Atalanta vol. 6, nº 2, 2018

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Muriel Elvira

doctos, con elogios no vulgares. Y, si no fuera parecer prolijo, pusiera los testimonios de muchos que tengo observados, pero contentareme solo con referir su nombre y citar los lugares donde le celebran, para que el aficionado de su fama los lea58.

Sigue una página y media de referencias, principalmente de poetas que celebraron a Góngora, pero también de historiadores y filósofos que introdujeron al margen de sus estudios una pequeña digresión para honrar al poeta cordobés, sin olvidar a los comentaristas que explicaron sus obras. Dentro de esta lista, Uztarroz cita al padre Roa por la escueta mención de Góngora en el Principado, ya señalada, pero no cita los comentarios de Pedro Díaz de Rivas, sea porque no llegó a conocerlos, sea (y me inclino a esta segunda hipótesis) porque no quiso nombrar al licenciado cordobés, en función de una estrategia que consistía en denegarle el estatuto de interlocutor legítimo, como lo veremos más adelante. De momento, detengámonos en las frases de Uztarroz: atribuye a dos historiadores y un poeta el papel de restauradores de la lengua. Las tres obras citadas interrogan, cada una a su manera, es decir, conceptualmente o en la práctica de la escritura poética, la relación del castellano con el latín. En su Discurso sobre la lengua castellana, publicado con la edición de las obras de Fernán Pérez de Oliva59, Ambrosio de Morales lamentaba la falta de cuidado del castellano en comparación con el italiano, idioma en el cual ya existía una literatura abundante y de calidad, y llamaba a los escritores de su tiempo a cultivar «el lenguaje en el que nacieron», es decir, el castellano, inspirándose en la literatura en griego y latín: hay que «aprend[er] el griego y latín para tener llaves con que p[odamos] abrir los tesoros de entrambos»60, escribía Ambrosio de Morales. En el caso de Aldrete y Góngora, la etiqueta de «restauradores insignes del idioma español» ignora deliberadamente las polémicas que suscitaron sus obras respectivas. Aldrete demostró que el español era una corrupción del latín61, y que era estrafalaria la fábula del nacionalista Gregorio López Madera según la cual era el latín el que procedía del 58

ANDRÉS DE UZTARROZ, op. cit., 1638, p. 246. Las obras del maestro Fernán Pérez de Oliva, natural de Córdoba […] con otras cosas que van añadidas, como se dará razón luego al principio, en Córdoba, por Gabriel Ramos Bejarano, año 1586. Las «cosas añadidas» son Quince discursos sobre diversas materias de Ambrosio de Morales, impresos al final, y, sobre todo, un Discurso sobre la lengua castellana del mismo Ambrosio de Morales que sirve de prólogo al Diálogo de la dignidad del hombre. 60 Como no hay paginación en la prínceps, citaré por una edición más reciente: Las obras del maestro Fernán Pérez de Oliva, natural de Córdoba, Madrid, Benito Cano, 1787, I, p. XXIV. 61 Bernardo José ALDRETE, Del origen y principio de la lengua castellana o romance que hoy se usa en España, Roma, Carlo Vullietto, 1606. 59

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