Línea Sur 8

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Línea Sur | Coyuntura

En esa perspectiva se inscriben un conjunto de medidas orientadas a robustecer los recursos públicos, dentro de las que se destaca la estatización de los fondos jubilatorios y de pensiones, la renacionalización de un conjunto de empresas públicas –entre las que sobresale YPF–, la disponibilidad de las reservas del Banco Central para fines macroeconómicos, como así también el apuntalamiento del superávit fiscal. Todas estas medidas se han convertido en fuentes de financiamiento alternativo al endeudamiento externo. Paralelo a ello, y demostrando una sólida astucia política, el Presidente Néstor Kirchner comprendió tempranamente que el volumen de la deuda externa y la presencia acechante de los organismos financieros, limitarían cualquier intento por forjar un rumbo económico independiente y soberano7. Desde ese supuesto, se estructuró un complejo proceso de desendeudamiento con importantes beneficios para el país; como resultado, la deuda externa argentina pasó de representar el 166% del PBI (producción total de bienes y servicios del país) en 2002, a menos del 40% del mismo en la actualidad. Eso ha permitido, entre otras cosas, liberar fondos para áreas prioritarias del desarrollo nacional como: infraestructura, energía e inversión privada (Presidencia de la Nación Argentina, s/f). En la actualidad, la deuda pública nacional alcanzó los valores más bajos de las últimas décadas, luego de haber llegado hace pocos años a niveles, tasas de interés y vencimientos de corto plazo que la tornaban impagable. Además de disminuir considerablemente su volumen, en la última década se mejoró, de manera significativa, la estructura de la deuda: alargando plazos, incrementando el porcentaje en pesos y en el mercado interno por sobre la deuda externa y en dólares. Un primer hito en el proceso sucedió a principios de 2006, cuando Argentina canceló su deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por un total de USD 9 530 millones – para así dar fin a las condicionalidades de este organismo sobre las políticas económicas nacionales, tan características del período neoliberal–. Por otra parte, y en sintonía con ello, Argentina firmó un acuerdo para cancelar su larga deuda con el Club de París (Presidencia de la Nación Argentina, s/f). Asimismo, se inscribieron los dos canjes impulsados por el Gobierno para cancelar bonos en default por nuevos títulos de deuda emitidos por el Banco Central, en 2005 y 2010. El resultado fue un acuerdo beneficioso con más del 92% de los acreedores –cifra que resalta más aún si se toma en cuenta que el país no contó con ningún soporte financiero de la comunidad internacional–. El gran volumen de adhesión, tanto como el porcentaje de reducción de deuda negociado –en torno al 64%–, hicieron de ese proceso no sólo un hecho trascendental para la historia económica del país, sino que sentó un valioso paradigma de jurisprudencia a nivel mundial (Presidencia de la Nación Argentina, 2014).

164 Línea Sur 8 • 2014 • pp. 160–169


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