Programa agartha

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ARTES MARCIALES

Las bien llamadas "artes" marciales, constituyen la posibilidad del logro permanente en la conquista del equilibrio a través de la acción-reacción. Esta danza, reflejo de la cósmica, permite la defensa y el ataque y el intercambio rítmico de las energías amigo-enemigo, yo y el otro, en el que uno de ellos deberá necesariamente imponerse para que pueda perpetuarse la armonía universal por medio de la desarmonía del vencedor y el vencido. Las artes marciales tradicionales jamás han considerado el exterminio del adversario, sino que, por el contrario, suelen utilizar la energía del enemigo para dejarlo desarmado y por lo tanto indefenso y rendido pese a su furor. Algunos estrategas afirman que una buena defensa consiste en un buen ataque y alegan importantes razones a su favor. Igualmente en la guerra a veces los vencedores suelen ser los vencidos. No se puede entrar en la batalla con la omnipotencia del que no respeta las leyes de la guerra, y mucho menos si no se tiene la convicción de vencer. Hay dos grandes principios en la estrategia que pueden ser la causa de la impecabilidad de un guerrero: a) no subestimar al adversario; b) no mostrar las armas al enemigo (Tao Te King). Además debe saber el guerrero que sus emociones son secundarias siempre que su causa sea justa. En la elección de esa causa y en el conocimiento que eso supone, está la clave del éxito final. Cabría también enumerar una tercera regla: deja las huellas necesarias para que tengan que enfrentarse contigo. El perseguidor está siendo perseguido. Si bien esto no es el fin de nuestros estudios –que aspiran a la metafísica– no dejan de ser útiles estas advertencias en ciertas ocasiones.

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CIENCIA La Antigüedad no establecía diferencias netas entre Ciencia, Arte y Filosofía. Igualmente los alquimistas medioevales se autodenominaban tanto artistas como filósofos, y al referirse a sus actividades lo hacían llamándolas Ciencia. De ese modo la vinculaban con la Ciencia Sagrada y tradicional que no excluía las disciplinas cosmológicas ni la meditación metafísica y tampoco el rito y la oración, según puede verse en todos los documentos emanados de su mano, los que unánimemente lo atestiguan. La Ciencia, tal cual la conocían los antiguos, no tenía nada que ver con un método literal, como la conciben nuestros contemporáneos (nacida esta idea con Descartes en el Discurso del Método aparecido recién en el siglo XVII) y menos aún pensaban en su sustitución por la "técnica" o "técnicas", modos de ver éstos exclusivamente empíricos y racionales, en contraposición con la universalidad de la auténtica Ciencia. La llamada ciencia moderna, fundamentada en la estadística y en la comprobación de un mismo fenómeno en circunstancias "ideales" no es de ninguna manera exacta, como bien lo sabían los alquimistas medioevales (que repetían un mismo experimento cientos de veces, sabiendo que las circunstancias eran siempre distintas, para obtener finalmente resultados palpables de transmutación natural), pues es sabido que las mismas coordenadas espacio81


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