Revista Nana #15

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Un bebé solo hace aquello que puede hacer y, en cada etapa, cada uno de sus movimientos constituye un entrenamiento indispensable para que la siguiente tenga lugar de la mejor manera posible. Es por ello que saltarse etapas (todos conocemos a niños que han caminado sin haberse arrastrado y gateado) no es lo más aconsejable ya que negamos la posibilidad de entrenar múltiples movimientos necesarios para un desarrollo adecuado. Los bebés no necesitan que les enseñemos el camino, necesitan que les respetemos sus tiempos y que no obstaculicemos lo que por naturaleza traen, necesitan que acompañemos su desarrollo desde una postura no intervencionista. Entorpecemos cuando forzamos posturas como sentar a los niños antes de que puedan hacerlo por sí mismos o ponerles de pie, cuando dejamos que pasen largas horas en parque-cuna, carritos y demás artilugios que imposibilitan que el niño se mueva, experimente y explore. Interferimos negativamente cuando no posibilitamos, por nuestros miedos, que el niño explore el medio y que nutra su cerebro de vivencias sensoriales a través del tacto y la experimentación motriz. Actualmente la línea que separa las acciones respetuosas con el desarrollo de las que no lo son, son difíciles de detectar ya que las hemos introducido en nuestras vidas como elementos indispensables para la crianza. En el libro de Emmi Pikler, anteriormente mencionado, explica: “...la intervención directa del adulto durante los primeros estadios del desarrollo motor (es decir, dar la vuelta al niño, sentarle, ponerle de pie, hacerle andar) no es una condi-

ción previa para la adquisición de estos estadios (es decir, volverse sobre el vientre, sentarse, ponerse de pie, andar)…”

Salud

sin ayuda del exterior, siempre y cuando el exterior no interfiera dificultando dicha espontaneidad intentando, con la intervención por parte del adulto, adelantar los procesos naturales.

En muchos casos, los adultos, desde nuestra interpretación, aportamos matices a las señales de los bebés que favorecen esa interferencia: “es que el niño sólo quiere que le siente”,“es él el que quiere ponerse de pie”, cayendo con ello en el error de adelantar procesos y provocando que otros importantísimos no aparezcan.

¿Qué podemos observar en los niños si acompañamos su desarrollo sin interferir? “… en condiciones ambientales favorables, el niño consigue regularmente por sí mismo, por propia iniciativa, con movimientos de buena calidad bien equilibrados, volverse sobre el vientre y después, pasando por el rodar, el reptar y el gateo, sentarse y ponerse de pie” - Emmi Pikler El movimiento es una necesidad vital del niño, se muestra deseoso de experimentar, de vivenciar. Es a partir del movimiento como va a ir conociendo al medio y a sí mismo.

“Tendemos a pensar que los bebés necesitan muchos estímulos pero no es así… el exceso de estimulación produce irritabilidad, alteraciones del sueño, del humor” JORGE FERRÉ Un acompañamiento adecuado en los tres primeros meses se basa en ayudar a establecer un orden respetando los ritmos de sueño y vigilia. “La neurona y el cerebro son rítmicos y toda nuestra capacidad de integración y organización de la información dependen del ritmo” - Jorge Ferré Revista Nana •

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