Libros Libres Número 6: "Descubre a los nuevos héroes más poderosos de la Tierra"

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Descubre a los nuevos héroes más poderosos de la Tierra

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Publicación para lectores maduros

Año 2 - REVISTA NÚMERO 6: Superhéroes y villanos - Tercer trimestre 2019

Y además: Entrevista Daniel Estorach Superhéroes por España Universo Cinematográfico Marvel: El fin de una Etapa Los Increíbles


Director: Ángel G. Ropero Redacción: Josema Beza Sara Cáceres Gabriel Jesús Mesado Sanchez Miriam Ojeda Sergio Ramos

Ilustración de portada: Jesús Humanes

Maquetación y Corrección No te Quedes en Blanco

Colaboradores: Felipe Arambarri, Carlos Arroyo Cobos, Juan F. Valdivia, Daniel Godino, Alexandra González, Nacho G. Toledano, Jesús Humanes, Francisco J. Perales, Kiara, Sara Mayo, Antonio Vladimir García,

Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Esta obra ha sido impresa por Beroche S.L (lacopisteria@yahoo.es) ¡Muchas gracias por vuestro trabajo!


Superhéroes y creativos ¡Bienvenidos una vez más a Libros Libres! En este número decimos ‘hola’ a nuevos colaboradores e inauguramos dos nuevas secciones (‘Crónicas Libres’ y ‘La Forja de los Octaedriles’) que espero que nos acompañen durante mucho tiempo. Como siempre, gracias a los nuevos colaboradores y a los viejos. A los que siguen y a los que no. Llegamos a septiembre y a la recta final de 2019. Tras el que tienes en las manos, llegará nuestro Especial. Más adelante entre estas páginas veréis un adelanto. Pero lo primero es lo primero. La Fase 3 del Universo Marvel ha acabado, pero tras algunos meses, finalmente se han anunciado todo lo que traerá la esperada Fase 4. Este verano han estrenado The Boys, un acercamiento diferente, más adulto al concepto del superhéroe y tras el verano llegarán Batwoman, Watchmen y las temporadas de las series que ya nos acompañan desde hace tiempo. Los superhéroes están de moda y cada vez nos encontramos ideas más interesantes. Y Libros Libres no podía menos que sumarse a la fiesta. Aunque hemos querido hacerlo de una manera especial. Hemos diseñado un lore, un trasfondo común para todos los relatos e ilustraciones de nuestros autores. Así, conoceréis una España diferente, en la que conviven seres poderosos y gente asustada por ellos. Pero no esperéis vigilantes nocturnos, hombres superiores o diosas amazonas. Aquí os presentaremos personas con grandes habilidades y grandes desventajas. Humanos con dones, pero también con grandes cargas. Seres que han visto su psique, su cuerpo y su mente modificadas por encima de su comprensión, victimas de las circunstancias... Como siempre, tenemos un montón de relatos estupendos y fantásticas ilustraciones de nuestros creativos. El resto del numero incluye una entrevista a Daniel Estorach, autor de Hoy me ha pasado algo muy bestia’ Hablamos de Los Increíbles, de Carmona en Viñetas y del final de la Fase 3 del Universo Marvel. ¡Que empiece la aventura!

En memoria de Stan Lee y Steve Dikto -3-

Ángel G. Ropero, director de Libros Libres



Contenidos Prensa por Libros Libres

Página 6

El Maestro del Tiempo por Nacho G. Toledano

Página 39

Wendigo por Kiara

Página 8

Epílogo por Ángel G. Ropero

Página 42

Entrevista: Daniel Estorach por Ángel G. Ropero

Página 44

Crónicas Libres: El fin de una etapa por Daniel Godino

Página 46

La mejor película de superhéroes por Carlos Arroy Cobos

Página 48

Lazaro por Sergio Ramos

Página 10

Firebreaker por Francisco J. Perales

Página 14

Por culpa del inocente por Juan F. Valdivia

Página 16

Espectro por Sara Mayo

Página 22

Adelanto Especial 2019 por Libros Libres

Página 24

Escultor por Felipe Arambarri

Página 26

Tiempo atrás por Daniel Godino

Página 28

SuperApa por Ángel G. Ropero

Página 32

Un nuevo caso por Antonio Vladimir García

Página 35

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La Forja de los Octaedriles: Superhéroes por España por Josema Beza Acterateuim

Página 50

Zoom: Jesús Humanes

Página 52

Recetas mágicas: Copa de SuperYogurt por Alexandra González

Página 54

Sugerencias de un... super tarado por Nacho G. Toledano

Página 55




«Wendigo» Kiara

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Nombre civil

Lucía Hernández Díaz

Alias Edad 26

Wendigo

Altura 1,75 Peso

50 Kg

Ocupación

Pelo

Blanco

Absorción temporal de poderes y mejora de apariencia Necesidad de comer la carne de otros ‘súpers’ para activar sus poderes y posterior deshumanización. A mayor ingesta de carne, los efectos son más duraderos, pero mayor es la degradación física.

Afiliación

Desconocida. No afiliado.

Localización Historia

Rojos

Solía ser modelo.

Poderes

Desventajas

Ojos

Túneles de Metro La carrera de modelo de Lucía comenzaría a despegar tras la Madrid Fashion Week, se había preparado durante años, siguiendo dietas brutales y todo tipo de tratamientos. Estaba sobre la pasarela cuando tuvo lugar aquel accidente. Tras él, solo podía pensar en una cosa... ¡Comer! Miró sus manos; la manicura estaba arruinada. Se miró en un espejo y se vio más hermosa que nunca. Lejos de horrorizarse le gustó verse tan bien, quería seguir. Pero tras unos instantes, volvio a mirarse. Para su horror, su piel se iba degradando y volviéndose putrefacta con venas violetas marcadas en la piel. Hasta su pelo se hacia débil y encanecía... Necesitaba comer. Necesitaba ser bonita, Enajenada, salió a la calle donde el sol le resultó insoportable y la gente le miraba con miedo o asco, Así que Lucía se escondió en las profundidades.

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LAZARO

Sergio Ramos

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uando en 2019 perdió a su hermano por un asunto de drogas, no se imaginaba que un año después podría tener el poder de resucitarle. Eso sí, los efectos solo duraban tres días y luego se sumían plácidamente en el sueño eterno de manera indolora. Había adquirido cierta reputación gracias a que había aliviado, en parte, el dolor de familiares y amigos de varios fallecidos cuando les daba tres días de plazo para prepararse para la despedida final. Él había sido una excepción. José Carlos era consciente de que, en la mayoría de los casos, las habilidades desarrolladas por todos los madrileños expuestos a la nube tóxica de aquel experimento fallido contra el alzheimer se centraban principalmente en el ámbito de la fuerza física, inteligencia y cosas así. No conocía ningún caso en el que pudiera adquirir el don de resucitar a los muertos y muy pocos casos, insignificantes diría, en los que tuvieran superpoderes como levitar, rayos X o cosas por el estilo. Al menos que él conociese en persona. Ahora él se encontraba solo en su despacho, meditando, esperando la llamada de uno de los agentes del gobierno para reunirse con él. Estaban estudiándole y haciéndole un montón de pruebas y cada cierto tiempo debía regresar para seguir contrastando datos y realizando nuevos test y análisis. Le permitían regresar a su chalet de la sierra de vez en cuando y hacer vida normal mientras investigaban. Llevaba semanas sin recibir ninguna llamada pidiendo sus servicios de resucitador cuando un nuevo cliente llegó a su casa. Mari Carmen, su esposa, abrió la puerta. Se trataba de una mujer afligida que acababa de perder a su hijo en un accidente de tráfico. —Por favor, tiene que ayudarme, mi hijo ha muerto… un coche le ha atropellado y le ha hecho lesiones muy grandes, huesos rotos, heridas, cráneo abierto… La mujer se interrumpió a sí misma, horrorizada de pronunciar en voz alta las lesiones de su propio hijo, tratando de no quebrarse y retener las lágrimas. —Lárguese, ya no hago esas cosas —le dijo de manera cortante sin dignarse a mirarla en cuanto que ella pasó a su despacho. —Por favor, escúcheme, es mi hijo —clamaba la señora, casi desesperada. —¡No! —gritó él, interrumpiéndola y dándose la vuelta de golpe para encararla—. ¡Usted no lo entiende, su hijo está mejor muerto!

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Miró por unos instantes su rostro desencajado y la mezcolanza de emociones que en él se reflejaban: desesperación, miedo, desconcierto… Y notó también el cigarro que ella sostenía, con el humo blanco ascendiendo en espirales y formando una nube tóxica sobre ella. José Carlos gimió y se tapó los ojos con la mano. No quería ver, no quería recordar. —Ahora, por favor —dijo él con cierto tono de debilidad—, le pediría que se marchase y me dejase solo. Estoy esperando una llamada. —Por favor, necesito a mi hijo —musitó la mujer. —Déjele, está mejor muerto, créame. No puedo hacer esto, no puedo… Parecía que estuviera a punto de echarse a llorar. Mari Carmen observaba toda la escena en silencio, desde la puerta. —¿Por qué? ¿Por qué no puede…? —¡Llévatela de aquí! Por favor, Mari, sácala de aquí. —¡No! —gritó la mujer—. ¡Espere, espere! Todo quedó en silencio y, al no oír nada, Juan Carlos se quitó la mano de los ojos para mirar. Vio a la señora parada y a su esposa sosteniéndola del brazo. Juan Carlos intentó recomponer la compostura y dijo: —¿Quiere saber por qué ya no hago estas cosas? ¿De verdad quiere saberlo? —Quiero a mi hijo. —Entonces márchese de aquí. ¡Ahora mismo! ¡Ya! ¡YAAAAA! Parecía haberse vuelto loco, su mirada se desorbitó y las venas se hincharon en una cara roja como la sangre. Mari Carmen echó de allí a la mujer que daba gritos, lloraba y suplicaba. Cuando logró que saliera de la vivienda, Mari Carmen regresó junto a su marido. Se la notaba asustada, nunca había visto a su marido comportarse así. Era como si hubiese visto al mismísimo diablo, o como si le hubiera poseído directamente. —¿Qué te pasa? —dijo con tono de preocupación— ¿Por qué ya no quieres ayudar a la gente como antes? Él la miró, con una mezcla de miedo y de furia en sus ojos, y sin decir nada agachó la cabeza. —José Carlos, cuéntamelo. Él resopló. Con voz temblorosa comenzó a decir: —Siempre que he devuelto la vida a alguien ha sido un recién fallecido. Seguían sufriendo los dolores por las heridas o la enfermedad que tuviesen, como cuando estaban vivos y, tras tres días morían. Esto debió darme una pista de lo que sucedería después pero estaba tan cegado que no lo vi. Se mantuvo en silencio un momento, bajo la atenta mirada de su esposa. Suspiró y continuó narrando: —La última vez que… el último caso que resucité… Fue cuando tuviste que estar

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fuera por tres meses… al pobre desgraciado le habían hecho la autopsia y… cuando volvió a la vida… —le lanzó una mirada sombría a su esposa—. Cuando volvió a la vida… —¿Qué? ¿Cuándo volvió a la vida qué? —Imagínate lo que sería tener todo el tórax destrozado y la carne cosida, con tus órganos en bolsas de plástico dentro de tu pecho y el líquido de embalsamar corriendo por tus venas —cerró los ojos y negó con la cabeza—. Aún puedo oír los gritos aterradores de dolor, de sufrimiento… se convulsionaba por el dolor, temblaba de arriba abajo, sudaba, gritaba hasta desgarrarse las cuerdas vocales, se desmayaba, pero el dolor le despertaba y volvía a repetirse el proceso. Y durante tres días seguidos no pudo morir… intentamos ayudarle, intentamos matarle, pero de nada servía. Las heridas sumaban más dolor a ese pobre demonio… Es irónico, ¿no crees? Obtuve estos poderes porque alguien estaba buscando una cura contra el alzheimer y ahora el que quiere olvidar todo soy yo, desearía tener alzheimer. —¡José Carlos! Eso que has dicho está fatal. —¿Ah, sí? Peor es torturar a una persona sin posibilidad de matarla ni de que acabe su sufrimiento… Y yo cada noche, ¿me oyes?, cada noche recuerdo esos gritos, no me dejan dormir, no me dejan vivir, no me dejan hacer nada ni desenvolverme con soltura en el día a día… Quiero olvidar, Mari, y no lo voy a conseguir si sigue viniendo gente así para que haga de resucitador. José Carlos arrancó a llorar y su mujer le consoló. Intentó comprender a su marido y decidió que le ayudaría a olvidar, en la medida de lo posible… Lo que José Carlos no le había dicho era que ese pobre desgraciado del que le acababa de hablar no había sido otro que su propio padre.

Lázaro - Sergio Ramos

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«Firebreaker» Francisco J. Perales

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Nombre civil

Carlos Morales Barroso

Alias Edad 51 Ocupación

Firebreaker

Altura

1,69 Peso

68 kg

Ojos Marrones Pelo

Castaño

Lider de la Fuerza de Combate Titán

Poderes “Sangre de fuego”: utiliza su sangre como combustible. Al expulsar su sangre al exterior esta comienza a arder, convirtiéndole en un ‘lanzallamas humano’

Desventajas Debido a la recomposición genética derivada del Incidente, su sangre no coagula en condiciones normales. Cualquier herida mínima puede llegar a ser mortal.

Afiliación

Fuerza de Combate Titán

Localización Historia

México Tras descubrir sus poderes se dio cuenta de que podía marcar la diferencia, atrapando criminales. Sin embargo no tardó en ver que España tenía demasiados superhéroes, así que decidió ir a países más necesitados donde las mafias son el poder real. Precisamente, muchos años atrás, su familia tuvo que emigrar a causa de esas organizaciones. Una vez allí vio que las Mafias estaban contratando a gente como él. Por eso, ya no solo lucha contra delincuentes, también contra otros potenciados.

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Por culpa del inocente Juan F. Valdivia C

uando Bernardo cerró la puerta del apartamento aún escuchaba el llanto de su hija. Se introdujo en el ascensor y los sollozos de Alba seguían resonando en su cabeza. A medida que se hundía en las entrañas del complejo colocaba miles de toneladas de hormigón, metal y roca entre él y su bebé, pero incluso así percibía el dolor. Al rebasar la puerta del último control, quinientos metros más abajo, las quejas no habían cesado ni un ápice. ***** ero, Berni, ¿todavía mantienes el hilo tendido? —preguntó Alfredo según le vio—. Córtalo: supone demasiada tensión. No puedes desperdiciar energías de esa manera. El padre no dijo nada. Ante ello, su amigo y superior apoyó una mano sobre el hombro de Bernardo: —Sé que todo lo de Alba te duele. Pero hoy no puede afectarte. ¿Comprendes? Bernardo agachó los ojos. ¿Cómo abandonar a su hija con su dolor? Alfredo apretó su presa con ternura: —Berni… —Vale, vale. Bernardo emitió una última oleada de calor y amor a su niñita. La mueca de dolor se diluyó en el rostro del bebé para transformarse en una sonrisa tímida. El cambio apenas supuso un instante pero Bernardo, satisfecho, segó el hilo. —Ya. —Perfecto. Te espero dentro, con los demás. Alfredo caminó hacia la puerta de seguridad. Antes de cruzarla se detuvo y dedicó una última mirada a su amigo: —Hoy encontraremos muchas cosas. Y entre puede que ellas una cura para tu hija. Una débil sonrisa asomó en el rostro de Bernardo. *****

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Y

a en soledad, cerró los ojos e inspiró. «Mi cerebro es un valle de paredes sinuosas». Espiró. «Mis pensamientos, un rio que fluye por él». Bernardo visualizó las aguas mentales. Llenas de energía, recorrían el valle formando rápidos. Inspiró. «El valle cede a las aguas». Las laderas se ensancharon. El río suavizó su curso. Espiró. «Aprovecho el caudal». Aparecieron presas, molinos y diques por doquier. Dominaban el río de ideas y pensamientos. Inspiró. «De la calma surgen los frutos». Erigió muelles en los meandros. De ellos zarparon barcos dispuestos a pescar ideas frescas y novedosas. «Listo». Podía mantener ese flujo creativo dos, quizá tres horas. Luego… colapsaría, reducido a un estúpido babeante durante días. Abrió los ojos y se dirigió a la puerta. Había llegado el momento de la verdad. Habían pasado siete años desde que le reclutaron para el proyecto, y todavía le parecía que todo hubiera ocurrido ayer. ***** adie esperaría encontrar a Alfredo Matarrubia, empresario, multimillonario y filántropo en aquel tugurio de Villaverde, al sur de Madrid. Por eso mismo escogió el lugar. Desde el otro lado de la mesa Bernardo le miraba con gesto desconfiado. Habían tomado ya dos cañas, y parecía que Alfredo al fin optaba por sacar el tema de su reunión: —Los mutados no son una plaga —sentenció en voz baja—. No somos una plaga. Aquella afirmación hizo que Bernardo casi saltase de la silla. Solo la mano del millonario, rápida cual serpiente, le mantuvo en la mesa. —No somos una plaga —insistió Alfredo. Bernardo comprendió el peso de ese «somos»—. Al contrario, somos una oportunidad, una esperanza. Para España, para todo el mundo. Alfredo seguía sosteniendo la mano de Bernardo, aunque con menos firmeza. Este se relajó. Había algo en la mirada del multimillonario que le brindaba confianza. —Gracias —dijo Alfredo cuando vio que su interlocutor volvía a sentarse—. Tengo una idea. Una idea para aprovechar las habilidades de los mutados. Demostrar que no son una amenaza sino todo lo contrario: la salvación de la Humanidad. A Bernardo aquello lo sonaba a delirio de megalómano. Pero le había pagado dos cervezas… y no le había denunciado. «No somos una plaga», había dicho. «Somos»,

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tanto el pobre informático como el multimillonario empresario. ¿Qué menos que dejarle soltar su cháchara? Clavando sus ojos en los de Alfredo, Bernardo apuró su cerveza. —Cuéntame. —Ahora mismo. —El magnate esbozó una sonrisa—. Pero antes… ¡Camarero, otro par de cervezas! ***** a cúpula, centro del complejo secreto costeado con la fortuna de Alfredo, estaba vacía a excepción de los dos anillos concéntricos de participantes. Podía palparse el ambiente de expectación. Bernardo caminó hacia su puesto. Atravesó el anillo exterior, formado por un centenar de inhibidores, disruptores mentales y generadores de éxtasis. No se dignó en mirarlos. «Vais a cobrar un pastizal por hacer nada, majos», pensó con desprecio. «El auténtico trabajo recae sobre nosotros, los psicogénicos». Bernardo se cuidó mucho de no difundir sus pensamientos, ***** n el anillo interior, Alfredo le esperaba con una sonrisa: «—¿Estás listo?», emitió su amigo. Bernardo asintió y se situó a su lado. Entre ambos se tendió un puente de optimismo. Alfredo propagó aquel flujo mental hacia otros setenta psicogénicos que constituían el anillo central. —Sellos activados —bramó la megafonía—. Señores, desencadenen sus poderes. Y suerte. Con una orden interna, Bernardo hizo que sus barcos psíquicos arrojaran las redes en su río mental. Aquello desató el cambio. Su cuerpo empezó a licuarse; su cabeza se hinchó cuadruplicando el tamaño. Instantes después concluía la transformación. Bernardo de había convertido en una figura de fluctuante agua sólida. El ex-informático percibió una vaharada de calor a su derecha. Alfredo también había cambiado: no quedaba nada de su cuerpo humano, solo una masa antropomorfa de ramas y espinas incandescentes. —¿Todo bien, Alfredo? «—Sí. Vamos», propagó hacia todos los congregados. Los psicogénicos entraron en acción. De la frente de Bernardo brotó un haz plateado, directo hacia el centro del domo. El resto de mentalistas, cada uno a su manera, le emularon. Alfredo desató su poder y generó en ese punto un vórtice de entropía positiva: el torbellino absorbía y mezclaba todos los flujos psicogénicos, amplificándolos con su fuego psiónico. La energía creativa se retorció conjurando potencialidades evanescentes. Al cabo de un minuto nació un diminuto punto de luz, trémulo e inseguro. «—Lo lograremos», difundió Bernardo.

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«—Sí. Claro. Por supuesto», replicó un millar de voces. ***** l torbellino psicogénico tenía el tamaño de una pelota. Resplandecía con un vivo tono esmeralda. Dentro, las ideas se conjugaban en procesos pseudoenzimáticos. Tanto Bernardo como sus compañeros sentían cómo los procesos bosquejaban soluciones a los más variados problemas de la Humanidad. «—Funciona. El cónclave funciona», emitió Alfredo. «La singularidad intelectual se asienta». Los psicogénicos siguieron bombeando ideas hacia el vórtice. Ilusionado, Bernardo liberó su río mental, que se convirtió en un tsunami. «Encontramos una cura para ti, Alba. Tu dolor desaparecerá para siempre». Pero, sin pretenderlo, aquel pensamiento le hizo retraerse. «Alba, mi niña, sufres tanto…». Recordar a su hija implicaba revivir su dolor. Aunque sabía que iba en contra de las normas, tendió un hilo hacia ella. Necesitaba saber cómo estaba. Al instante estuvo con ella, dentro de ella. El latigazo de dolor le hizo tambalearse: su niña se retorcía en la cuna. —¡No! —gritó. La voz de Alfredo restalló dentro del cráneo de Bernardo: «—¡Berni! ¿Qué haces? ¡Ahora no!». «—Ha vuelto a romperse un hueso», emitió Bernardo sollozando. «Le duele». «—Estás interfiriendo, distrayendo… contaminando el proceso». «—Pero mi Alba…» «—Ten fe: la solución a sus huesos de cristal aparecerá dentro del vórtice». Bernardo contempló el resplandor central, grande como una casa de gominola, esmeralda y deslumbrante. «—Mi Alba. Le duele tanto. Y está sola». «—Resiste. Por ella. Por todos». El rio mental de Bernardo menguaba. Las aguas, antes azules y repletas de ideas, habían adquirido un tono marrón depresivo. —¡Detente! ¡Estás contaminando el vórtice! —gritó Alfredo con voz de tormenta ígnea. —Debo… hacer algo… por aliviarla… —borboteó Bernardo. «—Pobre niña», propagó alguien. «—Dolor inocente», terció otra voz. La comunión mental generaba un fenómeno de retroalimentación empática. Las palabras fluyeron hacia el vórtice de energías. Este las recogió y fluctuó: el color esmeralda palideció; aparecieron vetas parduscas. «—¿Por qué?». La pregunta martilleó a todos los presentes.

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En el centro del domo, el vórtice de ideas autopropulsadas se tiñó de negatividad. «—Sí: ¿por qué?», repitió un coro de voces. «Es solo un bebé». El torbellino se hinchó. El esmeralda estaba infestado de un marrón purulento, festoneado de destellos dorados. —Mi niña. Sufre. —¡Bernardo! Alfredo rompió la formación y se acercó a su amigo. El hombre de agua se desmoronaba: parte de él fluía hacia atrás, intentando salir del domo. Tratando de detenerle, Alfredo hundió una de sus ramas en Bernardo. La súbita quemadura (culpa y dolor puros) le obligó a extraer la extremidad. —Detente, Berni. Estás… Alfredo no pudo completar la frase. Un sonido de desgarro brotó del vórtice. Alfredo se volvió y descubrió cómo una forma abotagada y dorada pugnaba por atravesar la grieta. —Parad, ¡no sigáis alimentándolo! El grito del magnate cayó en saco roto: el coro de voces (—«¿Por qué ha de sufrir un bebé?») se había multiplicado entre los mentalistas, iniciando un círculo vicioso de conmiseración. «—¿Qué culpa tiene un inocente?», preguntaban con una mezcla de rabia e incomprensión. Sus dudas se derramaban sobre el vórtice y sobre aquello que surgía de la brecha. «Están concentrando la frustración, la injusticia y el dolor en… eso», comprendió Alfredo. —¡Deteneos! El coloso amarillento atravesó el portal. Una vaharada pegajosa invadió el domo: consistía en una sensación muda, carente de ideas o palabras. «Emoción pura», pensó Alfredo. «Pura, ciega y…». Solo dudó un instante. Al siguiente encontró la palabra apropiada: «Estúpida. Ciega y estúpida». La abominación se retorció palpando el espacio. Emitía ráfagas de algo que Alfredo identificó con claridad: «Hambre, está dominado por una hambre absoluta». El ente dorado pulsó y se hinchó más aun. «Se alimenta de nuestro dolor». —¡Bloquead! ¡Bloquead el domo! —ordenó Alfredo al segundo anillo, el de los bloqueadores. El intruso proyectó varios tentáculos hacia algunos mentalistas que se habían acercado a él, quizá atraídos, quizá contagiados de esa hambre. La masa les absorbió sin dejar rastro alguno. —¡Bloquead! Los inhibidores empezaron a impedir el flujo de emociones que alimentaba al vórtice

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y al engendro. Mientras, los disruptores trataban de detener el flujo dorado que seguía brotando de la grieta. «No pasarás. Seas lo que seas, ¡no pasarás!», difundió Alfredo. Un aullido preñado de hambre resonó bajo el domo. Alfredo buscó al mentalista origen de todo. Bernardo se había derretido, reducido a un charco. Ahora fluía hacia el centro de la cúpula. El magnate trató de evitarlo. Conjuró un remolino que atrajese a su amigo de regreso al anillo. Pero este, demasiado licuado, siguió derramándose hacia el intruso. —Resistid, compañeros —suplicó Alfredo—. Impidamos que salga del domo. Por todos los Bernardos, por todas las Albas. Llegado a ese punto, sabía lo que tenía que hacer. Se giró y corrió hacia el exterior del domo. A sus espaldas, el Hambriento bramó. Alfredo sintió unas garras en su espalda. Le desgarraban, le apresaban, le absorbían. Aquello no le dejaría salir. Concentró el mensaje en una esfera de espinas ardientes y lo arrojó hacia el perímetro exterior. —Extáticos: ¡congelad todo el domo! —gritó cuando el mensaje chocó contra los sellos de la cúpula. «—Estamos aislados», propagó, «pero resistiremos». Menos de una treintena de psiónicos le mostraron su apoyo: el resto había claudicado ante el Hambriento. Pese a ello Alfredo sonrió: notaba alzarse el campo de éxtasis. Lo paralizaría todo, intruso incluido. «Resistiremos… No saldrás de aquí…. devorador. Por mí…. Por Ber… nard… o. Por Alb…».

Por culpa del inocente - Sergio Ramos

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«Espectro» Sara Mayo

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Nombre civil

Ernesto Fernández García

Alias Edad 34 Altura Ocupación

Espectro 1,82 Peso

85 Kg Ojos Castaños Pelo Verde

Social Media Manager

Poderes Sus moléculas se alteran y permiten que pase la luz a través de ellas, lo que hace que se vuelva invisible.

Desventajas Escaso control de su poder. Este tiende a manifestarse en situaciónes de alto estres como discursos o momentos de peligro.

Afiliación Localización

Desconocida. No afiliado. Madrid

Historia Se trata de un hombre cuya desgracia es constante. Antes del incidente vivía por y para el trabajo. Con las consecuencias que este le produjo en su vida, esta se complicó considerablemente. Pasó de ser implacable en ello a “ausentarse” en reuniones. A pesar de estos nuevos problemas, intenta seguir viviendo su vida con total normalidad.

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Especial Año 2019



«El escultor» Felipe Arambarri

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Nombre civil

Hernán Hierro

Alias Edad 32 Ocupación Poderes

Desventajas

Afiliación

Escultor, El Implacable

Altura

1,85 Peso

92 Kg

Verdes

Pelo

Castaño

Director de operaciones de la Vizcaína Trasmutación de seres vivos en bio-metal tras aplicar contacto con sus manos. Pasado un tiempo, estos fallecen como consecuencia de una progresiva inmovilidad, quedando convertidos en estatuas de metal. Perdida paulatina de la sensibilidad en sus terminales nerviosas, notablemente en su sentido del tacto. Fuerza de Choque Vizcaína. Fuerzas Especiales

Localización Historia

Ojos

Madrid Hernán Hierro era un militar, altamente considerado y múltiples veces condecorado, miembro de las Fuerzas Especiales del Ejército Español. Como consecuencia del accidente, Hierro adquirió poderes de transmutación,que afectaban a los seres vivos con los que mantenía contacto físico. Para cuando fue consciente de ello, ya era demasiado tarde y varias personas se habían visto afectadas, con fatales consecuencias. Tras una exhaustiva investigación, y debido a su peligrosidad, el Ejército decidió encerrarlo de por vida, hasta que la intervención del General Ávila, superior suyo, conocedor de su historial y, sobre todo, de su fuerte sentido de la lealtad y el deber, lo recuperó, limpiando su expediente e incorporándolo como Director de Operaciones de la nueva fuerza de choque, nombre-código Vizcaína, encargada de recuperar, contener y controlar a los Potenciados surgidos a raíz de la nube tóxica.

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Tiempo atras

D

Daniel Godino

esde hacía un tiempo, los diferentes caminos de la vida habían guiado a Omar hacia la Facultad de Criminología de la Universidad de Salamanca. Había cierta ironía en el hecho de que alguien como él, con la clase de negocios que estaba llevando a cabo, se paseara tranquilamente junto con un viejo conocido, el investigador Salgado, por aquellos impolutos pasillos llenos de estudiantes atareados. A pesar de su poco común aspecto, difícil de camuflar desde hacía varios días, Omar no tuvo problemas en presentarse frente a las más jóvenes y brillantes mentes, expertas en psicología criminal, y capaces de la resolución de los crímenes más enrevesados que pudieran acontecer en la ciudad. En ocasiones se sentía molesto frente a ellos, cohibido y malhumorado, de que compañeras como la investigadora Emilia López tratara de psicoanalizarle por no querer acompañar al resto del grupo a tomar un café, o de que el adjunto Linares fuese demasiado fastidioso a la hora de preguntar la causa de las decenas de cicatrices que poblaban el rostro y los brazos del joven. Aquello, junto con los problemas que había tenido durante su estancia en Madrid, y su posterior huida de la misteriosa agencia gubernamental que le seguía los pasos hasta allí, refugiado en Salamanca, le procuraba unos niveles de estrés sobrehumano. De vez en cuando, su visión se volvía borrosa, el olor a químico volvía a asaltar su pituitaria y notaba cómo el tiempo iba cada vez más despacio. —Tranquilo, sabes que lo dicen de coña —le comentó el inspector Salgado, apoyando la mano sobre su hombro. Le tendió una carpeta amarilla. —Eres una persona ocupada y ella lo sabe. Además, no hace más de dos semanas que volviste de Madrid. Lo que pasó allí debió ser… terrorífico. Omar apenas recordaba con claridad nada de lo que había pasado durante el segundo mes que había estado en Madrid. En el momento equivocado, en el sitio equivocado, tan solo eso. Una desgracia, días enteros en el ala de observación de un hospital, sin poder

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comunicarse con nadie. Las noticias rugiendo en las televisiones las últimas noticias de un catastrófico fallo, un experimento errado, cientos de vidas mutiladas, deformadas, la ciudad paralizada. ¿Y él? Sin ningún problema aparente. Lo que sí que recordaba con claridad era todo lo de después. Después del «los resultados son normales, te podremos dar el alta». Cafetería del tren Madrid-Salamanca, al día siguiente de salir del hospital. Un breve chequeo biométrico y biológico antes de embarcar. Omar viajaba en turista, pero podía permitirse andar hasta el vagón restaurante y pedirse una taza de café. En vaso de porcelana. Ojeaba un periódico, en la portada aparecía la foto difuminada de una explosión y una columna de humo de aspecto amenazante. En un descuido, Omar derramó con el codo el vaso de café de la barra, se precipitó contra el suelo abrillantado y se quebró con un sonido sordo, derramando todo el café. Pero con el sobresalto, Omar detuvo el tiempo. Un par de segundos después de que el vaso se hubiese descalabrado sobre el suelo, el tiempo alrededor de Omar fue retrocediendo. El mundo, a lo lejos, brillaba con intensidad. Una extraña sensación de quemazón, primero muy leve, fue creciendo en el cuerpo del chico conforme las piezas del vaso se iban recomponiendo y desafiaban a las leyes de la gravedad, para volver de nuevo a la barra. Algunos pasajeros habían vuelto sobre sus pasos, caminando de espaldas. Omar estaba retrocediendo apenas unos segundos en el tiempo, y podía observar el cómo este, a su alrededor, iba formando pequeñas grietas, cuchillas afiladas y ardientes que se apretaban contra su piel. Un espectral resplandor cegaba cada vez más conforme el tiempo se esforzaba por volver atrás. Una vez la taza de café había vuelto a su sitio y Omar había subsanado su descuido, pudo notar cómo pequeñas quemaduras escocían a través de su ropa. Completamente desorientado, volvió tambaleándose a su asiento, sin probar siquiera el café. Antes de que pudiera convencerse a sí mismo de que aquello no tenía más explicación que la de tratarse de un sueño, Omar llegó a la estación de Salamanca. Nada más bajarse del andén, fue corriendo hacia uno de los lavabos del recinto para examinarse. Cientos de pequeños cortes, superficiales, hechos como con un cúter al rojo vivo, poblaban en mayor medida sus brazos, y en menor medida su rostro y su torso. Volvió a vestirse, notando como su cabeza comenzaba a girar. ¿Qué debía hacer? ¿Avisar a alguien? ¿Autoridades? ¿Hospitales? ¿Fingir que no había pasado? Pero Omar era alguien curioso. Allí, frente al lavabo, dejó caer un rollo de papel higiénico que había al lado de un grifo. El papel se precipitó de forma tonta contra el suelo, desenrollándose conforme se acercaba a la puerta del mismo lavabo, y Omar volvió a concentrarse. Primero cinco segundos. El resplandor iluminó el baño. El rollo de papel seguía en el suelo, pero había retrocedido, y desde ese punto de retorno, volvió a desenrollarse hasta la puerta. Una leve sensación de quemazón, pero sin cortes y sin dolor. Después, cinco minutos. Cristales temporales comenzaban a rasgar su piel, mientras que la energía del aire, en su esfuerzo por volver atrás en el tiempo, comenzaba a arder y colarse en sus pulmones. Un sufrimiento aguantable, y ahora el rollo de papel seguía al lado del grifo. Por último, casi una hora, en un esfuerzo por llegar lo más lejos posible. Había desandado sus pasos hasta poco después de que hubiese ocurrido su desliz con el café

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el tren de camino a Salamanca. De eso tampoco se acordaba, más que de un resplandor cegador, casi blanco, un ardor insoportable y millones de cristales desgarrando su piel, con la amenaza creciente de desangrarle o reducirle a cenizas. Sentado en el tren, pudo notar cientos de cortes sangrar levemente a través de sus brazos y su torso, y una horrible sensación de quemazón cubrir el resto de su piel intacta. Y para colmo, tenía otra hora de espera hasta volver a llegar a Salamanca. Podía ir hacia atrás, pero no hacia adelante, y tampoco con demasiada libertad, a riesgo de que el hecho de forzar el paso natural de tiempo acabara con él.

Tiempo atrás - Daniel Godino El investigador Salgado no sabía eso de Omar. Para él, el joven tan solo estaba buscando algo de asistencia jurídica, probablemente por algún motivo de narcotráfico o alguna pelea callejera, pero lo que le había acontecido esas dos últimas semanas en Salamanca era, de hecho, de una índole muchísimo más grave. Había recorrido los tejados y callejuelas de la ciudad, huyendo de maleantes, delincuentes a los que él había robado antes. Pero sobre todo, y ahora que había adquirido aquel poder más o menos limitado, podía dedicarse a aquello que había obsesionado a Omar desde hacía meses, la verdadera razón por la que había decidido irse a Madrid, huyendo cual animal asustado y acorralado: El asesinato de su hermano menor a manos de un alto dirigente de una red de narcotráfico asentada en toda España. Omar llevaría dos semanas en Salamanca, pero para él parecía un año. Cientos de veces había perdido la pista a algún camello que andaba cerca o había perdido la oportunidad de espiar una conversación interesante. Cientos de veces había dado un mal salto, se había precipitado al vacío, se había roto las dos piernas o la pelvis, y había tenido que volver atrás hasta el momento de poder realizar su salto satisfactoriamente. Cientos de veces había sido secuestrado, golpeado, arrestado, apuñalado, atropellado e incluso disparado en medio de ninguna parte. Y siempre había sido doloroso volver. Pero cuanto más atrás volviese, mejor lo podía hacer.

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De todas formas, todo empeoró cuando llegaron las noticias de Madrid. Los titulares se llenaron de las palabras “monstruos”, “superhéroes”, “tóxico” y “agencia gubernamental”. Una entidad, todavía más poderosa que los grupos de narcotráfico, había entrado al juego, y eran conocedores de la misteriosa circunstancia de Omar. Él sabía que no tenía nada que hacer frente a un servicio de inteligencia dispuesto a pararle los pies, y únicamente era capaz de retroceder una hora en el tiempo, con lo cual acababa gravemente herido. No tenía todas las cartas a su favor. Tarde o temprano, encerrado, recluido, estudiado como una abominación. Sería obligado a ponerse al límite de sus capacidades. Moriría, probablemente. Omar agitaba la cabeza mientras se cubría el cuerpo y el torso de vendajes. Había podido refugiarse en una finca desocupada, cuyos dueños llevaban algún tiempo de vacaciones, y allí había establecido su fortaleza secreta. Pasaba minutos muertos mirándose al espejo, observando sus ojos devolverle la mirada. Sólo había determinación. Y retrocedía el tiempo que había perdido allí para volver a ponerse al trabajo en búsqueda de su siguiente objetivo, o a la espera de que el implacable gobierno le cazase. —Sí, terrorífico. —Omar se rascó los vendajes por debajo de la chaqueta. Observó con seriedad al investigador Salgado y el expediente que le había tendido. En él figuraba poco más que una ficha policial, una fotografía y algunas notas sueltas. Un solo nombre. El nombre de un asesino. —Me has sido de mucha ayuda, Sergio. Tendremos que tomar un café pronto.

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«SuperApa» Ángel G. Ropero

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Nombre civil

Aparicio Buendía

Alias Edad 22

SuperApa, Super Aparicio

Altura

1,75 Peso

72 Kg

Ocupación

Ojos Marrones Pelo

Moreno

Estudiante

Poderes

Fuerza siete veces superior a la de un hombre normal. Capacidad de desplazarse con grandes saltos.

Desventajas

Su mayor debilidad es la luz del Sol. Antes del Incidente, Aparicio Buendía era alérgico al Sol. Como consecuencia de las mutaciones derivadas asociadas a la Nube, sus poderes asimilaron esa alergía y lo convirtieron en su talón de Aquiles: el Sol no solo quema todo su cuerpo, sino que hace que pierda temporalmente toda su fuerza.

Afiliación Localización Historia

Ninguna Zona Sur de Madrid Hasta el Día del Incidente, Aparicio era un estudiante de Periodismo completamente normal. Se encontraba haciendo unas prácticas por Gran Vía cuando la nube le sorprendió. Desde su conversión, se le ha podido ver por distintos puntos de la capital y de la Comunidad ayudando a ancianitas a cruzar la calle y bajando gatos de los árboles. Sus poderes lo hacen especialmente peligroso, por eso se le mantiene una estrecha vigilancia.

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Un nuevo caso

Antonio Vladimir García

E

ra verano y mientras Felipe esperaba en la habitación del hospital a que el doctor le diera el alta, llegó una extraña pareja. La mujer destacaba, no sólo por no tener pelo en ningún sitio visible del cuerpo, si no por llevar guantes en pleno Agosto. Su acompañante, era un hombre, ciego a juzgar por el bastón que llevaba consigo. —Buenas tardes, es usted Felipe, ¿verdad? —preguntó la mujer. —Sí... —respondió él temiéndose lo peor. ¿Serían acaso también monstruos creados por el gas? —No se ponga nervioso por favor —le pidió el hombre—. Hemos venido sólo a hacerle unas preguntas. —¿Qué queréis? No quiero tener que ver nada con vosotros... —Sólo saber qué pasó y luego nos iremos —respondió la mujer. —¿Sólo eso? Muy bien. Estaba andando por la calle y uno de vosotros soltó un eructo y me estampó contra la pared. Ya se lo he contado a la policía. Deberíais estar todos encerrados... —¿Le conocía de algo? ¿Interactuó con él previamente de algún modo? —No, yo estaba paseando y de repente me vi contra la pared. El muy desgraciado huyó... —Está bien, nos vamos ya —interrumpió el hombre del bastón. Ambos salieron dejando al paciente con cierto grado de alteración. —¿Por qué hemos salido? Apenas nos había dicho nada. —Era su aura, no nos mentía, pero se estaba poniendo demasiado nervioso. Hay que estudiarle. Tiene síntomas tempranos del gas. Si se altera en exceso puede activar sus poderes sin querer. Y no sabemos qué tipo de habilidad tendrá. Descubrirla en un hospital puede ser peligroso. —Entonces tendremos que basarnos en el informe policial para encontrar al sujeto.

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La pareja se dirigió a sus oficinas, situadas en el centro de la capital española y protegida por varias medidas de seguridad. Por fuera, el edificio parecía normal, pero por dentro varios sensores y sistemas limitaban el acceso de las personas según su nivel de autorización. —Ya he pedido que le vigilen, pero es extraño que presente síntomas tempranos del gas. ¿Estás seguro que lo viste en su aura? A estas alturas tendría que haber generado la inmunidad ya o haber sido afectado por el gas, aunque no haya mostrado habilidades. Pero síntomas tempranos... Sólo se dieron durante el primer año tras la exposición. —Ya lo sé. Dije lo de los síntomas tempranos porque es lo que se me ocurrió en aquel momento. Pero creo que no son síntomas tempranos. Es algo más complicado de creer. —¿Cómo qué? —Nunca había visto un aura así, pero me temo que son signos iniciales de contaminación... —¿Me estás diciendo que se ha liberado de nuevo el gas? —No, no puede ser eso. He estado observando a la gente del hospital y sus auras eran normales en la mayoría de los casos. —Entonces... —Dijo que había sido un eructo el que le había lanzado contra la pared... Es muy posible que quien estamos buscando pueda contaminar a otra gente. —¿Estás seguro de eso? —No, pero creo que deberíamos informar. Se podría crear otra plaga. Si aún nos cuesta controlar ésta con el tiempo que ha pasado... Imagínate lo que podría pasar si apareciese una segunda, o peor aún, si se convierte en una epidemia... —Por eso has dado la orden de que sea prioridad máxima encontrarle? —Así es. —Entonces sólo nos queda esperar a que le detengan. —Los sistemas de reconocimiento ya deben de haberle identificado. Seguramente en estos momentos los agentes especiales estén yendo a por él. —Espero por su bien que colabore... Y así, tras no demasiado tiempo, el sospechoso fue llevado a una sala especial donde la pareja le esperaba para ser entrevistado. —Buenos días Ramiro —saludó cortésmente la mujer. —Tranquilícese, no queremos hacerle daño. Sólo queremos hablar con usted y saber qué ha pasado, porqué, y cómo evitar que vuelva a ocurrir en el futuro. —Yo no quería... me pasa desde hace meses. Todo empieza con un fuerte dolor en el estómago. Cuanto más lo intento retener, más se agudiza. Por eso tengo que echarlo. Normalmente lo hago donde no hay más personas. Pero esta vez fue de repente, no pude

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reaccionar bien y lo expulsé sin querer. ¿Cómo está el hombre? —Sigue vivo y sin ninguna lesión aparente —respondió la mujer. —Menos mal. Yo no quería... fue un accidente... Por favor, no me encierren... —Quizá debería haber pensado en socorrer al hombre antes de huir. Ahora ha complicado todo...

Un nuevo caso - Sergio Ramos —No lo entienden. No es mi culpa. Yo no pedí hacer estas cosas... —Cálmese, ninguno lo pedimos, pero aquí estamos. ¿Me ve a mí? Yo a usted no, al menos no como le ve mi compañera. Antes del accidente, yo tenía una vida normal. Podía ver y leer sin problemas. Y después... poco a poco fui perdiendo la visión. Me preguntaba qué me estaba sucediendo... había escuchado de gente que obtenía superpoderes, y yo me estaba quedando ciego... No era justo. ¿Porqué me tenía que pasar esto a mí? Seguro que usted también se lo ha preguntado. Depende de la persona aparece primero la maldición antes que el don. Yo tardé en descubrir mi don, y luego mucho más en entenderlo. Sabe cuál es mi maldición, no puedo ver. ¿Le cuento mi don? Mi don es poder ver el aura de las personas. A través de su aura puedo saber si usted ha sido infectado por la plaga. Puedo ver si está pasando por un mal momento en su vida. Puedo ver si se altera o se relaja como le está pasando ahora... Puedo ver muchas cosas, siempre que me concentre.

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Pero no puedo ni verle a usted físicamente ni a mi entorno. No conocemos muy bien cómo es su habilidad. Quizá si nos dejase estudiarla podamos comprenderla y sacar el lado bueno de ella. —¿Van a experimentar conmigo? —Nada doloroso. Yo pasé por algo similar a lo que le está ocurriendo a usted ahora mismo. Quemé accidentalmente a un ladrón. Afortunadamente sobrevivió, pero podría haberle matado... Mi habilidad consiste en acumular el calor del entorno y liberarlo. Si lo concentro en un punto, puedo crear fuego. Pero a cambio perdí todo el pelo de mi cuerpo. Y no sólo eso —la mujer plantó el brazo izquierdo sobre la mesa, su mano parecía un peso muerto—. Quíteme el guante. Le pidió al interrogado y éste lo hizo con sumo cuidado. Pudo ver como a partir de la muñeca la mano adquiría una apariencia como si de roca se tratase. —No puedo mover las extremidades de mi lado izquierdo. Y aún así aquí estoy, intentando ayudarle en vez de autocompadecerme. Puede culpar al accidente y a su don de lo que ocurrió. Pero fue usted quién huyó del lugar en vez de buscar ayuda. Así que ahora puede escoger. ¿Quiere aprender a controlar su habilidad o quiere ser una víctima de ella? La mujer guardó silencio mientras observaba detenidamente a su interlocutor. Sabía por experiencias anteriores que su estilo directo solía funcionar. Si por lo que fuese, aquel sistema alteraba al interrogado siempre podía confiar en que su compañero le hiciese una señal para cambiar de estrategia. —Si elijo aprender a controlar esto que me pasa... ¿qué deberé hacer? —Nada, sólo venir a sesiones, como si de una terapia médica se tratase. Su modo de vida no tiene que cambiar. —Está bien, entonces acepto. —Muy bien. Ahora puede marcharse, un agente le llevará hasta su casa y le indicará cómo proceder. Gracias. Cuando Ramiro salió por la puerta la mujer dirigió una mirada a su compañero. —Ha aceptado muy rápido, ¿no crees? Yo tardé más. —Tiene miedo de su habilidad, lo he notado en cómo cambiaba su aura mientras se decidía. Tú también tuviste esa lucha en su momento y quizá creas que pasó una eternidad mientras te decidías, pero no fue tanto tiempo. —¿Crees que iniciará una nueva plaga? —Si él es la causa de lo de Felipe no creo. Ahora le tenemos vigilado. Mañana se le realizarán las pruebas que sean necesarias. —Si consigue controlar su poder, ¿qué harás? —Lo mismo que hice contigo. Convertirlo en parte de la organización. Al igual que tú, no tiene un aura malvada...

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El maestro del tiempo

Nacho G. Toledano

R

ecuerdo la primera que vez que activé mis poderes, aun tiemblo de puro terror al recordarlo. Todo comenzó como lo hacen estas cosas, un día cualquiera. Me encontraba en el banco haciendo unas gestiones cuando unos hombres armados entraron con la intención de atracar el banco. Sí, lo sé, intentar atracar un banco en una ciudad llena de superhéroes, y algunos nos tan heroicos, no es de unas mentes muy privilegiadas. El caso es que por aquel entonces yo aún no sabía que podía parar el tiempo así que, como todos los demás, hice lo que pedían los atracadores. Me eché al suelo y recé para que algún superhéroe viniera y salvara el día. Todo iba muy normal, bueno todo lo normal que puede ir el atraco a un banco, pero entonces el guardia de seguridad decidió que era un buen momento para hacer el imbécil. Estoy completamente seguro de que sus intenciones eran las mejores, pero los atracadores le superaban cuatro a uno y además parecían muy nerviosos. Por eso, todo se precipitó cuando el de seguridad se abalanzó contra uno de los atracadores con la intención de quitarle el arma. Me tapé los oídos por el sonido de la detonación, nunca me imaginé el ensordecedor y acojonante sonido de un arma disparada. Qué poco se parecen a las de las pelis. Recuerdo haber cerrado los ojos y encogerme de puro terror, pero sobre todo me acuerdo del silencio que vino a continuación. No se oían disparos, ni gritos, ni gente huyendo aterrorizada. Lo único que podía escuchar era el sonido de mi respiración y el martilleo descontrolado de mi corazón. No sé cuánto tiempo tardé en reunir el valor para abrir los ojos y mirar a mi alrededor, lo que sí sé es que mi vida no ha vuelto a ser la misma desde entonces. Supongo que no sorprenderá a nadie que diga que cuando mire a mi alrededor vi que todo estaba congelado en el tiempo. Para mí fue un auténtico shock. Aún se me ponen los pelos como escarpias al recordarlo. En un primer momento pensé que algún superhéroe había acudido en nuestra ayuda, pero tras buscar por todo el banco no encontré a nadie que se moviera. Sí, no sé de dónde saqué el valor, pero conseguí moverme y caminar por

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ese banco que parecía una escena de una mala peli de acción en pause. Eso me llevo a mi segunda hipótesis, más descabellada pero cierta. ¡Era yo quien había detenido el tiempo!

El Maestro del Tiempo - Josema Beza Acterateuim No tenía la más remota idea de cómo lo había hecho pero una estúpida sonrisa se me dibujó en la cara. Me avergüenza un poco reconocer que lo primero que se me pasó por la cabeza al descubrir que tenía un superpoder era que necesitaba un nombre chulo, algo así como “El Señor del tiempo”, pero inmediatamente lo deseché, recordando que alguien ya lo había usado en alguna parte. Tras este momento de soberana estupidez por mi parte, decidí que si iba a ser un superhéroe debía actuar como tal. Me acerque hasta donde el guardia de seguridad se abalanzaba sobre el atracador. Al llegar lo primero que llamó mi atención fue la bala suspendida en el aire a medio camino del guardia. Supuse que tenía dos opciones, la primera cambiar la trayectoria de la bala, la segunda apartar al guardia de seguridad de la bala. Como la bala era más pequeña intente moverla en primer lugar, sin embargo, pese a todos mis esfuerzos la bala permaneció suspendida en el mismo sitio como un objeto inamovible. Ante mi fracaso inicial opte por la segunda

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opción. Mover a aquel hombre resultó realmente difícil y agotador. Por lo visto, mis poderes tenían alguna limitación que otra. A mayor velocidad de aquello que se quiere mover, mayor es el esfuerzo necesario para desplazarlo cuando el tiempo está detenido. Una vez salvado el guardia de seguridad lo demás fue sencillo. Les quité las armas a los ladrones y les até las manos a la espalda usando sus propios cordones de los zapatos. ¡Cómo disfruté esta parte! Apreté todo lo fuerte que pude. Ya estaba listo para volver a reanudar el tiempo. Me paré en medio del banco y… ¿ahora que tenía que hacer? El problema era que no tenía ni idea de cómo volver a activarlo. Probé todo cuanto se me pudo ocurrir: concentrarme, gritar, saltar, rezar…hasta pensé en intentarme dormir por si, al despertar, todo regresara a su cauce. Nada de lo que hacía daba resultado alguno. Había oído que todos los súper sufrían algún tipo de desventaja que compensaba su poder. Según decían las malas lenguas: “cuanto más poderoso, mayor era la desventaja”. Perfecto, eso solo podía querer decir que podía detener el tiempo, pero no volver a ponerlo en marcha. “¡Fenomenales poderes cósmicos…!” Con el tiempo, tiempo que no pasaba, conseguí recuperarme de la conmoción que me produjo el saber que me encontraba atrapado. Al igual que el bueno de Phil Connors, comencé a adaptarme a mi nueva realidad. Al principio recorrí la ciudad solucionando pequeñas cosas: una caída por allí, tapar un socavón por allá. Montones de cosas que me hacían sentirme útil y ocupado. Sin embargo, la soledad fue haciendo poco a poco haciendo mella en mí. Solo pensar que estaría atrapado para siempre, que nunca podría volver a mantener una conversación con otra persona, me aterrorizaba. Para más INRI, al estar todo congelado, no podía usar ni ordenadores, ni teléfonos,… solo me quedaba leer. Todo ello empezó a plantar pensamientos oscuros en mi mente. Al final llegó el momento en que no quedo nada que solucionar en toda la ciudad y, aunque sabía que podía simplemente marcharme a otra ciudad, pensé que carecía de sentido. Fue en aquel instante consumido cuando, por la desesperación, estuve dispuesto a ponerle fin a mi existencia, en ese preciso momento, el tiempo volvió a correr. Aún recuerdo la única vez que utilicé mis poderes. He decidido no volver a pasar por ese infierno. Supongo que fue el estrés lo que los activó. Desde entonces, he decidido reducir mi estrés todo lo posible. —Camarero, otra cervecita cuando puedas.

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epilogo

Ángel G. Ropero

23 de febrero de 2020 Madrid, 01:32 La noche es cerrada. Dos individuos entran sigilosamente en unas instalaciones propiedad del CSIC. ¿Qué traman estas personas? ¿Por qué no hay nadie vigilando la puerta? —Hemos hecho bien en golpear al —Calla, estúpido. No queremos que sepan que estamos aquí. Hacen bien en ser discretos aunque están a punto de cometer un error. En estas instalaciones se llevan a cabo importantes investigaciones relacionadas con la mente humana, el hambre en el mundo, la calvicie y muchos otros temas de primer orden. ¿Serán estos facinerosos espías del gobierno lusitano? ¿Buscan las soluciones contra el cambio climático de nuestro país? —¡Joder! Me he tropezado con un puta mesa —exclama uno. No. Está claro que son españoles. —¿Quieres bajar la voz, mendrugo? Y, querido lector, aunque pudieras pensar que ese era el error que lo inicie todo, el aleteo de la mariposa, la primera pieza en caer..., déjame sacarte de tu error. La mesa estaba vacía. Mal colocada, claro, porque habían despedido a su propietario justo ese mismo día, pero no contenía ningún producto delicado. El grave error aún está por llegar. —Vamos, cenutrio, es por aquí. Abre la puerta gracias a las contraseñas que les han vendido y entran en un nuevo pasillo. —Jefe, ¿qué hemos venido a buscar? —Lo sabrás cuando toque. No temas, ansioso lector, porque pronto saldremos de dudas. El líder guía la marcha, mientras su subordinado se entretiene observando la multitud de tubos de vacío, matraces y exprimidores funcionando. El pasillo por el que caminan está iluminado por el brillo de los componentes. —Date vida. El señor quiere el dispositivo esta noche. —Ya le vale. Podía haber puesto la reunión a otra hora. El cabecilla ignora su comentario y deja atrás el último laboratorio, el L07, el único cuya

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cristalera está cerrada y atraviesa la puerta que separa el ala de la siguiente zona. Antes de que el segundo le siga, algo llama su atención y, también debería llamar la tuya, entusiasta lector. La puerta del laboratorio L07 está entreabierta y parte de la luz de su interior se filtra. Una luz azulada, antinatural que, por supuesto, despierta su curiosidad. Abre la puerta de par en par y, esperando ver algo de gran envergadura, se sorprende al descubrir un único frasco en una inmensa soledad. Ni sillas, ni equipo... Solo una mesa y sobre ella un tarro, como de mermelada. Camina despacio, atraído por la luz que emana del bote como las polillas, y lo coge, para poder verlo bien. Está bien cerrado y, aunque trata por todo los medios de abrirlo, desiste pronto. —¿Qué hace usted aquí? Está en una propiedad del Estado. La voz le sorprende. Se gira y, tras él, un “segurata” le encañona con una linterna. Te han pillado, malandrín... Ahora, ¿qué vas a hacer? —Lo siento, me he perdido. Buscaba un baño... —improvisa mientras se lleva las manos a la espalda, ocultando el frasco brillante. —¿Qué es eso? ¡Estás robando! Pero antes de que pueda acabar de coger su móvil para alertar, recibe un golpe en la espalda que le tumba. El otro ladrón ha regresado, preocupado por la tardanza de su colega. —Ya la has liado... —señala a su subordinado con el palo que ha usado como arma y añade—; esto tenía que ser una operación secreta. ¿Y qué es eso que tienes en las manos? Suéltalo y vayámonos. Ya tengo lo que hemos venido a buscar. Este obedece y, aunque le cuesta, suelta su tesoro en la mesa. Con tan mala suerte que lo deja en el borde y más pronto que tarde, caerá al suelo en una explosión de cristal. Pero cuando esto suceda, y no dudes de que pasará, amigo lector, ellos ya estarán lejos, terminando el encargo. No tendrá tanta suerte el agente de seguridad que permanecerá inconsciente, sin ser testigo de como una nube de un intenso color azul se expandirá por la sala donde yace para, a continuación, filtrarse por todas las salidas que encuentre: la puerta, los conductos del aire y su cuerpo. Y así llegar a cada rincón de las instalaciones. Sin embargo, lo más problemático llegará cuando este componente se mezcle con todos los otros que descansan en el resto de laboratorios. Es entonces cuando mutará y se convertirá en un verdadero monstruo. Y te preguntarás una vez más, atónito lector, ¿podía haberse evitado? Y la respuesta es muy simple. Sí. Porque junto al frasco descansaba un portapapeles que, de haberlo leído, habría detenido la mano del ladrón. En grandes letras rojas, unas palabras alertaban sobre la sustancia que liberó: SUSTANCIA F-33 EXTREMADAMENTE VOLATIL NO PERMITIR CONTACTO CON EL AIRE BAJO NINGÚN CONCEPTO.

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los superhéroes también pueden ser muy bestias Ángel G. Ropero Si decimos superhéroes, lo primero en lo que solemos pensar es en personajes como Spiderman, Batman o Superman. Si somos un poco más conocedores, ya llegamos a personajes como Power Man, Raven y miles más. Todos ellos tienen algo en común: son americanos. Son los más conocidos, pero no son los únicos. En España tenemos unos cuantos, de los que ya os hablaremos en un par de páginas. Para este número, hemos querido hablar con un experto, Daniel Estorach, autor de Hoy me ha pasado algo muy bestia (Planeta) sobre esta novela, sus continuaciones y la adaptación al cómic. La primera pregunta parece obligada. Cuando hablamos de superhéroes, la cabeza se va a América y los grandes personajes (Superman, Batman, Spiderman...). ¿Por qué contar entonces una historia de superhéroes desde Barcelona y además que tiene lugar en esa ciudad? Respuesta. Lo que tenía claro, cuando empecé a escribir, es que quería narrar una historia realista en un entorno real y, además, que sucediera en nuestro país, donde los problemas a los que pudiera enfrentarse un justiciero no son exactamente los mismos a los que se enfrentaría uno en USA. Además, ambientar la historia aquí también afectaría a los personajes y a todo lo relacionado con ellos, ya que aquí las relaciones y la forma de hacer y de pensar son muy distintas de las que nos llegan de USA a través de los cómics, pe-

lículas y series americanas. La elección lógica, por tanto, era usar Barcelona, ciudad mundialmente conocida, que conozco casi como la palma de mi mano y que contiene todo tipo de escenarios urbanos y no tan urbanos, lo cual aumenta las posibilidades narrativas. Los superhéroes han dado el salto del cómic al celuloide. Pero es menos habitual verlos en libro. ¿Crees que hay hueco en la novela o el relato para estos personajes? Creo que sí, pero siempre que se adapte correctamente al nuevo formato. Me explico: un cómic es principalmente un medio visual, por lo que el género necesita los trajes de colores para distinguir con rapidez a unos héroes de otros, efectos especiales y mucha acción para funcionar. En cambio, la novela se rige por otras normas

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y necesidades. Intenta imaginar un cómic de superhéroes típico trasladado a novela, donde el 80% de la historia se basa en la pelea del héroe contra el villano. ¿La leerías? Poco a poco, desde tu primera novela (Hoy me pasado...) se ha ido creando un universo superheroico que incluye otros formatos y otros autores. ¿Cómo ha ocurrido eso? Pues porque despertó el inter és de otros autores, que rápidamente se ofrecieron a aportar su granito de arena a este universo con la creación de las novelas ilustradas de Tiempo de Héroes; al que pronto se sumó el interés de editoriales como Norma, que se encargó de la adaptación a cómic de la primera novela, guionizada por El Torres e ilustrada por Julián López, Juan Albarran y Fran Gamboa; y Planeta Cómic, que está trabajando en las adaptaciones de las siguientes dos novelas, donde El Torres sigue con el guión y Nacho Tenorio y Sergio Mora se encargan de la parte artística. Además, hace un par de años se rodó un cortometraje que, espero, pueda verse en abierto algún día, dirigido por Ivan Mulero y protagonizado por un Octavi Pujades espectacular en el papel del protagonista de las novelas.

Hablamos de tus referentes. ¿En quién te fijas a la hora de crear? Fijarme no me fijo en nadie, pero sí que tengo muy interiorizado el trabajo de varios autores que me han marcado como lector, como pueden ser Frank Miller o Alan Moore. Y, como creativo, recomiéndanos otros autores. Pues aparte de los más obvios, mencionados en mi respuesta anterior, recomiendo sin pensármelo el trabajo de El Torres, uno de los mejores guionistas de cómics del país y el de Jean-Luc Istin, guionista de cómic europeo, que me tiene entusiasmado últimamente.

Tras algún tiempo de parón, al fin se ha reeditado tu novela de la mano de Editorial Planeta. ¿Llegará por fin la tercera parte? ¿Qué planes hay con la adaptación al cómic? La tercera novela está programada para abril de 2020 y saldrá a la vez que su adaptación a cómic. La adaptación de la segunda novela saldrá en septiembre-octubre de este año.

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Muchas gracias por atendernos.


El

fin de una

Etapa Daniel Godino

No cabe ninguna duda en el imaginario colectivo de que las películas de superhéroes han dado un paso de gigante en su evolución estos últimos años gracias, en gran parte, a la producción del universo cinematográfico de Marvel junto con la gigantesca Disney. Han logrado convertirse en un verdadero hito cultural tal y como lo fueron en su momento sagas como Star Wars y El Señor de los Anillos.

Todo empezó con él... Iron Man (Jon Favreau, 2008)

Tras poner el punto final de la Fase 3 con las dos películas de Avengers: Infinity War y Endgame, y el epílogo de SpiderMan: Far from Home, elegido por Marvel Studios para narrar las consecuencias de la guerra contra Thanos a través de los ojos de Peter Parker, sin duda Marvel nos ha sorprendido con la revelación en la pasada Comic-Con en San Diego del conjunto de series y películas que llegarán en los sucesivos años y que formarán parte de la Fase 4. Haciendo hincapié en varios puntos, en primer lugar, el pasado mes de junio, Kevin Feige, CEO de Marvel Studios, reveló públicamente que Avengers: Endgame iba a regresar a la cartelera internacional en una versión extendida que añadía 6

minutos de contenido adicional y escenas eliminadas, aprovechando el estreno a principios de julio del último metraje de Spider-Man, de modo que ambas películas pudieran beneficiarse la una de la otra. El porqué de esta decisión de Marvel es fácil de adivinar si echamos un vistazo a los números: tras una semana en exhibición, el metraje de Los Vengadores logró quedarse a 22 millones de dólares por debajo de la película más taquillera de la historia: Avatar, de James Cameron, producida por la 20th Century Fox, que en su momento logró alcanzar los 2788 millones de dólares (aprovechando un reestreno, por supuesto)*. Los tres últimos estrenos de nuestra saga favorita de superhéroes han dado

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fin a lo que se conoce como la Fase 3, conformada en total por 11 películas estrenadas desde el año 2016 en las que hemos acompañado a más de 21 personajes en sus aventuras, sus momentos de pesar, sus trepidantes combates y su gloria. La última de las cintas, Spider-Man: Far from Home, dirigida por Jon Watts, director también de Spider-Man: Homecoming, ha servido como epílogo a la Saga del Infinito, adecentado con un humor y un estilo de comedia más cercano a las series sitcom. En sus primeros 10 días de estreno mundial, la película recaudó 580 millones de dólares. El mismo Kevin Feige relató las grandes novedades que lanzarán próximamente. Fue en la Comic-Con de San Diego, donde anunció que el estudio tenía preparadas

varias películas y series para estrenar entre el 2020 y el 2021. Entre estas desveladas películas y series se encontrarían títulos como Los Eternos, la nueva franquicia cinematográfica, WandaVision, con la aparición de La Bruja Escarlata y Visión, Viuda Negra, Thor: Love and Thunder y Doctor Strange in the Multiverse of Madness, con la que Marvel pretende rodar el primer filme de terror del Universo Marvel. Además de las series Falcon and the Winter Soldier, Loki, What If...? y Hawkeye, además de muchos otros títulos. Aunque todavía no hay demasiados detalles en profundidad acerca de todos estos nuevos títulos, lo más seguro es que los fans recibiremos todas estas nuevas entregas con los brazos abiertos.

*(Nota del editor) Con ese reestreno, Avengers: EndGame ha alcanzado la friolera de 2789 millones de dolares y ya ha superado a Avatar.

La Fase 4 incluye series y películas, pero aún toca esperar hasta 2020

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La mejor película de superhéroes Carlos Arroyo Cobos Decidí que para escribir este artículo me iba a construir un búnker en un lugar secreto para que los aldeanos con antorchas, hoces y tridentes no me encontraran. Y oculto bajo tierra tengo el valor de decir que la mejor película de superhéroes que se ha hecho es Los Increíbles. Claro que no estás de acuerdo, pero plantéate si la suma de todos los puntos a favor de esta cinta de dibujos animados no resulta 10. Que es la valoración que yo le doy. Hay varios homenajes a los superhéroes clásicos del cine y la televisión en ella. Aquellos que significaron la consolidación de un cliché de protagonista abnegado y todopoderoso que siempre vencía al villano. Ese que era un tipo cruel y mediocre que en la vida real trabajaría recogiendo carritos en un centro comercial. Incluso, en un par de ocasiones se hace referencia en Los Increíbles al discurso del malo cuando cree que ha vencido y que siempre es el momento en que el héroe se rehace y consigue vencer. Al público siempre le han gustado los finales felices y ha soportado durante décadas la repetición de esta fórmula en la que únicamente se cambiaba el nombre del héroe y sus superpoderes. Solo se pedía a cambio que acabara siempre bien. Pero la gallina de los huevos de oro se quedó famélica hasta que no fue capaz de poner ni un triste superhéroe de videoclub. A nadie le gustan los personajes sabelotodos y todopoderosos. Entonces llegaron las películas de Nolan en las

que descubrimos cada recoveco oscuro en el alma de Batman y las de Marvel en las que se desvelaba el origen de sus principales figuras. Y en mi opinión, damos un paso más allá con Los Increíbles. Pixar estrenó esta película en 2004 con Brad Bird en la dirección. Casi dos horas de un largometraje de animación irrepetible. En él no necesitamos conocer el origen de sus protagonistas ni ver cómo se arrastran por el lodo. Tampoco son personas perfectas sino que los veremos discutir por problemas laborales y con discusiones familiares. Superhéroes que se ven obligados a renunciar a todo lo que son y lo que saben hacer para adaptarse al rol de ciudadano de a pie para el que no están preparados. En la primera de las películas de Los Increíbles se cuenta las peripecias de una familia en la que todos sus miembros tienen superpoderes y cómo afrontan la rutina de sus identidades secretas. Sin embargo, el pasado termina

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encontrándolos y tendrán que enfrentarse a un supervillano como mejor saben hacer. Unidos como una buena familia. Uno de los detalles destacables es el superpoder que ostenta cada uno. Elegidos en función de su papel en la familia. Aprovechando estereotipos. Bob, Mister Increíble, tiene una gran fortaleza. Porque de un padre se espera que sea fuerte. Bob es decidido y confía en su superfuerza. Helen, Elastigirl, es capaz de doblarse y estirarse sin romperse. Una madre siempre está metida en un millón de cosas diferentes, así que la otorga esa elasticidad que la permita abarcarlo todo. Violeta, la adolescente, se hace invisible porque es insegura y llena de complejos. Además, hace campos de fuerza que la aíslan del resto del mundo porque siempre está a la defensiva. La supervelocidad de Dash tiene que ver con su irrefrenable energía. Es nervioso, muy competitivo y adorable. El pequeño Jack-Jack, con sus temibles rabietas, es capaz de cualquier cosa si se cabrea. Podría tener cualquier poder. Ante él está abierto un gran mundo de posibilidades debido a la gran capacidad de los bebés para aprender y adoptar diferentes idiomas con gran facilidad. Quizás es el superhéroe más temible de todos. Al final comprendemos que en Los Increíbles solo exageran los superpoderes que se le suponen a un padre, a una madre, a

una adolescente, a un niño y a un bebé. Esa facilidad para empatizar con alguno de los protagonistas hace que te sientas fácilmente identificado. No están idealizados, pero tampoco es necesario dar luz a los rincones más oscuros de sus personalidades. Sus historias son más sencillas, a pesar de sus superpoderes. El público entendió que en Los Increíbles había algo más. Sin embargo, no habría secuela de este éxito de Disney hasta 2018 cuando se estrenó la segunda parte, que comienza en el mismo momento que acaba la primera. Otra joya de Pixar dirigida también por Brad Bird y que no conviene perderse si te haces llamar fan de las películas de superhéroes. En definitiva, dos películas que tenemos con mucho cariño en la pequeña videoteca de nuestro búnker desde el que te estoy escribiendo. Está muy por encima de tantas otras de Marvel y DC que no voy a nombrar ahora para que a las hordas que estarán buscándome ya a estas alturas no se les una ningún Friki con un ariete para derribar la puerta. Solo un apunte más antes de acabar. Esa frase que se ha quedado en nuestro vocabulario de una escena que recordamos en casa de esta película muy habitualmente: ¡Nada de capas!

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La Forja de los Octaedriles

Josema Beza Acterateuim

Superhéroes por España Desde que era un crío, he sentido atracción por los superhéroes. Supongo que como cualquier niñ@ de esa edad. Recuerdo a Spiderman, Superman, Wonderwoman, Batman, Pícara, Fénix... una legión de súpers que salvaban continuamente el mundo de un sinfín de amenazas. Quería ser como cualquiera de ellos, trepando por los edificios del barrio, asustando a ladrones y protegiendo a mis propios vecinos. Pero había algo que fallaba en todo eso. Entre los vaivenes de Spiderman o los vuelos de Superman, no reconocía ni los edificios ni los lugares donde pasaban todas esas aventuras. Necesitaba héroes en mi ciudad. ¿Dónde estaban los héroes españoles? ¿No los había? Todos nos podemos imaginar a nuestros propios superhéroes y queremos que surquen nuestros cielos y salven nuestros pueblos y ciudades. Entonces llegué a Superlópez. Personaje creado en los años setenta por

Efepé y Jan. Al fin un súper Made in Spain, pero aunque tenía poderes y estaba aquí, lo que más destacaba de él (al menos así lo recuerdo) era su torpeza. Viñetas y viñetas repletas de aventuras y mucho humor. No tan épicas como me esperaba, aunque con el paso de los años, tomaron más profundidad en sus historias. Hasta aquí lo que recuerdo de los superhéroes patrios durante mi niñez. Pasaron muchos años y, salvo algún cómic de este súper ibérico SL, todo era Marvel o DC. Muchas de las iniciativas no eran capaces de desbordar la ametralladora de títulos y supers de estas dos monstruosas máquinas de crear héroes e historias. Eso sí, la presencia de dibujantes españoles en esas dos grandes editoriales iba en aumento, por lo que nos llegaban aún más publicidad y resultados de sus trabajos. En este clima, parecía que estaba todo el pescado vendido. Recuerdo alguna grapa de Iberia Inc. de Carlos Pacheco, Rafael Marín y con dibujo de Rafa Fonteriz. Ya eran mediados de los noventa. Ahora mismo existe la posibilidad de hacerse con un integral de Iberia Inc. y sé que tarde o temprano, acabará en mi comicteca. Durante un tiempo, me resigné a disfrutar de las desventuras de X-Men, La Liga de la Justicia, Los Vengadores,... pero, de repente, descubrí Valiant. Ver nacer una editorial de supers siempre tiene un efecto especial en el aficionado.

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Parecía que llegaba para quedarse y, aunque los dos monstruos de siempre parecen inamovibles, Valiant parecía tener la fuerza suficiente para aguantar y proseguir con su camino. A día de hoy, siguen dando guerra y sumando aficionados con cada número, con una apuesta multidisciplinar y arriesgada en algunos casos. Aun así, me faltaban héroes que nacieran en nuestra tierra y se enfrentaran a nuestros problemas, a nuestra historia. Por aquel entonces, ya había empezado a pecar por plataformas de micromecenazgo como Verkami. Y fue en ese portal donde conocí Piel De Toro. ¡Al fin unos súpers metidos en nuestra historia, liándola por España! Esta iniciativa de Rafael Jiménez y JuanFra MB me encandiló desde el principio. Por supuesto, me lancé como mecenas e indagué un poco. Es como llegué a Carmona en Viñetas. Se trata de una asociación juvenil sin ánimo de lucro que, durante años, se ha dedicado a la difusión de los cómics y que hace unos años dio el salto editorial. De su sello han nacido Piel de Toro (tres deliciosos tomos para cerrar la colección) y un universo que trae a los súpers a plena guerra civil española. Con más de 11 grapas y un tomo, esta iniciativa aún está activa y no es raro el trimestre que una nueva entrega aparezca como proyecto de Verkami. Cada grapa se centra en una serie de súpers y un acontecimiento remarcado de nuestra historia. Podemos ver batallas

como la del Ebro, la del Jarama o el sitio de Madrid. Como mayor aliciente, se han podido ver diversos guionistas y dibujantes a lo largo de estos años y grapas. Pero Carmona tiene otras muchas iniciativas y entre ellas, La Orden Oscura. Una especie de mezcla entre mitos y héroes (o no tan héroes en realidad) en plena edad media. Por supuesto que estas no han sido las únicas historias de superhéroes patrios. Aún sigo indagando porque seguro que me dejo decenas de grapas y tomos por leer. En estos años he conocido a El Supergrupo, nacido a finales de los setenta y reflotados al guión por Efepé con dibujo de Nacho Fernández y Jan. Además, no puedo dejar de mentar a Daniel Estorach Martín y su Hoy me ha pasado lgo muy bestia. Primero en novela, algo poco frecuente ver una historia de superhéroes narrada en prosa en lugar de sus amadas viñetas. Una historia más que recomendable. Más tarde se convertiría en novela gráfica, con El Torres al guión y Julián López al dibujo. Se trata de una historia de un superhéroe por las calles de Barcelona. Igualmente disfrutable. Es por esto que sigo entusiasmado con nuestros héroes, estando alerta a todas las novedades que pudiera haber desde Carmona en Viñetas o cualquier editorial o autor/ autora valiente que sepa sacarle todos los matices a nuestras tierras, mitos e historia para seguir creando el imaginario colectivo de nuestros propios superhéroes.


Zoom

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Título: El mundo aplaude. Técnica: Mixta. Para la portada se me encargó una historia libre, y dado que me encantan los finales trágicos, decidí coger al héroe que más me gustó de todos los creados y darle un fin. La idea era que un personaje algo “odioso”; como es Eco, tuviera un desenlace honorable y potente. En esta portada lo que quise fue narrar esa “última batalla del héroe”. El juego con los elementos de la escena; la luz, el color y la tensión en los elementos, como la lluvia, era lo que me iban a ayudar a dar esa fuerza en la imagen. Jesús Humanes

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Variant cover “Eco en acción” Técnica mixta

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Recetas mágicas Copa de Yogurt Superman Alexandra González PREPARACIÓN Dividimos el yogur en tres partes, una para mezclar con colorante azul, otra para el rojo y una mas pequeña para el amarillo. En las capas rojas, vamos añadiendo frambuesas. El orden es como el uniforme de Superman, así que empezamos por el rojo de sus botas, y vamos intercalando colores azul, rojo, amarillo, rojo, azul y rojo. Podemos añadir cosas que nos gusten entre medias; unos cereales de trigo en el nivel amarillo, unas mini nubes en el azul.... Esta receta es tan súper que podeis modificarla tanto en sabor como en el superhéroe a imitar. ¡¡Y a disfrutar de nuestra supercopa con la mejor súper-(sobre todo larga) cuchara!! INGREDIENTES

1 envase grande de yogur natural Colorantes en Gel de color rojo, amarillo y azul. 1 puñado de frambuesas, cerezas o fresas frescas.

Más cosas deliciosas en La Ría de Chocolate (Calle de la Moraña, 7 - Leganés) Haz click para teletransporte. -54-


Sugerencias de un... súper-tarado

Nacho G. Toledano

¡Aquí vamos otra vez! Batman: Las aventuras del hombre murciélago han sido llevadas al cine en numerosas ocasiones, por ello déjame proponerte un juego: debate con tus amigos sobre qué película es la mejor y sobre quién de los actores es tu favorito. Sólo existe una regla, cualquiera que elija Batman y Robin o a George Clooney queda automáticamente fuera de la discusión. Saga The Reckoners: Escrita por Brandon Sanderson, el tío que consiguió finalizar La rueda del tiempo (por siempre agradecido). Esta trilogía nos lleva a un mundo en el que las todas las personas que adquieren poderes se convierten villanos y es a los simples humanos a quienes les toca enfrentarse a ellos. Evanescence: Creo que queda fuera de toda duda que Daredevil es una de las perores películas de superhéroes de la historia, sin embargo, nos permitió descubrir a este grupo estadounidense y su Bring me to life que llegó a ser número uno de los 40 en el 2003.

Spiderman - Un nuevo universo: Porque lo único mejor que Spiderman son muchos Spiderman. Esta versión animada del heredero de Tony Stark (¡Te quiero 3000!) es probablemente una de las mejores películas de superhéroes jamás realizadas.

Deadpool: En este caso he decido barrer para casa y recomendarte este comic, o más bien a su ilustrador, Salvador Espin, que lleva dibujando al antihéroe desde 2012. Bueno si no eres muy de comic puedes echarle un vistazo a la película protagonizada por Ryan Reynolds. Es realmente divertida y seguramente salvó la desastrosa carrera del actor.

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¡Están ocurriendo cosas incomprensibles desde que una extraña nube invadiera Madrid! Las Autoridades dicen que estemos tranquilos, pero las mutaciones se están extendiendo: personas con alas de mariposa, gente que desaparece y monstruosos habitantes de las profundidades del metro. ¿Qué son estos seres? Y más importante, ¿qué quieren?

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Y en el próximo número...


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