Revista CIA Nº 1

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214 a la obra de Benjamin, que en alguna medida eclipsaba la de Adorno. Peor que Adorno ha sido el caso de Horkheimer, absolutamente olvidado. El que se salvó fue Marcuse, que encontró una suerte de refugio en EEUU, que se naturalizó y que militó a favor de las minorías y en contra de la guerra de Vietnam, transformándose en una especie de referente intelectual de izquierda. El pesimismo adorniano despertó los peores instintos en el alumnado europeo que, por aquel entonces, pensaba en soluciones revolucionarias. Eran años de calor político y la postura de Adorno rivalizaba contra ese espíritu contestatario. JM: ¿Como en aquel conocido episodio de las estudiantes que exhibieron sus pechos en medio de uno de sus cursos? MJ: Bueno, así es. Aunque en realidad hay que decir, en defensa de Adorno, que su shock no era producto del encuentro con la sensualidad femenina. De hecho y pese a su estampa, Adorno tenía fama de seductor. El terrorismo que representaba para él esta acción estaba vinculado al hecho de que a través de su figura, estaba personificada la institución universitaria, y que era contra ésta que se rivalizaba, según Adorno, de forma reaccionaria. JM: De alguna manera Ud. considera que la teoría de Adorno es obsoleta en la actualidad dado que… MJ: ¡Ah no, no, no! ¿No piensa Ud. hacerme decir eso, no? De ninguna manera quiero decir que la teoría estética de Adorno resulta obsoleta. ¿Ud. diría que el pensamiento de Platón es obsoleto? ¿Y el de Descartes? ¿Aristóteles? ¿Spinoza? Cuando un pensamiento es bien pensado, valga la redundancia, nunca puede


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