Pausa Nº 27: Semana Santa ¡A encender el tatakua!

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Luis Bareiro Periodista de radio, televisión y diario. ¿Cómo pasabas la Semana Santa en tu niñez? Dos cosas me quedaron grabadas en la memoria, de las Semanas Santas de mi infancia: la imposición del silencio, decretada por mi abuela paterna, y la orgía gastronómica que organizaba mi abuela materna. Como por desgracia toda mi parentela estaba instalada ya desde hacía algunas generaciones en la capital, no teníamos el viaje liberador hacia tierra adentro. No había éxodo en aquellos gloriosos días de holganza. Así pues, solo quedaba pasar el feriado en la casa de una de las abuelas. Había sorteo y el que perdía se quedaba con la cariñosa, pero estricta, madre de mi padre. Con ella, desde el jueves la casa se convertía en un claustro monacal, en el que cualquier ruido suponía un azote más en la carne de Cristo. Había que hacer siesta obligatoria, y en el esperado jueves de la Última Cena, contentarse con caldo, puchero, ensalada verde y una asadera de sopa. El viernes, un arroz blanco con sardina y agua, misa y cara de velorio. La mujer se tomaba muy en serio la cosa. Los afortunados quedaban confinados en la casa de la abuela Elena, cuya vida giraba deliciosamente en torno a la cocina. Los días eran un despliegue de aromas y colores, una fusión de las costumbres españolas de su padre y las tradiciones criollas de su madre. Chipa guasu, bacalao con garbanzos, sopa paraguaya, torrejas y un montón de platos más cuyos nombres no recuerdo, pero cuyos sabores me quedaron grabados en las papilas. Los silencios y la misa corrían por cuenta de los adultos. Para la abuela, nuestro trabajo se limitaba a ser niños. ¿Cómo vivís en la actualidad esta festividad? A diferencia de mis padres, no soy creyente, por lo que no hay ritos religiosos en casa, aunque la esencia de aquellos sigue intacta. Se presenta, sobre todo, en la última cena que compartimos religiosamente con mis hermanos, sus parejas y sus hijos, un encuentro donde comemos como si fuera realmente la Última Cena. Y la esencia de esa celebración se encuentra en esta tradicional recordación religiosa; el amor, el intenso amor que sentimos unos por otros. ¿Qué vas a hacer en esta Semana Santa? Debo decir que ahora, de adulto, heredé más de los Mersán Riego que de los Bareiro. Semana Santa es soltar la dieta. Cada tanto, con mis hijas, nos atrevemos a invadir la cocina y tentar, como mucho, dar cuerpo a la chipa. Con las masas precocidas del súper, la cosa se puso más fácil. Si hay suerte, algún paseo.

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