Revista DECK | Enero 2018

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62 VINOS & BODEGAS

Enero 2018

Fresh Wines/.

por | JULIETA QUINDIMIL SENSINI | Sommelier

El verano llegó con todo y junto a las temperaturas altas sentimos la necesidad inevitable de beber productos livianos y refrescantes. Si lo que queremos es destapar -o desenroscar- una botella de vino, tenemos que tener en cuenta que los más refrigerantes son los blancos y rosados.

A

unque parecen vinos simples, son productos verdaderamente sofisticados. Su complejidad no estriba en la crianza, como en los tintos, básicamente porque muy pocos blancos y rosés en el mundo logran una gran expresión al tener contacto con la madera. La particularidad de estos productos reside en su frescura, elegancia y, sobre todo, equilibrio. Los vinos blancos en su mayoría se elaboran a partir de cepas blancas, como la Chardonnay, Sauvignon Blanc, Pinot Grigio, Torrontés y Semillón, entre otras muchas. También es posible desarrollar un vino blanco a partir de una uva tinta, procedimiento que se conoce como “blanc de noir” (blanco de negro). No obstante, en nuestro país

no son muchos los vinos “tranquilos” que se fabrican y comercializan con este estilo. Ahora bien, ¿qué los hace tan agradables para beber en verano? A pesar de las grandes o pequeñas diferencias que existan entre cada cepa y luego, entre cada vino, los blancos siempre nos obsequian una frescura y franqueza aromática única en su tipo. Las cepas blancas son muy generosas en aromas minerales, herbáceos, frutales y florales. Seductores al extremo, dueños de un nervio único que juega en nuestra boca desnudando su típica acidez málica y cítrica, saben conjugarse con una elegancia incomparable. Esas características los vuelven irresistibles, especialmente en aquellos días en que el aire acondicionado se

vuelve el mejor amigo. Además, se relacionan excelentemente bien con platos ligeros como el pescado, las aves y las ensaladas y no le tienen miedo a un tentempié rápido en la pileta, para continuar disfrutando del agua y el sol.

¿Y qué hay de los rosados?

Conocidos como “vinos de una noche” – ya que se elaboran siguiendo una técnica de maceración atenuada de vino tinto- los rosados consolidan su crecimiento en todo el mundo y el incremento de su consumo en los últimos cinco años es realmente sorprendente. Poseen una historia sensorial distinta a la de sus pares blancos y tintos y justamente allí estriba su éxito. Vinificados a partir de uvas tintóreas no demasiado tánicas, como la Pinot Noir, el Merlot, la Sangiovese y la Malbec, por mencionar sólo algunas, saben jugar justo en medio de un blanco y un tinto, obteniendo de ambos sus notas más características y particulares. De los blancos adoptan la frescura y la elegancia, mientras que de los tintos, toman los aromas a frutas y frutos rojos maduros como las cerezas, las frambuesas y las moras, conjugados muchas veces con aristas florales típicas de cada variedad, en las que puede aparecer sutiles aromas a rosas, lavanda y violetas. Tanto los vinos blancos como rosados hay que beberlos fríos, entre los 5 y 9 grados. De este modo acentuaremos su carácter refrescante y subrayaremos agradablemente su acidez. Para enfriarlos podemos utilizar una frapera con agua y algunos hielos. En el mercado tenemos una importante oferta de productos. Resulta pertinente asesorarnos bien al momento de la compra, para llevarnos a casa justo lo que buscábamos. Los vinos blancos y rosados pueden ser de diferente acidez, color, aromas y textura en boca, eso depende de la cepa con la que se ha elaborado, el terruño de donde provienen las uvas y la técnica utilizada en su preparación. También los hay dulces y secos, por lo tano se vuelve imprescindible consultar al vendedor antes de adquirirlos.


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