Tártarus#6

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EDITORIAL Hay muchas emociones que volvemos a sentir al oír tres simples palabras: érase una vez. ¡Ah, la magia de la combinación de unas letras! Por eso, te vamos a pedir que te otorgues permiso hoy para dejar a aquel niño o niña que un día fuiste salir a la superficie. ¿Recuerdas cuando disfrutabas de los clásicos cuentos tradicionales y cómo soñabas con ellos? Seguro que deseabas vivir aventuras junto a tus personajes más admirados. En este número te damos la oportunidad de revivir todos esos momentos de nostalgia. Sumérgete y siente las historias que te contaban de pequeño de nuevo corriendo por tus venas y recorriendo tu piel. ¡Adelante! Verónica y Alex

RevistaTártarus @revistatartarus WEB: https://revistatartarus.wordpress.com ISSN-2444-9652 LUGAR DE EDICIÓN: Linares, Jaén (España) CONTACTO: revistatartarus@gmail.com


VIVIENDO LA FANTASíA. Relatos Recurrente, de Alex j. Román La petición, de V. Cervilla

A TRAVÉS DE LA PANTALLA. Cine Espejito, espejito

Crónicas del personaje. Fanfiction El síndrome de Cenicienta

Conoce al autor. Entrevista Daína Chaviano y C.J. Cilleros

La escuela de Calíope. Divulgación Mujer y fantasía. Lo “femenino” en los cuentos de hadas

La Saga. Novela El destello esmeralda. Capítulo 2

Taller del escribidor. Ortografía La maldición del corrector de word.

Mirando más allá. Ilustración Mamen Marcén y Sebas Vieira

Navegando entre libros. Reseñas La saga de Einar y Oruc, de Raquel Montiel La hija de Barbazul, de Ana de Haro

Tras los muros. Concurso Ganador del concurso anterior La prisión de los cuentos, de Emilio Prieto

Páginas amigas. Colaboración Los artículos y anuncios publicitarios, así como las opiniones de los entrevistados y columnistas, no reflejan necesariamente la opinión del editor. Se prohíbe la reproducción parcial o total del contenido de esta revista sin previa autorización por escrito del editor. Todas las imágenes e ilustraciones así como los textos son publicados con permiso de su autor. La información es correcta en el momento de la publicación.


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Dirección y edición

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Maquetación y diseño

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Reseñas y divulgación

Nazaret Morris

Relaciones Públicas


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RECURRENTE

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a ascensión del camino era tal que su fin se alzaba a alturas inimaginables. En la cima, rozando los cielos, se encontraba el gran objetivo de Merto. Este apretó los puños mientras su rostro se transformaba en una expresión cubierta por el odio y la oscuridad. Arrancó a correr camino arriba, luchando contra la dificultad que la elevación le suponía. Por si fuera poco, su cuerpo se veía obligado a soportar el peso de su armadura, la espada y el escudo, pero nada de eso le importaba en absoluto. Tenía que llegar hasta el final costase lo que costase. El castillo que le esperaba en lo alto resultaba ser el más grande y terrorífico que jamás había existido. Sin embargo, lo que todos temían no era la imponente fortaleza sino el malvado ser que allí habitaba: Atrix, un brujo con un poder que superaba todos los límites, fruto de su servicio a la magia oscura. Merto luchaba sin descanso contra él, sin importar cuantas veces hubiera perdido ya. Tenía una afrenta personal imposible de borrar: la princesa del reino, la única mujer a la que había amado profundamente, había sido asesinada. Con gran parte del camino ya a su espalda, sus músculos empezaron a pesarle. Todavía estaba a una distancia considerable; no podía tolerar que el cansancio le hiciese perder esta nueva batalla antes siquiera de iniciarla. La tensión a la que se veía sometido cubrió con rapidez su cuerpo con un sudor frío, dejándolo empapado, pero se obligó a sobreponerse


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a todo aquello y aceleró el paso. Durante toda su vida, se había considerado un guerrero valiente, seguro de sí mismo e incansable en la batalla. Había ganado todos los duelos personales a los que se había enfrentado. Al fin tuvo la entrada frente a sus ojos. Profirió un grito de guerra mientras se abalanzaba sobre el portón de madera con toda la violencia de la que era capaz. Accedió al interior con brusquedad, mientras podía sentir cómo su cuerpo se llenaba de adrenalina, eliminando temporalmente el cansancio acumulado. Se encontró de lleno en mitad del impresionante vestíbulo que tantas veces había atravesado. El ambiente gélido e inquietante que flotaba en él le resultaba demasiado familiar. Merto aminoró el paso, consciente de que el peligro acechaba en cualquier rincón, mientras recorría la estancia con la mirada. El techo se veía tan lejos que apenas se podían distinguir con precisión sus formas. Varias hileras de columnas cubiertas de grabados que él jamás había comprendido se repetían por toda el área. El suelo resultaba poco práctico para avanzar, repleto de baldosas brillantes que prometían llevarle al suelo si no pisaba con firmeza, mientras le conducían hasta la gran escalinata que se elevaba al fondo y comunicaba con el piso superior. El corazón de Merto latía con violencia en su pecho, fruto de la tensión que estaba acumulando en los últimos instantes. A él nunca le había gustado tener que buscar a sus enemigos, era más de luchar a muerte utilizando la fuerza bruta. —¡Sal de una vez, Atrix! ¡Esta vez acabaré contigo! —rugió, harto de la situación. —Sabes que no será así. Pasará como en todas las ocasiones anteriores. Es inútil que sigas intentándolo. Merto giró a su derecha, justo para descubrir a su enemigo apoyado sobre la barandilla del piso superior. Rechinó los dientes y se lanzó hacia la escalera decidido a iniciar una lucha cuerpo a cuerpo. Se negaba a escucharle; sabía que su lengua podía hacer tanto daño como cualquiera de sus conjuros. Asió la espada y se dispuso a atacarle directamente a la cabeza. El brujo se limitó a observarlo con indiferencia, sin alterar su posición. Entonces una sonrisa burlona apareció en su rostro, infligiendo serias dudas en el corazón de Merto. Un momento después, toda la escena cambió. Miró a ambos lados, atónito al descubrirse a si mismo encadenado en el suelo, apoyado sobre una fría pared. Su cerebro tardó varios minutos en comprender que era lo que estaba sucediendo. La mazmorra volvía a serle tan familiar como siempre. —¿Otra vez? Levantó la cabeza, descubriendo con desconcierto la presencia de Atrix a pocos metros de distancia. Este lo observaba desde lo alto con fijeza, mientras la comisura de sus labios formaba la sonrisa burlona tan característica en él.


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—De nuevo otro de tus trucos. ¡Estoy harto de que me atormentes! El brujo rió. —Yo solo dejo que tu mente vuele libre. Tú eres el recurrente. Merto se movió de forma enérgica mientras agitaba las cadenas de forma violenta. —¿Cuánto tiempo llevo aquí? ¡Mátame y termina con esto! La sonrisa desapareció del rostro de Atrix. —Hoy hace exactamente tres años. Aquella revelación flotó en el ambiente, mientras el silencio lo inundaba todo, aumentando el aterrador significado de aquellas palabras.

Alex J. Román


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LT A P E T I C I Ó N

ras días de camino, no podía dejar que el miedo a ser apaleado le frenara, así que se subió a la mesa de aquella taberna y comenzó a hablar: —Permitidme comenzar con una pequeña historia —La multitud calló—: había una vez un reino llamado Bheinn, situado más allá de las montañas rojas, cuyo rey empleaba todas sus horas de vigilia en busca del valiente que derrotara al malvado monstruo que habitaba aquellas tierras. Todos los días llegaban portentosos guerreros desde lugares lejanos para enfrentarse a la infernal criatura. Los trovadores escribían canciones sobre Bheinn y su rey hasta que su leyenda llegó más allá del gran océano.

»Pues bien. Este no es el reino del que trata esta historia —La muchedumbre lo abucheó a modo de queja—. Mi relato trascurre al otro lado de las montañas, a orillas del lago negro. Allí se encuentra el pequeño reino de Dubhloch. Es probable que jamás hayáis oído hablar de él. Esa es precisamente una de las razones por las que estoy aquí. En Dubhloch habita una de las mejores reinas de estos lares, o eso dicen. Tanto es así que allí no existen princesas que salvar ni dragones que matar. La vida trascurre en calma y silencio. En el centro del reino se alza la torre desde la que la reina y sus hijos gobiernan a sus súbditos. Yo soy el brujo del reino, pero no temáis. Es mucho menos glamuroso de lo que parece en las melodías de los trovadores. En realidad me dedico en su mayor parte a tratar catarros y alergias. Como os decía, el problema es ese lago negro que roza nuestras tierras. —¿Qué os sucede? —interrumpió un enorme hombre de barba pelirroja—. ¿Hay un monstruo en el lago? —¡Lo sabía! —gritó otro con una jarra de cerveza en la mano—. Tendremos que partir a salvar a la reina de Dubhloch. —Bueno… el caso es que —titubeó el anciano—, mucha gente visitó Dubhloch en busca de las criaturas del lago. No había día en que no llegaran al menos diez forasteros que tuvieran a los pueblerinos entretenidos.


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—¿Y qué pasó? ¿Ninguno fue capaz de matar a la bestia? —¿De qué criatura estamos hablando? —Eh…. Sí… esto —titubeó de nuevo el brujo—. El caso es precisamente ese. Necesitamos ayuda urgente o el reino desaparecerá del mapa. Los habitantes de Dubhloch amenazan con marcharse. —Reuniré a mis hombres —dijo con firmeza aquel robusto hombre pelirrojo—. Tenemos espadas y arcos. —Salvaremos a tu gente de ese lago —añadió otro. —Oh, creo que no me habéis entendido —Hizo una pausa—. No hay monstruos en el lago Es precisamente por eso que vengo. Sin criaturas peligrosas no se cuentan historias sobre Dubhloch, no se escriben canciones, no nos visitan guerreros. Nadie ha escuchado jamás hablar de mi reino. Sin una amenaza, Dubhloch se desvanece en la memoria. —¿Qué nos estás pidiendo entonces, brujo? El anciano se quedó un momento en silencio, mirando a la multitud expectante, y entonces reunió valor y dijo: —Os convoco no para cazar a un monstruo sino para liberarlo. Verónica Cervilla


A traves de la pantalla

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ESPEJITO ESPEJITO Si nos pidieran nombrar el primer cuento popular que se nos viniera a la cabeza, seguramente el escogido para nuestra sección de cine de este número estaría entre los tres primeros. ¿Lo has adivinado ya? Efectivamente: Blancanieves. Los hermanos Grimm crearon a este inocente personaje y el cuento se publicó en 1812 en su Alemania natal. Existen dos teorías sobre el origen de esta famosa niña. Por un lado, una de las teorías afirma que el personaje se basó en Maria Sophia Margaretha Catharina von Erthal, hija de un condestable alemán y de ahí el tratamiento de nobleza que se le da a la familia de Blancanieves en el cuento. Otra teoría apunta a que la inspiración vino de la joven condesa Margarethe von Waldeck. Sea como fuere, lo cierto es que nadie ha escapado a esta historia universal sobre una princesa cuya belleza hace enfurecer a su malvada madrastra hasta el punto de encargar su asesinato. Visto así, tiene poco de cuento para niños, ¿no? La realidad es que la historia original no es el cuento inocente que nos han estado contando. Pero vamos a centrarnos en sus versiones cinematográficas.

Blancanieves, un cuento de terror

Blancanieves de Walt Disney

Blancanieves ha sido lleva al cine 13 veces, sin contar con las versiones que no necesariamente mencionan al personaje pero que basan la historia del film en él como por ejemplo la cinta brasileña Histórias Que Nossas Babás Não Contavam (1979), de Oswaldo de Oliveira, una versión cuanto menos curiosa ya que se trata de una comedia erótica entorno a este personaje. La primera versión cinematográfica data de 1910 y es un film mudo de origen francés titulado La petite Blanche-Neige. Existe poco material de esta cinta, pero aquí os dejamos uno de los fotogramas. Es obligado mencionar la cinta Snow White de J. Searle Dawley (1916), que sirvió de inspiración para un joven Walt Disney, y que más tarde le valdría para obtener el Oscar honorífico en 1939. Apartándonos de las versiones dulces de esta peculiar bella joven, encontramos la adaptación de Michael Cohn, Blancanieves: Un cuento de terror, protagonizada por Sigourney Weaver como la malvada madrastra en una de las representaciones más realistas y alabadas de este personaje. La cinta,


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Escena de La petite Blanche-Neige

A traves de la pantalla española del cuento Blancanieves (2012) de Pablo Berger. Cinta ganadora de un Goya a mejor guión original, nos presenta una versión rodeada de folklore español imitando el estilo de las películas mudas, en blanco y negro y con la música como hilo conductor. La película está protagonizada por Macarena García y Maribel Verdú en una adaptación peculiar del cuento rodeada de toreo y flamenco.

aunque se trataba de una tv movie, tuvo muy buenas críticas y no es de extrañar. Por primera vez dejamos atrás la dulzura y la ingenuidad de Disney para adentrarnos en una historia de oscuras intenciones, traiciones y personajes atormentados donde predominan los escenarios tenebrosos.

Escena de Blancanieves y el cazador

Las últimas versiones que nos llegan de Blancanieves nos vienen de dos mundos distintos. Por un lado, tenemos la reciente adaptación de Hollywood Blancanieves y el cazador con un trío de ases como protagonistas. Charlize Theron encarna a la madrastra que hará la vida de Kirsten Stewart imposible en el papel de una Blancanieves guerrera y atípica. En su ayuda acude el cazador interpretado por Chris Hemsworth. Hollywood ha convertido la historia en una saga que se encuentra ya en su segunda entrega con Blancanives y la reina del hielo. Lo curioso de esta adaptación es el gran protagonismo de la reina malvada. Parece ser que su espejo le funcionó bien en esta ocasión. Por otro lado, cabe mencionar la adaptación

Blancanieves de Pablo Berger

Verónica Cervilla


A traves de la pantalla

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CURIOSIDADES Blancanieves y el cazador -Para el papel de cazador sonaron los nombres de Michael Fassbender, Tom Hardy y Johnny Depp, aunque quién sí estuvo a punto de convertirse en ese personaje fue Viggo Mortensen y, después, Hugh Jackman. -La producción de la película tuvo que suspenderse temporalmente en octubre de 2011, después de que la actriz protagonista, Kristen Stewart se rasgara un ligamento en su pulgar durante una escena de lucha con los enanos. Stewart también sufrió una herida en el pie durante el rodaje. -Las gotas de sangre al comienzo de la película son en realidad la sangre real del director. Sanders sintió que la sangre falsa parecía demasiado poco realista, por lo que se pinchó el dedo para obtener la toma que quería. -Evan Daugherty citó la película de Hayao Miyazaki La princesa Mononoke (1997) como la principal referencia e inspiración para la película. El ciervo blanco que Blancanieves se encuentra en el Santuario es un guiño directo a Miyazaki.

Blancanieves de Disney -Lillian, mujer de Walt Disney y su hermano Roy intentaron disuadirle y la industria de Hollywood se burlaba de él llamando a su proyecto “La locura de Disney”. De hecho, su mujer le dijo que nadie iba a pagar nada por ver una película de enanos. -Shirley Temple hizo entrega a Walt Disney de 8 estatuillas (una grande y 7 pequeñas) honoríficas por la creación del primer largometraje de animación de la historia. -En la ilustración de Blancanieves y los Siete Enanitos participaron 750 artistas.


LIBRE Yo, simplemente, luché por alcanzarla, por beber de sus alas y coleccionar sus plumas, algunas cortadas.

Yo, simplemente, le hice sonoras palmas y sus blancas palomas volé en la plaza de mis sueños.

Vi correr sus inocentes niños en calles, sin números, ni direcciones, y su naturaleza se volvió loca, de entusiasmo, de nuevos horizontes. Yo, simplemente, acaricié el sabio lomo de su triunfo. Mordí el terso labio que la narraba. Y sus cadenas partí, y sus grilletes. Y solté al viento palabras sabias que, en su sentido, la cobijasen al calor de la sílaba. Le prohibí los miedos, le regalé determinación.

Yo, simplemente, le hice una corona de salidas al mundo. y, en sus venas, tatué la diferencia, viviría siempre conmigo, dormiría en mi cama, y vestiría mi abrigo, al que quitaría los botones y sus lazos de guita. Yo, simplemente, excavé un profundo agujero en mi pensamiento, para dejarle un lugar más calentito, donde flotar, donde morar, donde alimentarse de mis ideas.

Yo, simplemente, conocí lo que llaman “libertad” y le dediqué un poema. Rocío Cruz Sevilla

@txio.cruz


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Cronicas del personaje

El síndrome de Cenicienta

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os grandes cambios son aquellos que solo precisan la magia de un pequeño salto hacia lo desconocido. Cenicienta aún no lo sabía, porque nadie se lo había contado y, sobre todo, porque para que exista una historia, tiene que haber un personaje con una lección por aprender. Por eso las historias que nos transforman son las más valiosas, y los héroes que más cambian por el camino, los que jamás olvidamos. Esta es una de esas historias. Encerrada en el desván, mirando los trozos del que hasta hacía un momento era su único zapato de cristal, Cenicienta sentía que todo lo ocurrido el día anterior se desvanecía; su sueño, hecho añicos por un capricho del azar. ¿Quién iba a pensar que ese condenado zapato, después de aguantar toda una noche de escalones y pasos de baile, se rompería por una pequeña caída desde el baúl? Tanto daba ahora estar recluida en el desván o exhibida en el salón principal: cuando el príncipe llegara, no habría zapato que enseñarle, ninguna prueba para demostrar que tras la enigmática belleza que conoció en el baile se escondía una sirvienta delgaducha con la cara manchada de ceniza. Todo se había ido al traste por culpa de un condenado golpe de aire. Oyó pasos subiendo la escalera, pero ya sabéis que la autocompasión y la resignación a veces nos


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Cronicas del personaje

impiden movernos, así que cuando su hermanastra entró —con toda seguridad para regodearse— la encontró allí tirada, junto al montón de cristales rotos. Cuando traspasó el umbral, aún se quedó un momento allí, de pie, con la mano sobre el pomo de la puerta, fija su mirada sobre el mismo destrozo que Cenicienta contemplaba. —¿Qué…? —Ya puedes reírte —interrumpió la joven desde el suelo—. Esto es lo que queríais, después de todo, ¿no? Ve a contárselo a tu madre. Ahora ya no hay forma de que el príncipe y yo estemos juntos. La hermanastra resopló despectiva, fue hasta donde estaba Cenicienta y se plantó delante de ella, con los brazos en jarras. —¿Has terminado de compadecerte? Levanta, recoge eso y vete al pueblo. En la calle mayor hay un vidriero muy bueno. No sé si podrá hacer algo con eso… —dijo señalando con un ademán el montón de cristales— pero no pierdes nada por intentarlo. Cenicienta la miró, entre confusa y recelosa. —¿Por qué dices eso? Nunca has hecho nada por ayudarme, ¿qué ganas ahora tendiéndome la mano? —Mira, Ceni, ambas sabemos que no soy ninguna hermanita de la caridad, pero tampoco soy estúpida: soy realista, y a pesar de lo que crea mi madre, yo sé que el príncipe no me escogerá. Pero si acabáis juntos, estaré más cerca de la corte de lo que estoy ahora, y tú te asegurarás de darme una buena posición en ella. —¿Una buena posición? —No pido tanto. Yo qué sé, un duque… —dejó colgando la palabra, para recrearse en ella—. Sí, con ser duquesa me conformo. Aquella sí era su hermanastra. Escuchar su perorata de niña egoísta calmó a Cenicienta: al menos ahora sabía a qué atenerse. Solo se abstuvo de comentar que, dadas las circunstancias, sus posibilidades de llegar hasta el príncipe eran casi nulas. Y aún estaba por ver la reacción de su Alteza cuando descubriese que se había prendado de una simple criada. —Acepta el trato —siguió su hermanastra— y te sacaré de aquí sin que madre se dé cuenta. Dudó antes de estrecharle la mano, pero cuando lo hizo, el tirón de su interlocutora la puso de pie en el acto. —Serás bruta —se quejó, frotándose el hombro—, casi me sacas el brazo. —Andando. El vidriero de la calle mayor tenía un establecimiento modesto pero elegante: era uno de esos sitios


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Cronicas del personaje

que, como los buenos trajes, dicen mucho de sus propietarios. Cenicienta se acercó al joven que trabajaba una delicada pieza tras el mostrador. —Buenos días —puso la bolsa llena de cristales a la vista, y fue al grano—. ¿Puedes avisar a tu maestro, por favor? Tengo que encargarle un trabajo urgente. El joven dejó lo que estaba haciendo, se quitó los guantes y las extrañas gafas que lucía, y se plantó frente a ella. —Tú dirás. —Umm… ¿Tu maestro? —hizo una pausa y, por si las moscas, añadió—: Tengo dinero. Puedo pagarle. —Es bueno saberlo, pero aquí no hay nadie más: o me dices cuál es el encargo, o poca cosa podré hacer por ti. La muchacha dudó un momento, pero no le quedó más que rendirse con un suspiro algo teatral. Vació la bolsa sobre el mostrador. —Necesito que repares esto. —¿Y esto es…? —el vidriero levantó una ceja, escéptico. —Bueno, es… era… un zapato. De tacón. Muy bonito. Cuanto más hablaba, más alto llegaba la ceja de su interlocutor. Cenicienta pensó que si seguía dando detalles se le saldría de la cara. —Un… zapato —repitió él—. De cristal. —Emm… Sí. Me temo que sí. —Es como para temerlo. ¿A quién demonios se le ocurrió algo así? —¡A mi had…! —se mordió la lengua antes de que la echaran de allí. Pareció surtir efecto, porque el joven se encogió de hombros, cogió la bolsa y se la llevó al lugar donde había estado trabajando. —Veré qué puedo hacer. Puedes ir a hacer otros recados. Tardaré al menos una hora. —¡No te preocupes! Puedo esperar —lo último que quería era salir a la calle y ser vista. —Tú misma —dijo mientras volvía a encogerse de hombros. Cenicienta trató de distraerse mirando los fascinantes trabajos expuestos aquí y allá, en estanterías y vitrinas que vestían el local, pero el sitio era pequeño, y al cabo de diez minutos, aburrida, su interés


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la llevó a mirar al vidriero mientras trabajaba. Apenas un par de segundos después, como si hubiera notado su mirada sobre él, el joven volvió a darle conversación. —¿Puedo preguntar por qué tienes unos zapatos de cristal? Porque… No te ofendas, pero este es un material realmente bueno, y tú no pareces… —se detuvo un instante y la miró de reojo— en fin… alguien de recursos abundantes. —Podrían ser de mi señora. —Pero no lo son —replicó el vidriero con una sonrisa de lado—. ¿Sabes? En el pueblo se ha comentado que en el baile apareció una misteriosa y hermosa mujer que sedujo al príncipe. Por lo visto, salió huyendo del palacio antes de que nadie pudiera detenerla, pero se dejó un zapato por el camino. Cenicienta desvió la mirada, inquieta, pero el joven seguía hablando: —No te lo creerás: dicen que el zapato era de cristal. —¿En serio? —preguntó con un hilo de voz. —No lo sé… Eso dicen. —¿Qué piensas tú? —Pienso —dijo volviéndose hacia ella para mirarla a los ojos— que tal vez seas una ladronzuela que ha roto alguna lámpara ajena, y me trae esto con la intención de presentarse ante el príncipe como su enigmática enamorada. Había dejado el trabajo a un lado, ahora, y la miraba con fijeza, retador. Cenicienta no sabía cómo salir de aquello. Podría irse, escapar de allí antes de que el joven pudiera hacer nada, pero eso implicaría dejar atrás los restos de su zapato. —¿Por qué estás tan seguro de que no soy yo? —preguntó, más que nada para ganar tiempo. —¿De que no eres quién? —La chica del baile. —Bueno, esa posibilidad me parece aún peor. —¿Cómo dices? El joven vidriero sonrió de nuevo, enigmático, y se volvió hacia su banco de trabajo. No volvió a dirigirle la palabra hasta que hubo terminado: puso en el mostrador un zapato aún más hermoso —si es que eso era posible— que el anterior.


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—Mira, tal como yo lo veo —empezó a hablar antes de que a Cenicienta le diera tiempo de objetar nada— tienes dos opciones: puedes pagarme por esto, e ir a buscar a ese príncipe tuyo al que no conoces en absoluto o… —¡Claro que le conozco! El baile fue increíble. Tan romántico… —¿Tanto que necesitaría un zapato para reconocerte? O tú llevabas mucho maquillaje o mucho me temo que la cosa no fue para tanto, ¿no crees? —Prometió casarse con la elegida. Conmigo. Él me salvará de mi madrastra y de esta vida de servidumbre —Cenicienta trató de imponer toda la indignación de que fue capaz en su respuesta. Él levantó una mano hasta la altura de su boca, para hacerla callar, y siguió hablando: —O… puedes coger el dinero que vale este zapato, un dinero que estoy dispuesto a darte por él, y salvarte tú misma con él. Cenicienta no daba crédito. —¿Por qué iba a hacer eso? —Porque ese príncipe tuyo no va a salvarte de nada. Es más, tú no quieres dejar esa vida de servidumbre: si realmente lo quisieras, tomarías tu libertad y te irías. Esperas que otro lo haga por ti. Esperas que él te saque de aquí, porque sabes que te llevará a otro lugar a servir, aunque sea de otra forma, y tú no tendrás que decidir nada. No tendrás que tomar las riendas de nada. —¿Qué sabrás tú? —dijo Cenicienta más enfadada de lo que recordaba haber estado nunca. Pero el vidriero no respondió. Cogió el zapato y lo miró desde todos los ángulos. —¿Sabes? Aún me queda pulir un poco aquí —señaló—. Tardaré una media hora, pero no quiero tenerte por aquí pululando. Sal fuera un rato, y cuando vuelvas, me cuentas qué has decidido. Cenicienta pasó los siguientes treinta minutos caminando arriba y abajo, frente al escaparate del vidriero. Se sentía al borde de un abismo. Cuando el reloj dio las doce y media, empujó la puerta del establecimiento y entró. El joven, que esperaba en el mostrador, dijo: —Por cierto, ¿cómo te llamas? Ella sonrió. —Me llamo Ella. Sara Esturillo


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Ficha del personaje Personaje: Cenicienta Libro: Cuentos de la infancia y del hogar, Los hermanos Grimm Publicaciรณn: 1819 Descripciรณn: Cenicienta es una joven que, tras la muerte de su padre, se ve atormentada y maltratada por su madrastra y sus hermanastras hasta el punto de que es tratada como personal de servicio mรกs que como un miembro de la familia.


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Conociendo al autor

DaĂ­na Chaviano Escritora


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Escritora cubana, ha recibido diversos galardones internacionales, entre ellos, el Premio Azorín de Novela (España, 1998). Reconocida como la autora de ciencia ficción y fantasía más importante de la literatura cubana, su prosa se mueve con igual soltura dentro de la narrativa tradicional. Su estilo literario fusiona elementos históricos con componentes propios de la ciencia ficción, la fantasía y la literatura gótica. Sus temas abarcan la mitología, la historia antigua, la sociología, la parasicología, el erotismo, la política y la magia, desarrollados con un lenguaje lleno de imágenes políticas y sensuales a la vez. ¿Qué fue lo que te hizo querer ser escritora? ¿Cuándo empezaste a escribir tu primer relato?

escapen a las normas que conocemos y que me den libertad para fabular o especular.

La literatura fue mi primera pasión. Desde que tenía dos años, mis padres me leían cuentos antes de dormir y yo inventaba historias que les contaba a ellos. Era como un juego. No es extraño que a los ocho o nueve años también empezara a escribirlos. Todavía conservo una de aquellas libretas escolares que conservan esos primeros textos. Sin embargo, no recuerdo cuándo quise ser escritora. Creo que toda la vida deseé serlo, aunque también deseaba ser astronauta y bailarina de ballet clásico. Me imaginaba que podría ser escritora y astronauta, o escritora y bailarina, porque no veía la escritura como una profesión que requiriera tanto esfuerzo o dedicación como las otras. Escribir era algo natural en mí, algo que pensé que podría alternar con cualquier otra profesión.

¿Sigues algún método de trabajo a la hora de escribir? De ser así ¿cómo es?

“La chispa llega de cualquier sitio”

¿Qué es lo que más te gusta de escribir fantasía? La ruptura de moldes y la independencia de las leyes naturales, la posibilidad de crear un universo y unos personajes que

Puedo partir de una idea, una frase, una vivencia o un sueño. La chispa llega de cualquier sitio. Si se trata de un cuento, no hago apuntes. Simplemente voy escribiendo casi por instinto. A veces conozco el final de antemano; otras veces, no. En ese caso, el instinto me indica cuál es el final que a veces a mí también me sorprende. Si se trata de una novela, escribo algunos párrafos sin saber bien adónde voy; pero casi enseguida me detengo y, a partir de la atmósfera o la escena que ya tengo, comienzo a plantearme qué quiero decir —más allá de la aventura o del conflicto—, adónde voy, qué final necesito… Suelo hacer esquemas, biografías de personajes, investigaciones y muchas lecturas, sobre todo en el caso de las novelas históricas para empaparme de la época, las costumbres y todo tipo de detalles Vemos que abarcas bastantes géneros a la vez. ¿Te resultó difícil fusionarlos?


22 Desde que comencé a escribir mis primeros cuentos, siempre tuve tendencia a mezclar la ciencia ficción con la fantasía. Poco a poco empecé a incorporar elementos de otros géneros. En general, no me ha sido muy complicado hacerlo, excepto en la novela que acabo de terminar, donde fusiono el thriller policiaco y la novela histórica con lo paranormal. ¿Cuál de tus novelas es tu favorita? ¿Cuál es la que más te ha costado? No tengo una favorita. Todas me han proporcionado diferentes tipos de satisfacción. La que más me ha costado es la que acabo de terminar.

¿Nos puedes avanzar algo de tu nuevo libro Extraños Testimonios? Es una colección de relatos donde se alternan el horror, el erotismo, la fantasía, el absurdo y algo de humor. Prefiero llamar «gótico caribeño» a esta mezcla, porque las historias poseen rasgos

Conociendo al autor característicos de la literatura gótica que ocurren en escenarios tropicales o caribeños indeterminados. Debo añadir que no todos estos cuentos son pura ficción. Algunos están basadas en hechos extraños de los que fui testigo. De ahí el título del libro. Mucha gente tiene esta clase de experiencias, pero prefiere olvidarlas o pretender que no han ocurrido. Yo las atesoro como material biográfico-literario. De todos modos, gran parte de los relatos son metáforas sobre la fragilidad psicológica y emocional del ser humano. Eres cubana y vives en Miami. ¿Cómo se ve el género fantástico en estas dos partes del mundo? ¿Has notado alguna diferencia? Hay similitudes y diferencias en ambos países. Entre las cosas que tienen en común están sus lectores, que suelen ser muy fieles a los autores y los libros que les gustan. También en ambos hay revistas y fanzines especializados, además de congresos, festivales o encuentros de fans, aunque los norteamericanos poseen una asistencia, un número de eventos y una proyección a nivel nacional e internacional mucho mayor. Las diferencias más palpables se encuentran en los temas y los estudios sobre el género. En primer lugar, existen divergencias temáticas por razones de idiosincrasia, florecimiento literario y herencia cultural. Las condiciones de la isla siguen constriñendo ciertas manifestaciones artísticas, especialmente la literatura, donde hay temas y ángulos que no se pueden abordar. Por otro lado, mientras en Cuba el género es ignorado en las escuelas y las universidades, en Estados Unidos ocurre lo contrario. Cada


Conociendo al autor

23 año, decenas de escritores somos invitados a través de programas académicos y universitarios para dar conferencias o tener intercambios con alumnos que ya han discutido nuestras obras en clases. Por eso muchos terminan haciendo sus tesis de maestría y doctorado sobre obras, autores o movimientos relacionados con la literatura fantástica, incluyendo la ciencia ficción. Y esto ocurre porque en casi todas las cátedras de Letras hay cursos dedicados a analizar estos géneros, desde su relevancia social y sus enfoques políticos hasta los estudios sobre ucronías y distopías, por citar solo algunos asuntos. En este sentido, el sistema educacional norteamericano está muy por encima de Cuba. Sabemos que estarás pronto en España, ¿es la primera vez que presentas un libro aquí? ¿dónde podremos verte? He estado muchas veces en España, incluso antes de ganar el Premio Azorín de Novela con El hombre, la hembra y el hambre. Después he regresado varias veces. La última vez fue en 2006, cuando salió mi libro La isla de los amores infinitos. Así es que ahora volveré a reunirme con los lectores españoles después de una década. Ya me han dicho que tendré presentaciones en diferentes lugares y que luego firmaré en la Feria del Libro de Madrid, pero aún no tengo las

fechas exactas. Los que quieran seguirme a través de Facebook, Twitter y mi sitio Web podrán saberlo con exactitud. Por último, nuestra revista intenta promover la fantasía hispana y apoyar a autores que tienen menos oportunidades de darse a conocer. ¿Qué consejo le darías a un escritor que recién empieza en este mundo de la publicación? Antes de la era de Internet, todos los escritores debíamos atravesar por un filtro editorial que nos obligaba a trabajar bastante antes de ser publicados. Actualmente los jóvenes se desesperan por eso, y cuando las editoriales no les hacen caso acuden a la autopublicación, con lo cual jamás terminan por aprender el oficio y pasan a formar las filas de esos desechables que se quedaron a medio camino. Es necesario leer sin descanso, como si no fuéramos a hacer nada más en nuestras vidas, y escribir a diario sabiendo que vamos a romper más páginas que las que salvaremos. Si realmente alguien quiere escribir porque ama la literatura, y no por esa tontería hueca de la “fama”, debe evitar la prisa y la frivolidad que son los grandes enemigos de toda obra de arte.

Web: www.dainachaviano.com Blog personal: https://blog.dainachaviano.com/ https://business.facebook.com/DainaChavianoAuthor/ @DainaChaviano

Entrevista por Verónica Cervilla



La Saga

25 Anteriormente:

El cadáver de Brian aparece sin vida en extrañas circunstancias. Nadie sabe qué es lo que acabó con él ni cómo. Violet encabeza una investigación que le lleva hasta un asesino que al parecer controla un extraño colgante. Lo que ella no sabe, es que ese asesino es su mejor amigo: Andrew. ¿Qué estará pasando?

CAPÍTULO 2

V

iolet entró en la casa detrás de Asper. Era un espacio pequeño y mal iluminado, tan solo consistía en una sala rectangular con un viejo sofá y varios muebles más. A la izquierda se situaban dos puertas que, intuyó, llevarían a una cocina y un aseo.

—¿Vives aquí? —preguntó mientras estudiaba la estancia con suma atención. —De forma temporal, pero sí. Siéntate, por favor. Ella obedeció y se acomodó en una silla de madera que había a un lado. Se giró hacia su anfitrión, dispuesta a escucharle. —¿Y bien? Creo que tienes mucho que contarme. Fuiste tú quien me dejó aquel mensaje, ¿no? Asper sonrió con su habitual frialdad. Las arrugas de su rostro se tensaron suavemente. Se sentó de forma elegante en el sofá, mientras se volvía a colocar la camisa por dentro del pantalón. —No fui yo quien te dejó el mensaje —aclaró, sin mirarla a la cara—, pero fue alguien que obedece mis órdenes, sí. Pensaba desvelarte la forma de matar que tiene el asesino, pero creo que lo acabas de presenciar con tus propios ojos. La inspectora tragó saliva. Todas sus sospechas fueron confirmadas. Se acurrucó sobre la silla, tratando de coger algo de calor, pues a pesar de llevar la chaqueta puesta, seguía teniendo frío. —La verdad es que estoy perdida en este caso, no tengo ni idea de cómo lo hace ni porqué. —Absorbe el alma. Por eso el cuerpo no presenta ningún tipo de daño, pero se muestra sin vida. Es como si fuera un cascarón vacío. Ella suspiró agobiada. Aquello era más de lo que se había atrevido a imaginar jamás;


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superaba todas sus expectativas. —Y cuantas más almas absorba, mejor para el colgante, ¿no? —se aventuró. —Efectivamente. Ahora que las víctimas fueran tan dispares tenía una explicación. La corazonada que había tenido sobre que recolectaba algo se había confirmado. —¿Por qué sabes todo esto? Asper se quedó observándola durante unos instantes, mientras su cabeza afeitada parecía brillar bajo la tenue luz de la sala. —Soy un agente del CNI infiltrado en la empresa del señor Brian para lograr tener contacto con la mayor parte de la población de la ciudad. Violet enarcó las cejas completamente perpleja. —¿Del CNI? ¿Por qué no me dijiste nada en tu interrogatorio? Él mostró los dientes en una sonrisa mordaz y soltó una pequeña risita. —No me está permitido revelar mi identidad, mucho menos en un interrogatorio grabado ante las cámaras de la policía. Ella asintió, reconociendo que tenía razón. —¿Cuánto tiempo llevas buscando el colgante? —preguntó mientras fruncía el ceño concentrada. —Muchos años, más de los que puedo recordar. Le he perdido la pista varias veces, pero esta vez no se me escapará. La inspectora caviló durante unos segundos, mientras se balanceaba sobre su silla. —Hay algo que no me cuadra. Si no puedes revelar tu identidad, ¿por qué me lo has dicho a mi? Él sonrió abiertamente, tensando sus arrugas al máximo. —Se nota que eres una de las mejores inspectoras del cuerpo de policía. Muy inteligente —Hizo una pausa—. La razón por la que te lo he contado es porque me gustaría pedirte que trabajes para nosotros. Violet enarcó una ceja.


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27 ¿Cómo?

—Es sencillo. Solo debes continuar como inspectora e informarnos de todos tus avances. La única condición es que dejes que llevemos el control del caso. Créeme, es lo mejor si queremos atrapar al portador del colgante. Ella asintió con la cabeza mientras lo consideraba. No estaba muy convencida, pero pensó que lo mejor era no revelar sus verdaderos pensamientos. Prefería mantener la relación cordial. Sonrió y extendió la mano. —Está bien —Se estrecharon la mano—. ¿Conozco a alguien más de tu equipo? La puerta de la calle se abrió en ese preciso instante, y Cyr apareció tras ella, entrando en el interior del salón. Iba acompañado de una chica delgada con el pelo rojizo, cuyas facciones de su rostro le conferían un aspecto angelical. Violet no se sorprendió demasiado, por alguna extraña razón ya se lo imaginaba. —Hola. Imagino que ya te habrán puesto al día. Yo fui el que te dejó el mensaje en tu mesa de la comisaría. Mira, te presento a nuestra compañera Emil. . . . Andrew caminaba junto a Violet mientras rodeaban un parque. Ambos estaban en silencio, distrayéndose con los juegos de los niños que recorrían el parque. El ruido que provocaban era estridente, lo cual hacía difícil conversar adecuadamente. —¿Así qué eran del CNI? Qué sorpresa —dijo al final él. Ella lo miró durante unos instantes sin responder. Había reflexionado durante días sobre si debía revelar lo que sabía. Le había resultado tan impactante que no se sentía cómoda reconociéndolo, pero Andrew siempre había tenido su total confianza. —Sí, la verdad es que ya no sabes quién es quién. No te puedes fiar de nadie —afirmó segundos después. El chico giró el rostro hacia ella para mirarla y sonrió con dulzura. —De mi, sí —dijo. Ella le devolvió la sonrisa, mientras le miraba directamente a los ojos. —Solo de ti —reconoció posando una mano sobre su pecho. —¿Vas a colaborar con ellos entonces? Continuaron caminando, volviendo a mirar hacia el frente.


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—A medias. Prefiero guardar algo de distancias por el momento. Todavía no les conozco mucho y quiero estar segura de estar haciendo lo correcto. Lo cierto es que estoy asustada después del encuentro que tuve con el asesino y eso me hace ser más recelosa. Andrew la miró de reojo y guardó silencio. —Te comprendo —susurró. —Por cierto, ¿dónde estabas ayer? Te estuve esperando y no apareciste —preguntó ella de pronto. Él la miró sorprendido por la pregunta. —¿Habíamos quedado? ¡Lo olvidé! Lo siento. Violet fingió estar enfadada, poniendo los brazos en jarras. —A saber qué andarías haciendo, pillín. Ambos soltaron una carcajada. . . . Horas más tarde, Violet y Reneé se distraían ante la televisión. Le había contado todo lo sucedido y la anciana le había animado a que confiara en el CNI, aunque la inspectora todavía no estaba convencida. Renée se había dado un susto con el encuentro con el asesino y no hacía más que pedirle que tuviera cuidado. Temía por la vida de su hija. El teléfono móvil de la chica sonó. Ella se levantó y lo cogió de la mesa donde reposaba para atender la llamada. A los pocos segundos, lo dejó de nuevo y miró a Reneé completamente seria. —Ha habido una nueva muerte. Violet se marchó con prisa hacia el lugar donde había aparecido el cadáver. En esta ocasión, el crimen se había producido en el interior del aseo de hombres de un bar. Era un anciano que se hallaba tirado en el suelo junto al lavabo. Violet tomó aquel lugar como una pista sobre el sexo del asesino, aunque no era del todo fiable. Miró a su alrededor, justo para descubrir a Izan que se inclinaba a su lado. —¿Qué haces aquí? No te preocupes. No necesito tu ayuda ahora mismo —le dijo mientras le acariciaba la espalda y le dedicaba una sonrisa sincera. Este asintió sin mediar palabra y salió del baño. Ella inspeccionó el lugar durante unos minutos más, sabiendo que no encontraría nada relevante, y se marchó. Al salir, se dio


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29 de bruces con Cyr, que la miraba con gesto serio.

—Recuerda que ahora colaboras con nosotros. No te atrevas a ir por libre —le espetó entre susurros. —Por supuesto. Violet se alejó rápidamente de su compañero. No le había gustado cómo le había tratado, mucho más severo de lo habitual. Sabía que era por el bien de la investigación, incluso por el de ella misma, pero aquella situación le agobiaba. Nunca había tenido que dar explicaciones sobre cómo hacía su trabajo y no tenía ganas de empezar ahora. Salió del local apresuradamente y se alejó caminando por la calle. De repente, alguien la llamó. Miró hacia su derecha para descubrir a Emil, que estaba de pie junto a un coche. Sonrió débilmente y se acercó. Ella era la que mejor le caía de los tres. —¿Qué te pasa? —le preguntó al ver el gesto de enfado que tenía. —Cyr estaba demasiado tenso. Esto es complicado para mi. Todavía me estoy acostumbrando. Emil suspiró. —Por supuesto. Es normal. Sé que tanto Asper como Cyr pueden ser bastante desagradables si se lo proponen. —En eso estoy de acuerdo. La chica sonrió a Violet con dulzura y entonces la abrazó, tratando de consolarla. —Ánimo. Todo mejorará. —le dijo mientras acariciaba su espalda. Se separaron. La inspectora agradeció el gesto y se apresuró a alejarse de allí. Se sentía mejor después de su encuentro con su nueva amiga, pero necesitaba desconectar, olvidarse de todo durante unas horas. Pensó en volver a casa, pero la única persona que ocupaba su mente era Andrew. Lo necesitaba. De modo que se dirigió hacia su casa. Sabía que junto a él, los problemas parecerían inexistentes. . . . —No te preocupes. Todo irá bien —le dijo él mientras le acariciaba el rostro con suavidad. Le había cogido por sorpresa, pero su amigo había aceptado de buena gana la visita y la había invitado a que se desahogara sobre el sofá de su salón.


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—Es que, ¡es todo tan complicado! —suspiró. —Lo superarás. Saldrás adelante. Eres la mejor, ya lo sabes. Violet lo miró con fijeza. Algo en su corazón brotó, poniéndolo todo patas arriba. De pronto el rostro de Andrew le pareció más atractivo que nunca y, sin poder remediarlo, se inclinó sobre él y lo besó. El chico pareció sorprendido, pero no la rechazó, sino que la acogió con energía. Ambos rodaron por el sofá mientras la pasión alcanzaba niveles extremos en cuestión de segundos, aumentando el calor de sus cuerpos. Pronto empezaron a desnudarse, dando paso a una noche ardiente y pasional. Al día siguiente, cuando Violet abrió los ojos, se encontró en la habitación de Andrew, tumbada sobre su cama. Se incorporó levemente, todavía confusa. El recuerdo de la noche anterior le llegó al instante y una sonrisa traviesa iluminó su rostro. Miró al otro lado, pero la cama se encontraba vacía. Sin darle mayor importancia, comenzó a vestirse, recogiendo sus prendas del suelo. Le llegó la voz de alguien que cantaba en el baño que había en el interior de la habitación y supuso que su amigo estaría duchándose. Algo en el suelo llamó su atención. Se agachó para cogerlo. Se trataba de otra gema rosada. Era inconfundible: pertenecía al colgante. ¿Se le habría caído la noche anterior? No, no llevaba ninguna encima y estaba segura de no haber encontrado más. Solo podía ser de Andrew, pero, ¿qué tenía que ver él con esto? Entonces él salió del baño, cubierto por un albornoz de color azul, radiante de felicidad. —Buenos días cariño —le saludó. —¿De dónde has sacado esto? —le preguntó ella, mostrándole la gema. Andrew pareció sorprendido. Se quedó observando la gema sin decir nada. —No tengo ni idea. Es la primera vez que veo algo así. Violet lo escudriñó durante varios segundos, para estudiar su gesto. Finalmente, resopló y asintió. —Perdona, quizá me he puesto un poco paranoica. Gracias por todo. Ahora debo irme a trabajar. Le dio un suave beso en la mejilla y salió de la casa. Una vez abajo, se metió en el interior del coche que había aparcado justo enfrente y se preparó para armarse de paciencia. Confiaba en él más que en nadie, pero Violet conocía muy bien cuando alguien mentía y había descubierto un rastro de duda en sus ojos. Ocultaba algo, lo sabía. Y estaba dispuesta a averiguarlo.


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Casi una hora después, Andrew apareció finalmente en el portal. Caminó unos metros hasta donde tenía el coche aparcado y se metió en él. Violet arrancó con cuidado y empezó a seguirle por la carretera. El camino los llevó hasta las afueras de la ciudad, donde el coche de él se detuvo junto a una fábrica abandonada. Ella paró a varios metros de distancia y esperó a que entrase mientras se ocultaba bajo el volante. Cuando estuvo segura de que se había ido, bajo y lo siguió. Entró en el interior del pequeño edificio. Estaba lleno de suciedad y mal olor por todos los rincones. Avanzó con cuidado. Se encontraba en una gran sala llena de columnas y cajas amontonadas. El sonido de las pisadas de su amigo le llegó desde lo lejos. Aceleró el paso, justo para verlo subir por unas escaleras que había al fondo. Se apresuró a subir tras él. Allí arriba estaba todo más despejado, aunque la suciedad era incluso mayor. Al doblar una columna, se topó de bruces con Andrew, a punto de ocultarse el rostro con una máscara negra. Lo observó con ojos como platos. Reconoció al segundo la ropa que se había puesto, tanto la capucha como la máscara, pero sobre todo el colgante de gemas rosadas que bailaba con suavidad sobre su pecho. —¿Tú eres el asesino? —balbuceó Violet sin poderlo creer. El rostro del chico se descompuso hasta el punto de parecer que iba a ponerse a llorar. Entonces cayó en la cuenta de que lo había tenido delante de sus ojos todo el tiempo y no se había dado cuenta. Andrew había trabajado para Brian hasta hacía solo unos pocos meses, cuando lo despidió. Recordó su enojo y cómo, en un momento de cólera, había jurado darle un escarmiento. —¡Siento haberte mentido! Todo empezó como una venganza contra Brian cuando encontré el colgante, pero su poder es demasiado grande. No puedo controlarlo. Ella apretó los labios, todavía en silencio. Sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas casi sin poder evitarlo. —Confié en ti, más que en nadie... El joven la miró con tristeza, mientras suplicaba que le creyera y le perdonase. Violet se sentía traicionada; Andrew había intentado matarla. Su confianza en él se había hecho añicos. A pesar de eso, tenía sentimientos contradictorios en su corazón. Sabía que tenía que detenerle, que eso acabaría con las muertes y cerraría el caso, pero el cariño que sentía por Andrew luchaba a muerte contra aquella posibilidad. —No puedo detenerte. A ti no. Vete —dijo al fin. Él se acercó hasta ella y la agarró de los hombros.


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—No me importa si voy a la cárcel. Solo necesito que tu perdón. —¡Vete! —gritó Violet al tiempo que se apartaba de sus manos. Andrew se quedó mirándola, destrozado. Ella fue incapaz de mirarlo a los ojos. Entonces, él salió volando hacia atrás, cayendo con un estrépito. Violet se volvió para descubrir el origen del ataque, atónita. ¿Qué pasaba ahora? Tres figuras permanecían inmóviles junto a la escalera que llevaba al piso inferior. La inspectora los reconoció enseguida. —Veo que fue una buena idea seguir tus movimientos. Nos has traído directamente hasta él —dijo Asper. Ella frunció el ceño, sin comprender nada de lo que estaba sucediendo. ¿Cómo habían podido golpearlo desde esa distancia? Observó a Cyr y Emil. Ambos presentaban un gesto lleno de concentración y serenidad. Un quejido proveniente de donde se encontraba Andrew llamó su atención. Violet se volvió hacia él. —¿Qué ha sido eso? —se quejó mientras se incorporaba. Emil fue la que contestó: —Creo que ya es hora de ser totalmente sinceros. Fuimos creados por la naturaleza para contrarrestar el poder del colgante, otorgándosenos unos poderes fuera de lo común. Lo del CNI era una mentira para ocultar nuestra verdadera apariencia. —¿Cómo nos habéis encontrado? ¿Me habéis seguido? —quiso saber Violet. —Te pusimos un rastreador en el cuerpo —reveló Cyr. —¿Cuándo? Pero el recuerdo de la conversación con Emil la noche anterior y el posterior abrazo aparecieron en su mente. —¿La actuación de Cyr fue todo una representación? La maga amplió una sonrisa sincera. —Así es. Necesitábamos darte algún motivo para que yo pudiera darte un abrazo. Funcionó. La inspectora los miró perpleja. Estaba claro que las sorpresas iban en aumento. Se sentía el centro de un juego en el que ella era una marioneta. Quería hacer lo correcto respecto a su amigo, pero los tres magos le creaban desconfianza. Le habían mentido


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varias veces. No sabía si podía creer en ellos, ni conocía sus motivos para atrapar al portador del colgante. El interior de su cabeza era un completo desorden del que no sacaba nada claro. —Ya está bien de tanta charla —rugió Asper—. Vamos a atrapar al asesino y a llevarnos el colgante de una vez por todas. Estiró el brazo para apuntar a Andrew, pero Violet se interpuso entre ellos. —¿Qué estás haciendo? Apártate. Esto es necesario, créeme. Ella se mantuvo inmóvil entre ambos, tratando de buscar una solución apresurada, pero no la encontraba. —¡Aparta! —gritó el mago, al tiempo que una luz surgió de sus manos directamente al cuerpo de la chica. Ella contempló como el brillo se acercaba cada vez más deprisa, incapaz de creer como Asper había sido capaz de atacarla, pero justo cuando iba a recibir el impacto, sintió un empujón desde atrás que la tiró al suelo. Su amigo se colocó en su lugar, recibiendo el ataque de lleno. Todo sucedió muy deprisa, el cuerpo del chico salió despedido y voló hacia atrás, atravesando la ventana abierta y cayendo al exterior con estrépito. Emil ayudó a Violet a levantarse y los cuatro fueron rápidamente a asomarse a la ventana. El cuerpo de Andrew permanecía inerte sobre la tierra. Bajaron a toda prisa al piso inferior y cruzaron la puerta de entrada. Violet se abalanzó sobre el pecho de su amigo, inclinándose para escuchar su corazón. —¡Todavía respira! ¡Hay que llevarlo al Hospital! Cyr le agarró del hombro y la apartó con brusquedad. —¡No puede ser! —gritó. Ella lo miró para ver como su gesto se había transformado en un completo terror. Para su sorpresa, Emil y Asper también estaban igual. Sin comprender lo que estaba sucediendo, volvió a mirar el cuerpo de su amigo. El colgante había desaparecido. CONTINUARÁ...




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Conociendo al autor

C.J. Cilleros Escritor C. J. Cilleros (Jesús Cilleros Velázquez) nació en Madrid el 27 de septiembre de 1979. Su afición a los comics, la fantasía, la ciencia-ficción y los juegos de rol le han ayudado a transformar la pequeña historia que tenía en mente desde que era niño en una fabulosa aventura que espera compartir con todo aquel que quiera creer que la magia existe.Tras autopublicar los dos primeros volúmenes de la saga con la editorial Círculo Rojo, firmó con la editorial Khabox. ¿Qué fue lo que te hizo querer escribir género fantástico? Siempre me ha gustado la fantasía. De hecho, con 4 o 5 años, mis padres me llevaron al estreno de la película La historia interminable y fue entonces cuando nació mi amor por la magia, los mundos fantásticos y los seres extraños. Si, como la canción de Dragones y mazmorras, jajajaja, que, junto a otras series de dibujos animados como Bola de dragón, Capitán Planeta, Sailor Moon, Ranma, He-man, e incluso películas como Dentro del laberinto, Willow y Cristal oscuro, ayudaron durante mi infancia a alimentar mi pasión por este género.

Háblanos sobre tu novela, ¿de qué trata? La lágrima del Guardián nos cuenta la vida de Cory O´Neil, un chico de 15 años que al mudarse a Madrid con la esperanza de alejarse del acoso escolar que sufría en Escocia, se topara con un grupo de guerreros mágicos que intentarán reclutarle, tras descubrir unos poderes que no sabía que tenía, para cumplir su misión de salvar Núbbalis de la destrucción a manos del malvado Necrótanom. Sin embargo, Cory se niega ya que él no cree en la magia, como cualquier chico normal de esta época. Algo sucederá que le obligará a tomar partido. Y hasta puedo contar, jejeje.


37 ¿Cómo surgió la inspiración? ¿Hubo algún momento clave en el que la historia empezó a surgir en tu imaginación? La inspiración fue apareciendo a medida que iba escribiendo la historia. La idea de escribir la novela surgió en un momento de crisis en mi vida hace unos 6 años, por lo que no fue algo premeditado y es por eso que tuve que inventarla a medida que escribía. ¿Crees que tu afición a los cómics provoca que sea más fácil crear historias fantásticas? No sé si más fácil, pero es cierto que me ha permitido tener muchas referencias a la hora de inventar mis propios personajes, mi mundo, mis hechizos e incluso mis objetos mágicos. Cualquier lector de comics o jugador de vide ojuegos podrá ver reflejados algunos elementos en mis libros, pero modificados y con mi toque personal, haciéndolos completamente originales. ¿Cuáles son tus proyectos futuros? Por lo pronto terminar la trilogía de Creadores de magia, cuya tercera parte, La última leyenda está prácticamente acabada, y tras esto me gustaría comenzar a escribir una historia de ciencia ficción y un libro infantil que tengo en mente. ¿Ebook o papel? Personalmente prefiero

Conociendo al autor leer en papel y me encanta el formato que tiene. Solo uso el ebook en el transporte público por una simple cuestión de comodidad. ¿Con que novela de Fantasía te quedas? ¿Cuál es tu favorita? Harry Potter y la piedra filosofal de J.K. Rowling. Aunque no es su mejor novela, al ser el principio de la saga me resulta muy emotiva y me trae muy buenos recuerdos. Mantiene la esencia mágica que creo que fue perdiendo a partir del quinto volumen. ¿Sigues algún método de trabajo a la hora de escribir una novela? ¿Cuál? Tras los errores de principiante que cometí con el primer libro, sí que utilizo notas, resúmenes y esquemas para organizar la trama de la historia. Además de fichas de los personajes, ya que a pesar de ser una trilogía muy sencilla existen un elevado número de personajes en ella. Y siempre para escribir necesito estar encerrado en la habitación con total silencio, leer el capítulo anterior y es entonces cuando comienzo a escribir. Entrevista por Alex J. Román

Webs: www.cjcilleros.com www.creadoresdemagia.wix.com/creadoresdemagia www.facebook.com/sagacreadoresdemagia @CJ_CILLEROS cj_cilleros


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La maldición del corrector de Word Existe una herramienta de escritura y edición en el programa Word de Microsoft que resulta tan útil como molesto: ése es el corrector automático. Hay dos correctores: el ortográfico (subrayado rojo), que puede ser automático, y el morfo-sintáctico (subrayado verde), que sólo lo es en casos simples como las discordancias de género y número. De ambos, el corrector morfo-sintáctico resulta el menos conflictivo, y quizás el más útil si te da por las oraciones ultra-complejas. No cabe duda de que, para textos no demasiado complicados (es decir: que no contengan muchas palabras extranjeras o ficticias), es una buena herramienta, para esas veces en las que tus dedos corren más que tu cerebro y pasan cosas como que se te desordenen las letras de una palabra (el clásico hya por “hay”), faltas ortográficas leves (que suele corregir automáticamente) o construcciones sintácticas confusas (subrayado verde). En ese sentido, es una buena herramienta, ya que con el sistema de subrayado se puede realizar un visionado rápido para corregir esas faltas; por supuesto, siempre de acuerdo a tu criterio (y no: a la hora de imprimir, esas marcas no aparecen). El problema principal viene aquí, cuando el corrector cree saber más de tu lengua que tú mismo. Según la RAE, palabras consideradas monosilábicas como “guion” o “truhan” no deben acentuarse (por supuesto, nadie muere si lo haces), pero el corrector te lo marcará en rojo o te lo corregirá automáticamente, de acuerdo a la codificación lingüística del programa; por no hablar de la corrección de las palabras que parece no tener registradas, como las acabadas en –ora

Taller del Escribidor (¿te ha cambiado “globalizadora” por “globalizadota” en alguna ocasión?). En cualquier caso, es el menor de los problemas. Lo gordo llega con los nombres propios y los apellidos: ¡la de veces que me habrá cambiado el apellido Andión por “andino”! Son cambios que deben vigilarse minuciosamente. Otro de los problemas con los que te encontrarás si escribes un texto en el que alternes varios idiomas o nombres extranjeros es que, pasado un buen número de palabras que juzga erróneas o no reconoce (más de 100 páginas o así), Word te avisa de que el corrector ya no puede seguir revisándote, y, aunque te parezca una bendición, ahí ya escribes por tu cuenta y riesgo ortográfico, así que deberás revisar tu escrito muy cuidadosamente: no es fácil detectar faltas de ortografía o alteraciones de palabra producto de tus locos dedos, especialmente si es un trabajo muy voluminoso. Por supuesto, siempre puedes instalar extensiones de cada idioma con el que vayas a trabajar, pero ten en cuenta de que, mientras escribes, Word sólo trabaja con uno de ellos. Puntos a favor y puntos en contra. Un buen consejo es desactivar la corrección automática, aunque tengas que corregirte tú mismo y pierdas cierto tiempo en ello (no creo que mucho), pero, aun así, el corrector seguirá siendo un arma de doble filo que requiere una cierta supervisión. Gustavo Sierra



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Mamen Marcén Ilustradora

Por qué dibujas Leer, el cine, las series... y si no me inspira nada, salir a la calle y fijarme a la gente. Puedes imaginar grandes historias!

Es una ilustradora afincada en Zaragoza. Diplomada en Diseño de Interiores, su pasión desde muy pequeña por la ilustración hacen que continúe realizando estudios de dibujo y comience a crear sus propias historias y personajes. Sus ilustraciones se caracterizan por personajes amables, donde le da gran importancia a que el color transmita sensaciones y a los pequeños detalles.

Siempre he dibujado, de pequeña podía estar horas y horas dibujando sin parar. Después la vida me llevó por otros derroteros, pero había algo en mí que no estaba conforme y volví a coger los lápices. Entonces me di cuenta de que dibujar era para mí una necesidad y comencé a soñar con que vivir de lo que más me gustaba hacer, podía ser una realidad.

Qué te inspira

Técnica preferida

El boceto siempre lo hago a lápiz, pero el color lo aplico de forma digital. Le doy muchas vueltas a las ilustraciones antes de darlas por terminadas y con photoshop las posibilidades de hacer pruebas son enormes.

Consejo para principiantes Que nunca nunca se den por vencidos y que si disfrutan dibujando, no lo dejen.


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portfolio: chicaconflequillo.format.com www.facebook.com/chicaconflequillo chicaconflequillo


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Sebas Vieira Ilustrador

De Jerez de la Frontera (Cádiz), es Licenciado en Bellas Artes en la especialidad de Grabado y Diseño Gráfico y Diplomado en Magisterio Educación Musical.

www.sebasvieira.blogspot.com ilustra.sebasvieira

Por qué dibujas Dibujar me ha relajado desde pequeño. La posibilidad de poder plasmar de una manera gráfica todo aquello que imaginas es un aliciente más que válido para no dejar de hacerlo. También dibujo para transmitir sensaciones, para explicar situaciones y para desarrollar la creatividad. Soy de los que piensan que se puede aprender a dibujar con tesón pero también reconozco que es una cualidad con la que la mayoría de las veces se nace. Nadie realmente me ha enseñado a dibujar. Me salía solo coger un lápiz y un papel y ponerme a hacer garabatos. Luego vas aprendiendo de otros artistas y te vas formando y mejorando tu técnica, trazo, definiendo un estilo, pero supongo que es como el deportista, o el músico, o cualquiera que destaque en una disciplina: la practicas porque te gusta, se te da bien y te diviertes. ¿Quién puede resistirse a eso?


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Qué te inspira Todos los que dibujamos bebemos de distintas fuentes cuando estamos en proceso de formación personal. En mi caso empecé con los cómics de la época.Recuerdo a Peyo (Los Pitufos) y a Escobar (Zipi y Zape) especialmente. De ahí empecé a crear mis propios personajes. Luego pasé una época de Superhéroes. Mi favorito era Spiderman. Era la época de la adolescencia. Más tarde, llegó el manga, con Akira Toriyama y Dragon Ball, las películas de Disney que analizaba con gran entusiasmo. Siempre buscando un estilo propio, pero poco profesional entonces. Hacía dibujos sueltos, cómics caseros, pero lo que más me gustaba era inventarme el diseño de personajes. Después de terminar Bellas Artes, vino una época de experimentación. Hice ilustraciones con xilografías, diseños de personajes para títeres, algún cartel, pero no terminaba de encontrar mi sitio. Fue hace unos años, cuando me empezó a interesar el mundo de la ilustración infantil, quizás realcionado con mi profesión de maestro de primaria, y donde he descubierto que me siento cómodo. Hice un par de talleres en Ilustratour (Valladolid) donde realmente empecé a tomar consciencia de este mundo. Conocí la obra de Chris Haughton, de David Wiesner y a partir de ahí empecé a formarme en todo lo relacionado con la ilustración y álbum infantil ilustrado. Lo último que he realizado ha sido un curso de color y de edición de álbum ilustrado impartido por Marián Lario, que me ha ayudado a desarrollar muchas cualidades que estaban dormidas. ¿Que qué me inspira? Me inspira todo! Un tipo de música, una serie, una acción real, un sueño...

Técnica preferida Desde hace unos años para acá uso sólo la técnica digital. Empecé con una tableta gráfica básica (bamboo de Wacom) y por último me compré la Wacom Cintiq portable,una especie de tablet. Dibujas en la pantalla. Antes he usado otras técnicas analógicas, los lápices polícromos, témperas, xilografía, pero trabajar en digital me permite dibujar más rápido, y tener el trabajo listo para imprenta, sin necesidad de escaneado, ajustes, etc. La infinidad de pinceles digitales que existen te permiten acercarte a ese calor que da lo analógico, con la ventaja de hacer y deshacer a tu antojo y según lo vaya requiriendo la ilustración. Trabajo en Photoshop y a veces en Ilustrator.


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Consejo para principiantes Dibujar todos los días. Eso te permite evolucionar y mejorar. También es muy importante investigar sobre los dibujantes /ilustradores que te gusten. A veces es útil consultar manuales de ilustración, sobre todo los relacionados con la anatomía, que es algo que cuando estas empezando te desespera. Se tiene que tener una base mínima de formación. Luego veréis que esa formación irá adaptándose a tus necesidades y comodidades: Felicidades, estas consiguiendo un estilo propio.


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La saga de Einar y Oruc de Raquel Montiel Licenciada en Comunicación Audiovisual, ha trabajado para diversos medios de comunicación aunque su verdadera intención fue hacerse guionista. Por si andáis faltos de ideas para la lectura, en esta reseña os traigo no una novela, sino tres: toda una trilogía, reunida bajo el título de La Saga de Einar y Oruc, compuesta por los títulos El reino de Arian, La marca del elegido y La reconquista de Arian, a lo largo de los cuales nos da tiempo a conocer a todo tipo de personajes. La de Einar y Oruc es una saga de fantasía al más puro estilo Tolkien y sucesores. La influencia del gran padre sobre las páginas de Raquel Montiel es más que evidente, en la trama, en las razas que componen su mundo y hasta en los nombres que utiliza. No obstante, es una lectura ligera, fácil, muy sencilla de seguir, hasta el punto de que podréis leer las tres novelas del tirón —así lo he hecho yo— y tomarlas como si de un solo libro se tratase.

Navegando entre libros Para empezar, la historia se articula en torno a estos dos personajes que dan nombre a la saga: Einar y Oruc, con sus luces y sus sombras, en todos los sentidos. Einar es el chico bueno, el mestizo (elfo-enano) que necesita descubrir su origen para comprenderse a sí mismo, tan bueno y tan tierno que se convierte todo él en un gran Mary Sue*(ver nota) que le resta cierto atractivo a la acción en torno a él. Lo cierto es que casi todos los personajes de la novela se adecuan al perfil de Mary Sue, pero esto es algo más común de lo que parece en la novela juvenil. El contrapunto positivo lo encuentro en Oruc (el malo, que diríamos), el chico oscuro que le aporta un punto de interés a la lectura, a pesar de que trasluce una influencia fortísima del Kirtash (Christian) de Laura Gallego. Admito que encontrarme con un trasunto del ya mítico chico de los ojos azules me ha gustado más de lo que debería. Lo cierto es que la influencia de Laura Gallego está muy presente en toda la trilogía, para lo bueno y para lo malo. La historia, a pesar de tener un trasfondo en el que se dirime la lucha del Bien contra el Mal, está muy focalizada sobre las relaciones de los personajes principales, sus amores y desamores, y su evolución en el paso de la adolescencia a una prudente madurez. En este sentido, aquellos que disfrutasen con historias como Memorias de Idhún pueden pasar un buen rato con Einar y Oruc; quienes busquen acción y crudeza al más puro estilo Martin, pueden saltarse el resto de la reseña. Entramos, pues, en el mundo de Raquel Montiel, y el panorama es el de un joven Einar que trata de desentrañar los enigmas

*NOTA! Mary Sue: En crítica literaria, se trata de un personaje sin defectos, cuyos aspectos positivos superan todo su rol en la historia, volviéndolo unidimensional. Generalmente es un(a) joven que soluciona toda situación complicada mediante habilidades inverosímiles.


53 de su nacimiento, mientras en la otra punta del reino, el guapísimo, atractivo e irresistible hasta la extenuación (sí, se hace mucho hincapié en esto) Oruc trata de llevar a cabo su venganza contra el mundo conquistando la capital, Arian, y destruyendo a su hermano mayor, el Guía de los magos. Einar parte a la guerra para defender el reino del malvado conquistador, y en su periplo se encontrará con un joven enano, Winder, que gasta una malaleche absolutamente maravillosa. Si no fuera porque casi siempre se dejan las pullas en mera broma, este podría ser el mejor personaje de la autora, con diferencia. ¡Enano’s power! Oruc, por su parte, empieza a ver tambalearse sus planes cuando, tras la conquista de la fortaleza de Arian, toma prisionera a la hermosísima maga Diniel, ante la que cae rendido en el acto. En adelante, la trama en torno a ellos orbita precisamente en torno a la lucha interna de ambos personajes: Oruc, que no quiere renunciar a su venganza destructiva por una chica; y Diniel, que se siente culpable cada vez que las rodillas se le vuelven de mantequilla al hablar con el joven. Si algo se le puede achacar a la novela (la entiendo como un conjunto) es que todos los conflictos parecen solucionarse de forma rápida, sin dar lugar a la generación de un auténtico malestar en el lector, ése que luego te lleva al cielo cuando, contra todos los indicios, las cosas salen bien. La Saga de Einar y Oruc es toda amabilidad, por decirlo de alguna forma. Sin embargo, no deja de ser una lectura agradable, sobre todo porque… ¡Está corregida! Sí, y eso juega mucho a su favor. Si os animáis, podréis leerla sin toparos con más erratas de las normales, es decir, las que acaban escapándose en todo

Navegando entre libros libro, hagas lo que hagas. La edición está más cuidada de lo que se acostumbra en el mundo de la autoedición, y eso siempre es de agradecer. Gracias a eso he conseguido superar incluso el hecho de que las chicas estén casi del todo relegadas a una postura dependiente de sus relaciones con los chicos, ya sean Einar, Oruc o Winder. Cada uno tiene a su chica, y todo parece encajar a la perfección. Lo dicho: por mi parte, se merece una oportunidad muy digna; por la vuestra, ya me diréis. Como mínimo, tendréis una agradable lectura. ¡Nos leemos!

La hija de Barbazul

de Ana de Haro

31 años, periodista, ganadora del VIII certamen de novela ciudad de Almería, La hija de Barbazul es su primera novela. La hija de Barbazul es una de esas historias que devoras, que tienen ese no sé qué, que te hacen pasar las páginas con ganas y que, cuando terminan, te dejan el poso que solo sabe dejar la literatura. Si no he sido clara: leedla. Ahora, ya, podemos pasar a hablar de ella. Me he vendido desde la primera línea, no puedo negarlo, pero es que se nota que Ana de Haro es una profesional de las letras. Es periodista y máster de escritura creativa, y su novela tiene trabajo, del de codos desollados y noches de insomnio, de ese que trasluce pasión y cariño, pero también criterio, perfeccionismo y saber hacer.


54 Partiendo de esa base, ya hay mucho terreno ganado. La hija de Barbazul es la primera novela que publica Ana de Haro, pero es una novela cuidada en todos los sentidos, y se ganará un sitio digno en vuestros estantes si le dais la oportunidad. Cuando lo hagáis, viajareis a Irlanda, a ese mundo místico que se desarrolla en torno a los paisajes verdes, frondosos y húmedos de las islas británicas, y que da tanto pie al misterio feérico y la ensoñación fantástica. La historia se abre anunciando la tragedia desde la primera página, y eso, ya de por sí, nos hace mantenernos expectantes, cuidar los pasos que vamos dando con los personajes, como quien siente sobre la nuca unos ojos vigilantes que no alcanza a ver nunca. Esta es la historia de Karen Gormaine, una joven que recibe la noticia de que su padre, con quien ha tenido una relación tan nula que apenas le recuerda, yace moribundo un su cama de la gran Casa Pálida, en el casi incomunicado pueblo de Dunndae. Ella, que parece leer el mundo en clave de cuento, irá descubriendo los enigmas de ese pasado que no recuerda, y en torno a los cuales otros han decidido su vida por ella. Karen sabe que la Casa Pálida es el lugar donde su madre perdió la razón, donde su padre ha convivido con tantas mujeres que todo empieza a parecer demasiado escabroso… y donde todos parecen tener su lugar,

Navegando entre libros como si fueran personajes eternamente anclados al papel que alguien les asignó un día, pluma en mano. Desde que cruzamos el umbral de Dunndae, un ambiente de irrealidad mágica impregna la narración, y sobre ese juego es que la autora construye esta historia. En la Casa Pálida, cada personaje encierra una historia que nos recuerda a un nuevo cuento: la niña de la capa roja, la chica que vive para servir a su familia, la mujer que vino del agua… Y todos ellos se leen desde una posición muy concreta: la de Karen, es decir, la de una mujer. Y es que La hija de Barbazul es, por encima de todo, una historia sobre mujeres, sobre el papel que han jugado en la literatura, en los cuentos tradicionales, y por ende, sobre la forma en que la tradición nos ha enseñado a vernos, frente a la forma en que nosotras mismas nos entendemos. Todo ello, leído entre líneas, enriquece la lectura de esta obra con un valor extra. Barbazul era una de esas historias que me provocaban auténtico pavor cuando era niña. Aquella imagen de la joven esposa abriendo la puerta prohibida, expectante, para encontrarse un salón bañado en sangre, decorado por los cadáveres de las esposas de su marido, como si de vírgenes en sus hornacinas se tratase, me parecía tan terrible que no podía dejar de imaginarla. Quizá eso es lo que consigue poner el toque siniestro que no te abandona mientras lees, y que te lleva hasta el final mordiéndote el labio, sabiendo que lo que encuentres en la próxima página puede no ser lo que esperabas. Pero… ¡sed curiosos! ¡Pasad la página! Felices lecturas.

Sara Esturillo



´ La escuela de Caliope

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Mujer y Fantasía

Lo “Femenino” en los cuentos de hadas

Esto va de cuentos, de esas lecturas con las que todos hemos crecido, de aquellas historias que nos contaban antes de ir a dormir y que, en muchos casos, fueron nuestra iniciación –¡la primera aventura!– en el mundo de la literatura. A menudo tendemos a pensar que aquellas cosas que afectan únicamente a los más pequeños –cosas, por norma general, plagadas de dibujos y colorines– no tienen la seriedad que requiere una reflexión profunda, y por supuesto, no merecen nuestra atención. Al menos, no al nivel que lo merecen las grandes historias.

todas aquellas informaciones que procedan de una fuente que respetamos –nuestros padres, la seño, un libro…–, ¿cómo obviar la importancia de lo que recibamos a esas edades?

Error.

La mayoría de las lecturas que hoy encasillamos en el cajón de “los cuentos de hadas” corresponden a leyendas y cuentos tradicionales que se han gestado a lo largo de la historia en el seno de las diferentes culturas de Europa y del mundo. Todas ellas forman parte del imaginario colectivo de sociedades que, salvando las obviedades, no están tan alejadas de la nuestra como pudiéramos pensar.

Teniendo en cuenta que antes de cumplir los diez años somos criaturillas maleables, mentes abiertas dispuestas a asumir como verdaderas

¿De qué se trata, entonces? Los cuentos tradicionales, pensados para ser la lectura de los más pequeños de esa sociedad, debían encerrar


57 una enseñanza, por supuesto, pero encubierta tras un barniz de magia, aventura o misterio que sirviera de entretenimiento: el mensaje cala, pero no te das ni cuenta de que lo ha hecho. Sería muy fácil sumarnos al debate sobre la mujer en los cuentos tradicionales limitándonos a señalar la expresión de la cultura patriarcal –y por ende, el machismo– en todos y cada uno de los cuentos, pero estaríamos siendo maniqueos y, en definitiva, tremendamente simplistas. Si bien es cierto que hasta nuestros días han llegado, principalmente, unos cuentos depuradísimos por la cultura de la Modernidad, en la que casi cada elemento de acción por parte de la mujer ha sido relegado a un papel pasivo, no es eso todo lo que subyace a las tradiciones populares de los cuentos, que son muchos, muchos, muchos –de verdad, muchos– más de los que Disney nos ha traído a lo largo de la segunda mitad del siglo XX. Basta con ahondar en tiempos anteriores a Perrault y los hermanos Grimm para empezar a atisbar que, bajo la alfombra, se han quedado escondidos demasiados elementos a tener en cuenta. Si viajamos hasta esos tiempos remotos, encontramos que no solo existe La Bella Durmiente del Bosque, sino que también hubo una vez un Bello Durmiente que esperaba yaciente –y paciente, supongo– a que su princesa acudiera a rescatarlo. En esta narración, que no llegó a pasar al papel hasta un momento muy avanzado del siglo XIX, quizá lo más llamativo no sea el hecho de que la mujer toma un papel activo por decisión propia –que lo hace–, sino el hecho en sí mismo de que el fin último de esa mujer es, cómo no, encontrar un marido. Cosa distinta es que, en este caso, harta de esperar a que el marido le llegue como caído del cielo, la princesa consentida se líe la manta a la cabeza y salga a buscarse uno por sí misma.

´ La escuela de Caliope Toda la tradición cuentística está plagada de símbolos, como no podía ser de otra forma, y esas representaciones simbólicas de la mujer acaban hablando por sí mismas mejor de lo que yo podría hacerlo en unas pocas líneas. En definitiva, lo ‘femenino’ se expresa en base a dos tendencias: la virgen, pura, inocente y hermosa –papel pasivo–, y la bruja, maliciosa, viciosa y de apariencia engañosamente bella (en este caso, una belleza erotizada), tras la que se esconde la auténtica fealdad –papel activo–. Me interesa especialmente esta dualidad, que entronca además con una tradición heredada de la doctrina católica, en la que ya se nos dice que la mujer, si es buena, es virgen y pura (María); si es mala, es libidinosa y pecadora (Eva). Y por supuesto, la primera de ellas supone la redención del hombre, mientras que la segunda, encarna su perdición. A estas alturas, la riqueza está en observar y experimentar las mil y una formas –grande, Sherezade– en que esas construcciones que han calado tan hondo en el imaginario colectivo pueden ser sometidas a una vuelta de tuerca no ya para destruirlas, sino para comprenderlas mejor –que es comprendernos a nosotros mismos– y deconstruirlas en la medida en que eso nos sirva para crear algo nuevo, que hable de nosotros, sin dejar por ello de lado el pasado del que venimos. Me permito alguna recomendación: Róndola, de Sofía Rhei, recientemente publicada por Minotauro; mucho más cerca, una de nuestras reseñas de este número, La hija de Barbazul, de Ana de Haro. Probad a mirar los cuentos de otra forma. Os garantizo un buen rato. Sara Esturillo



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Tras los muros

GANADOR concurso anterior Emilio Prieto Emilio Prieto Hurtado nació en Linares (Jaén) en el año 1989. Desde niño ayudó a sus padres en El Califa´s, un negocio de hostelería de carácter familiar donde Emilio aprovechaba más para hablar con los clientes que para servir mesas. Con el paso de los años, Emilio se mudó a Madrid, estudió Periodismo en la Universidad Complutense y realizó un Máster en Periodismo Cultural en la Universidad CEU San Pablo mientras trabaja en On Madrid, suplemento cultural de El País. Fue en esa época, en el año 2012, cuando se puso a trabajar en su primera novela: Frizie. Recientemente ha publicado la segunda: Liberando siete mundos.

Web http://emilioprietohurtad.wixsite.com/frizie Facebook: Emilio Prieto Hurtado Facebook Libros: Frizie y Liberando 7 Mundos. Twitter: @Emilio_Prieto Instagram: Emilio15_9


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Tras los muros

S

ollozó creyendo que el mundo se acababa. Respiró pensando que la vida dejaría de tener sentido para ella. ¿Finales felices? ¿Cuentos de hadas? Pamplinas… ¿Quién escribiría la historia de una joven encerrada en el interior de una torre? Se llevó las manos a la cabeza sin poder responder a todas esas preguntas que asaltaron su mente: ¿Un príncipe la salvaría? ¿Y un hechizo podría sacarla de allí? ¿Y si se dejaba el pelo largo y huía? Todo eso ya había ocurrido. Realidad o ficción, su historia no tendría por qué correr la misma suerte que aquellas que había leído cuando tan solo era una niña. Escuchó cómo el sonido del viento se colaba por entre las rocas de la mazmorra y gimoteó susurrando qué había hecho ella para merecer eso. —Duele en el alma la ausencia de libertad —suspiró. En el charco que habían formado sus lágrimas contempló su reflejo: ojos hinchados y rojos, el pelo pegado a la cara… —Ningún libro cuenta esto… —concluyó. Nadie recordaría jamás su nombre ni sus hazañas. Incluso puede que ni siquiera la echaran de menos. Su designio estaría tan vacío como lo estuvo su corta vida. Dedujo que moriría sola y famélica, siendo devorados por las aves. Ningún miembro de la realeza le daría un beso de amor verdadero, ni cruzaría mares y desiertos por tener el honor de salvarla. Ningún leñador mataría a un lobo para llevarla a casa de su abuela. Nada de eso iba a pasar. Solo se tenía a sí misma… a ella y a su soledad. Su sombra, reflejada por un candil en la pared, titubeó casi con ganas de abandonarla. Ni el bosque estaría encantado para presenciar su victoria ni el rey la reclamaría como su única heredera. Todos dormían plácidamente. La paz había llegado a ese pequeño feudo y nadie, absolutamente nadie, pensaba en ella en ese momento. Cerró los ojos y, sumida en sus más profundos sueños, vio las caras de sus víctimas. Una a una, las oyó gritar de dolor cuando deshilachaba su carne para crear pócimas.

La prisión de


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Tras los muros

Sintió cómo la sangre corría por sus manos mientras sus cuerpos se desmallaban y yacían sin vida. Gozó con el terror que emanaba de su voz al ser oída. Sus pactos con las alianzas más oscuras jamás serían revelados, pero suponían el origen de su fuerza y poder. Durante siglos había vivido sirviendo a las sombras y, junto a ellas, había devuelto a los infiernos a todas esas ánimas que eran reclamadas. Era una servidora… una amante aprendiz del inframundo. Era… era… —¡No! Despertó. ¿Fue una pesadilla o un recuerdo? Gritó e intentó arañar el suelo hasta que, una a una, sus uñas se despegaron de su piel. Herida, se giró sobre sí misma y rogó una segunda oportunidad. —¡Déjenme salir! ¡Ayúdenme! Pero nadie le respondió. —Por favor… —rogó auxilio con tan solo un hilo de voz. Pero no encontró la paz que tanto ansiaba. Ni sumida en los brazos de Morfeo ni en las más duras de las vigilias logró hallar descanso. —Siete enanitos… —masculló— una casa de chocolate. Tres cuencos de sopa, los zapatos de cristal y un baile con la bestia… Sus ojos se tornaron blancos. —¿Hadas madrinas? —comenzó a reír sin control. El eco de su risa se escuchó por toda la atalaya hasta que, sin esperarlo, una nube se apartó y dejó que la blanquecina luz de la luna entrará por los recovecos de lo que podría ser una ventana. —Magia… —dedujo recuperando la seriedad de su rostro. Había perdido la razón. —Magia —repitió incorporándose. Alzó los brazos y recordó las palabras de su madre: —En este mundo podrás ser una princesa o una villana pero nunca te alejes del poder. Nunca dejes de creer en la… —… magia —determinó a la vez que creía escucharla. Estiró las manos y comenzó a farfullar en la lengua de los muertos. Sintió cómo la noche la envolvía y, con ella, la oscuridad. —¡Oh, vieja amiga! —pensó.

los cuentos


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Tras los muros

Quiso invocar una tormenta: rayos, truenos, relámpagos… un juego de luces que sirviera de antesala para lo que iba a acontecer. Elevó la voz para llamar a poderes superiores a los suyos. Juró por su vida, entregó su alma y regaló su último aliento a aquel que le diese aquello que tanto anhelaba. Pero nada ocurrió. Seguía en esa prisión. Sola. Con sus manos envueltas en sangre y el frío calándole los huesos. Abandonada mientras se camuflaba con la luz de la luna. Con el pelo pegado a la cara y las lágrimas rociando sus mejillas. Atrapada en una realidad que desconocía… en una ficción que no había leído nunca. —¿Quién soy? —gimió de rodillas— ¿Qué hice? La tierra no tembló tal y como esperaba. El suelo seguía unido baldosa a baldosa y el cielo no había clamado exigiendo justicia. —Sí… aún soy libre —determinó mientras oteaba con ansia la ventana que tenía enfrente—. Libre para elegir cuando morir. Corrió y, sin pensarlo dos veces, saltó hasta caer en el vacío. Por un instante, reinó el silencio. Por un instante, gobernó la calma. Pero como he dicho, solo duró eso: un instante. —Duele en el alma la ausencia de libertad —volvió a lamentarse una joven atrapada entre dos realidades. Mi nombre es Rylian y soy el guardián de la torre. Aquí yacen aquellos que creyeron que la muerte sería la mejor respuesta que le podrían dar a la vida. Enloquecen pensando en las historias que no han vivido porque las suyas propias les resulta tan duras que ya las han olvidado. Luchan consigo mismos. Se lesionan. Invocan a cualquier Ser y, al final, todos encuentran la misma solución. Todos miran a la ventana sin percatarse de que, justo detrás, tienen una puerta. Todos se lamentan y culpan a la vida. Todos prefieren morir a aprender que la peor prisión que existe es la que se forja uno mismo. Ninguno aprende que los cuentos de hadas nunca existieron. Emilio Prieto



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Paginas amigas

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Paginas amigas

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