Rock 'N Ball Nº2- Julio

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realidad. Cuatro cambios de técnicos en un año y el armado de un plantel “para salir campeón” no alcanzaron. Chaca dependió de los chicos del club. Uno de esos pibes es, justamente, Gabriel Tellas que a los 43 minutos del segundo tiempo clavó el empate. Un frío, pero esperanzador grito de gol devolvió la ilusión a los socios. Las viejas y los viejos hinchas de chaca se agarraron las canas, el milagro parecía posible. Vigliano, el árbitro, adicionó 4 minutos más. Un equipo que había metido 23 goles en 38 fechas necesitaba uno más en 6 minutos. Todos al ataque. Santa Gilda, el Gauchito Gil y San Expedito fueron, nuevamente, los más solicitados. En la cancha no había más planteos tácticos. Tomatito Pena estaba parado de wing izquierdo. Nunca tiró un centro como la gente. Chicago encontró un pelotazo y fue a liquidarlo. Otra vez Carboni, sí el autor del primero quería callar definitivamente el estadio. Pero por algo está jugando en la B Metro y no en Europa. La tiró afuera. Le falló la frialdad de goleador. El reloj siguió su marcha. Apareció un penalazo. Nadie recordará nunca la mano de Testa, pero fue clave porque el remate del jugador local tenía futuro de gol. Pasini tirado en el piso, lagrimas para todos. Los de Chaca porque tenían la oportunidad. Los del Torito porque no lo podían creerse les podía escapar el ascenso. En la mitad de un terreno de juego, un jugador con la camiseta verde y negra estaba tirado. Miraba para abajo. Lloraba, rezaba, imploraba que caiga un rayo y que suspenda el partido. Que pase algo, que se pinche la pelota, que se quiebre antes de patear. Cualquier cosa servía.

¿Quién iba a buscar la pelota? ¿Quién iba a tener lo necesario (huevos) para decir: “Lo pateo yo?”. Fue Toledo, Tauber también la pidió. Pero la agarró el mediocampista. Enfrente Daniel Monllor. El arquero se había quedado libre de Chicago y pensó en retirarse del fútbol. Los ojos en la pelota. Hinchas callados, Pasini tirado en el suelo, Toledo con los ojos fijos en la pelota, Monllor con las manos en las rodillas, Vigliano con el silbato en la boca. El árbitro dio la orden. En el primer paso de Toledo a un hincha de Chicago que lo estaba viendo con sus chicos por tele seguro se le pasó su abuelo por la mente. En el segundo paso, un hincha de Chaca le tocó la cabeza a su hijo. En el momento de pegarle los dos abrieron la boca. Atajó Monllor. Los dos reaccionaron. El de la cancha abrazó a su pibe, el que estaba en la casa también. El estadio estaba pasmado. No entendían nada. Los incidentes y la quema de patrulleros que se vaticinaban después del partido nunca aparecieron. Hubo aplausos, llantos y gritos. En la nota post partido, Monllor tiró: “La verdad no conozco a el que pateó el penal”. Ahora lo va a tener en claro. Seguro le van a mostrar mil veces el video en You Tube. Chicago es de la B Nacional. El fútbol es internacional, hace unos meses el City ahora Nueva Chicago festejan después de haber sufrido. El fútbol es popular porque es pasional, fácil de entender y sencillamente hermoso. Jorge Luis le erró feo. Por eso yo siempre leo Fontanarrosa.


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