Revista Frenesí - mayo 2013

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Del “tratar” al “sentirse” animal Si existe algo que caracteriza nuestro momento socio histórico es, definitivamente, la Crisis. Pero no hablo de crisis económica, mucho menos política, sino de todas esas representaciones imaginarias que nos mantienen unidas como sociedad. No hace mucho tiempo atrás, habían supuestos que todos acataban: el amor incondicional materno, el padre trabajador ajeno a la crianza, la eterna fidelidad matrimonial, el saber del anciano. Hoy, todo eso, está fragmentado y diluido. Y está bien que así sea, porque se esboza un espacio a la diversidad y al pensar distinto. Sin embargo, en nuestras significaciones sociales cristalizadas, los cambios no están del todo contemplados. En una época donde todo es efímero, algo tiene que mantenerse como certeza, y por eso nos inventamos fechas para celebrar y conmemorar. Abril es el mes del animal, y al menos ese día los trataremos bien. Pero ¿qué pasa el resto del año? En una familia, un padre que ya no funciona como mero productor y una madre que es independiente y trabaja, son funciones que chocan con “lo esperado”. Y pueden acarrear variadas consecuencias: desvalorizar al otro, agredirlo psíquicamente o dañarlo en forma física. Muchas veces, el resto del año sólo nos

Ensayo Diana Leonor Di Stefano tratamos como animales, seres “inferiores” a los humanos. El problema es que, este “ser tratado” como animal, puede significar un “sentirse animal”. Un simple hecho de violencia, una palabra o un golpe, al repetirse por tu pareja, tu familia y el resto de las instituciones por las que atravieses, pueden transformar tu posición subjetiva, la manera de enfrentarte a los otros. Esa subjetividad que te hace único, pero ahora busca borrar tu singularidad y te homologa al animal. La violencia funciona como solución a esta crisis de significaciones. Una solución aún “inferior” al ser animal, porque no permite que emerjan novedades ante los cambios de roles sociales. Como sociedad, es necesario que encontremos otras maneras de enfrentar el sufrimiento que acarrea la falta de modelos e ideales; la violencia sin sentido no lleva a nuevas construcciones. Deberíamos dejarnos guiar por nuestros mejores amigos: no hay fechas en el calendario para recordar las cosas importantes; la vida se construye por cada cambio y discontinuidad. Ser tratado como un animal es una acción externa, pero sentirse animal esconde una decisión. No será fácil, pero es nuestra elección el camino a tomar.

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