Tartarus #9

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Cronicas del personaje

sea acompañado de un paje o escudero en sus misiones. Sea yo tu paje, pues he aprendido a valerme por mí misma, y mi hermano, que es caballero ungido, se ocupó de enseñarme a defenderme. —Sea, si así lo quieres. Máiréad consiente con el espíritu infamado de dicha, pues en realidad la idea de dejar a Noguent la había entristecido. En las inmediaciones de Carduel, tras dos días de camino, se topan por fin con un caballero. Lo reconocen desde la lejanía como tal, pues ha atado a un árbol su lustroso caballo, viste una armadura reluciente y sobre sus rodillas pule una espada tan magnífica que solo podría ser regalo de un rey. —¡Alabado sea! Por fin topamos con un caballero digno de tal nombre. —¿Quién me saluda con palabras tan halagadoras? —pregunta el hombre, levantando la vista. —Soy Máiréad, cronista y escribana, y esta que me acompaña es la dama Noguent. ¿Tenéis vos acaso alguna hazaña que contar? La pondré por escrito con tal belleza que ni el mismísimo Virgilio podría criticar vuestra queste. —Me honra vuestro ofrecimiento, sabia Máiréad, pero sabed que mi nombre es Gawain, y que muchos antes que vos han hablado de mí en sus escritos. Poco habréis de añadir a lo que Wace, Chrétien de Troyes o Robert de Boron ya contaran sobre mis hazañas. En los días siguientes, aún rodeando Carduel y de camino a Camelot, no hay un solo caballero del que no se hayan escrito ya mil canciones. Hasta la corte de Leonor de Aquitania han llegado ya los nombres de todos ellos, así que Máiréad desfallece, porque ante la falta de historias ya no sabe cómo proceder. —¿Qué me queda sin una tarea por cumplir? ¿Acaso puedo ser una verdadera cronista si nada he puesto por escrito? Tal vez debiera buscar al falso caballero, el asesino de la cierva, para contar su ignominiosa aventura. Un falso héroe para una falsa poeta, como yo. Eso me queda, buscar a Guigemar. —¿Guigemar, decís? —exclama aturdida la joven Noguent—. Pues, ¿cómo habría de ser él un falso héroe cuando no es otro que mi hermano? —¿Es vuestro hermano ese villano? —Medid vuestras palabras, amada Máiréad, pues Guigemar es mi querido hermano, que desapareció un día antes de vuestra llegada al castillo de León. Y por mi honor de doncella, os juro que es un caballero. Se marcha ofendida y triste Noguent, y Máiréad, orgullosa, se niega a ir tras ella. En su empeño por probarse, avanza preguntando en cada villa, en cada pueblo y hasta en la misma Camelot por el caballero Guigemar, del que nada de sabe desde hace semanas.


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