LUPITA NYONG'O

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Cocina Organizada por la Federación Internacional del Automóvil (FIA)

Calientes y nutritivas Olga Ochoa

Siempre

es grato para el cuerpo consumir, en tiempos de frío, un buen plato de caldo o sopa. Se trata de preparaciones líquidas, donde se emplean varios ingredientes para conformar una especialidad completa. Dentro del fascinante mundo de la gastronomía, existe una división importante entre estas dos preparaciones, ya que según registros históricos, los caldos precedieron al plato más odiado por Mafalda, las sopas. En el libro de La Historia de la alimentación, del doctor Gottschaalk se afirma que los primeros caldos de la humanidad se dividían en: dulces, elaborados con vegetales frescos y en su estado natural y len ácidos, obtenidos de plantas ácidas, como las ortigas o por fermentación alcohólica. Ana Bertha Pérez, directora del departamento de Salud de la Universidad Iberoamericana, dice que la diferencia entre estos platos, es que los caldos contienen principalmente la ebullición de algunos alimentos de origen animal con verduras, mientras que las sopas pueden llevar ingredientes molidos. “Los caldos en sí, lo que tienen de favorable es que es un alimento caliente que ayuda a abrir el apetito y contienen una gran cantidad de verduras que proporcionan vitaminas hidrosolubles, es decir, nutrientes que se solubilizan en el agua”, explica la también profesora. La especialista señala que otra cosa importante al preparar esta especialidad es retirarle la grasa para obtener mayores beneficios en su consumo. “Es recomendable servir la preparación, dejar enfriar, meter al refrigerador y, posteriormente, retirar la nata de grasa”, explica Ana Bertha. (Agencias).


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