Antes de que hiele

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19 En cierta ocasión, soñó que moría sola en una fría noche de invierno. En su sueño, patinaba a la luz de la luna sobre un lago helado, en un bosque lejano. De improviso, caía sobre el hielo y se rompía la pierna. Empezaba a gritar, pero nadie la oía. Moría congelada sobre el hielo y, en el instante en que el corazón dejó de latir, se despertó con un sobresalto. Mientras intentaba liberarse del cepo que le atenazaba la pierna, recordó aquel sueño. En un principio, no quiso llamar a su padre para pedirle ayuda. Pero aquella boca de hierro no cedía. Finalmente, sacó el móvil y marcó el número de su padre. Le contó dónde se encontraba y que necesitaba ayuda. -¿Qué te ha pasado? -Pues que he quedado atrapada en una especie de cepo. -¿Qué quieres decir? -Que tengo algo así como una garra de hierro alrededor de la pierna. -Voy ahora mismo. Linda esperaba. Empezaba a sentir frío y pensó que tardaría una eternidad en ver las luces del coche de su padre. Se detuvieron junto a la casa. Linda gritó. Enseguida oyó que se abría la puerta de la casa; el perro empezó a ladrar. Los vio atravesar la oscuridad. Una linterna que iba iluminando el camino le permitió ver a su padre, a Henrietta y al perro. Había otra persona más en el grupo, pero se había quedado rezagada, en la penumbra. -Has quedado atrapada en un viejo cepo para zorros. ¿Quién lo habrá puesto ahí? -Yo no -replicó Henrietta-. Habrá sido el propietario de los terrenos. -Pues hablaremos con él -amenazó el padre mientras abría el cepo-. Será mejor que te llevemos al hospital. Linda probó a apoyar el pie en el suelo y, aunque le dolía, logró sostenerse sobre él. El hombre que había permanecido entre las sombras se adelantó. -Un nuevo colega al que aún no te he presentado -aclaró su padre-. Stefan Lindman. Empezó con nosotros hace unas semanas. Linda lo miró. Enseguida le gustó su rostro, que vio a la luz de la linterna. -¿Qué estabas haciendo aquí? -quiso saber Henrietta. -A esa pregunta puedo contestar yo -aseguró Stefan Lindman. Linda oyó que hablaba en dialecto. ¿De dónde sería? ¿De Värmland, quizás? Ya en el coche, camino de Ystad, le preguntó a su padre. -Es de la zona de Västergötland -aclaró Kurt-. Allí hablan así de raro. Con ese dialecto es difícil que lo respeten a uno. Los de Östergötland, Västergötland y Gotland son los que peor lo tienen. Y los que consiguen hacerse respetar con más facilidad son, al parecer, los de Norrland, ignoro por qué. -¿Y cómo iba él a saber lo que yo estaba haciendo allí? -Seguro que se ha inventado algo. Pero a mí quizá puedas explicarme qué has ido a buscar a esa casa a estas horas, ¿no? -Es que soñé con Anna. -¿Y qué soñaste? -Que me llamaba. Me desperté y salí corriendo hacia la casa de Henrietta. No sabía qué iba a hacer allí. La vi por la ventana. Estaba con un hombre. Después ella volvió la cabeza y me vio. Entonces yo eché a correr y caí en el cepo. -Bueno, ahora al menos ya sé que no volverás a lanzarte a investigar por tu cuenta a medianoche -se burló su padre. 102


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