El gran gatsby

Page 270

-¡Vaya! -se sobresaltó-. ¡Oh, Dios mío!, solían ir allí en manadas. Se quitó las gafas y las limpió de nuevo, por dentro y por fuera. -El pobre hijo de puta -dijo. Uno de los más vivos recuerdos que guardo es el de Navidad a mi regreso al Oeste, primero procedente del internado y más tarde, de la universidad. Aquéllos que se iban más allá de Chicago se reunían en la vieja y oscura estación Unión a las seis de cualquier tarde decembrina, con algunos amigos de Chicago, ya presos de sus alegres festividades, que les daban un apresurarlo adiós. Recuerdo los abrigos de piel de las niñas que regresaban del colegio de la señorita fulana o sutana, la charla con el aliento helado, las manos que decían adiós encima de la cabeza cuando alcanzaban a divisar algún viejo amigo y el careo con las invitaciones: ¿Te vas para donde los Ordway?, ¿los Hersey?, ¿los Schtiltzes?, y los tiquete largos y verdes, apretados en nuestras enguantadas manos. Y por último, los lóbregos vagones amarillos del tren de Chicago, Milwaukee y St. Paul, que se viajan alegres como la navidad misma en las carteleras junto a los portones. Cuando nos adentrábamos en la noche invernal y la nieve verdadera, nuestra nieve, comenzaba a extenderse al lado nuestro y a parpadear contra las ventanas, y la tenue luz de las pequeñas estaciones de Winsconsin empez

El Gran Gatsby

269


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.