Viaje sin destino
Georgiana Vilarina Vasile
Mi infancia antes de la guerra.
Yo soy Samer, en aquellos tiempos era un niño feliz, a pesar de mi situación económica era feliz, quería muchísimo a mis padres, Imán y Alí, porque ellos me querían muchísimo y hacían todo lo posible para darme una educación decente y poder construirme un buen futuro. Mi madre trabajaba en el mercado vendiendo frutas y mi padre le ayudaba porque digamos que su salud no era la mejor. Vivíamos en una ciudad de Siria llamada Tartus, una ciudad costera situada al norte del país. Yo iba a un colegio cerca de mi casa. Me encantaba estar con mis compañeros en el patio, hablando o jugando al fútbol, era un niño muy estudioso y me encantaba ir al colegio, me gustaba mucho la sensación de entender las cosas y sacar buenas notas, mis padres ponían muchas esperanzas en mí, quería ser médico para ayudar a la gente; tenía un buen corazón. Todos los fines de semana iba con mis padres al mercado para ayudarles, me gustaba pasar el tiempo ahí con ellos mientras comía frutas y jugaba a la pelota, en Tartus hace mucha calor por lo que se estaba muy bien, me divertía mucho en aquel lugar. Cada semana iba con mi madre y mi padre al medico porque mi padre no iba muy bien de salud , tenía pequeñas problemas de corazón y teníamos que estar siempre pendiente para que la cosa no empeore. Yo tenía anemia y en ocasiones me encontraba mal pero no me quejaba para no preocupar a mis padres, a diferencia de nosotros mi madre nunca nunca se quejaba de nada y nunca le pasaba nada, era la persona más fuerte.
Un día después del colegio me quedé con mis amigos en el parque para jugar a fútbol y hablar, me encantaba jugar a fútbol y siempre que tenía la posibilidad de hacerlo con mis amigos, la aprovechaba. Mientras estábamos jugando a fútbol, vi a María y a sus amigas, María era una chica de un año menor que yo y iba a mi clase, era una amiga muy buena esa chica morena de ojos grandes y negros, siempre nos sentábamos juntos y siempre nos contábamos nuestros secretos, en el patio cuando no jugaba con mis amigos a fútbol, estaba con ella, haciendo los deberes, dibujando o cualquier otra cosa, me encantaba estar con ella y me sentía muy bien pero por desgracia ese día después del colegio María me dijo que se iba a otra ciudad de Siria, a otro colegio, porque sus padres no tenían trabajo y vivían muy mal. El hecho de que María y sus padres se fueran de la ciudad fue una mala noticia para toda la familia, porque sus padres eran muy buenos amigos de mis padres. Esa noche estuvimos cenando en mi casa entre todos, estuvimos hablando y riendo mucho, pero la hora de la despedida fue dura, nos abrazamos entre todos y María se fue y no la volví a ver. La mañana después de la despedida de María y sus padres, me desperté echándola de menos ya, fue en ese momento donde me di cuenta que aquella amiga tan buena me gustaba, tras ello, decidí hacer una carta para ella, la cual decía: “Hola María se que no ha pasado ni un día desde que te has ido, pero te echo de menos, quiero darte las gracias por tu amistad y por todos los momentos que hemos pasado juntos, porque has estado a mi lado cuando mas lo he necesitado y me has ayudado y apoyado en todo, eres una persona excelente, generosa y muy muy buena, tienes un gran corazón y por eso me alegro de ser tu amigo, te escribo esta carta para decirte que...esta mañana me he despertado pensando en ti y echándote de menos y me he dado cuenta que para mi eres mas que una amiga, me gustas...y me da mucha pena que te hayas ido y que tenga que escribirte esto en un papel, te doy otra vez las gracias y espero volver a verte algún día”
Vendido en la guerra. Estaba con mi madre y mi padre preparando la mesa en nuestra pequeña casita medio destrozada ya que no nos podíamos permitir algo mejor. Era verano, hacía mucha calor así que dejábamos las ventanas y la puerta principal abiertas para que entre el aire en casa, estábamos tranquilos hasta que de repente un señor de barba larga y alto se asomó por la puerta y dijo: -.No os asustéis, me llamo Mohamed y he venido a ayudaros, la guerra está ahí fuera,han llegado a nuestro pueblo…este conflicto, como muchos otros, tiene sus orígenes en la corrupción, en la captura política, en la pobreza, en la violación de derechos humanos. Pero también en la desigualdad. -.¿Perdona? ¿Pero usted qué quiere de nosotros? -Exclama mi padre asustado. -.Vengo a avisar que están quemando todas las casas, están muy cerca...quiero proteger a vuestro hijo, estaría en seguridad. -.No te voy a dar a mi hijo, no lo voy a permitir, fuera de mi casa ¡Fueraaaa! -.Tranquilícese por favor, os voy a dar dinero, él va a estar a salvo conmigo, y ustedes van a necesitar este dinero para poder sobrevivir. -.Mi hijo no va a ser esclavo de nadie, aquí la esclavitud es ilegal, por favor fuera de mi casa ¡Sal ahora mismo! -.Vuestro hijo estará a salvo, os lo juro, no estoy hablando de esclavitud. -¡Fueraaa! -.Estaré en el mercado. -Y se despide con un gesto. Con el paso de los días mis padres estaban más preocupados por la guerra, intentábamos encontrar solución pero la única solución fue ser vendido a aquel barbudo con tan solo 11 años , se que mis padres me querían pero fue lo mejor que podíamos hacer, ya que yo estaría a salvo y mis padres podrían sobrevivir con el dinero de aquel señor, o quizás no.
Mis padres me mandaron a aquel mercado para buscar al señor barbudo y coger el dinero para ellos, ya que ahí la esclavitud y la venta de niños era ilegal y como niño podría disimularlo mejor. Llegué a aquel mercado y había mucha gente pero era imposible no reconocer a Mohamed por su alta estatura y su larga barba morena y rizada. -.Buenos días señor, aquí estoy. -Le saludé con la cara clavada en el suelo. -.Hola pequeño, tus padres han tomado una buena elección. -Me contestó con satisfacción -.Quizás. -Seguía con la mirada en mis rotos zapatos. -.Tienes que dejar el colegio, porque no hay tiempo para eso. -.Y ¿qué voy hacer? -Le pregunté -.Vas a trabajar para mí, y yo te pagaré con comida y protección, ahora vuelve a casa, recoge tus cosas y prepárate para ver tu nuevo hogar.
Cogí el dinero y un papelito roto que me dio con la dirección de su casa y más dinero para el tren dentro de él. Volví a casa corriendo porque estaba oscureciendo y el mercado estaba bastante lejos de mi casa. -.Mamá aquí tienes el dinero. -Le dije nada más llegar por la puerta -.Hijo mío, en la cocina tienes una bolsa con ropa. -Dijo triste Fui a por la bolsa de mi ropa, me despedí de mis padres con un fuerte abrazo y entre muchas lágrimas salí por la puerta de mi querida casa. El viaje en tren desde Tartus hasta las afueras de Idlib se me hizo eterno, no paraba de llorar y pensar en mi familia y en que será de mi, llovía y eso no me ayudaba a estar mejor.
Al fin el tren paró en la estación más próxima y tuve que ir preguntando gente para llegar a aquella dirección. Al ver aquella casa tuve la necesidad de salir corriendo, pero no lo hice. Aquella casa era enorme y oscura, tenía muchas ventanas y dos puertas, una delante y otra detrás, me espanté pero fui valiente y llamé a la puerta. -.Buenos días pequeño, te estaba esperando. -.Aquí estoy. -Y me perdí entre lágrimas. -.Pasa pasa, no te voy hacer esperar más. -Dijo impaciente. Aquella casa era muy grande pero muy muy vacía, tenía un sofá, una mesa, una cama y una pequeña cocina. El suelo era de cemento, como el resto de la casa, y tenía una pequeña alfombra llena de pelusas. -.Aquí estarás a salvo. -Me dijo con una sonrisa en la cara. -.Lo dudo. -Dije en voz baja para que no me escuchase.
Un nuevo miembro. Todo fue mejor de lo que yo me esperaba al principio porque el barbudo me dejaba visitar a mis padres una veces por semanas, siempre y cuando no tenía trabajo por hacer. No me esperaba que aquel barbudo pudiera ser un poco generoso, tenia pintas de no serlo. Pero como no, después de aquel bonito sueño en el que yo podía por lo menos visitar a mi familia, llegó la pesadilla.
Una mañana de miércoles, que era el día en el que podía visitar a mi querida familia, me desperté con muchísimas ganas de ver a mis padres y estar con ellos, así que hice rápido mi tarea, limpie la casa, fui a por pan y vino, limpie la ropa de mi amo, etc. y salí corriendo hacia el tren para ir a Tartus, el dinero para el tren siempre me lo enviaban mis padres en un sobre, de lo poquito que ganaban me enviaban para comer y para ir a visitarlos, pero me tenía que apañar porque mi amo me obligaba a darle una cuarta parte de ese dinero, para que me pueda comprar comida y otras cosas para poder sobrevivir. Me subí al tren de camino a Tartus y estuve dibujando cosas en una hoja de periódico que encontré en casa de mi amo “mi hogar” como él decía, me entretuve dibujando paisajes que veía desde la ventanilla del tren, escribiendo poemas para María y entre ellos uno que le puse el título de “María, María ” y decía: “María es lema de mi empresa de sentimientos, María es lo que pienso en ciertos momentos, María tiene la virtud de enloquecer, Lo que Dios creó como mi ser.” Todo salió bien hasta llegar a Tartus, cuando entré en mi pequeña casa y no ví a mis padres enloquecí, corrí por toda la casa buscándolos, pero ni rastro. Fue ahí
cuando alguien llamó a la puerta y abrí, era mi vecina, entró llorando y me dijo estas palabras: -Hijo, para de buscar y regresa con tu amo, han destruido todo, están matando a gente casa por casa, no tienes que estar aquí, o regresas a casa de tu amo o te matarán. Esas palabras de mi vecina me destrozaron, me partieron el corazón en dos, no me lo podía creer, no le contesté ni una sola palabra porque no podía hablar, estuve a punto de caerme al suelo pero intenté ser fuerte y mantenerme en pie. Después de la muerte de mis padres mi vida se convirtió en un infierno, en el peor infierno de todos los infiernos. Mi amo apenas me daba de comer una vez y un vaso de agua al día, cada vez mi vida iba empeorando y los quilos disminuyendo. Cuando creía que la cosa no podía empeorar,el barbudo trajo a casa un nuevo miembro llamado Ahmad, tenía 16 años, era moreno de pelo largo hasta los hombros y muy alto. En principio me alegré porque sin mis padres me sentía muy solo, pero cuando vi que el amo le permitía lo mismo que me permitía a mi antes de la muerte de mis padres, intenté advertirle que el barbudo era muy listo y que no se fie mucho de él, pero el melenas me saltó encima y me pegó hasta dejarme la cara hecha un desastre, estaba sangrando por todos los lados de mi cara literalmente y casi me desmayé. Desde aquel día nuestra relación era de odio total, no podíamos cruzarnos sin discutir o mirarnos con odio extremo. Con el paso del tiempo, el amo le prohibió a Ahmed la visita de sus padres y otras cosas que tenía permitidas hasta entonces, fue ese el momento en el que el melenas se dio cuenta que yo no le deseaba el mal y que simplemente quería ayudarle, después de lo ocurrido Ahmed intentaba acercarse a mi cada vez más pero le ignoraba ya que lo que me hizo aquel día fue muy fuerte para mi, le tenía miedo. Pasaron los años, yo tenía 15 y él cumplió los 20 años, el barbudo cada vez envejecía más pero era la maldad pura, siempre utilizaba la violencia y siempre
nos amenazaba con dejarnos sin agua y comida, en lo que no podíamos hacer nada. Todo cambió en la relación de Ahmed y mía cuando un día el barbudo nos envió a comprar pan y vino, íbamos por la calle los dos callados cuando de pronto un señor bajito y muy moreno vino por detrás y me cogió del cuello(aún la guerra seguía en pie y seguían matando a la gente), fue entonces cuando Ahmed le cogió, le pegó con la poca fuerza que le quedaba por la falta de comida y le lanzó una piedra en la cabeza. Desde entonces Ahmed se convirtió en el hermano mayor que nunca tuve, siempre me ayudaba, compartía su comida siempre conmigo cuando conseguía algo y siempre estaba a mi lado apoyándome. Con el paso del tiempo Ahmad y yo estábamos muy hartos de pasar hambre, sed, y ser maltratados por el señor barbudo, intenté convencer a mi compañero que lo mejor era escaparnos, pero no quiso, así que después de un tiempo no me quedó otra que intentar escapar yo solo. En el intento me di cuenta que después de todo lo que Ahmed hizo por mí sería muy egoísta dejarle solo así que volví.
La huida. El tiempo iba pasando y pasando, los días cada vez se hacían más largos y nuestra vida era una pesadilla. Vivíamos tan mal y en tan malas condiciones que al cabo de tres años convencí a Ahmed de que lo mejor era huir de ese lugar tan espantoso. Estuvimos dos semanas planeando nuestra huida, pero nunca encontrábamos el momento perfecto para huir de ahí. Un dia que el amo estaba fuera de casa, Ahmed y yo intentamos escaparnos pero todo nos salió muy mal ya que el amo nos pilló saliendo por la puerta. Nos pegó a los dos muy fuerte y con mucha rabia y estuvimos una semana sin comer y apenas sin beber nada. No nos dimos por vencidos, esperábamos que el amo nos de algo de comida para reponer fuerzas y seguir con nuestra escapada. Aquella noche cuando el amo ya estaba dormido, salimos por la ventana para no hacer ruido...todo salió bien hasta que un vecino del amo nos vio y nos amenazó que si no le hacíamos el trabajo durante una semana estaríamos muertos. No tuvimos otra opción, así que estuvimos una semana siendo esclavos de aquella horrible persona. Tras el paso de 7 días nos dejó salir y ahí fue cuando dimos comienzo a nuestra huida. Teníamos la huida planeada pero no teníamos un destino fijo a donde ir, así que fuimos caminando sin rumbo ni destino alguno, estuvimos meses y meses caminando, parando de casa en casa para ver si nos daban de comer y poder tener un refugio en las noches frías y lluviosas, había gente muy maja que nos ayudaba pero también gente muy mala que en varias ocasiones utilizaron la violencia. En esta huida tan loca, conocimos a una mujer llamada Berena, la que nos acogió en su hogar y nos dio de comer muchísimo, estuvimos tres meses con
ella ayudándole a cambio de comida muy rica y refugio, el refugio lo necesitábamos mas que nada porque la guerra era cada vez más grande y cada vez quedaban menos personas en Siria. Después de eso estuvimos mucho tiempo caminando y caminando sin rumbo, recorrimos media Europa hasta llegar a un pueblo de Italia llamado Cefalú, ahí conocimos a Afran un señor viejo que nos salvó el futuro, nos dio de trabajo en una fábrica de ordenadores, ahí conocí a la mujer de mi vida, Fernanda, con la que tuve dos preciosos hijos, Almiros y Barut. Ahmed conoció en la fábrica a Fátima, una preciosa chica Morena, después de un tiempo, ya no supe nada de Ahmed porque se mudó con ella en un pueblo de Francia. Yo viví una vida preciosa al lado de mi mujer y mis dos hijos.
Georgiana V. Vasile Castelló, mayo de 2016