hijas, pero que en el quinto encuentro el odontólogo hablaba de ellas. Su método es pactar por lo menos cinco reuniones, y así romper el hielo que hay siempre entre dos desconocidos. “El primer día tienen como una máscara y yo estoy medio tenso. Ya el segundo quizás los acompaño a comprar pan, el cuarto al médico y el quinto cenamos. Ahí va saliendo el personaje, lo que quiero captar, lo no dicho”. La noche lluviosa en la que Palacios le llevó dos copias de Conchita a Barreda, el odontólogo le dijo que se sentía un cornudo y que su relación se había roto como un jarrón. A Palacios le costó ir: “Necesitaba cerrar un círculo. Por un lado no quería que sea un libro condescendiente con Barreda. Ya el título, Conchita, es una provocación, la misma palabra que él llevó a la prensa, con la que se victimiza, pero que creo que inventó”. Palacios admite que entrevistar ladrones y asesinos es distinto a entrevistar otro tipo de personajes. Muchas veces, para que no se sientan usados, los sigue viendo después de haber terminado la nota, incluso a algunos les dio el teléfono de su casa, a la que después llamaron para disgusto de su esposa. “Ahora estoy medio alejado de eso porque desgasta mucho. El hecho de ser padre fue una iluminación. Me cansó el ladrón pesado, que llega y apoya el arma sobre la mesa”, aclara. Por eso ahora está investigando a ladrones de bancos: “Es otra cosa. Citan a Sartre, son tipos mujeriegos que se visten bien y van a comer, es más liviano. Son gente como uno”, se ríe. Mientras tanto, prepara el primer número de Quiebre, una revista con colaboraciones de Enrique Symns y el Indio Solari, entre otros. La mitad de lo recaudado por su venta tendrá fines solidarios. “Tratamos de recrear la esencia de Cerdos y Peces, pero sin el reviente”, explica. Palacios se despega del amarillismo de la prensa tradicional: “La típica crónica policial del diario está llena de lugares comunes: ‘Susana no sabía que iba a morir’. ¿Quién sabe que va a morir? Todos vamos a morir pero no asesinados. Esa cuestión de la ‘actitud sospechosa’. ¿Qué es? ¿Ir mal vestido? ¡Si el mejor robo de la historia al banco Río lo cometió un tipo que usa cinturón Armani! Yiya Murano me dijo que este país fabrica asesinos, y no es el único. Lo horroroso es que estas personas se nos parecen demasiado”, sentencia, y le acaricia el cachete a Charo.
@elfitopalacios
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