VOS #48

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arilé (29) nació en Asunción pero dos años después sus padres, Malena y Julio César, decidieron mudarse a Villarrica. Allí fundaron la empresa familiar, una fábrica de calzados bajo la marca Giulio Cesare que sigue vigente en la actualidad. “Yo me dediqué toda la vida a vender zapatos. Mientras estudiaba en el colegio, por las tardes trabajaba en la fábrica. Me tocó desde poner los cordones hasta ser secretaria de mamá”, relata. Sus primeros recuerdos allí los tiene desde los 6 años, cuando ya andaba de visita. No era una niña traviesa, no trepaba los árboles o hacía desastre en la fábrica, pero sí leía libros. “Mamá siempre nos tuvo cerca y ella es de esas personas que quiere verte haciendo algo productivo”, describe. Así que a medida que fue creciendo, fue aprendiendo del negocio familiar. A los 12 le empezaron a pagar simbólicamente y ella usó su primer ahorro para comprarse una Barbie. “Papá y mamá valoraban mucho el hecho. Así que era ganarme una ida a Asunción para comprarla. Para mí era igual a un Oscar tener el aplauso familiar”, compara. A la par de esto, también estudió inglés y tomó clases de piano con la profesora Nenucha de Mussi, a quien recuerda con mucho afecto: “Ella marcó mi vida. Cuando ya hablábamos de cosas adultas, siempre me destacaba la admiración. Que hay que admirar a las personas, que hay que ser apasionados con lo que uno hace. Y terminaron siendo dos de las cosas que más hago en esta vida”. A la música la descubrió por su cuenta, canciones que escuchaban los padres de sus amigas, el hermano de una compañera, etc. Con ayuda de su teacher, traducía las letras de las canciones de Los Beatles, el primer grupo que le voló la cabeza. “Antes no había internet para traducir las letras y eso me sirvió bastante para perfeccionar mi inglés”, acota divertida. Se cataloga como rockera porque “el rock es actitud y locura, pero locura de amor”. De hecho, sus películas favoritas son Cinema Paradiso y el Rey León porque ambas hablan de lazos. “Me encantan porque tienen nostalgia y amor en todas sus manifestaciones. Incluso el amor a tu ciudad. Y yo le amo a Villarrica”. Confiesa que cada vez que ve Cinema Paradiso llora como la primera vez; mientras, se sabe de memoria todos los temas musicales y diálogos del El Rey León. “Soy una enamorada de las pasiones. La música es una pasión, el cine también. La fotografía. El fútbol es una pasión. Yo me emociono todo el tiempo. Me gusta vivir”. Y eso se nota cuando habla y le brillan los ojos al recordar su infancia o al contar sobre su mascota favorita, una hembra de raza pastor alemán que se llama Julieta y quedó con tres

patitas debido a un accidente (ella es en realidad una de los 14 catorce perros que tiene en Villarrica. La mitad vive en la fábrica; la otra, en casa de su familia). Le gustaban los negocios, así que estaba convencida de que seguiría Economía; pero por el camino, cambió de parecer. Un profesor suyo del colegio, que también enseñaba en la universidad, la disuadió de esa idea. Cuando la vio en el pabellón a punto de inscribirse, le recordó cuánto sufría en las clases de matemática, y le contó que si seguía esa carrera tendría 16 horas de clase con él. “Para que veamos lo importante que son los maestros en nuestra vida. Yo creo que el profesor Eleazar Schaefer no sabe que me salvó la vida. Hasta hoy le agradezco”, dice. Pero ¿y la conducción? En realidad fue algo que siempre estuvo en ella. En el colegio era la que estaba al frente de los festivales y cuantos eventos se realizasen. Y lo curioso es que la radio le llega a través de ello. En el primer año de la facultad de Derecho –sí, es abogada- la comisión de ciudadanos encargados de la organización del Carnaval de Villarrica le ofrece la conducción. Gracias a esa exposición, al poco tiempo consigue trabajo en la radio Transamérica. Allí estuvo durante siete años, de tres a cinco de la tarde el primero, y los siguientes hasta las seis. ¿Por qué elegiste Derecho? En ese momento yo no podía venir a Asunción para estudiar Ciencias de la Comunicación. Mi papá había tenido un accidente automovilístico muy grave que nos tocó mucho como familia. Mi mamá y yo tomamos muchas responsabilidades, que antes las asumía claramente mi papá pero que en ese momento no podía ser. Tuvimos un bajón económico, no demasiado grande pero todo golpea. Yo pensaba en que le iba dejar a mi mamá con mis hermanos muy chicos; entonces, dije: “Me quedo”. Y estudié Derecho en Villarrica. ¿En ese tiempo qué pasó? Empecé a querer hacer algunas cosas en la empresa de mi papá y chocamos un poquitito, porque no teníamos las mismas perspectivas. Entonces, abrí mi propio negocio y a los 19 años tenía mi propia tienda de importación de calzados femeninos. Fue la primera tienda exclusiva para zapatos de mujeres en Villarrica. Y no era contrabando, era de importación (risas); por eso es mi orgullo. Se llamaba Miss Diamond, porque me gustaba mucho Marilyn Monroe. Gracias a eso y juntando con mis ahorros, cumplí mi sueño de toda la vida: irme de mochilera a Europa durante un mes y medio. 21


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