Capítulo VI

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El neoliberalismo y la participación social

Carlos Guerra Rodríguez

"subproletariado urbano", sino como una sobrepoblación propia de las economías capitalistas dependientes que cumplía el rol de Ejercito Industrial de Reserva (Cardoso, 1972; Duque y Pastrana, 1972). Las poblaciones fueron consideradas la única forma posible de resistencia para una fracción de la clase obrera tradicionalmente menos organizada y politizada, sin una conciencia clara del significado de la lucha de clases, pero padeciendo las contradicciones en el tema del consumo (Castells, 1973). En América Latina se viven distintos posicionamientos, pero todos ellos viendo en los marginales un potencial revolucionario-destructor si su situación no es satisfecha, estaba los antecedente de la revolución rusa y posteriormente el de la cubana. La que se ha llamado en ocasiones política reformista ha intentado afrontar el problema de la miseria para evitar el que pudiera desembocar en situaciones de violencia. El pensamiento revolucionario, por su parte ha visto en estos sectores el capital humano necesario para emprender el camino de la revolución. Tampoco han faltado quienes han propugnado y aplicado la represión directa combinada con el paternalismo y el aislamiento sobre estos sectores. Pero todos ellos, en mayor o menor medida, han utilizado para sus propios fines la organización poblacional existente o potencial. Sobre las distintas posiciones domina, de alguna forma, el ideal de la modernidad, un discurso que habla de la construcción de una sociedad moderna, en el sentido de conformar una sociedad integrada, con altas posibilidades de movilidad social para sus miembros. Ello significa la necesidad de ensanchar el sector moderno de estas sociedades latinoamericanas para dar cabida a las masas marginales. La ciudad, como símbolo de la modernidad, es el lugar por excelencia donde se debería producir este proceso integrador. La radicalidad del fenómeno marginal exigía y requería soluciones integrales, pero el problema estaba según estos teóricos en que los afectados eran incapaces de hacer mayores aportes en este sentido por sí mismos. Es entonces cuando se postula la necesidad de agencias promotoras externas que los integre internamente, los organice y los incorpore finalmente a la sociedad, ya que los afectados no son autosuficientes ni pueden llegar a serlo. Este agente se piensa que tiene que ser el Estado y así es asumido en Chile por Eduardo Frei. De este modo, desde los postulados de la Teoría de la Marginalidad, se crea dentro del aparato estatal la Consejería Nacional de Promoción Popular, origen de gran parte de la organización poblacional tanto a nivel territorial como funcional. Tal proyecto de integración y participación requería de una modernización de las estructuras sociales, pero la base económica y la voluntad política para transformarla se mostraron incapaces de sustentar dicho proceso. Lógicamente las demandas de los VI. Las organizaciones sociales populares en Chile

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