ERRATA# 0, El lugar del arte en lo político

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merecen. Es por eso que el recorrido histórico, no cronológico sino conceptual y crítico, que hace Padilla le permite al lector encontrarse con las diversas miradas que recaen sobre la configuración del arte escultórico moderno en Colombia. Este capítulo de la historia del arte colombiano, que proviene del trabajo no solo de artistas plásticos sino de literatos y pensadores de inicios del siglo XX, cuenta con la contribución de varios artistas que, atendiendo al «llamado de la tierra», rompieron con la academia y se dedicaron a buscar un lenguaje plástico de denuncia que tuviera tanto un contenido social como una intención patriótica de «colombianizar a Colombia». Entre los escultores nacionalistas del periodo de los años treinta a cincuenta, se encuentran: Luis Alberto Acuña, Ramón Barba, José Domingo Rodríguez, José Horacio Betancur, Julio Abril, e incluso, los artistas Miguel Sopó y Rodrigo Arenas Betancourt. A cada uno de ellos, Padilla dedica un capítulo de su ensayo y de este modo, como en un rompecabezas, arma las diferentes voces que, bien sea con el lápiz o el cincel, dieron forma a

o incluso deformaron

los ideales de dicho nacionalismo. Finalmente, el propósito de este ensayo no se hubiera cumplido si el autor no le hubiera dedicado el espacio a lo que él denomina el «relevo generacional»; esto es, a la crisis y declive del nacionalismo abanderados por Marta Traba. La incursión de esta crítica argentina se da en un contexto de emergencia cultural y artística que incluía la aparición de nuevas galerías y museos, y un movimiento crítico más especializado al que ella misma contribuyó. Y es esta última parte la que mejor expresa las contradicciones, cambios de paradigma y hasta la censura de la que fueron objeto tanto seguidores como opositores de la nueva estética posterior a los nacionalistas, y que son propias de todo estado de transición. Cierro entonces con una de las ideas con las que inicia el libro de Christian Padilla: «Tal vez ningún otro país de Latinoamérica haya buscado con tanto rigor como Colombia negar su historia del arte». Es a esta realidad a la que él se arriesga a hacerle frente; una verdad que no solo nos habla del campo de las artes sino que nos muestra con evidencia la situación colombiana en general. Es por eso que, reconociéndose heredero de lecturas precedentes y, a su vez, abriendo en la contemporaneidad este espacio de revisión que nos permite ver con algo más de claridad los aciertos y desaciertos de la construcción de esa historia, Christian se hizo merecedor con este libro en el 2007 de la quinta entrega del premio de Ensayo histórico, teórico o crítico sobre el campo del arte colombiano, en la modalidad de ensayo de autor; obra que se espera constituya un aporte a la historia del arte colombiano y al arte contemporáneo.

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