble de percusión: “No le tengas temor a las abejas / Las abejitas no te pican si se las quiere” declara el hablante, un estado que contrasta con el clima solitario y enajenado de Bebiendo mi propia esperma. Ahora la opción sin dudarlo es lo dulce, y esto se manifestará al darle un hogar a las abejas, las que “darán su miel, si las quieres”. El último verso recalca que la miel para Peña es un símbolo de felicidad: “A mí me gusta la miel porque es dulce / A mí me encanta la miel porque me hace cantar / A mí me gusta la miel porque cura / Mis resfríos de invierno”. Y metafóricamente, el invierno, el abandono alienante del destierro en su amplio sentido ha concluido con el amor de Hilde.El lado B del registro, es nombrado también “Colas”, como en su trabajo anterior. Según recuerda ALVARO, generalmente tenía las canciones para la cara principal del disco, por lo que varias veces debía completar la grabación con material improvisado. Una muestra puede ser Pajarito (Innocent), en que regresa a una idea simple como es la descripción del ave sobre la antena del televisor. Como una balada delicada, la repetitiva letra es susurrada, como si se tratara de la más sentida lírica romántica. Con el tiempo este tipo de composición se perfeccionará hasta ser una marca de fábrica. Un caso aparte es Diente cariado, poesía declamada en el mejor inglés británico, con una pronunciación perfecta que poco tiene que ver con el estilo que ALVARO va 29


desarrollando en adelante. Diente cariado es una suerte de revancha ante el exilio, en donde la desesperación es permutada por la declaración de la decadencia del Imperio que, en los días de la reina Victoria, fuera la primera potencia comercial y marítima del mundo. En el primer verso, pareciera que estamos frente a Bebiendo mi propia esperma: “Cuando pienso que debo quedarme / En este país para siempre / Porque no puedo volver al mío / Cuando el aburrimiento hace presa de mí / Y ni la apatía ya funciona”. Sin embargo ya no hay ni llanto, ni desesperación, sino el consuelo de saberse en el ocaso de una sociedad: “Sé que vivo dentro de un “diente cariado” / Inglaterra ha comido demasiados dulces / Yo creo que Inglaterra la ha pasado / Demasiado bien.” Concluye ALVARO entregando la solución al país que lo acogió, dentro de su peculiar humor: “Pero para qué preocuparse señor / Para eso están las placas dentales”. Entonces, burlón, remata apelando a la experiencia de su padre dentista: “Mi papá decía que las placas dentales / Son tan buenas como los dientes de uno.” La presencia del nuevo amor del músico, quedó plasmada en los siete minutos de Pan integral, en donde todo el corte no es más que la Schneider explicando su receta personal de este sano alimento. Mientras tanto, en el fondo se escucha Bebiendo mi propia esperma como un elemento que genera un contrapunto en esta suerte de pieza concreta que da paso al bizarro cierre de Lavando platos. Este segmento sin palabras, no es más que ALVARO haciendo gala de su apodo dado por la revista especializada inglesa Melody Maker, del “chileno con la nariz cantante”, al soplar su flauta por este lugar, en un despliegue de silbidos erráticos, mientras Antonio Narváez lava los platos y el agua escurre por el caño hasta el silencio. 30

El billete largo El proletariado, su tercer elepé consecutivo, ve la luz con la nueva década en 1980. Su carátula es totalmente minimalista, careciendo de cualquier imagen aparte del signo de la libra esterlina dentro de la tipografía. En cierta manera se podría hablar de una producción de transición, mientras Peña define lo que será su sello personal que alcanzará su madurez con La repetición mata. Como el músico se encarga de dejar en claro en la contraportada, no hay pistas superpuestas en la grabación. Tampoco está Antonio Narváez en la batería, instrumento del que se prescinde del todo. Las canciones se sustentan sólo en la voz de ALVARO junto a su piano, la flauta doble sudamericana y el acordeón. El registro fue hecho en Bavaria por el Estudio Octopus “el año en que los neonazis atentaron contra la estación de ferrocarril de Boloña y la Oktober Fest.” El lado A, llamado como de costumbre “Cabezas”, se inicia con Martillo de goma, una canción de contenido sexual dedicada al pene y que ha sido reelaborada dentro de su actual repertorio. Martillo de goma es uno de los tantos nombres con los que en Chile se acostumbra a llamar popularmente al miembro masculino, y comienza con el grito de guerra de las tribus de las praderas de Norteamérica, popularizado en los westerns hollywoodenses, como si se tratara de una cómica expresión de orgullo machista. “Caminas altivo y fanfarrón / Cuando eres joven”, comienzan las primeras líneas, para ser más directo en el segundo verso: “Hablan de ti las murallas / De los urinarios / Fantasías sexuales de la imaginación”. La letra se resuelve dando cuenta de la confrontación moral 31


con que las sociedades han enfrentado o estigmatizado la sexualidad: “Hay gente que piensa / Que eres lo más extraordinario del Mundo / Hay gente que piensa / Que eres el más grande Pecado Mortal”. Las obscenidades que luego enumera ALVARO con su voz chillona al final de Martillo de goma, son nuevamente una muestra de su humor y de cómo aborda un tema para la mayoría todavía tabú, mientras la flauta andina aparece brevemente al cierre. Traje de terciopelo verde es otro de los cortes que se mantendrá dentro del repertorio en vivo de Peña por su lograda gracia melódica, e inicia lo que serán varios textos a lo largo de su discografía, en donde el amor es enfocado desde el punto de vista del “perdedor”, el antihéroe que no logra concretar sus propósitos. La acción se sitúa en Londres que a través del primer verso de tres dice en inglés: “Ella iba en el Metro / Me subí en Charing Cross / Y como todos los días / No me miró.” Entonces ALVARO se las arregla para no pasar como un individuo anónimo más en la multitud de pasajeros: “Yo tenía esta vez un / Traje de Terciopelo Verde / Con corbata humita amarilla / Y más encima me había teñido el pelo / Bien rojo”. Sin embargo toda esta extravagancia termina con un resultado incierto de su deseo, que pareciera de antemano fracasar: “Espero que mañana / Me dé una mirada / Es mi última oportunidad / Antes del fin de semana largo.” Un antiguo amor viñamarino entra en escena con una declaración desesperada en español. Es Linda Gilda, construida sobre acordes básicos que se perfilan en parte como bossa nova, para desencadenar en el clímax una cascada de disonancias. Las frases son repetitivas y realzadas con la voz característica de ALVARO: “¿Dónde estás gordita? / Quiero tenerte aquí, aquí / Calentando mi helada cama / Pa pasar el invierno inglés.” 32

Este nuevo clima de abandono, que es un retroceso frente a Leche materna y no en polvo, se evidenciará sobre todo en la depresiva faz dos de este vinilo, pero sobre todo en Cuatro canciones tristes que verá la luz en 1981. Con El proletariado nos encontramos con un poema al estilo de Diente cariado. Con un perfecto acento británico, Peña revela esta declaración de principios que refleja todo su desencanto político con los sectores de izquierda tradicionales en una crítica directa que se anticipa en nueve años a la caída del Muro de Berlín y los estados socialistas de Europa del este. Los dardos son certeros y desafían todos los dogmas de los pensadores progresistas: “El proletariado tiene tanta o más culpa que los grandes oligarcas. El proletariado es tan ambicioso como los oligarcas. Al proletariado le interesan sólo ellos mismos. Quieren ganar más y más dinero. Dinero, plata, el billete largo, eso es Todo lo que tiene en mente esta gente.” Luego una frase lapidaria y resaltada: “PROLETARIADO, TÚ ERES EL ONANISMO DE LOS INTELECTUALES”, da paso a la explicación de la ira de su autor: “Lo he perdido todo en nombre del proletariado. Empezando por mi nacionalidad, mi familia, mi identidad”, y rematando con sorna, “mi virginidad –bueno, la virginidad no pero por poco–, pero he perdido todo en el nombre del maldito proletariado.” Entonces ALVARO concluye explicando la razón de su obra previa: “¿Bebiendo mi propia esperma? ¿La leche materna y no en polvo? Todo esto porque de alguna manera he tratado de sobrevivir, todo esto porque pensaba que estaba trabajando y luchando por una causa noble y justa como qué se yo, la Sangre de Jesús, La LUZ DE KRISHNA.” El final irónico del texto es tajante: “El Proletariado y Carlitos Marx, la pareja perfecta.”9 9 En clara referencia a su mejor frase publicitaria: “Usted y Selecta, la pareja perfecta”

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Papayas, grabado en una presentación en un pequeño local y con el acordeón como soporte, asocia nuevamente dulzura y felicidad, ya encontradas en temas previos como Elefante de mazapán y Miel. A la manera de una desafiante consigna vital, Peña expresa en inglés que duerme hasta el mediodía y que su mujer lo hace feliz a cada hora, mientras él tiene mangos y papayas “todo el santo año”. Desafinado y disonante, el músico es aclamado por el auditorio. La cara “Colas” se inicia con Los zapatos crujientes del tío Víctor, retomando el concepto que dio nombre a su sello Squeaky Shoes Records y que más adelante se reencontrará en El crujido. Notas menores conducen a la nostalgia de la pregunta que ALVARO enuncia: “¿Vitoquito dónde estás? / Junto con mi mamita.” Los cinco versos siguientes se sustentan sobre lo que bien podría ser una polka percutida infantilmente, rozando la disonancia. En ellos y en inglés, ALVARO responde a consultas triviales como quién tiene 6 meses de día y otros tantos de noche, o dónde están las esposas más aburridas del mundo.

Diario La Estrella, Valparaíso, 1964 Los Bumerangs: Rafael Amor, Manuel Muñoz, ALVARO, Roth y Gabriel Marambio

“¿Y quién tiene un par de zapatos maravillosos / Que no los quiere cambiar por nada del mundo? / El tío Víctor / Él tiene un par de zapatos divertidísimos / Que crujen y crujen al andar”, responde Peña encadenando este recuerdo tan personal junto a sus observaciones insignificantes. Para terminar, una crítica a la apariencia: “¿Por qué la gente habla con la boca llena? / Para que los demás crean / Que están diciendo la verdad.”

¿Te casarías con una inglesa? retoma las relaciones de pareja desde el punto de vista del perdedor. La balada es sentida en su dibujo melódico en el piano, y en ella escuchamos no a su autor como de costumbre, sino a una mujer desconocida que lamenta el comportamiento infantil de su hombre, del cual no quiere ser su madre: “Es mejor 34

Caleta El Membrillo, Valparaíso, 1965 Los Challengers: Arturo Rozas, Ismael Rojas, Felipe Pérez, ALVARO y Enrique Bascuñán


que me vaya / Perdona que no haya podido amarte / De la forma que tú hubieras querido”, concluye tristemente. El siguiente corte mantiene este tono amargo y depresivo, dando cuenta de otra lectura de la pérdida y abandono del ser amado, aunque se opte por encarar al destino. Ahora es la propia familia la instigadora de la separación en No te quieren en casa: “Tengo que verte en lugares oscuros / Porque mi papá dice / Que no me convienes / y mi mamá dice / Que somos demasiado jóvenes para amar / ... Para saber.” ALVARO se rebela entonces frente a sus mayores por un amor como nunca antes sintió, desobedeciendo en su promesa el consejo de los padres de terminar con su amada. La coda de esta seguidilla de títulos nostálgicos la da la polka de Invento infantil, donde desde los trinos del teclado en tonos menores, se dibuja una cadencia juguetona como en las primeras lecciones de piano de un menor. Entonces Peña cierra este capítulo con un mensaje de esperanza: “El amor lo inventó un niño / Con los ojitos cerrados / Por eso que son ciegos / Todos los enamorados.”

Miraflores, Viña del Mar, 1960 37


Solo y triste Tras la errática colección de El proletariado, ALVARO realizó en 1981 una pequeña pero destacada entrega. Se trata de Cuatro canciones tristes, editada en formato cassette, el preferido del músico después del vinilo, por su naturaleza compacta y por la inmediatez y facilidad para reproducirlo tanto en equipos como en radios portátiles. Las Cuatro canciones tristes presentan un acabado final, que contrasta con las versiones casi esquemáticas de su anterior placa gracias a los intérpretes Giorgos Notaras en bongó y bombo, y Henry Eberhard en saxo tenor. Lo que sí comparte con El proletariado es la partida de Hildegard Schneider como fuente de inspiración. Esto da pie a momentos de una profunda belleza como Hecho de madera y de un sentido tragicómico como Bolero 8, las que destacan líricamente frente a las más convencionales Lejos de mí y Ssi vu play.

Bolero 8 es una nueva historia de amor de perdedor, esta vez de un ser marginal dentro de la sociedad como es un preso. La historia es simple; una mujer adinerada y educada está ciega y los médicos no la pueden ayudar. Busca resolver la carencia de afecto a través de un aviso en la prensa. “Yo también estoy solo y triste”, le respondió el hombre que conocerá tras las rejas, quien pide autorización para casarse fuera de la prisión. “Le dieron tres días de permiso / Para la luna de miel / Pero él quería regalarle un anillo / Que no podía pagar / Decidió entonces huir / Y robar el anillo / Pero fue atrapado / Y condenado nuevamente”, concluye ALVARO en una letra muy lograda, que se ríe del estado de soledad y la solución forzada para superarlo. Bolero 8 38

será rescatado en el 2006, al ser incluido dentro de la colección 8 dedos. Por otro lado, Hecho de madera tiene toda la cándida ternura de la que carece el cinismo de Bolero 8, transformándose con el tiempo en un infaltable de los shows en vivo. El tema es un lamento en donde el hablante se queja por no haber sido hecho de madera como Pinocho: “Me habría casado / Con una linda niña / Hecha de hermoso / Palo de rosa”, añora el personaje para describir en los versos siguientes su matrimonio: “Habríamos invitado / A todos los árboles del mundo / Y a los pequeños arbustos también / Habríamos bailado / A los caprichos del viento / Durante días / Y más días.” La conclusión de la letra podría ser perfecta si no fuera porque la acción siempre está expresada en condicional, y por lo que nunca será real: “Y todos nuestros hijos / Habrían sido simples / Y buenos / Hasta el fin de nuestros días.” Al año siguiente ALVARO, edita otra cinta que sólo contiene Encontré mi esposa en el mercado de las pulgas, cantada en alemán por Hilde, quien recrea con su voz este cuento de amor disfuncional: “Encontré mi esposa en el mercado de las pulgas / Un poquito usada estaba / Pero yo también lo estoy”, narra Peña con su sentido del humor. “Al principio todo iba bien / ...La pasamos bomba / Pero un día de la noche a la mañana se fue / Desapareció del mapa y no volvió nunca más”, explica el compositor en esta nueva profundización de un destino al que la felicidad le es esquiva. Además de Hilde, Encontré mi esposa en el mercado de las pulgas cuenta con la participación de Daniela Notaras en coros y xilófono, Giorgos Notaras en batería y Pit Fischer en bajo. 39


Antes de esta producción se publicó un single con Mariposa y Los hombres no lloran, cantan que anticipa lo que será el siguiente paso del “chileno que canta con la nariz.”

Rata–ta–ta–ta–ta Un correcto Álvaro Peña, engominado y de pantalones cortos en el día de su Primera Comunión en 1952, ilustra la carátula como siempre en blanco y negro de La repetición mata. En este trabajo, el músico ya se encontraba cómodo dentro de un estilo característico y que es en buena parte lejano de los aires folclóricos de Bebiendo mi propia esperma o de la desesperada confusión de El proletariado. Como siempre, ALVARO se encargó del piano, el pinquillo, la flauta doble y el canto, continuando su colaboración con Giorgos Notaras en la batería, los bongós, y el kiupi, un recipiente de cerámica de origen griego y que sirve para almacenar aceite de oliva, el cual tiene un timbre muy característico al ser percutido. Este elepé de 1982 también recoge tres creaciones anteriormente publicadas, situándolas dentro de un nuevo contexto, en donde tienen un sentido más redondo como conjunto. Una de ellas es Hecho de madera, en una versión diferente con un marcado ritmo de polka en la base de piano, pero sin la compañía del saxo. La letra no presenta cambios en esta balada encargada de abrir el cuarto larga duración siempre bajo la etiqueta Squeaky Shoes Records. Más desordenada es Nuestro hijo, una canción estructurada sobre tres acordes en el teclado, los que junto al redoble de caja y el acordeón, sostiene una letra cuyo contenido es acentuado por la voz al borde del colapso de ALVARO. En este lamento, el tema del hijo desconocido (“Pero nunca he escuchado su llanto”) se proyecta al futuro con temor por las repercusiones de un acto de abandono en el cual el arrepentimiento, por la responsabilidad en el hecho,

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se acrecienta con el tiempo.“Tendremos que pagar / Por el error cometido”, sentencia la letra para profundizar en el segundo verso: “Nos va a juzgar a todos / Ese día / Espero estar muerto”. Lo más duro es cuando Peña enfatiza el trauma de este hijo al señalar que: “Él tendrá / Un día mi edad / Y seguramente escribirá una canción / Sobre su padre desconocido / ...Y que lo dejó / Cuando él estaba aún muy niño”.

Los hombres no lloran, cantan ya había sido editada en el lado B del single Mariposa en un registro de menor minutaje y con algunas diferencias en su arreglo, como la acentuación del ritmo tribal en el bombo y el pulso de la percusión, o la eliminación del saxo y mayor presencia de la flauta andina o pinquillo. Esta toma alcanza los cuatro minutos y medio, mientras que la letra, al igual que la de 1981, es completamente en inglés. La voz de ALVARO es serena pero firme, alejada de su tono chillón o desesperado, como si nos quisiera regalar un himno a la masculinidad, frente a tanta deriva emocional y amorosa: “Hombrespolíticos / Hombresesposos / Hombrescatólicos / Todos cantan”, indica el primer verso que en el segundo y el tercero amplía con los hombres dioses, bomberos, futbolistas, enfermeros, basureros y carteros. Todos cantan porque “es lo único que podemos hacer”, reafirma esta pieza que expresa la universalidad de este acto viril en contraposición al llanto y la muestra de debilidad. Los hombres no lloran, cantan tiene una fuerza e intensidad especial, lo que hizo que en 1992 fuera reelaborada por el japonés Toshiyuki Hiraoka. La cara A se cierra con Como mucho, en donde el desengaño frente a la pareja es patente y con resignación se opta 42

por la separación, como cuenta su texto en inglés: “Es mejor que me vaya / Y te deje con tus mentiras / Ya no hay razón para estar juntos / En realidad estamos perdiendo el tiempo.” Sin embargo el fin de la relación es rematado con una queja que no deja indiferente: “Me robaron mi hermosa flor / Siento ansias de tirarme / De la torre Eiffel.” Afortunadamente ALVARO no lo hizo... La faz B contiene dos de las canciones emblemáticas del repertorio de Peña. Una es El estrés, término que se difunde a principios de los 80’s y que nombra al desgaste mental debida a las presiones de la sociedad occidental, dentro del esquema trabajo – remuneración – consumo. La letra es mayoritariamente en español, con certeras pinceladas de humor, que son presentadas luego de una introducción con aires de mambo. “El estrés no me deja cagar / El estrés no me deja reír / El estrés no me deja bailar / El estrés no me deja culiar / El estrés no me deja besar / El estrés no me deja gozar”, señalan las estrofas, apuntando cómo lo más cotidiano y agradable para una persona, es afectado por la tensión. También son estresantes las condiciones de un mundo dividido por dos bloques ideológicos enfrentados por una Guerra Fría aún no resuelta, otorgando también un sentido político a la canción. Así desfilan la amenazante bomba de neutrones, el conservador mandatario norteamericano Ronald Reagan y el jerarca soviético Leonid Brezhnev, los que junto a la vida bígama, también alteran el equilibrio interior. A esta altura la vocalización de ALVARO es mofa pura, con un falsete desafiante, que sólo finaliza con la confesión honesta de “ya me tiene loco esta canción.” 43


El ritmo se acelera mientras el dramatismo se intensifica; “Rata–ta–ta–ta–ta / Rata–ta–ta–ta-ta / La ametralladora”, para aludir a la historia de Chile reciente, “...el compañero Salvador Allende grita: / ¡Al suelo! / Que / La repetición mata.” Así, ALVARO firma una creación asertiva, que además lo acerca a una mirada más vanguardista y sutil en la manera de abordar una protesta de forma tan original entre tanto lugar común. El elepé concluye con una versión de casi nueve minutos de Mariposa, que difiere en varios aspectos musicales de su primera entrega como sencillo un año antes. Pese a ser un tema de pérdida ante la muerte de un ser querido, Peña se las ingenia para ofrecer una pieza llena de vitalidad y alegría, en donde nuevamente los textos son mínimos ante el amplio desarrollo instrumental en el que se prescinde del saxo, actuando ahora marcadamente el pinquillo como instrumento de viento solista. La nostalgia del pasado está transmutada y el sonido del flautín andino es el gran referente del mundo dejado atrás y asociado con los recuerdos del pasado encarnado por la abuelita María. “Vuela, vuela, vuela mariposa / Vuela, vuela, vuela abuelita María”, canta con alegría ALVARO, finalizando con una referencia a la cultura chilena del pregón popular: “Vuela yerbitas buenas / Bailahuén pa los hígados”. 44

R.Eagle ©

La repetición mata es el otro track que ha perdurado en el tiempo. Un tema minimal por donde se lo mire, con una lírica tributaria de la provocación dadaísta. Sobre un fondo constante en donde el protagonista es el pulso mecánico del kiupi griego, Peña formula su letanía antimilitarista: “Rata–ta–ta–ta-ta / Rata–ta–ta–ta-ta / La ametralladora”. No falta el espacio para intercalar la burla: “Mientras el árabe grita: / ¡Baja La Jaula Jaime!”, para completar el mensaje con “la repetición mata”.

Walterton Road, Londres, 1974 101’ers: Clive Timperley, Simon Cassell, Dudanski, ALVARO, Jules y Joe Strummer

Londres, 1974 101’ers: Clive Timperley, Simon Cassell, ALVARO, Dudansdki, Jules y Joe Strummer


Té y tostadas Tras publicar La repetición mata, Álvaro Peña entró en un período de receso que abarcó desde 1983 hasta 1987. De esta manera se rompió un continuo creativo, en donde el músico fue poco a poco constituyendo su lenguaje propio. Es interesante señalar, por otra parte, que mientras él guarda silencio en Europa, en Chile comienza un nuevo fenómeno dentro del ámbito del rock y pop. Si bien siempre existieron agrupaciones y solistas que cultivaron estos géneros en vivo, en materia de grabaciones no existió una producción permanente y masiva de registros que dieran cuenta de esta escena.

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Constanza, Alemania ALVARO y el baterista Giorgos Notaras

C.Pincheira

Constanza, Alemania, 1996 ALVARO y el bajista Jeans-Peter Volk

Teatro Municipal, Valparaíso, 2008 ALVARO y su banda porteña: Rodrigo Catalán (bajo) y “Poroto” Figueroa (batería)

Sin embargo la situación cambiaría radicalmente desde 1984, cuando Los Prisioneros estrenan su primera placa bajo la etiqueta independiente Fusión. Tal fue el éxito de este grupo cuyo sonido era totalmente tributario de la sonoridad de Los Clash de Joe Strummer, que la transnacional EMI decidió contratarlos, iniciando un boom en sintonía con lo que ocurría en Argentina. Éste se manifestará en la aparición desmesurada de toda clase de conjuntos etiquetados bajo el mal llamado rótulo de “rock latino”, “movimiento” que hacia 1987 ya presentará claros síntomas de desgaste y decadencia.10 En este contexto, ALVARO no ofreció más que un silencio que no se rompió hasta la publicación de The clip, en formato de video VHS, el que incluye Por favor no ajuste su televisor, once minutos de crítica a la mediocridad de los contenidos programáticos del medio de comunicación masivo más importante de la segunda mitad del siglo XX. En su letra Peña se queja de la obstinada repetición que ofrecen los canales, sin apostar por la novedad o bien 10 Escárate, Tito. Frutos del país: Historia del rock chileno. 1995, pág 81 y siguientes

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por temas más trascendentales: “El Capitán Video y los Pesadilla IV nuevamente / De nuevo lo consiguieron / De nuevo la están cortando con cincel”. Esto no debe hacer pensar al televidente que su aparato esté malo, por lo que esta diaria monotonía no se resolverá al ajustar el aparato. Junto a esta denuncia que se aprovecha de los mismos soportes técnicos cuestionados, 1987 también vio la edición de Fuerte como un toro, corte contenido en el llamado “cassette vegetariano”. Con su ya acostumbrada y personal manera de utilizar el ritmo de polka como base, ALVARO emprende su cruzada personal con un tema capital en su ética: el rechazo por la alimentación a base de carne y por la violencia ejercida contra los animales bajo la justificación de la tradición lúdica. “Todos / Están esperando / Beber su sangre / ...Comer su carne”, expresa la voz con un timbre dramático, como la imagen descrita: “No tiene él / La más mínima esperanza / Está condenado / De partida a morir / En una asoleada tarde / Sólo para el disfrute / De ver sangre y algarabía”, apuntando entonces a la tauromaquia. Luego cierra con un consejo: “Si quieres / Ser fiero y bravo como un toro / No te comas al toro / Come / Lo que come el toro.” 1988 vió la publicación del álbum más elaborado y críptico a la vez. Se trató del primer elepé conceptual en su obra, llamado ¿Está el traje listo?. Para entonces el compositor cumplió 45 años y se encontraba de lleno en la llamada “crisis de la mitad de la vida”. En este sentido el título alude a la llamada de la muerte, por lo que podemos considerar esta creación como un manifiesto existencial.

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La portada muestra en el ya acostumbrado blanco y negro de la gráfica, la silueta de un perchero sobre el cual está el traje. En cuanto a los músicos, se añade un personaje que en adelante será fundamental dentro de la futura carrera discográfica de ALVARO, como lo es el bajista alemán Jens-Peter Volk. Junto al baterista Giorgos Notaras, son el complemento perfecto para la voz y piano del “chileno que canta con la nariz”, para facturar una obra mayoritariamente instrumental. La grabación se realizó en Constanza en el Klang & Hammer Studios, siendo el ingeniero Bernhard Rudolf. Al escuchar ¿Está el traje listo? llama inmediatamente la atención la carencia de nombres para las piezas cantadas completamente en inglés. Estamos sólo frente a cuatro partes, repartidas en dos por cada cara de la placa. La primera dura casi ocho minutos, y comienza con la desolada voz a capella anunciando “mi alma no será donada”. El piano sigue la frase melódica de manera fragmentaria, como un eco de cada línea formulada. “Mi alma no será entregada / Mi corazón se quedará profundamente / Dentro de mí”, insiste Peña en un tono lastimero, oscuro y melismático que se encuadra dentro de las notas menores del teclado, y que para algún crítico alemán recordaron a Robert Schumann: “La dulzura de esta canción / Tal vez hará que se vayan / ...No va a necesitar de té y tostadas / Tal vez los alejará de mí”, gime la voz casi agónica, para dar paso a un sólido pasaje de acordes violentos, sobre el cual el bajo delinea una intervención cuasi jazzera y virtuosa. La Parte dos es un gran vuelo instrumental que acerca la propuesta a los territorios del rock. En doce minutos nos encontramos frente a la espera nerviosa de la muerte, tras la negación inicial. Este ritmo repetitivo sirve 49


para introducir un solo de batería de Notaras, el que junto al bajo de Volk, da cuenta de una prolijidad nunca vista en las grabaciones previas. La letra insiste en reiterar una y otra vez “té y tostadas”, en una marca ya característica en el corpus de ALVARO. La melodía de la vocalización es juguetona y contrasta con la atmósfera sombría del principio, siendo de muy fácil retención y recobrando por momento el espíritu lúdico de otras canciones. Sin embargo, el ritmo se ralentiza poco a poco hasta finalmente detenerse en el silencio. La Parte tres, de casi 14 minutos de duración, abre la cara dos del vinilo. Breves acordes martillados en el piano dan paso a una melodía delicada y gentil en el bajo, que es interrumpido nuevamente por los acordes ahora fuera de tono. El bajo responde sereno pero con más carácter, mientras desarrolla su frase seguida otra vez del acorde desesperante. Decidido y seco, se repite el motivo una cuarta ocasión, mientras el bajo trata de retomar sus meditaciones... Entonces un pulso binario se despliega desde un bajo ostinato infrenable, al que se suman cascadas de notas disonantes en el piano. “¿Está el traje listo? / Ya están golpeando”, pregunta ALVARO a la muerte que ha llegado a su puerta.

sin sentido ni fundamento. Pronto su autor se sintió tan frustado frente al disco que terminó destruyendo buena parte de las copias. Visto desde la perspectiva del tiempo, ¿Está el traje listo? es su trabajo más redondo e interesante desde su opus prima Bebiendo mi propia esperma. Mucha responsabilidad de la solvencia en esta propuesta fue la química en la formación del trío, integrado por músicos capaces de compenetrarse en equilibrio para desarrollar las ideas temáticas que dan forma al ciclo, sin caer en los excesos de los grupos asociados a las corrientes más progresivas.

Un bolero es el encargado de cerrar la placa. Durante 6 minutos la letra da cuenta de la resignación ante el fin de la existencia, aceptando dignamente el destino a través de la metáfora de la música con que Peña complace al poder de la guadaña, en vez de invitarlo a tomar té y tostadas: “¡Estamos listos! - ¡Estamos ya listos! / ¡Ellos están listos / ¿Está el traje listo?.. / Sí, está listo / Sí, estoy listo”, concluye ALVARO ya entregado. Para unos, ¿Está el traje listo? fue una nueva forma de sinfonía, para otros una despreciable muestra de pedantería 50

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Lleno de errores

guitarra distorsionada, como es característico en muchas muestras de la vanguardia experimental nipona.

Tras la cima de ¿Está el traje listo?, ALVARO retornó al formato simple lanzando El crujido en 1989. Nuevamente insistía con aquella palabra de significado especial y que de alguna manera se podría relacionar con su característica voz, a veces aguda, a veces chillona y a veces simplemente desafinada, estableciendo una relación entre esta creación, el sello Squeaky Shoes Records y Los zapatos crujientes del tío Víctor. De hecho, el músico aparece en una foto dentro del sobre del 45 rpm vistiendo de impecable blanco sobre un calzado negro gigante.

Sin embargo, con la más rockera, pesada y ruidosa La perfección es fome, estamos frente a un manifiesto estético que resume la filosofía del artista del “hazlo por ti mismo”: “Hace lo tuyo / Aunque esté lleno de errores”, recomienda el tema para luego precisar: “La perfección / No existe / No vale la pena insistir / La perfección / No existe / Es una estupidez insistir / La perfección / No existe / Es una tontera insistir”. Rematando entonces con la lógica conclusión: “la perfección es fome”.

Por primera vez en toda su discografía, estamos frente a un tema vinculado directamente con la estética del rock, en este caso un rock and roll de la vieja escuela, aquel con el sonido de los pioneros de los 50’s. El crujido es una crítica a los ritmos de moda hace dos décadas de una manera contradictoria. “Si te aburre el Rock / Si te aburre el Rap / Si te aburre el Break / Y ya no aguantas el maldito Scratch / Y la basura Disco te tiene hasta la tusa”, invita la primera estrofa: “Es hora de darle al Crujido / Levantando los talones bien recontra altos.” Entonces las emprende incluso con los bailes de su generación, como el twist y el bop, para imponer El crujido. En tanto el lado B del prensado, es más bien ALVARO hablando y haciendo apología de su nueva creación. Dentro de una línea que se aparta de la generalidad del estilo que identifica a Peña, en 1992 presentó una colaboración junto al japonés Toshiyuki Hiraoka. Se trató de un remix sobre Los hombres no lloran, cantan, caracterizado por las agresivas bases electrónicas y una 52

Entre ambos sencillos, también vio la luz el cassette Alvaro, el chileno con la nariz cantante (1991). La cinta reúne varios títulos ya conocidos, como Valparaíso, Mariposa, ¿Te casarías con una inglesa y Por favor no ajuste el televisor. Además, se incluye otro corte que el artista interpretará hasta la actualidad: Tonteras. Nuevamente la canción se desarrolla sobre una polka, a la que se suma un texto burlón sobre la trivialidad de la vanidad: “Si sólo supieras cómo me veo / Sólo pal deleite del espejo”, repite la voz para luego disculparse con cierta mofa: “Tonteras – Tonteras – Tonteras / Mi vida está llena de tonteras / Tonteritas, tonterotas, huevadas.”

Tonteras puede ser considerada como una de las cúspides dentro de las creaciones de ALVARO. Posee una melodía atractiva y la cuota de humor justa, marcando además la pauta de su estilo al captar un momento mínimo e irrelevante en su música, y cuestionando a la vez, en una doble lectura, tanto al ego de su compositor como al de cada oyente en su coro repetitivo.

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En 1993 Peña cumplió 50 años, pero ahora la actitud del compositor está lejos de la crisis existencial expresada en ¿Está el traje listo?, aunque se mantiene dentro de un sentimiento de pesimismo. Para conmemorar el aniversario, editó un nuevo single cuyo lado principal incluye Ya no estoy tan joven. La canción es una balada romántica de corte sesentero con saxo incluido, en donde se describe una decepción amorosa: “Te vi besándolo en ese auto / No podía creerlo / Yo pensaba que todo lo que decían de ti / Eran mentiras / Pero ahora me doy cuenta que todo era verdad”, narra afligido por la desilusión. Más crudo es el reverso del disco, Viendo cómo se descongela el refrigerador, en donde el tema es la violencia doméstica en contra de la mujer. Mientras la guitarra y el bajo delinean un soporte también cercano al ámbito del rock más suave y sin percusión, se nos enfrenta ante la potente imagen del arrepentimiento: “Viendo cómo se descongela el refrigerador / Viendo cómo mis congeladas lágrimas se quiebran / ...Viendo cómo el hielo gotea dentro de mi alma / ...¿Por qué la abofetié?”, se pregunta avergonzado el hablante ante un acto hoy condenado socialmente. Tras esta foto de soledad y tristeza, una extraña confesión de afecto cierra la idea: “Eres la luz de la luna / Eres la arena del desierto / Eres un atado de nervios / Tú eres.” La temperatura pasional vuelve a subir entonces y no queda más que volver a mirar “cómo se descongela el refrigerador.” Los 50 años también son el momento de mirar hacia el origen, la primera escuela, las posibles influencias. Boleros tradicionales (1994) fue producido como un cassette que recogía 8 boleros clásicos, interpretados con autoridad por ALVARO, acompañado sólo del piano que tocó mayoritariamente el alemán Rainer Rothenhaüsler. Bésame mucho de Consuelo Velázquez (1941), Tres palabras 54

de Osvaldo Farrés (1945), El reloj de Ramón Cantoral (1945), Trigal de Sandro (1965), Solamente una vez de Agustín Lara (1941), Quizás (1945), también de autoría de Farrés, No me amenaces de Alfredo Jiménez (1940) y Vanidad de González Malbrán (1936), fueron los boleros seleccionados. La mayoría de los títulos fueron compuestos antes del nacimiento de Peña, o durante su infancia. Tal vez por eso les otorgue un aire de respeto que se refleja en el registro y es impactante en relación con aquellos quejidos lastimeros y crujidos chillones de sus propias canciones. La relectura de estos éxitos de siempre es sentida, profunda y aunque tienen un sello personal, se podría pensar que son lo menos anárquicas para quien firmó Bebiendo mi propia esperma casi dos décadas antes. Tras este ejercicio de retorno a la semilla y nostalgia, ALVARO editó su último trabajo en formato vinilo en la forma de un epé llamado simplemente Alvaro en Berlín. Con esta placa presentada en 1995, no sólo se acababa la fidelidad romántica del soporte análogo, sino que también se iniciaban tres años de silencio creativo que se reanudarán con la ajena Río río. El disco es una muestra del sonido en directo que el músico ha alcanzado en la madurez de su carrera, a través de un ramillete de sus mejores creaciones como Tonteras, Traje de terciopelo verde, Viendo cómo se descongela el refrigerador, Hecho de madera, Sin comentario, Mariposa y la inédita Conversaciones con el eco. Esta última tiene un aire dramático y percutido en su melodía tributaria de la escuela docta.

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R.Eagle ©

La letra es otra visión del desencanto general frente a una sociedad que no es más que un gran fraude: “Yo creí / En todo lo que decían / Yo creí / En todo lo que escribían / Yo creí / En todo lo que escuchaba / Y creí / En todo lo que leía.” La conciencia de la farsa es la amargura, como muestra el último verso: “Ahora sé / Que eran Mentiras / Ahora sé / Que eran Ataduras / Ahora sé / Que era un Robo / Ahora sé / Que era Frialdad”.

Teatro Municipal, Valparaíso, 2008

Radio Valentín Letelier, Valparaíso, 2008 El autor René Cevasco y ALVARO 56


Finalmente perdí El retorno a los estudios del “chileno que canta con la nariz” fue a través de una colaboración incluida en Sueños en percusión de 1998, un cedé de Bernhard Gedrat y Musambara. La canción fue un estándar del folclore chileno como Río río, el que reaparecerá luego en el compacto 5, 6, 7, 8, de 2001.

Cine La Scala, Constanza, Alemania, 2008 ALVARO y Hilde Schneider en la première del documental Full Dedication ALVARO

Luego vendría 25 años de democassettes, una colección de 18 versiones crudas y primarias, tanto del repertorio habitual como de cortes en inglés completamente desconocidos hasta entonces. La antología recoge tomas que van desde 1974 con Yo–Yo Billy o ¡Avalancha! (1975), hasta 1999 con Navegante umbilical y Lejos de mí. Estos demos son de un sonido precario y poseen más que nada la facultad de un registro histórico que da cuenta de un proceso creativo del que sólo se ven los resultados finales. Sin embargo, varios de estos artefactos grabados originalmente en cinta casera, tenían el fin de servir de carta de presentación para conseguir shows en vivo. Entre las novedades encontramos el mencionado Yo-Yo Billy, un rock and roll interpretado en un órgano eléctrico del que destacan su vetusto ritmo preprogramado, mientras Peña expone la historia de este virtuoso del yo-yo, que deja a todos “Bocabiertos por las cosas que podía hacer / Que el doble trapecio, caminando el perrito / El tiro al aire con dos yo-yos”. Y es precisamente gracias a estas habilidades que la chicas gritan enloquecidas por él.

Proa al Cañaveral, Valparaíso, 2003 Gonzalo Ilabaca, Eduardo Mena, Pedro “el capitán”, ALVARO, Ektor Guevara y Nacho Corces

La también citada ¡Avalancha! no es más que la antecesora de Pálido sol. La misma melodía, pero sin los aires andinos del pinquillo, sirve para desarrollar una lírica que narra cómo una mujer llama la atención de ALVARO en 59


Suiza, destrozando su corazón sin darle una oportunidad y sin mirarlo, anunciando además lo que serán sus futuras canciones de amor “perdedor”.

Dedo milagroso (1976) corresponde a una oda sobre la libertad de viajar a través de aventones: “Pasan y pasan los autos / Mercedes, Fiats, Rolls / Cientos de autos / ...Dedo milagroso / Que me llevas a todas partes”. El final es un consejo: “Simplemente busca un lugar apropiado / Y ya alguien te va a llevar.” También este título -con un arreglo sobre piano Hohner Clavinet-, es un estadio anterior de lo que sería Bebiendo mi propia esperma. Por otro lado, Hiroshima/Hirohito (1986) es una protesta en contra de la amenaza nuclear en las postrimerías de la Guerra Fría, y que contiene la introducción de la futura Tonteras. Así nos encontramos ante otra de las composiciones de Peña, repetitiva y mínima, en donde toda la letra es una y otra vez la asociación de palabras “Hiroshima” e “Hirohito”. Hay aquí una crítica al Emperador Dios, que permitió que Japón se embarcara en un juego de consecuencias nefastas, con un legado mortal para las futuras generaciones que vivirán bajo la amenaza de un Apocalipsis radioactivo como en aquella ciudad martirizada por el átomo. Como último tema inédito, Navegante umbilical comienza simultáneamente con golpes de piedras y a capella para luego integrarse el bajo. Ahora se le habla a un niño dentro del vientre, que toda la familia espera y al que ALVARO comenta humorísticamente: “Cuando yo estaba en tu lugar / Saqué primero la cabeza / Eché una buena mirá / Y aparte de alguien que me golpeó el traste / Todo estuvo perfecto.” Luego le desea buena suerte en la nueva vida, con un remate irónicamente pesimista: “Piénsalo bien que 60

este es un viaje sólo de ida / No hay vuelta a casa.” Con un nombre tan simple como su gráfica, Peña editó 1, 2, 3, 4, (2000), la primera de dos entregas en formato digital para el nuevo siglo, en donde junto a su voz y el piano eléctrico Hohner, regresa el bajo del colaborador habitual Jens–Peter Volk, quien también ofició de productor en ambos cedés.

Sobacos de menta es casi susurrado en inglés para confesar el voyerismo en un café con piernas, en su sentido más erótico: “Esos vestidos ajustadísimos como piel / Hacen que esos muslos brillen de lujuria / Estas hembras sirven café todo el día”. Pero acá no sólo se trata de mirar, sino de ser mirado también por otros machos: “Aquí los hombres le echan el ojo / A los hombres que lorean las hembras.” El verso final redondea el placer de mirar a estas mujeres semi-desnudas: “Los tacones aguja te hacen saltar los ojos / El sonido de estos tacones te estremecen / El corazón / Son los Sobacos de Menta / Que poseen unos juegos de té increíbles / Te calientan cada vez más / Excitándote hasta la eternidad”, puntualiza. “Imani–al–Jahl” se puede traducir del árabe como “mi credo”, y es el único texto de este tema, que por seis minutos repite la misma palabra una y otra vez sobre un misterioso fondo modal de piano eléctrico, dando una sensación de meditación y contemplación, acrecentada por el carácter minimalista de esta suerte de mantra espiritual. Así, Mi credo se ubica entre los varios títulos de esta marca de fábrica, iniciada remotamente en Sin comentario. Los sofocantes calores veraniegos en la costa central chilena, son la inspiración de El sol, también en inglés. La estación estival es la preferida para visitar el país, 61


desde que el músico regresara periódicamente a su ciudad natal desde mediados de los 90’s, tras el retorno de la democracia. El desesperado bajo sincopado da paso al primer verso, que hace una analogía entre las fuertes temperaturas a partir de una moneda que estaba en el suelo y que ALVARO trata de coger, quemándole la mano: “El tacaño se quemó la mano / Se quemó el bolsillo, se quemó todo.” “El sol es el enemigo número uno del agua / Conocí a La Niña, también conocí al Niño / Y a decir verdad ninguno de ellos me gustó”, expresa el texto con un aire de desencanto frente a la realidad climatológica, tal vez olvidada con la distancia geográfica. Hay una inquietud ante esta realidad, que también se relaciona con el calentamiento global y el aumento de las radiaciones ultra violeta como un hecho inevitable. Pero en la conclusión hay un vuelco radical al retomar el desarraigo y la carencia de una familia constituída al señalar con profunda nostalgia: “Estrella de Metal11 une también a mi familia / ...La misma sangre que corre por la familia / La mismísima sangre corre por mis venas.” Las líneas finales son dramáticas: “Una familia sin amor / Una familia herida / Una familia desnaturalizada”. El dolor de la carencia es tan insoportable como el gran calor. El cedé se cierra sin embargo con una manifestación de reconciliación frente a esta desolación personal, con la que Peña cierra el ciclo de sus cuentas afectivos pendientes desde su partida a Europa. Así, Pagué mis deudas tiene una introducción que recuerda a Valparaíso. “Pagué mis deudas / Las pinté de blanco”, es una muestra de la superación de los errores del pasado y el reencuentro con la memoria del origen, aunque es interpretada en

inglés: “Vi a mi papi / Sonreír a través de todo el cielo / Pero también vi a mi mami / ...Llorar a través de todo el ancho mar”, concluye saldando las heridas afectivas con sus padres.

5, 6, 7, 8, fue lanzado el 2001 y es la prolongación del primer volumen, contando también con la producción y el bajo de Jens-Peter Volk. Si 1, 2, 3, 4, despliega textos en inglés, el segundo registro es completamente en español. El cedé contiene Casi, casi gané, una de las canciones mejor logradas de aquel amor perdedor ya típico en Peña. A través de una alegoría ilustrada por un juego de dados, nos remonta a otra relación que no se concreta y que se sitúa en Valparaíso: “Siete / Quería el siete / Pero salió / Pelá el dos”. El último verso recalca con dolor este fracaso: “No te veré / Nunca jamás / Tengo miedo / Mucho miedo / ...Dados traicioneros / Como cuchillos / Dados traicioneros / De doble filo”, finaliza este lamento conmovedor.

Pociones de amor también apunta irónicamente a la relación con dos de sus ex mujeres a través de una mirada pesimista: “Las brujas me comieron el seso / Se tragaron mi voz y el queso / Esta canción no tiene son ni ton / ¡Perdón!”. Pero las pociones no se refieren a los hechizos como tales, sino que a la repostería dulce, la gran debilidad de su autor: “Pociones de amor con pái de limón / Hechos por la bruja de Iquique / ...Pociones de amor con pái de manzana / Hechos por la bruja de Konstanza.” Peña está harto de “las arpías”, por lo que rompe y se distancia de ellas con su típico humor: “Devuélveme el rosario de mi madre / Que me estoy quedando sin adre / Y debo cuatro meses de arriendo / ...Sin hacer ni pío.”

11 En referencia a aquellas estrellas de metal utilizadas como anclaje en el paseo Atkinson y otras edificaciones porteñas del siglo XIX.

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Con Río río, ya publicado en 1998, estamos frente a un característico y único tributo a esta tradicional muestra del folclore tradicional de Chile, en donde la carencia de la pareja es el motor principal en este corte que se aproxima en su relectura, a aquellos textos mínimos y repetitivos que colman su obra.

se describen las penurias de los emigrantes latinos en Estados Unidos, transformando un homenaje en protesta: “Que la uva y el tomate / Que el maíz y la calabaza / Que el girasol / Latinos trabajando muy duro / De sol a sol.”

El compacto acaba con un mea culpa frente a los errores del pasado, aquellos que fueron saldados en Pagué mis deudas. Errare humanum est habla de la universalidad de las malas opciones, las que pueden ocurrir en “Talca o Yakarta / Berlín o Bombay / Konstanz o Katmandú”, porque equivocarse es humano: “Me casé cuatro veces / El Pipán dice ¿a po qué? / Yo tampoco lo sé”, enumera ALVARO dentro de sus fracasos afectivos, a lo que se suma no haber sido lo que sus padres deseaban: “Dr. Honoris causa / Dr. Alvaro no seré / La letra con sangre entra / Pero conmigo nunca entró.” Tras estas dos pequeñas colecciones de piezas, que atrae a un nuevo público que lo comienza a redescubrir y valorar en su tierra natal, “el chileno con la nariz que canta” participó en un disco en honor al cantautor norteamericano Johnny Cash. El compilatorio realizado en Alemania por Franz Dobler el 2002, era Un niño llamado Sue, Johnny Cash revisitado y contó con el original de Peña Señor Johnny Cash. El corte de aire country con Volk en el bajo y Hubl Greiner en batería, narra cómo nuestro músico conoció las canciones de Cash, el que le agradó por su “estilo sencillo y directo”. Al saber que el artista cantó en la cárcel de San Quintín, le pide con todo aprecio y respeto que se acuerde de “los latinos que están ahí dentro”, redondeando la petición solidaria: “Sangre latina / Esperando ser quemada y aplastada / En el interior de la cárcel de San Quintín / ¡Dios nos libre y nos proteja! señor Johnny Cash”. Con el último verso 64

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No me verá morir La relación que estableció ALVARO con su retorno a Chile, se manifestó en una seguidilla de entrevistas para la prensa, en la que muchas veces se buscaba el lado bizarro del compositor y sus experiencias junto a Joe Strummer, antes que ahondar en su trabajo y sus canciones que ya comprendían una amplia discografía. Ya fuera por la tendencia del nuevo periodismo juvenil de enfocarse en la “onda” del personaje antes que en la sustancia de sus discos, o porque estos mismos discos eran inencontrables y desconocidos en el país, se hizo necesario una puesta al día de este repertorio. De esta manera su siguiente registro, Alvaro en Valparaíso, grabado y editado el 2003 a partir de una presentación en la Sala Musicámara del Centro de Extensión de la Universidad de Valparaíso organizada por la radio Valentín Letelier, recogía títulos imprescindibles de su autoría. Valparaíso, La repetición mata, Hecho de madera, Leche materna y no en polvo, El estrés, Martillo de goma, Tonteras o El látigo de la indiferencia, se presentaban en nuevas versiones junto al bajista Rodrigo Catalán y el baterista “Poroto” Figueroa, revelando remozadamente una obra mayoritariamente ignorada. También junto a estos clásicos, se incluían creaciones inéditas como la balada Espinas, Nada (sobre sus obsesiones eróticas) y en especial Liceo Uno de niñas, canción inspirada en la juventud de Peña, con una nueva aproximación al amor del perdedor frente a la mujer bella y al final inalcanzable: “Tus hermosos y gruesos muslos / Que yo creía tan sólo míos / Tu pelo recién escarmenado”, son las cualidades femeninas añoradas. Pero la realidad es más traumática: “No haberte conocido jamás / En el malón del Liceo Uno de Niñas / Jamás de los jamases”, 66

se lamenta con nostalgia, concluyendo así esta melodía romántica como pocas de ALVARO. La relación con el lugar de origen reapareció el 2004 en Valparaíso / El Musical, realizado en Alemania, que contó con el financiamiento de la ciudad de Constanza y en el que participaron bailarinas con una coreografía de Christiana Rosenberg. En la grabación de las canciones estuvo Jens-Peter Volk en bajo, junto a Andreas Spaett en batería, quienes con Peña dan vida a los 16 títulos que agrupa este cedé que alterna tracks acompañados y otros puramente vocales. Además, Valparaíso / El Musical se puede considerar su segunda producción conceptual y unitaria tras ¿Está el traje listo? de 1988, y como la muestra más acabada de su personalidad y de su ego, que es la inspiración fundamental en su obra. La placa, cuya versión en escena no se ha estrenado en Chile, se inicia con la ya tradicional Valparaíso, que da paso al desnudo Paseo Atkinson, que recoge las imágenes observadas en las inmediaciones de la residencia en que Peña habita en sus estadías en Chile. Con una melodía de aires marineros ingleses, asistimos a situaciones cotidianas y mínimas que distan de la idealización de postal que se podría esperar para describir un lugar de tanto interés turístico. Son las historias anónimas en un banco de ese paseo, como un hombre que habla con su perro, una pareja que comparte su cocaví o una persona que le confiesa a su amigo que su “ex esposa es ahora mi amante secreta.”

Valparaíso me aplasta es una breve manifestación de que la realidad en un lugar anhelado finalmente no corresponde a las idealizaciones nostálgicas. También hay un juego entre la sensación de decepción y las fecas de los perros vagos que se encuentran por todas partes, en donde el 67


humor no se pierde: “Valparaíso me aplasta / convertir en plasta.”

Y me va a

La acción regresa a Londres con Hermoso helado, una celebración a la llegada del verano al hemisferio norte a partir del pregón del heladero quien no es más que el mismo ALVARO, antes de trabajar como músico, y que ofrece su hermoso producto para “damas aún más lindas”. La alegría ante la estación estival es evidente: “Los largos días de sol han llegado / A quedarse para siempre / Me siento con ganas de bailar y cantar / Hasta la eternidad / ...Corramos por los campos de Clapham Common.”

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manifiesta su admiración por aquel pedazo celeste de la capital inglesa: “¡Tú! / Nos envías el maravilloso sol / Porque has presenciado mucha felicidad / ¡Tú! / Nos envías el granizo y la lluvia / Porque has sido testigo de tanto dolor”, rememora Peña recogiendo su mejor recuerdo del lugar que lo acogió en los primeros años fuera de su país y que sigue visitando.

¡Oiga! es una divertida recreación de la voz sin acompañamiento que también apunta a los pregones, pero esta vez de las ferias porteñas llenas de letanías populares: “¡Oiga! / A 180 los kilos / ¡Oiga! / A las jugosas, las jugosas / ¡Oiga! / A las puro jugo, las puro jugo.”

Enhebrando la aguja es un retrato de la soledad y del silencio, donde la música aparece como un fantasma lleno de acordes disonantes y fragmentados: “El silencio deja a los músicos sin pega / Odio el silencio”, comenta ALVARO ante este instante alienante que nos lleva a sus días en la casa tomada. Norte / Sur es otro ejercicio de memoria desde la distancia geográfica de Europa. En ella se evocan comentarios de sus padres sobre la realidad de este mundo que finalmente no se cumplieron, como pudo comprobar con el tiempo.

La polka aparece en Magia trágica, una letra dedicada a las mujeres que están cansadas y que no ríen, pero que “Ya cantarán nuevamente te amo.” Las líneas además evocan el pasado en el colegio Mackay y la muerte de los padres dentro de una perspectiva autobiográfica, en donde: “Sólo el amor puede conquistar / Al miedo.” Magia trágica se profundiza con Flor robada, un lamento por la mujer perdida que retoma el final de Como mucho contenido en La repetición mata, amenazando con tirarse de la torre Eiffel por despecho.

Lago de Konstanza, cuenta sobre la mujer esperando “sentada y solitaria frente al lago de Konstanza” a su músico, que ha preferido dejarla “Para ir a tocar en los pubs de Londres / Cantar en las calles y en sótanos llenos de humo.” Ella le escribe y le envía miel para cuidar su “garganta de cantante callejero”, sin embargo él está harto de su rutina en Inglaterra, por lo que manda todo al diablo para ver a su “tremenda niña” y a sus amigos, “cantarles a las vaquitas” y nadar desnudo en el lago.

La velita retoma la nostalgia por el Valparaíso dejado atrás, revelando la principal estrategia de su vida, la que le permite sobrevivir al peso del recuerdo a través de la analogía con una velita como una llama eterna. Más grande no puede ser esta llama porque el fuego atraería a los bomberos, acabándose todo. Al mismo tiempo de esta declaración de afecto y pertenencia, El cielo de Londres

Valparaíso que nunca me verá morir retoma el tema inicial insistiendo hasta el cansancio que la ciudad nunca lo verá morir. Con La pala, encontramos otro de aquellos temas minimalistas desarrollados a lo largo de los años y que se han transformado en marca de autor. El corte se inspiró en la remodelación del Paseo Atkinson y está construido sobre un bajo sólido en donde la letra no es más que ¡La pala! 69


El musical concluye con ¡Al faro!, una metáfora que apunta a aquella luz necesaria para no caer en la deriva existencial y en donde se busca guía, compañía, comprensión, salvación y confesión ante este “Tridente de Neptuno / Del océano Pacífico y tormentoso.” La coda de la obra es Lengua seca: “Lengua seca / De tanto hablar / Boca seca / De tanto cantar / Lengua seca / De tanto pecar / ¡Agua! / ¡Agua! / ¡Agua!.” Tras este compacto, Peña retoma al vinilo como soporte con dos singles que ilustran adecuadamente la simplificación temática en sus canciones. De esta manera se editó el 2005 Hey taxi llévame al cielo (llamado “vinilo amarillo por el color del prensaje). La cara A, de igual nombre, nació durante una estadía en Nueva York y el lado B corresponde a Ya hirvió la tetera. Ambos temas son una observación cotidiana de lo simple e insignificante, cuyo único texto es la frase que las titula.

Chile durante parte del invierno del 2008, trajo como adelanto el corte que dará nombre a su próxima producción: La lengua. El tema también fue estrenado durante un concierto-homenaje realizado en su honor en un Teatro Municipal de Valparaíso repleto, que fue testigo de esta pieza interpretada por un coro de niños del colegio Mar Abierto, que bien recordaba aquellas experiencias vocales vanguardistas de György Ligeti o Luciano Berio. Como quedó claro en esa velada, Álvaro Peña aún tiene cosas que decir y nosotros las estamos esperando con oídos atentos y desprejuiciados.

Por otra parte, el 2007 realizó M.P.E. (Mire - Pare - Escuche) dentro del “vinilo azul”. En él habrá otro ejercicio de nostalgia, esta vez por el tren que corría por Viña del Mar, el cual fue transformado en metro y escondido bajo tierra. Mientras ALVARO machaca el texto insistentemente, la canción concluye con el infantil “talán- chiqui-chi” que gime por la desaparición en el paisaje de este medio de transporte. Entre los 45 rpm, el 2006 apareció 8 Dedos, una compilación de antiguas creaciones como las inéditas Zdenka y Cama y desayuno de 1974 y 1975 respectivamente, junto a Bolero 8, Fuerte como un toro, Liceo Uno de niñas y Señor Johnny Cash entre otros. Pero la amplia discografía del “chileno con la nariz cantante” no termina con M.P.E. En su última estadía en 70

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Conclusión Al revisar en retrospectiva el conjunto de canciones que como un cuerpo único abarca la discografía de Álvaro Peña, hemos visto como las diversas “señales crujientes” que conforman su obra, articulan un discurso coherente, tanto desde el punto de vista musical como el de su lírica y temáticas generales. Un esfuerzo para escuchar estas canciones desde la perspectiva de un oyente de Europa, Estados Unidos o Japón, descubrirá una sonoridad, que sin caer en los clichés del folclorismo de postal del que paulatinamente se alejó, es claramente sudamericana en contraposición al internacionalismo más o menos homogéneo en un género de origen angloparlante como el rock. En este sentido son las raíces que el músico cultivó en Viña del Mar durante su juventud las que definitivamente tendrán un mayor protagonismo en su madurez. Ritmos latinos y tropicales aprendidos de referentes como la Orquesta del Casino de la Ciudad Jardín, fueron deglutidos y transmutados en una lectura propia traducida en su estilo personal. Boleros, mambos o bossa nova, se entrecruzaron con las polkas de las primeras lecciones de piano, y el rock simple y directo de los grupos nuevaoleros de su juventud, conjugándose en un crisol único, que abarcó desde la imperfección del “hazlo por ti mismo” de la estética punk, hasta el minimalismo sabio y concentrado del presente. Por otro lado sus textos dejan ver temáticas bien definidas a lo largo de su carrera. En un principio hubo una lógica carga política dada por las circunstancias de nuestra 72

historia reciente. Temas como Pálido sol y Latino América dieron cuenta de la realidad opresiva de la patria y de la miseria del continente. Luego, declamaciones como Diente cariado, pusieron el dedo sobre la decadencia del Imperio que lo acogió, mientras con El proletariado, manifestó públicamente su decepción por una causa idealmente noble, pero traicionada por el hacer real, tal como expresara George Orwell en Rebelión en la granja. Sin duda que la soledad, el despojo y la alienación producidos por el exilio, encontraron en El látigo de la indiferencia y Bebiendo mi propia esperma, una manifestación de dolor y tragedia que conocieron nuevas formas de expresión musical al alejarse del discurso oficial de la Nueva Canción. Un tema no menor es el de la sexualidad y el erotismo tan caros a una sociedad conservadora e hipócrita como la chilena. ALVARO fue violado en su niñez y el acto, lejos de traumarlo, le permitió desarrollar una visión del cuerpo libre de prejuicios. Su primera manifestación fue la nihilista Bebiendo mi propia esperma, y posteriormente se canalizaría a través de composiciones como Martillo de goma, Sobacos de menta o Nada. Tampoco se pueden olvidar sus posturas ecologistas y vegetarianas que se reflejaron desde diversos ángulos en un himno como Leche materna y no en polvo, El estrés o Fuerte como un toro. Las señales continúan con su mirada al amor desde la perspectiva del perdedor que nunca logra concretar una relación afectiva, como presenta en Hecho de madera, Traje de terciopelo verde, Casi, casi gané o Liceo Uno de niñas, entre varias otras.

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Otro tópico destacado es la nostalgia, temática que cruza a todo el resto y que se afirma en la lejanía a su tierra y familia, y en donde existe un hilo que une Valparaíso, pasando por la tristeza de Nuestro hijo, momentos de resignación como en Mariposa o bien de reconciliación como Pagué mis deudas. El existencialismo y el sentido de la vida es otro punto importante dentro de su discurso, como queda en claro en lo que podría ser su obra maestra, ¿Está el traje listo?, y en donde no faltan otros elementos fundamentales para contrarrestar el dolor, como son el humor y la ironía también presentes en gran parte de su producción. Sin embargo, el sello más personal dentro de la lírica de Peña fue lograr una economía de medios al momento de enunciar sus mensajes basados tanto en temas trascendentes como en observaciones triviales. En este sentido hay que tener en cuenta que esta marca de fábrica se relacionó directamente con el desarrollo de un formato canción minimalista y repetitivo, que se inició con Sin comentarios para llegar a La repetición mata y los recientes Imani– al–Jahl, La pala, Hey taxi llévame al cielo, Ya hirvió la tetera y Mire - Pare - Escuche.

sus zapatos, o los guantes blancos con los que toca el piano. Al optar por la independencia artística, quedó claro para ALVARO que sus canciones no sonarían en las parrillas de éxitos radiales, y que menos llenaría estadios con sus presentaciones. Su camino sería como un apostolado, que sólo gracias a la honestidad y coherencia de su propuesta, fue sumando adeptos a medida que ganó en difusión. Finalmente podemos afirmar que su música se encuentra tanto a un paso de la canción popular como de las vanguardias más elaboradas, cerrando burlonamente un ojo a ambas y manteniéndose a una distancia precisa para ser única e irrepetible dentro de la creación nacional.

En resumen, las letras de Álvaro Peña constituyen en su sumatoria y a pesar de la diversidad temática, un conjunto que manifiesta en cada una de sus aristas su experiencia personal como la fuente de inspiración generalizada de sus canciones más diversas. De esta manera, el ego del compositor, expresado también en la creación del personaje ALVARO, es el gran eje que atraviesa su trayectoria. Por otro lado, el “personaje” tampoco deja indiferente en sus múltiples detalles como las camisas hechas con sacos de harina, los corazones rojos en los cordones de 74

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Bibliografía principal LIBROS: -Escárate, Tito. Frutos del país: Historia del rock chileno. Santiago, 1995 -Planet, Gonzalo. Se oyen los pasos: La historia de los primeros años del rock en Chile. Del beat y la sicodelia al folk rock (1964–1973). Beatgurú Libros, Santiago, 2004 -Randel, Don. The New Harvard Diccionary of Music. The Belknap Press, Londres, 1986 -Vicuña, Ignacio; Gudack, Laura; y Scott, Scottie. La Gaviota de Viña del Mar. Editorial Pucará, Santiago, 1975 -Yewdall, Julian Leonard y Jones, Nick. Joe Strummer with The 101’ers & The Clash: 1974-1976. Image Direct, Londres, 1992

ARTÍCULOS: -Cevasco, René. Análisis del discurso del rock chileno entre 1967 y 1995: Elementos para una crítica de prensa escrita. Tesis para optar al grado de Licenciado en periodismo y comunicación social. Viña del Mar, 1999 -Cevasco, René. Alvaro de Valparaíso: el chileno que creó el punk. Suplemento Superestrella, La Estrella de Valparaíso. 28 de septiembre de 2001 -Cevasco, René. Alvaro de Valparaíso: el pionero del punk sudaka graba por primera vez en Chile. Suplemento Superestrella, La Estrella de Valparaíso. 12 de octubre de 2001 -Cevasco, René. Álvaro Peña: “Joe Strummer no podía tocar más de tres acordes”. Suplemento Superestrella, La 76

Estrella de Valparaíso, 27 de septiembre de 2002 -Cevasco, René. Sala Musicámara 2003: Impulsando la creatividad de los grupos regionales. Suplemento Superestrella, La Estrella de Valparaíso. Marzo de 2003 -Cevasco, René. Alvaro de Valparaíso: Embajador del Puerto. Suplemento Superestrella, La Estrella de Valparaíso, 25 de febrero de 2006 -Cevasco, René. La electrónica es una moda: ¡Viva el punk porteño!. Suplemento Superestrella, La Estrella de Valparaíso, 4 de febrero de 2005 -Cevasco, René. Álvaro Peña: El Padre del punk sudaka grita por tren perdido. Suplemento Superestrella. La Estrella de Valparaíso. 5 de enero de 2006 -Cevasco, René. Álvaro Peña toma su taxi al cielo. Suplemento Superestrella, La Estrella de Valparaíso, 2005 -Peña, Álvaro. Archivo personal de prensa.

Bibliografía complementaria -Escárate, Tito. Canción Telepática: Rock en Chile. Lom Editores, Santiago, 1999 -Salas, Fabio. El Grito del Amor, una historia temática del Rock. Documentas, Santiago, 1987 -Salas, Fabio. Utopía, Antología crítica del rock chileno. Bravo y Allende, Santiago, 1993 -Salas, Fabio. La primavera terrestre: Cartografía del Rock Chileno y la Nueva Canción Chilena. Cuarto Propio, Santiago, 2003 -Stock, Freddy. Los caminos que se abren: La vida mágica de Los Jaivas. Grijalbo S.A., Santiago, 2002 -www.don-alvaro.net -www.dickgaughan.co.uk -www-personal.umich.edu/~mhuey/froots/froots41.html 77


Esta primera edición de 500 ejemplares fue hecha con caracteres Lust For Life sobre papel Bond Ahuesado 80 grs. y Couché 200 grs. en OIKOS impresos San Enrique 555, Cerro Alegre Valparaíso noviembre de 2008